Mientras tanto, Allison estaba sentada en clase, su mente divagando entre el tema que el profesor explicaba y la presencia notablemente ausente de su nuevo amigo, Youseff. La silla a su lado permanecía vacía, y ella no podía evitar lanzar ocasionales miradas hacia la puerta, esperando verlo entrar en cualquier momento. Finalmente, Youseff llegó, con una expresión que mezclaba disculpas y una ligera exasperación. Se acercó a Allison y tocó suavemente su hombro, sacándola de su ensimismamiento. —Allison, ¿cómo estás? —dijo con una sonrisa que intentaba encubrir el cansancio evidente en sus ojos. Allison giró para mirarlo, ofreciendo una sonrisa leve y curiosa mientras arqueaba una ceja. —Hola, Youseff, ¿por qué llegaste tarde hoy? —preguntó, dejando que un rastro de preocupación se asomara en su voz. Él suspiró antes de responder, el peso de la mañana reflejándose en su tono. —Mi retraso fue por algo que ocurrió en casa. Mi cuñado estaba peleando con mi hermana y tuve que interf
Una vez en la piscina, Allison y sus amigas decidieron ir al baño para ponerse sus trajes de baño. Aunque las demás lo hicieron con entusiasmo, Allison se sentía incómoda. No estaba acostumbrada a mostrar su cuerpo en público, y su inseguridad se manifestaba mientras se frotaba el brazo, suspirando antes de salir del baño. Al abrir la puerta, vio cómo sus amigas saltaban a las aguas cristalinas con risas y entusiasmo.En ese momento, Nicholas salió del baño de hombres. Con su cabellera rubia recogida en una coleta, aplicándose bloqueador solar, su presencia era imponente. Observando la expresión de Allison, se acercó con una seriedad tranquilizadora.—Pequeña, ¿esto es difícil para ti? ¿Hay algún problema si sales sin permiso? —preguntó Nicholas, notando la vacilación en su mirada.—Yo... —comenzó Allison, sus ojos azules perdidos en algún punto distante del lugar. Sus palabras quedaron en el aire, y Nicholas se cruzó de brazos, dispuesto a ofrecerle su apoyo. Sin embargo, en ese inst
Allison, evidentemente reticente, bajó la mirada y suspiró profundamente, sabía que su vida era complicada y más que eso no era para ser revelada. ―Es una larga historia, en otro momento lo podemos hablar ―respondió ella, su voz cargada de una tristeza palpable. Nicholas, aunque un poco dudoso, decidió no presionarla más, asintiendo con comprensión. Allison levantó lentamente la mirada, sus ojos encontrándose con los de Nicholas, verdes y cálidos como un refugio en la tormenta. Impulsada por un sentimiento fugaz, se acercó para abrazarlo con fuerza. ―Gracias ―susurró, permitiendo que el aroma masculino de Nicholas la envolviera por completo. Nicholas sonrió al sentir el pequeño cuerpo de Allison en sus músculos brazos, ofreciendole un consuelo silencioso. Finalmente, se separaron, y Nicholas le dio una sonrisa de despedida antes de marcharse. Mientras lo veía alejarse, Allison se dio cuenta de que algo se había movido en su interior. Sin embargo, los recuerdos de Dante aún acecha
En el corazón palpitante de la noche de la ciudad, donde las luces de neón parpadeaban y los cuerpos bailaban a un ritmo frenético, Allison era una mera sombra en medio del desenfreno. Su vida había dado un giro tumultuoso desde que había aceptado un trabajo como camarera en las cavernosas profundidades de ese infame club nocturno. El club, un refugio para el vicio, dejaba al descubierto el abismo de la naturaleza humana. Allison había presenciado los horrores que acechaban tras sus paredes: hombres ebrios que perdían toda apariencia de razón, mujeres que intercambiaban su dignidad por unos pocos billetes. Era un pozo de desesperación y depravación, un verdadero infierno en la tierra. Mientras Allison se preparaba para otra noche de servicio, un profundo suspiro escapó de sus labios. Su voz tembló mientras le susurraba a Grace, una mujer que le había mostrado los entresijos del oficio. —No puedo soportarlo más —susurró Allison, con voz temblorosa. Grace, una mujer de pelo rojo inten
