—Mis hermanos me echaron —susurró con la voz quebrada —. Codiciaban nuestra fortuna familiar y me veían como un obstáculo. Me dejaron en la miseria, abandonada en las calles implacables —Dante escuchó atentamente, con una expresión indescifrable. Había oído rumores sobre la inmensa riqueza de Alessandro Swift, pero su conexión había permanecido esquiva. —Continúa —la instó, con un tono carente de emoción. Allison continuó su relato, con la voz teñida de amargura. Describió los horrores que había soportado en el club, la persecución incesante de hombres con intenciones siniestras. —Sé que puede dudar de mi sinceridad, señor Parker —dijo, con los ojos pidiendo comprensión —. Pero he sufrido mucho estas últimas semanas. He perdido todo lo que era querido para mí —antes de que pudiera terminar su súplica, Dante la interrumpió abruptamente. —En primer lugar, no he pronunciado una sola palabra de incredulidad. Sin embargo, debo realizar una investigación exhaustiva para determinar la v
El rostro de Rocío se endureció, recordando el pasado que prefería olvidar. Había conocido a Dante en la empresa. Ella trabajaba como asistente de uno de los accionistas, Froilán. Pero la vida le jugó una mala pasada cuando Froilán decidió sustituirla por una mujer más corpulenta. Desesperada y en busca de un sustento, aceptó la propuesta de Dante de trabajar como sirvienta en su casa. Al principio, todo parecía normal. Dante era un jefe amable y considerado. Pero poco a poco, Rocio comenzó a desarrollar sentimientos por él. Sin embargo, su mundo se derrumbó cuando Dante trajo a casa a Elaisa Evans y después se dio cuenta que no todo lo que brilla es oro. —Sabes algo, Allison —dijó Rocío, acariciando la cabeza de la joven y depositando un beso en su frente —. No deseo que ninguna mujer pase por lo que Elaisa pasó. Los hombres, en su mundo narcisista, a veces piensan que las mujeres no tienen valor o que no merecen respeto. Pero eso no es cierto. Somos fuertes, y debemos aprender de
Allison se despertó de su letargo, un escalofrío le recorrió la espalda cuando abrió los ojos y vio una imagen espantosa: sangre manchando su rostro, su tono carmesí contrastaba marcadamente con las sábanas prístinas. El pánico se apoderó de sus venas y su gélido agarre se apretó alrededor de su corazón. Con cautela, miró alrededor de la habitación, con la respiración entrecortada en su garganta cuando sus ojos se posaron en la figura de un hombre tendido en el sofá, sumido en un profundo sueño. Con manos temblorosas, se levantó de la cama, cada paso era una silenciosa súplica de escape. Salió de la habitación, su cuerpo se movía con el sigilo de un animal acosado. Al llegar a su propia habitación, vio su reflejo en el espejo y la visión le provocó puñaladas de dolor en el pecho. Su rostro era un lienzo de horror, desfigurado por grotescos moretones y vetas carmesí. Allison cogió una bola de algodón, cuyas fibras suaves le proporcionaban una especie de consuelo frente a la agonía pun
—No gracias —respondió con una voz temblorosa —. Puede quedarse tranquilo. Rocío se hará cargo de esto —el hombre se acercó, sus dedos rozaron suavemente su rostro pálido y cubierto de heridas. Ella gimió de dolor, pero soportó en silencio. —No, por favor. Duele —suplicó, su voz un tenue lamento. Ella apartó su mano y le dio la espalda, sintiendo una oleada de vergüenza y humillación. El dolor era insoportable, pero no quería verlo ni soportar su mirada de lástima —. Por favor, retírese. Quiero vestirme en privado —dijo, su voz teñida de desesperación. El hombre se volvió y se fue, dejando a la joven sola con su dolor. El sonido de la puerta al cerrarse resonó en sus oídos, y las lágrimas brotaron de sus ojos. Se las limpió rápidamente, no quería que Rocío regresara y la viera tan vulnerable. Lentamente, se limpió el cuerpo. Sacó un vestido rosa pálido y se lo puso, tratando de cubrir las huellas de la brutalidad que había sufrido. Cuando estuvo lista, se recostó en la cama, demasiad
