En el corazón palpitante de la noche de la ciudad, donde las luces de neón parpadeaban y los cuerpos bailaban a un ritmo frenético, Allison era una mera sombra en medio del desenfreno. Su vida había dado un giro tumultuoso desde que había aceptado un trabajo como camarera en las cavernosas profundidades de ese infame club nocturno.
El club, un refugio para el vicio, dejaba al descubierto el abismo de la naturaleza humana. Allison había presenciado los horrores que acechaban tras sus paredes: hombres ebrios que perdían toda apariencia de razón, mujeres que intercambiaban su dignidad por unos pocos billetes. Era un pozo de desesperación y depravación, un verdadero infierno en la tierra. Mientras Allison se preparaba para otra noche de servicio, un profundo suspiro escapó de sus labios. Su voz tembló mientras le susurraba a Grace, una mujer que le había mostrado los entresijos del oficio. "No puedo soportarlo más", susurró Allison, con voz temblorosa. Grace, una mujer de pelo rojo intenso, ojos color cafés y un espíritu inquebrantable, apretó suavemente el hombro de Allison. Una sonrisa serena se dibujó en sus labios, porque comprendía el peso de la confusión de su amiga. Suspirando profundamente, le ofreció palabras de consuelo. "Debes permanecer fuerte, Allison. No puedes dejar que este lugar te consuma", le aconsejó "Y no olvides expresar tu gratitud a Thomas por salvaguardar tu secreto. Si el señor Parker descubre que trabajas aquí, se pondrá furioso". Allison asintió con la cabeza en señal de comprensión, con los ojos bajos por la tristeza. Mientras miraba sombríamente a su amiga, su delicado rostro de porcelana mostraba la marca del agotamiento. Se pasó una mano por su pelo castaño claro y soltó un profundo suspiro. "Buscaré otro trabajo mañana", declaró "No soporto que me traten como a una niña... es demasiado humillante. Su semblante estaba marcado por una resignación cansada, pero Grace levantó la barbilla con un suave animo. "Tendrás éxito", afirmó Grace con una sonrisa optimista "Además, no todo el mundo te ve de una manera tan diminuta. Recuerdo la expresión del rostro de Thomas cuando le informaste de tu deseo de trabajar aquí. Estaba casi muerto de miedo", bromeó, provocando una risa de Allison. Su breve respiro de la pesadez que las rodeaba duró poco, porque en ese momento apareció Thomas, el gerente del club. "Muy gracioso, señoritas", dijo arrastrando las palabras con fingida molestia "Recuerden, tengo ojos y oídos en todas partes".Grace le lanzó una mirada sardónica, cruzando los brazos desafiante. "Sí, por supuesto, Thomas. Y yo soy la madrastra malvada de Blancanieves, que te envenenara sin que lo sepas". Allison no pudo evitar reírse de su teatralidad, y Thomas puso los ojos en blanco con fingida exasperación. "Descansen las dos. Esta noche parece ser peor que la anterior". Dicho esto, desapareció entre la multitud de juerguistas. Allison se quedó en silencio por un momento, contemplando su próximo movimiento. Luego, con una determinación férrea, se dio la vuelta y siguió a Thomas. "Thomas, necesito una mañana libre. Voy a otra entrevista de trabajo", declaró con firmeza, sus ojos azules brillando con un desafío poco habitual en ella. Para su sorpresa, Thomas esbozó una sonrisa genuina. "Por supuesto, Allison. Este lugar es el infierno y tú eres un ángel. No mereces estar aquí. Sé que encontrarás algo mejor". "De verdad gracias, Thomas". Allison sonrió cansada, y rodeándolo con sus brazos, le dio un abrazo fuerte. Sin decir una palabra más, se dirigió a su habitación. La música del club retumbaba en sus oídos, pero a esas altas horas de la noche, lo único que ansiaba era un poco de silencio. Allison no era una chica débil. Había aprendido a ser fuerte, a luchar contra las adversidades que la vida le había presentado. Pero esa noche, sus ojos empezaban a desfallecer, y la idea de dormir resultaba más apetecible que la de seguir repartiendo tragos a hombres que apenas la miraban a los ojos. Se despidió con un gesto de la mano y se fue a descansar. La tensión que se apoderó del club cuando llegó Dante era casi palpable. Él no era un cliente, más bien el dueño. Pero