Después de aquella cena con Nathaniel, Dante regresó a casa con una mezcla de sentimientos que no lograba descifrar del todo. Era como si un abismo se hubiese abierto entre ellos, uno lleno de palabras no dichas y emociones reprimidas. Antes de sumergirse en sus propios pensamientos en casa, decidió pasar a ver a Allison. Al entrar, la encontró profundamente dormida, su respiración regular era el único sonido que rompía el silencio reinante en la habitación. —Maldito Nathaniel —susurró entre dientes lleno de frustración. Su mano se movió de manera instintiva hacia el cabello de Allison, sintiendo la suavidad de sus mechones. Verla dormir era uno de sus momentos favoritos, un recuerdo que atesoraba en lo más profundo de su alma. Sin embargo, esa noche la decepción pesaba más que cualquier otra emoción. Mientras Dante cavilaba sobre las palabras que nunca pudo pronunciar, Allison abrió un ojo curiosa, comprobando que su mente no le jugaba una mala pasada en efecto, allí estaba Dante a
Al día siguiente, el sol ya había alcanzado una posición en el cielo que bañaba de luz la cocina donde Dante y Allison compartían el desayuno. Dante estaba enfocado en leer el periódico, mientras que Allison, con un tazón de cereal, intentaba disimular sus pensamientos. De repente, Dante rompió el silencio. —No me has dicho aún cómo te fue estos dos días en la universidad —preguntó, con un tono que sugería simple curiosidad, pero para Allison representaba un dilema. Rocío le había advertido que mantuviera en secreto su amistad con Youseff para evitar problemas.—Bien, no te preocupes —contestó Allison, con un tono que traicionaba su nerviosismo. Dante levantó la vista del periódico, frunciendo el ceño. ¿Por qué tanta evasiva?—Allison, te hice una pregunta simple. ¿Puedes por favor decirme cómo te fue en la universidad? ¿Has socializado? ¿Tienes amigas? Cosas así —insistió Dante, proclamando su genuina preocupación. Allison respiró profundo, buscando ganar tiempo. —Dante, sabes, aye
Mientras tanto, Allison estaba sentada en clase, su mente divagando entre el tema que el profesor explicaba y la presencia notablemente ausente de su nuevo amigo, Youseff. La silla a su lado permanecía vacía, y ella no podía evitar lanzar ocasionales miradas hacia la puerta, esperando verlo entrar en cualquier momento. Finalmente, Youseff llegó, con una expresión que mezclaba disculpas y una ligera exasperación. Se acercó a Allison y tocó suavemente su hombro, sacándola de su ensimismamiento. —Allison, ¿cómo estás? —dijo con una sonrisa que intentaba encubrir el cansancio evidente en sus ojos. Allison giró para mirarlo, ofreciendo una sonrisa leve y curiosa mientras arqueaba una ceja. —Hola, Youseff, ¿por qué llegaste tarde hoy? —preguntó, dejando que un rastro de preocupación se asomara en su voz. Él suspiró antes de responder, el peso de la mañana reflejándose en su tono. —Mi retraso fue por algo que ocurrió en casa. Mi cuñado estaba peleando con mi hermana y tuve que interf
Una vez en la piscina, Allison y sus amigas decidieron ir al baño para ponerse sus trajes de baño. Aunque las demás lo hicieron con entusiasmo, Allison se sentía incómoda. No estaba acostumbrada a mostrar su cuerpo en público, y su inseguridad se manifestaba mientras se frotaba el brazo, suspirando antes de salir del baño. Al abrir la puerta, vio cómo sus amigas saltaban a las aguas cristalinas con risas y entusiasmo.En ese momento, Nicholas salió del baño de hombres. Con su cabellera rubia recogida en una coleta, aplicándose bloqueador solar, su presencia era imponente. Observando la expresión de Allison, se acercó con una seriedad tranquilizadora.—Pequeña, ¿esto es difícil para ti? ¿Hay algún problema si sales sin permiso? —preguntó Nicholas, notando la vacilación en su mirada.—Yo... —comenzó Allison, sus ojos azules perdidos en algún punto distante del lugar. Sus palabras quedaron en el aire, y Nicholas se cruzó de brazos, dispuesto a ofrecerle su apoyo. Sin embargo, en ese inst
