Allison se miró en el espejo en el tranquilo resplandor de su dormitorio, con una sensación de anticipación mezclada con inquietud consumiéndola. El reloj avanzaba lentamente, cada segundo que pasaba la acercaba a un encuentro que la había entusiasmado y perturbado al mismo tiempo. —Bueno, ya está todo listo —declaró Rocío, sus hábiles dedos agregando los toques finales al maquillaje de Allison. Allison se giró para mirar a su amiga, sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y nerviosismo. —¡Rocío, has hecho tu magia! —exclamó Allison, con entusiasmo. Una chispa de curiosidad se encendió dentro de ella —. ¿Cómo te volviste tan hábil? —preguntó, con su voz teñida de un dejo de envidia. —Elaisa —respondió Rocío, con los ojos brillantes de gratitud y asombro —. Ella me enseñó todo lo que sé —la sonrisa de Allison vaciló cuando una extraña punzada de inquietud la invadió. La forma en que Rocío habló de esta mujer le provocó una oleada de incertidumbre —. Elaisa —continuó Rocío, con
—¿Qué es lo que estás haciendo, Dante? —susurró ella, con la voz cargada de incomodidad. Pero Dante, ajeno a su angustia, continuó balanceándola sin esfuerzo al ritmo, su comportamiento exudaba un aire exasperante de indiferencia. —Allison, quédate tranquila y respóndeme esto: ¿por qué evades mi mirada? —exigió, con voz severa. Allison, herida por su tono acusador, retrocedió varios pasos de Dante, con el cuerpo tenso por la frustración. —Tus miradas penetrantes solo sirven para irritarme —replicó ella, con una expresión marcada por el desagrado. Dante, sin inmutarse, se acercó a ella y levantó suavemente su barbilla con un dedo alargado, sus labios se abrieron en una tentadora invitación a un beso. El corazón de Allison se agitó momentáneamente, pero rápidamente se dio cuenta de lo inapropiado de su beso en medio de la multitud bulliciosa. Se apartó, con el rostro enrojecido por la vergüenza. —No me vuelvas a besar en público, ¿me oyes? —espetó, con la voz estridente por la indign
—¿Pasa algo? —preguntó Dante con preocupación. Allison simplemente le ofreció una débil sonrisa, su mirada se encontró con la de él. La frente de Dante se arrugó con intriga. —¿Podemos irnos? —preguntó, su voz cansada, su ansia de escapar era palpable. Dante asintió y se acercó a Connor para despedirse. Mientras lo hacía, sus ojos buscaron a Clarisse, pero ella había desaparecido sin dejar rastro. Un suspiro escapó de sus labios mientras la decepción por su ausencia carcomía sus pensamientos. Con Allison a salvo a su lado, Dante la condujo a su auto. Una vez dentro, la joven no podía sacudirse el terror que persistía de su encuentro con Palmer. El miedo corría por sus venas, un recordatorio constante de la amenaza desconocida que se cernía sobre ella. Dante notó la angustia de Allison, su cuerpo temblaba con un frío que impregnaba todo su ser. Sin decir palabra, se quitó la chaqueta y se la ofreció. —Creo que esto te calentará —dijo Dante, con una sonrisa reconfortante. Allison s
Con extrema cautela, Allison se deslizó fuera de la cama, tratando de no despertar a Dante. Cada pequeño movimiento parecía amplificado en el silencio de la habitación. Cuando finalmente estuvo de pie, se vistió rápidamente, su mirada siempre volvía a la figura dormida en la cama, temerosa de que pudiera despertarse. Una vez vestida, se dirigió a la puerta, su corazón latía con fuerza en su pecho. Al salir de la habitación, Allison miró a su alrededor nerviosamente. El pasillo estaba desierto, el amanecer aún no había llamado a los demás a despertar. Con un suspiro de alivio, se apresuró hacia su habitación. Al llegar, cerró la puerta detrás de ella y se apoyó en ella, permitiendo que el alivio se apoderara de ella. —Gracias a Dios no me vio —susurró, su voz temblaba ligeramente. Pero a pesar de su alivio, Allison sabía que no podría escapar de las consecuencias de su acción por mucho tiempo. La verdad eventualmente saldría a la luz, y ella tendría que enfrentar las miradas y los chi