cuando aparecía, siempre iba a lo mismo. Le gustaba jugar con las mujeres del lugar, y no precisamente de una manera amable. Aquella noche fue directo a la habitación donde lo esperaba Palmer, una de las mujeres que solía usar a su antojo. A Dante Parker no se le conocía por su gentileza. Las mujeres del club lo veían como un monstruo, un lobo hambriento que no se detenía hasta saciar su apetito. Y aunque Allison nunca lo había visto, sentía un escalofrío cada vez que lo nombraban. En las brumas del amanecer, Allison se despertó empapada en sudor, su corazón palpitando con un miedo paralizante. Las pesadillas la habían perseguido durante innumerables noches, atormentándola con recuerdos de su pasado. Se palpó el cuerpo en busca de heridas invisibles, suspirando aliviada al no encontrar ninguna. Con cuidado, se levantó de su cama endeble. Era un refugio precario, pero inconmensurablemente mejor que dormir bajo el amenazante puente. Después de una ducha rápida, se preparó para enfrentar el día, decidida a encontrar un trabajo que la liberara de la sórdida existencia del club y sus clientes lascivos. Sin embargo, la búsqueda de empleo demostró ser una odisea implacable. "Lo siento, señorita", declaró un entrevistador con desdén, mirándola con desaprobación "¡Nuestra imagen corporativa es primordial! ¿Dónde están tus padres?". Allison tragó saliva con fuerza, reprimiendo las lágrimas que amenazaban con traicionarla. No tenía padres, ni ningún otro pariente que la apoyara en ese momento tan precario. Solo tenía su propia determinación, frágil pero inquebrantable. Allison se aventuró por la ciudad, recorriendo innumerables cuadras en busca de una oportunidad. Pero la fortuna parecía burlarse de ella, rechazándola en cada esquina. Al final de un día agotador, se encontró de vuelta en el club, justo cuando abrían sus puertas. El peso de su situación se apoderó de ella cuando se dio cuenta de que era hora de volver a su sombrío trabajo. Deseaba ver a Grace nuevamente y contarle todo lo que tuvo que hacer y recorrer durante horas para no conseguir nada. No entendía qué estaba sucediendo con las personas que la miraban de manera rara, como si ella fuera una extraña, a pesar de su apariencia de niña. Después de vestirse, salió y tomó la bandeja de tragos, comenzando a llevarlos a los clientes. De repente, el ambiente en el club cambió. Muchas personas se tensaron, porque Dante había llegado por segunda vez en la semana. Para muchos, su presencia era extraña, pero se mantuvieron a distancia, conociendo muy bien cómo era ese hombre. Allison, que había ido a buscar otra bandeja, se volvió para servir más tragos. Pero en ese momento, alguien le habló y ella dejó caer la bandeja. Se dio la vuelta y se encontró con una mirada intensa y llena de lujuria, algo que no entendía en absoluto. Allison esquivó la mirada y corrió, sin saber quién era el hombre y sin desear que la tocara, como muchos hombres en el club habían tratado de hacer. Dante se enfureció por el comportamiento de la chica. Quería saber cómo era posible que trabajara en su propiedad sin su conocimiento. Vio a Grace a lo lejos y la arrastró a un lugar apartado. "¿Quién es esa chica?", Dante, un hombre envuelto en misterio y que exudaba un aura de oscuridad impenetrable, pronunció estas palabras con una finalidad escalofriante. Su mirada se posó en Grace, una joven cuyo corazón latía con fuerza en su pecho como si fuera a estallar. Sabía instintivamente el peligro que acechaba bajo la enigmática fachada de Dante, un peligro que amenazaba con consumir todo a su paso. La mente de Grace corría, buscando desesperadamente una forma de proteger a su amiga Allison, "la chica nueva". La idea de que la mirada depredadora de Dante se posara sobre ella le provocó escalofríos en la columna vertebral. En un momento de desesperación, elaboró una mentira, con la esperanza de que fuera suficiente para proteger a Allison de las siniestras intenciones que albergaba Dante. "Ella es Allison, mi hermana menor", dijo Grace, su voz era apenas un susurro que temblaba en la atmósfera opresiva "Sólo está aquí por trabajo". Pero su débil intento de engaño fue