Allison, evidentemente reticente, bajó la mirada y suspiró profundamente, sabía que su vida era complicada y más que eso no era para ser revelada. ―Es una larga historia, en otro momento lo podemos hablar ―respondió ella, su voz cargada de una tristeza palpable. Nicholas, aunque un poco dudoso, decidió no presionarla más, asintiendo con comprensión. Allison levantó lentamente la mirada, sus ojos encontrándose con los de Nicholas, verdes y cálidos como un refugio en la tormenta. Impulsada por un sentimiento fugaz, se acercó para abrazarlo con fuerza. ―Gracias ―susurró, permitiendo que el aroma masculino de Nicholas la envolviera por completo. Nicholas sonrió al sentir el pequeño cuerpo de Allison en sus músculos brazos, ofreciendole un consuelo silencioso. Finalmente, se separaron, y Nicholas le dio una sonrisa de despedida antes de marcharse. Mientras lo veía alejarse, Allison se dio cuenta de que algo se había movido en su interior. Sin embargo, los recuerdos de Dante aún acecha
En el corazón palpitante de la noche de la ciudad, donde las luces de neón parpadeaban y los cuerpos bailaban a un ritmo frenético, Allison era una mera sombra en medio del desenfreno. Su vida había dado un giro tumultuoso desde que había aceptado un trabajo como camarera en las cavernosas profundidades de ese infame club nocturno. El club, un refugio para el vicio, dejaba al descubierto el abismo de la naturaleza humana. Allison había presenciado los horrores que acechaban tras sus paredes: hombres ebrios que perdían toda apariencia de razón, mujeres que intercambiaban su dignidad por unos pocos billetes. Era un pozo de desesperación y depravación, un verdadero infierno en la tierra. Mientras Allison se preparaba para otra noche de servicio, un profundo suspiro escapó de sus labios. Su voz tembló mientras le susurraba a Grace, una mujer que le había mostrado los entresijos del oficio. —No puedo soportarlo más —susurró Allison, con voz temblorosa. Grace, una mujer de pelo rojo inten
Dante se apartó de ella y se fue a averiguarlo personalmente. Grace se quedó allí, paralizada, sin darse cuenta de que Dante se había ido. Su corazón parecía querer salir de su pecho. Tenía miedo de lo que ese hombre pudiera hacerle a Allison. Así que corrió a su habitación, buscándola. Pero Allison no estaba allí. Buscó en todas partes, pero no había rastro de ella. Allison, por su parte, se había escondido en una de las habitaciones del club. Tenía miedo de lo que Dante pudiera hacerle si la encontraba. Pero su escondite no duró mucho. De repente, la puerta de la habitación fue pateada con brusquedad y Dante entró, seguido por dos hombres. Los hombres la agarraron con fuerza y Dante se acercó a ella, agarrándole la barbilla con brusquedad. —¿Quién eres? ¿Cómo, lograste trabajar aquí? —preguntó, mirándola fijamente. Su tono era tan frío como el polo norte, lo que hizo que Allison temblara y tragara saliva. —Allison Swift, ese es mi nombre. Trabajo aquí gracias a Grace —respondió c
El semblante de Allison, grabado con un inconfundible velo de terror y ansiedad, delataba la agitación que la agitaba en su interior. Su mirada se desvió tristemente por la ventana, y el paisaje que alguna vez le resultó familiar se desvaneció en una mancha surrealista. Había abandonado su santuario, su vida, y ahora se dirigía a toda velocidad hacia un destino envuelto en incertidumbre. Al acercarse a su destino, la imponente silueta de la Mansión Parker apareció en el horizonte. Era un gran edificio victoriano, sus altas torretas y enigmáticos vitrales proyectaban una sombra siniestra contra la luz que se desvanecía. —Recuerda, Allison, debes ser obediente y discreta —reiteró Thomas, con la voz cargada de preocupación. —. Dante es un individuo complejo, pero si sigues mis instrucciones, estarás a salvo —Allison asintió, su mente se aferraba desesperadamente a cada sílaba que pronunciaba Thomas, su corazón latía como un errático latido contra sus costillas. A pesar de la tensión