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Una lágrima
Una lágrima
Por: Connie Ramos
Capítulo:1 La vida del club.

En el corazón palpitante de la noche de la ciudad, donde las luces de neón parpadeaban y los cuerpos bailaban a un ritmo frenético, Allison era una mera sombra en medio del desenfreno. Su vida había dado un giro tumultuoso desde que había aceptado un trabajo como camarera en las cavernosas profundidades de ese infame club nocturno.

El club, un refugio para el vicio, dejaba al descubierto el abismo de la naturaleza humana. Allison había presenciado los horrores que acechaban tras sus paredes: hombres ebrios que perdían toda apariencia de razón, mujeres que intercambiaban su dignidad por unos pocos billetes. Era un pozo de desesperación y depravación, un verdadero infierno en la tierra.

Mientras Allison se preparaba para otra noche de servicio, un profundo suspiro escapó de sus labios. Su voz tembló mientras le susurraba a Grace, una mujer que le había mostrado los entresijos del oficio.

"No puedo soportarlo más", susurró Allison, con voz temblorosa.

Grace, una mujer de pelo rojo intenso, ojos color cafés y un espíritu inquebrantable, apretó suavemente el hombro de Allison. Una sonrisa serena se dibujó en sus labios, porque comprendía el peso de la confusión de su amiga. Suspirando profundamente, le ofreció palabras de consuelo.

"Debes permanecer fuerte, Allison. No puedes dejar que este lugar te consuma", le aconsejó "Y no olvides expresar tu gratitud a Thomas por salvaguardar tu secreto. Si el señor Parker descubre que trabajas aquí, se pondrá furioso".

Allison asintió con la cabeza en señal de comprensión, con los ojos bajos por la tristeza. Mientras miraba sombríamente a su amiga, su delicado rostro de porcelana mostraba la marca del agotamiento. Se pasó una mano por su pelo castaño claro y soltó un profundo suspiro.

"Buscaré otro trabajo mañana", declaró "No soporto que me traten como a una niña... es demasiado humillante. Su semblante estaba marcado por una resignación cansada, pero Grace levantó la barbilla con un suave animo.

"Tendrás éxito", afirmó Grace con una sonrisa optimista "Además, no todo el mundo te ve de una manera tan diminuta. Recuerdo la expresión del rostro de Thomas cuando le informaste de tu deseo de trabajar aquí. Estaba casi muerto de miedo", bromeó, provocando una risa de Allison. Su breve respiro de la pesadez que las rodeaba duró poco, porque en ese momento apareció Thomas, el gerente del club.

"Muy gracioso, señoritas", dijo arrastrando las palabras con fingida molestia "Recuerden, tengo ojos y oídos en todas partes".Grace le lanzó una mirada sardónica, cruzando los brazos desafiante.

"Sí, por supuesto, Thomas. Y yo soy la madrastra malvada de Blancanieves, que te envenenara sin que lo sepas". Allison no pudo evitar reírse de su teatralidad, y Thomas puso los ojos en blanco con fingida exasperación.

"Descansen las dos. Esta noche parece ser peor que la anterior". Dicho esto, desapareció entre la multitud de juerguistas. Allison se quedó en silencio por un momento, contemplando su próximo movimiento. Luego, con una determinación férrea, se dio la vuelta y siguió a Thomas.

"Thomas, necesito una mañana libre. Voy a otra entrevista de trabajo", declaró con firmeza, sus ojos azules brillando con un desafío poco habitual en ella. Para su sorpresa, Thomas esbozó una sonrisa genuina.

"Por supuesto, Allison. Este lugar es el infierno y tú eres un ángel. No mereces estar aquí. Sé que encontrarás algo mejor".

"De verdad gracias, Thomas". Allison sonrió cansada, y rodeándolo con sus brazos, le dio un abrazo fuerte. Sin decir una palabra más, se dirigió a su habitación. La música del club retumbaba en sus oídos, pero a esas altas horas de la noche, lo único que ansiaba era un poco de silencio.

Allison no era una chica débil. Había aprendido a ser fuerte, a luchar contra las adversidades que la vida le había presentado. Pero esa noche, sus ojos empezaban a desfallecer, y la idea de dormir resultaba más apetecible que la de seguir repartiendo tragos a hombres que apenas la miraban a los ojos. Se despidió con un gesto de la mano y se fue a descansar.

La tensión que se apoderó del club cuando llegó Dante era casi palpable. Él no era un cliente, más bien el dueño. Pero cuando aparecía, siempre iba a lo mismo. Le gustaba jugar con las mujeres del lugar, y no precisamente de una manera amable. Aquella noche fue directo a la habitación donde lo esperaba Palmer, una de las mujeres que solía usar a su antojo.