—Como usted diga señora Parker —bromeó Rocío, con un brillo juguetón en sus ojos. Allison puso los ojos en blanco, con un dejo de diversión adornando sus labios. —No soy señora Parker en absoluto. Hasta que no vea un anillo en mi dedo, no me llames por ese título. Ya tengo suficiente en mi mente —resopló sarcásticamente. Un profundo suspiro escapó de sus labios mientras su mente vagaba de nuevo a los eventos del día anterior. —Tranquila, Allison. Sólo te estoy tomando el pelo —la consoló Rocío, envolviendo a su amiga con sus brazos. Allison correspondió al gesto, encontrando consuelo en su presencia—. Si no fuera por ti, la bestia a la que llamo jefa no habría cambiado tan drásticamente —murmuró suavemente, sus cuerpos entrelazados en un abrazo reconfortante. Allison arqueó una ceja, su mirada llena de una mezcla de esperanza y duda. —Aún no lo sabemos con seguridad. Es sólo una teoría. La gente no cambia simplemente porque es feliz o hace un espectáculo cuando está con otros, Rocí
En el hospital, Regina yacía acostada su salud se deterioraba con cada momento que pasaba. Brittany, su fiel asistente, observaba con preocupación cómo su jefa miraba por la ventana, con un profundo suspiro escapando de sus labios. Los ojos de Brittany se llenaron de una mezcla de tristeza y determinación mientras luchaba con el peso de una verdad no dicha. Sabía que no podía cargar a Regina con el conocimiento de que Allison, su amada nieta, había caído bajo la siniestra influencia de Dante Parker, un hombre cuyo solo nombre le provocaba escalofríos en la columna vertebral. —Buenas tardes, señora Regina —pronunció Brittany, con voz suave mientras se acercaba a su jefa. La mirada de Regina se desvió hacia ella, con un destello de preocupación evidente en sus ojos cansados. —¿Alguna novedad? —preguntó, con voz frágil. Brittany respiró profundamente, su actitud era seria y tranquilizadora a la vez. —Nada todavía, pero he estado visitando la mansión Swift regularmente —respondió—. S
—Discutiremos esto mañana, señorita Durand. Por favor, informe a mi asistente en consecuencia —dijo secamente. Mientras colgaba, dejó escapar un profundo suspiro. ¡Maldita sea Merav! Juro que la mataré cuando llegue a la oficina mañana -exclamó Dante, con la voz cargada de furia gélida. Rocío y Allison intercambiaron miradas de sorpresa. —¿Ves? Te lo dije. No seré la única que salga viva de este lugar —murmuró Rocío, con una mirada de preocupación grabada en su rostro. Allison frunció el ceño, su curiosidad despertó. —¿Quién es Merav? —preguntó, con voz seria. Rocío suspiró profundamente, su mente se remontaba a los acontecimientos del pasado. —Es la asistente de Dante, una completa cabeza hueca que constantemente arruina su trabajo. Y lo peor de todo, está perdidamente enamorada del tipo de Recursos Inhumanos —susurró, sus palabras destilando desdén. Allison enarcó una ceja, una leve sonrisa burlona jugando en sus labios. —¿Recursos Inumanos? —preguntó, su voz llena de divert
La inocencia de Allison y su rostro que ahora reflejaba una mezcla de sorpresa y culpabilidad eran un recordatorio constante de por qué había caído tan profundamente enamorado de ella. —No te preocupes —respondió Dante con ternura—. Sé que no fue tu intención hacerlo. Solo dime cuando algo no ande bien; esa no es la manera más correcta de hacer las cosas. Allison sonrió levemente, su corazón reconfortado por la comprensión de Dante. Él la tomó entre sus brazos, y en un gesto espontáneo que ni siquiera él sabía que podía hacer, comenzó a acariciar su cabello. La llevó hacia la cama y con un cepillo que encontró en el tocador, comenzó a peinarla. Era la primera vez que Dante hacía algo así, pero Allison lo había llevado sin darse cuenta a un terreno donde las acciones hablaban más que las palabras. Cada movimiento se llenaba de significado, de una promesa silenciosa de cambio y de compenetración. —¡Mira las cosas que me haces hacer, Allison, pequeña traviesa! —exclamó Dante con