recibido con un rechazo rápido e inquebrantable. La risa de Dante resonó por todo el lugar, burlándose del débil intento de Grace de ocultar la verdad. Sus ojos se entrecerraron, atravesando su alma con su mirada gélida. "Grace, sabes que no debes jugar conmigo ", siseó Dante, su voz era como la espiral de una serpiente venenosa "¿Olvidas quién diablos soy?".Dante se apartó de ella y se fue a averiguarlo personalmente. Grace se quedó allí, paralizada, sin darse cuenta de que Dante se había ido. Su corazón parecía querer salir de su pecho. Tenía miedo de lo que ese hombre pudiera hacerle a Allison. Así que corrió a su habitación, buscándola. Pero Allison no estaba allí. Buscó en todas partes, pero no había rastro de ella. Allison, por su parte, se había escondido en una de las habitaciones del club. Tenía miedo de lo que Dante pudiera hacerle si la encontraba. Pero su escondite no duró mucho. De repente, la puerta de la habitación fue pateada con brusquedad y Dante entró, seguido por dos hombres. Los hombres la agarraron con fuerza y Dante se acercó a ella, agarrándole la barbilla con brusquedad. "¿Quién eres? ¿Cómo, lograste trabajar aquí?", preguntó, mirándola fijamente. Su tono era tan frío como el polo norte, lo que hizo que Allison temblara y tragara saliva. "Allison Swift, ese es mi nombre. Trabajo aquí gracias a Grace", respon
El semblante de Allison, grabado con un inconfundible velo de terror y ansiedad, delataba la agitación que la agitaba en su interior. Su mirada se desvió tristemente por la ventana, y el paisaje que alguna vez le resultó familiar se desvaneció en una mancha surrealista. Había abandonado su santuario, su vida, y ahora se dirigía a toda velocidad hacia un destino envuelto en incertidumbre. Al acercarse a su destino, la imponente silueta de la Mansión Parker apareció en el horizonte. Era un gran edificio victoriano, sus altas torretas y enigmáticos vitrales proyectaban una sombra siniestra contra la luz que se desvanecía. "Recuerda, Allison, debes ser obediente y discreta", reiteró Thomas, con la voz cargada de preocupación. "Dante es un individuo complejo, pero si sigues mis instrucciones, estarás a salvo". Allison asintió, su mente se aferraba desesperadamente a cada sílaba que pronunciaba Thomas, su corazón latía como un errático latido contra sus costillas.A pesar de la tensió
Tras la marcha de Allison de la mansión Swift, los hermanos Ámbar y Armador se vieron consumidos por una tempestad de conmoción y rabia. La lectura del testamento de su padre había revelado una verdad inquietante. Alessandro Swift, había otorgado la mayor parte de su vasta fortuna a su hija menor. El sesenta por ciento de la herencia había sido legado a su hermana, mientras que a cada uno le habían asignado tan solo un veinte por ciento. Alessandro Swift había sido un legendario hombre de negocios y magnate. Sin embargo, debajo de su formidable personalidad, también había sido un padre devoto, y el vínculo que compartía con Allison no había tenido parangón dentro de la familia Swift. Su decisión de dejarle la mayor parte de su riqueza, incluida la empresa familiar, no fue una decisión tomada a la ligera. Ámbar, una rubia de ojos verdes, se sintió consumida por la sospecha. Ámbar siempre había sabido del profundo afecto que su padre sentía por Allison, pero eso la carcomía y alimen
En las profundidades de la noche, la música vibraba en el aire y las luces parpadeantes creaban un espectáculo hipnótico. Mientras tanto, Dante, con sus ojos perdidos, se quedaba viendo a las mujeres danzando ante él. Las luces brillaban en sus cuerpos ondulantes, pero los ojos de Dante estaban fijos en una sola mujer. En los ojos azules de Allison. Por un momento, sus ojos se encontraron y Dante quedó atrapado en el azul intenso de los ojos de Allison. Pero pronto, ese momento pasó y el hechizo se rompió. Dante estaba ebrio, el licor nublaba su juicio y su visión, pero incluso en ese estado, pudo reconocer la belleza etérea de Allison. De repente, Palmer, una mujer de cabello rubio y ojos grandes de color negro y de mirada peligrosa, agarró a Dante y lo llevó a una de las habitaciones privadas del club. Dante, demasiado embriagado para resistirse, se dejó llevar. Palmer siempre había sentido una atracción intensa por Dante, una obsesión que la consumía. Palmer no sabía que Al
