Maddox Prescott es el segundo hijo del macho alfa de su manada. El rebelde, el desordenado, el de carácter difícil y actitud arrogante. Aunque su padre era el alfa y Eric, su hermano mayor, el beta, él era el lobo más peligroso y astuto de su grupo. En una manada de lobos tradicional, en tiempos de paz, un lobo con esas características era echado del grupo o él se iba por su cuenta para formar su propia manada. El problema era que estaban siendo acechados por fanáticos exterminadores de lobos, por eso Armand Prescott, su padre, no podía darse el lujo de perder a más machos. Además, las hembras fértiles escaseaban. La mayoría habían sido asesinadas en la gran masacre de lobos años atrás. Las que quedaban estaban destinadas a los alfa o betas, otros lobos no podían pretenderlas o eran asesinados. Alana O’Hara vivió toda su vida en una isla junto a una familia humana. Era una loba fértil que no estaba vinculada a ninguna manada. Cuando Maddox llegó a su isla en busca de los fanáticos exterminadores la conoció y enseguida la quiso para él. Pero no era el único lobo que la pretendía, lo que desató una competencia sucia y desleal por conquistarla. Él estaba dispuesto a tenerla sin importar lo que tuviese que hacer para ganarla, aunque no solo debía defenderla de otros machos, sino de un peligro mayor que amenazaba con exterminar a toda su raza. ¿Quieres saber más?
Leer másAlana fue escoltada por el lobo al otro extremo de la casa, donde se hallaban las habitaciones.El área contaba con su propia sala de estar, que poseía televisores inmensos que ella pensó no existían, y hasta tenía una cocina propia con terraza, ideal para comer en verano.Siguió con el olfato los aromas hasta dar con el de su padre y su hermano Keenan, quienes habían sido ubicados en una misma habitación con camas separadas.Al entrar, encontró a su hermano saltando sobre el mullido colchón cantando sus temas preferidos, mientras su padre guardaba algunas pertenencias en el inmenso clóset.—¿Por qué no lo sacas todo? —quiso saber ella.—¿Nos quedaremos mucho tiempo aquí? —consultó el hombre, entre enfadado y confundido.Ella se sentó en el borde de la cama cercana.—No sé. Hay que esperar a que Maddox se recupere. Él me dijo que iríamos a Augusta.—Prefiero tener la maleta medio hecha en caso de irnos de un momento a otro, solo saco lo de uso más frecuente. Este lugar no me da buena
El viaje a Portland fue silencioso y tenso. Todos se miraban entre sí con recelo. Los lobos porque aún no tenían la información que aclarara muchas de sus dudas y quien podía dárselas se encontraba seminconsciente.Y los humanos porque entendían que estaban rodeados de fieras salvajes. No sabían qué podían decir o hacer para no despertar la furia de los hombres lobos y quien podía asesorarlos se encontraba seminconsciente. Lo mejor era mantenerse callado.Alana viajó con Maddox en un auto, junto a Eric y William. Estaba sentada atrás con el lobo recostado en sus piernas, luchando por no quedar por completo desmayado.Lo calmaba acariciándole los cabellos y el rostro, y mirándolo en ocasiones con adoración. Aunque también mantenía su vigilancia en Eric, que no dejaba de observarla por el retrovisor mientras atendía la carretera.Él era capaz de traducir los gestos y las reacciones de ella, creyendo descubrir lo que estaba sucediendo entre su hermano y esa misteriosa loba, pero prefirió
Evan Grohl miró con el ceño fruncido la avioneta que volaba por los aires. Era imposible que la segunda avanzada de los mercenarios haya huido de la isla sin confirmar lo sucedido con sus compañeros.Esos debían ser los fugitivos que buscaba.—Señor, tenemos la fuerte sospecha de que Gury está entre las llamas —le indicó un policía con rostro aterrado—. No lo encontramos por ningún lado, pero vemos a una persona algo obesa quemándose entre los restos de la casa.—Los fugitivos debieron asesinarlo y lanzarlo a las llamas —dijo con la furia tallada en el rostro.Repasó los alrededores detallando la cabaña en llamas, así como los corrales de animales. Los mercenarios se ocuparon de quemarlo todo como habían acordado.Solo la camioneta de los O’Hara se encontraba en buen estado y la patrulla policial que le correspondía a Gury. La familia debió encontrarse adentro, incluyendo a Owen, Neris y Logan, quienes de seguro estuvieron escondidos, así como los turistas Maddox Prescott y Aaron Mill
Al no tener un plan de vuelo, el piloto siguió la ruta de regreso que tenía marcada, dirigiéndose a Bar Harbor. En el camino, Aaron se comunicó con Freddy y en tiempo record organizaron un aterrizaje en una pista ubicada cerca de la ciudad de Harrington.Maddox estaba seminconsciente, víctima del poderoso veneno que le habían suministrado. Entre Aaron y Owen lograron ponerle los pantalones y ahora dormitaba recostado sobre el vientre de Alana.Ella no hacía otra cosa que mirarlo como si él fuese un ser fantástico, acariciaba sus cabellos y su rostro buscando memorizar cada una de sus facciones. Él en ocasiones abría los ojos para verla. No solo lo tenía embriagado la droga que corría por su sangre, sino el toque de aquella loba.Ambos estaban tan absortos en su cercanía que ninguno se percató que a poca distancia otro macho alfa los vigilaba. Aaron intentaba controlar su mal humor ocupándose de mantener comunicación con su manada, aunque no podía evitar dar ojeadas furiosas y cargadas