Dante se apartó de ella y se fue a averiguarlo personalmente. Grace se quedó allí, paralizada, sin darse cuenta de que Dante se había ido. Su corazón parecía querer salir de su pecho. Tenía miedo de lo que ese hombre pudiera hacerle a Allison. Así que corrió a su habitación, buscándola. Pero Allison no estaba allí. Buscó en todas partes, pero no había rastro de ella. Allison, por su parte, se había escondido en una de las habitaciones del club. Tenía miedo de lo que Dante pudiera hacerle si la encontraba. Pero su escondite no duró mucho. De repente, la puerta de la habitación fue pateada con brusquedad y Dante entró, seguido por dos hombres. Los hombres la agarraron con fuerza y Dante se acercó a ella, agarrándole la barbilla con brusquedad. —¿Quién eres? ¿Cómo, lograste trabajar aquí? —preguntó, mirándola fijamente. Su tono era tan frío como el polo norte, lo que hizo que Allison temblara y tragara saliva. —Allison Swift, ese es mi nombre. Trabajo aquí gracias a Grace —respondió c
El semblante de Allison, grabado con un inconfundible velo de terror y ansiedad, delataba la agitación que la agitaba en su interior. Su mirada se desvió tristemente por la ventana, y el paisaje que alguna vez le resultó familiar se desvaneció en una mancha surrealista. Había abandonado su santuario, su vida, y ahora se dirigía a toda velocidad hacia un destino envuelto en incertidumbre. Al acercarse a su destino, la imponente silueta de la Mansión Parker apareció en el horizonte. Era un gran edificio victoriano, sus altas torretas y enigmáticos vitrales proyectaban una sombra siniestra contra la luz que se desvanecía. —Recuerda, Allison, debes ser obediente y discreta —reiteró Thomas, con la voz cargada de preocupación. —. Dante es un individuo complejo, pero si sigues mis instrucciones, estarás a salvo —Allison asintió, su mente se aferraba desesperadamente a cada sílaba que pronunciaba Thomas, su corazón latía como un errático latido contra sus costillas. A pesar de la tensión
Tras la marcha de Allison de la mansión Swift, los hermanos Ámbar y Armador se vieron consumidos por una tempestad de conmoción y rabia. La lectura del testamento de su padre había revelado una verdad inquietante. Alessandro Swift, había otorgado la mayor parte de su vasta fortuna a su hija menor. El sesenta por ciento de la herencia había sido legado a su hermana, mientras que a cada uno le habían asignado tan solo un veinte por ciento. Alessandro Swift había sido un legendario hombre de negocios y magnate. Sin embargo, debajo de su formidable personalidad, también había sido un padre devoto, y el vínculo que compartía con Allison no había tenido parangón dentro de la familia Swift. Su decisión de dejarle la mayor parte de su riqueza, incluida la empresa familiar, no fue una decisión tomada a la ligera. Ámbar, una rubia de ojos verdes, se sintió consumida por la sospecha. Ámbar siempre había sabido del profundo afecto que su padre sentía por Allison, pero eso la carcomía y alimentab
En las profundidades de la noche, la música vibraba en el aire y las luces parpadeantes creaban un espectáculo hipnótico. Mientras tanto, Dante, con sus ojos perdidos, se quedaba viendo a las mujeres danzando ante él. Las luces brillaban en sus cuerpos ondulantes, pero los ojos de Dante estaban fijos en una sola mujer. En los ojos azules de Allison. Por un momento, sus ojos se encontraron y Dante quedó atrapado en el azul intenso de los ojos de Allison. Pero pronto, ese momento pasó y el hechizo se rompió. Dante estaba ebrio, el licor nublaba su juicio y su visión, pero incluso en ese estado, pudo reconocer la belleza etérea de Allison. De repente, Palmer, una mujer de cabello rubio y ojos grandes de color negro y de mirada peligrosa, agarró a Dante y lo llevó a una de las habitaciones privadas del club. Dante, demasiado embriagado para resistirse, se dejó llevar. Palmer siempre había sentido una atracción intensa por Dante, una obsesión que la consumía. Palmer no sabía que Alliso