Dante ignoro su petición y la besó en el cuello con deseo. Le arrancó el vestido y la arrojó a la cama, dejándola desnuda. Besó su piel blanca y delicada, recorriendo su cuerpo con deseo. Allison cerró los ojos, esperando que todo terminase. Después de un tiempo, Dante se acostó junto a ella. Allison se giró para evitar el contacto con él, lo que enfureció a Dante. Estaba acostumbrado a la atención de las mujeres, pero Allison era diferente. Ella intentó levantarse, pero Dante la sujetó con fuerza. "¿Qué pasa?", exigió Dante, su voz cortando el aire como una cuchilla afilada. El cuerpo de Allison se tensó y luchó por mantener una apariencia de compostura. "Nada", susurró, sacudiendo la cabeza en señal de negación. "Solo que..." vaciló, su mente se apresuró a encontrar palabras que ocultaran sus verdaderas intenciones. La mirada penetrante de Dante la mantuvo cautiva, y ella desvió la mirada, buscando refugio en el frío mármol del baño "Necesito ir al baño", soltó, su voz delataba
Allison desayunó con una gracia y compostura que dejó a Nathaniel asombrado. Sus movimientos, refinados y pausados, parecían poseer una elegancia que desafiaba su entorno. "¿Quién te enseñó esos modales, Allison?", preguntó Nathaniel, incapaz de contener su asombro. "Tu educación es excepcional". Allison hizo una pausa, con el tenedor suspendido momentáneamente sobre su plato. "Mis padres me inculcaron lo que sé hoy", respondió con un orgullo tranquilo. "¿Y dónde están?" Nathaniel siguió adelante, sin darse cuenta de la dolorosa herida que sus palabras le habían infligido. Allison bajó la mirada y su corazón se contrajo como una hoja de papel arrugada. Nathaniel, sintiendo su incomodidad, rápidamente agregó: "Te pido disculpas, Allison. No me corresponde entrometerme". "No, está bien", susurró, su voz apenas era un murmullo. "¿No tienes otra familia?". Dante, cada vez más cansado de las preguntas intrusivas de Nathaniel, arrojó su periódico a un lado con un golpe brusco. "Ya
"Mis hermanos me echaron", susurró con la voz quebrada. "Codiciaban nuestra fortuna familiar y me veían como un obstáculo. Me dejaron en la miseria, abandonada en las calles implacables". Dante escuchó atentamente, con una expresión indescifrable. Había oído rumores sobre la inmensa riqueza de Alessandro Swift, pero su conexión había permanecido esquiva. "Continúa", la instó, con un tono carente de emoción. Allison continuó su relato, con la voz teñida de amargura. Describió los horrores que había soportado en el club, la persecución incesante de hombres con intenciones siniestras. "Sé que puede dudar de mi sinceridad, señor Parker", dijo, con los ojos pidiendo comprensión. "Pero he sufrido mucho estas últimas semanas. He perdido todo lo que era querido para mí". Antes de que pudiera terminar su súplica, Dante la interrumpió abruptamente. "En primer lugar, no he pronunciado una sola palabra de incredulidad. Sin embargo, debo realizar una investigación exhaustiva para determinar
El rostro de Rocío se endureció, recordando el pasado que prefería olvidar. Había conocido a Dante en la empresa. Ella trabajaba como asistente de uno de los accionistas, Froilán. Pero la vida le jugó una mala pasada cuando Froilán decidió sustituirla por una mujer más corpulenta. Desesperada y en busca de un sustento, aceptó la propuesta de Dante de trabajar como sirvienta en su casa. Al principio, todo parecía normal. Dante era un jefe amable y considerado. Pero poco a poco, Rocio comenzó a desarrollar sentimientos por él. Sin embargo, su mundo se derrumbó cuando Dante trajo a casa a Elaisa Evans y después se dio cuenta que no todo lo que brilla es oro. "Sabes algo, Allison", dijo Rocío, acariciando la cabeza de la joven y depositando un beso en su frente "No deseo que ninguna mujer pase por lo que Elaisa pasó. Los hombres, en su mundo narcisista, a veces piensan que las mujeres no tienen valor o que no merecen respeto. Pero eso no es cierto. Somos fuertes, y debemos aprender d