—¿Para quién trabajas? —consultó Aaron molesto, sin recibir respuestas, y metió una de sus garras en una de las heridas del costado del hombre para abrirla aún más y producirle dolor.—¡Para el G24! —respondió entre gritos marcados por el sufrimiento.—El G24 es una compañía canadiense de seguridad formada por antiguos militares de las fuerzas especiales británicas y estadounidenses —explicó Maddox mientras revisaba la información en su móvil—. Un grupo de mercenarios que ha participado en varias guerras y han prestado sus servicios a empresas petroleras y mineras a nivel internacional.Aaron apretó la mandíbula con enfado. Ya habían desnudado a aquel sujeto, así como al piloto y a los otros tipos asesinados, y ninguno tenía el tatuaje de la silueta del lobo cruzada por las dos espadas.—¿Para qué los contrataron?Como el hombre no respondía a sus preguntas, Aaron tuvo que hacer presión al abrirle un poco más la herida que tenía en el muslo derecho.El sujeto chilló por el dolor.—Par
No se trataba de una, sino de dos avionetas. Los alfas se agazaparon entre la maleza esperando que aterrizaran y salieran los tripulantes.En cada nave se hallaban seis personas, el piloto más cinco sujetos fuertemente armados y con porte de ser luchadores entrenados. Todos vestidos con trajes militares, aunque sin ningún tipo de insignia que los identificara con alguna institución o empresa.No había rostros conocidos. Estos pertenecían a un grupo nuevo. Ni el tal Dalbir de facciones hindúes, o el robusto Warren se encontraban entre ellos.Se agruparon en la pista, cerca de los galpones, para hacer inventario de armamento y distribuir las municiones. Parecía prepararse para una guerra.—Tienen escopetas con sedantes —comentó Aaron mientras veía con alarma las armas largas que los sujetos se repartían—. Los restos del cuerpo de Terry Jordan tenían varias punciones. Freddy supuso que le habían inyectado algún sedante para drogarlo. Esa era la única manera de que un grupo de humanos dom
La cabaña estaba ubicada entre enormes árboles, que la cubrían en parte con sus ramajes. Se encontraba bastante deteriorada, pero aún sus bases se notaban firmes y el techo parecía seguro.A pocos pasos brotaba de la montaña un pequeño manantial y una fauna nutrida, así como árboles frutales, se hallaban en los alrededores.—Este es un punto excelente para estar escondido por años —dedujo Aaron mientras avanzaba hacia el hogar y evaluaba el lugar—. ¿Nunca la han invadido?—En una ocasión —reveló Ryan—, pero logramos sacar al delincuente a base de sustos en la noche. Pensó que la cabaña estaba maldita y se marchó —reveló con una sonrisa de triunfo.—¿Y nunca regresó?—Es difícil ubicarla. Hay que conocer bien los caminos para dar con ella. Además, ese tipo murió semanas después en un enfrentamiento con la policía mientras robaba una casa en el pueblo.—Hay humanos dentro —dijo con severidad Maddox y detuvo el avance de Alana y de Keenan.—Son Owen, Neris y Logan —reveló Ryan sin dejar
Cuando ya estaban listos para ir al refugio, vieron aparecer a Ryan en la vieja camioneta de Alana. Venía del bosque.—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó ella con reproche al salir, para abordarlo al bajar del auto.—Tuve que esconder a Owen y al resto porque Evan mandó a unos policías a buscarlos —reveló, refiriéndose al alcalde.—¿Y crees que a ti no te buscan también? —reprochó Aaron mientras terminaba de sacar sus pertenencias del vehículo de alquiler—. Si te hubiesen ubicado en medio del bosque, estando solo. Te habrían desaparecido en segundos.—Conozco bien estos caminos. Sé por dónde rondar sin que me encuentren —porfió el hombre.—¿Sí? Entonces, llévanos a pie al refugio donde te escondías con tu hermana de niños —ordenó pasándole una mochila pesada—. Tenemos que evitar que nos vean.—¿A pie? —preguntó confuso hacia su hermana.—Hay que dejar los autos para que crean que seguimos aquí. Esta noche es posible que nos ataquen.—Maldición —mascó Ryan y corrió a la casa para empac
Maddox realizó algunas llamadas rápidas para organizar los próximos movimientos. Necesitaba estar precavido en caso de que las cosas dieran de pronto un gran giro.Cuando entró en la cabaña descubrió a George, el padre de Alana, en la cocina con Keenan, y a Aaron en el patio trasero hablando por móvil, quizás, con Freddy Browner.Buscó a la loba, que se encontraba en la habitación del chico empacando.Ella lo sintió entrar y enseguida se giró fijando sus ojos ansiosos en él.Maddox se embriagó con su mirada y se aproximó a ella casi de forma involuntaria, como si un poderoso imán lo atrajera. Se detuvo muy cerca y apartó de su rostro un mechón de cabello.—¿Qué dijo tu padre? —preguntó casi en susurros mientras ponía el mechón tras su oreja.El contacto estremeció a Alana.—Está enfadado, aunque sabía que esto sucedería en algún momento. Esa gente está decidida a sacarnos a todos los granjeros de la isla.—No es justo que deban marcharse por ellos, pero ahora es lo mejor. Cuando estem