Mientras tanto, Dante estaba sentado encorvado sobre su escritorio, con una expresión severa grabada en su rostro. Su soledad fue abruptamente interrumpida por la entrada de Palmer, su semblante adornado con una sonrisa falsa. La mirada de Dante se posó en ella y soltó un profundo suspiro de frustración. —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, su voz fría e indiferente, sus ojos transmitiendo escepticismo. Palmer se acercó a él y le plantó un rápido beso en la mejilla. Dante retrocedió con disgusto, su ira estalló. La actitud de la mujer cambió al instante, un profundo suspiro escapó de sus labios mientras su resolución vacilaba bajo el peso de sus sospechas. —Dante, necesito saber quién era la mujer que estuvo en tu casa ese día —exigió Palmer, su voz tensa y seria, sus brazos cruzados en desafío. Se negó a permitir que sus dudas persistieran por más tiempo. —Eso no es asunto tuyo, Palmer —replicó Dante con impaciencia, con el rostro contorsionado por el fastidio —. Soy libre de s
La voz de Dante resonó por la habitación, haciendo que las paredes temblaran. Nathaniel levantó las manos en señal de rendición, indicando que no seguiría con el asunto. —Muy bien, te creo —respondió Nathaniel, consciente de la naturaleza volátil de Dante. Había aprendido a andar con cuidado cuando Dante estaba de mal humor, especialmente por asuntos triviales. Los dos hombres se concentraron en su trabajo, pero la mente de Nathaniel corría. Tenía algo importante que preguntar, pero dudó, sabiendo que Dante reaccionaría mal —. Mañana es el gran evento de Connor, así que... ¿a quién llevarás como acompañante? Disculpa mi intrusión —preguntó Nathaniel con cautela. —Iré solo —respondió Dante secamente. Nathaniel estudió la expresión distante de Dante y se preguntó si algo había sucedido con Allison. Una oleada de preguntas plagaron su mente. ¿Dante había hecho daño a Allison? ¿O eran simplemente productos de su imaginación? Nathaniel suspiró profundamente, dándose cuenta de que lo que
—Allison, ¿realmente vas a mantenerme a distancia? —suplicó, sus palabras teñidas de angustia. Una sonrisa forzada se dibujó en sus labios mientras sacudía la cabeza. —Simplemente me estoy adaptando a un lugar que no ha sido fácil para mí —explicó, sus palabras cargadas de desánimo. Desde su llegada, todo lo que hacía parecía ser un fracaso a los ojos de Dante. —Tiene razón, y yo tengo parte de la culpa —confesó Dante. —Dante, si puedo llamarte así, no estoy tratando de ser irrespetuosa, pero compartimos más que palabras —confesó Allison. Dante se sorprendió por su inesperada confesión —. Y lo que pasó fue un accidente. Estabas intoxicado. Le podría haber pasado a cualquiera —con una última mirada, Allison se dio la vuelta y se alejó. El cambio en ella era palpable. Mientras se retiraba a su habitación, se quitó la ropa y se desplomó en su cama, el cansancio pesaba mucho sobre ella. Mientras Dante observaba cómo su elegante silueta que se había desvanecía en la distancia, sintió u
Con paso decidido, se dirigió a su habitación, sus pasos resonando en el pasillo vacío. Cuando llegó al umbral, un repentino agarre en sus hombros provocó una sacudida de terror que recorrió su cuerpo. Un grito desgarrador escapó de sus labios mientras se giraba para enfrentarse a su agresor, con el corazón palpitando con una mezcla de miedo y rabia. —¿Has perdido la cabeza? —siseó Allison, con la mano presionada contra su pecho tembloroso. Su mirada se posó en Rocío, que estaba detrás de ella con una mirada que mezclaba preocupación y desaprobación. —Solo vine a preguntar... ¿qué sucedió? ¿No acompañarás al Señor Parker al evento? Esta podría ser una oportunidad para que tú y él arreglen las cosas... —el semblante de Rocío se endureció y su voz se tornó resuelta. —No —afirmó rotundamente —. Él y yo estamos destinados a ser enemigos bajo el mismo techo. Sus acciones han demostrado una y otra vez que nunca cambiará. Además, abrirle mi corazón equivale a entregarle la llave de todo