A Dante Parker no se le conocía por su gentileza. Las mujeres del club lo veían como un monstruo, un lobo hambriento que no se detenía hasta saciar su apetito. Y aunque Allison nunca lo había visto, sentía un escalofrío cada vez que lo nombraban.

En las brumas del amanecer, Allison se despertó empapada en sudor, su corazón palpitando con un miedo paralizante. Las pesadillas la habían perseguido durante innumerables noches, atormentándola con recuerdos de su pasado. Se palpó el cuerpo en busca de heridas invisibles, suspirando aliviada al no encontrar ninguna.

Con cuidado, se levantó de su cama endeble. Era un refugio precario, pero inconmensurablemente mejor que dormir bajo el amenazante puente. Después de una ducha rápida, se preparó para enfrentar el día, decidida a encontrar un trabajo que la liberara de la sórdida existencia del club y sus clientes lascivos. Sin embargo, la búsqueda de empleo demostró ser una odisea implacable.

"Lo siento, señorita", declaró un entrevistador con desdén, mirándola con desaprobación "¡Nuestra imagen corporativa es primordial! ¿Dónde están tus padres?". Allison tragó saliva con fuerza, reprimiendo las lágrimas que amenazaban con traicionarla. No tenía padres, ni ningún otro pariente que la apoyara en ese momento tan precario. Solo tenía su propia determinación, frágil pero inquebrantable.

Allison se aventuró por la ciudad, recorriendo innumerables cuadras en busca de una oportunidad. Pero la fortuna parecía burlarse de ella, rechazándola en cada esquina. Al final de un día agotador, se encontró de vuelta en el club, justo cuando abrían sus puertas. El peso de su situación se apoderó de ella cuando se dio cuenta de que era hora de volver a su sombrío trabajo.

Deseaba ver a Grace nuevamente y contarle todo lo que tuvo que hacer y recorrer durante horas para no conseguir nada. No entendía qué estaba sucediendo con las personas que la miraban de manera rara, como si ella fuera una extraña, a pesar de su apariencia de niña. Después de vestirse, salió y tomó la bandeja de tragos, comenzando a llevarlos a los clientes.

De repente, el ambiente en el club cambió. Muchas personas se tensaron, porque Dante había llegado por segunda vez en la semana. Para muchos, su presencia era extraña, pero se mantuvieron a distancia, conociendo muy bien cómo era ese hombre.

Allison, que había ido a buscar otra bandeja, se volvió para servir más tragos. Pero en ese momento, alguien le habló y ella dejó caer la bandeja. Se dio la vuelta y se encontró con una mirada intensa y llena de lujuria, algo que no entendía en absoluto. Allison esquivó la mirada y corrió, sin saber quién era el hombre y sin desear que la tocara, como muchos hombres en el club habían tratado de hacer.

Dante se enfureció por el comportamiento de la chica. Quería saber cómo era posible que trabajara en su propiedad sin su conocimiento. Vio a Grace a lo lejos y la arrastró a un lugar apartado.

"¿Quién es esa chica?", Dante, un hombre envuelto en misterio y que exudaba un aura de oscuridad impenetrable, pronunció estas palabras con una finalidad escalofriante. Su mirada se posó en Grace, una joven cuyo corazón latía con fuerza en su pecho como si fuera a estallar. Sabía instintivamente el peligro que acechaba bajo la enigmática fachada de Dante, un peligro que amenazaba con consumir todo a su paso.

La mente de Grace corría, buscando desesperadamente una forma de proteger a su amiga Allison, "la chica nueva". La idea de que la mirada depredadora de Dante se posara sobre ella le provocó escalofríos en la columna vertebral. En un momento de desesperación, elaboró una mentira, con la esperanza de que fuera suficiente para proteger a Allison de las siniestras intenciones que albergaba Dante.

"Ella es Allison, mi hermana menor", dijo Grace, su voz era apenas un susurro que temblaba en la atmósfera opresiva "Sólo está aquí por trabajo". Pero su débil intento de engaño fue recibido con un rechazo rápido e inquebrantable. La risa de Dante resonó por todo el lugar, burlándose del débil intento de Grace de ocultar la verdad. Sus ojos se entrecerraron, atravesando su alma con su mirada gélida.

"Grace, sabes que no debes jugar conmigo ", siseó Dante, su voz era como la espiral de una serpiente venenosa "¿Olvidas quién diablos soy?".

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