Elizabeth Borell va a cumplir veintitrés años y sigue siendo virgen, algo que a ella no le preocupa, o al menos no tanto como a sus dos mejores amigas: Charlotte y Priscille. Son estas dos las que por “regalo sorpresa” le cambian la vida. Por su parte, Lucas Court es una decepción para su padre, Edgar Court. Lucas había sido criado para llevar el negocio familiar, el que parecía dársele bien y gustarle, y efectivamente así era hasta la muerte de su madre. Ese día no cambió solo la vida de Lucas, también la relación con su padre y le ayudó a decidir lo que es hoy en día; chico de compañía. Entre los casi 60 chicos del burdel al que van Charlotte y Priscille a buscar el “regalo” especial para su amiga Elizabeth, él será el elegido. Una historia donde el amor llega en forma de regalo.
Leer másTres meses después.Los rayos del sol golpeaban el rostro de Alina. Una de sus manos se paseaba rítmicamente, arriba y abajo, sobre su abultado vientre. Ya se le notaba el embarazo. Darren estaba a su lado, uno de sus brazos rodeaba los de esta, mientras que otra de sus manos se posaba sobre las de su mujer para sentir dentro del vientre al fruto del amor que ambos se tenían.El pequeño Jordan corría por el gran jardín en el cual la canción que en aquel momento emitían los altavoces y la cual era “who you are” de la artista Jessi J. Un globo colgaba de una de las manos del niño, que como si más que un globo aquello fuera una cometa, lo paseaba por todo el jardín sobrevolando su cabeza y haciendo reír tanto a su abuelo como a los demás adultos. La mayoría amigos de este o de sus padres. Sus padres, pues aunque Darren fuese en realidad su tío, cosa de la que pese a ser un niño era consciente, pues en la familia no llevaban bien lo de ocultarse las cosas y siempre le habían hablado con l
Fue una noche maravillosa. Para Elizabeth la mejor de su vida, o así lo pensó la mañana siguiente cuando despertó en esa enorme cama, con la luz del sol entrando por las ventanas. Se despertó sola en la cama, pero no estuvo así por mucho tiempo. Antes de que pudiera hacerse alguna idea errónea sobre lo que sucedía, él apareció con el desayuno preparado para ella.“Un desayuno inglés para la señorita.” Presentó el delicioso desayuno, cuál luego entre juegos termino él ayudándola a comerlo y luego volvió a hacerle el amor antes de llevarla a la ducha insistiendo él en ayudarla, que no haría nada más y la dejaría descansar… No cumplió su palabra, pero ella descubrió estar encantada de que no cumpliera su palabra. Cuando finalmente la llevo a su apartamento, ella pudo descansar.Las primeras semanas él a veces se quedaba a dormir, y no solo dormir, en su apartamento, o había veces que era ella la que se quedaba en el loft. No era ninguna relación, no sabían exactamente qué es lo que era,
Era la primera vez que veía el dormitorio del chico. Aquella estancia que tan personal era para uno y donde tanto siempre se pasaba, así como varios momentos se vivían, lo representaba mucho. Al menos cuadraba con la imagen que quería dar. Esa que se encargaba de transmitir.Colores oscuros. Las paredes eran de un azul marino. Los grandes ventanales, por los cuales seguramente cuando corriera aquellas pesadas cortinas entrara una barbaridad de luz, estaban cubiertos por aquellas cortinas de color marrón de tonos sepias que iba a juego con el cabezal de la enorme cama, así como el edredón y tres de los seis cojines que esta tenía (sin contar las dos correspondientes almohadas). Una mesita de cristal, de color negro, estaba frente a los ventanales. Era una mesa con dos barras. La superior tenía una bonita escultura de un sol tribal, a su lado un enorme cuenco de cristal con varios chocolates en su interior, y por último, alrededor de ambos objetos, terminando de adornar la parte superio
Las siguientes semanas Elizabeth dividía su tiempo, o bien ayudando a Alina con los preparativos, o siendo sorprendida con planes de Lucas para conocerse mejor. Incluso muchas veces este se quedaba a ayudarlas si daba el caso que Elizabeth le rechazaba la invitación.Un día fueron con Alina y Darren en tren a Lübeck donde visitaron museos y también hicieron interesantes recorridos en barco. En otra ocasión fueron de excursión a Blankenese. Fueron unas semanas para conocer las partes de Hamburgo que Elizabeth aún no conocía y con las cuales quedó completamente encantada. Aunque no todo fue turístico, hubo un poco de todo. Cada día algo distinto, una sorpresa, y Lucas tenía razón, le encantaban esas sorpresas que él organizaba. Era fantástico en ello.Según iban pasando esas semanas, Elizabeth se interesaba más por saber que era lo que ocurría en esa familia a la que tan unida estaba. Por eso, un día, mientras ayudaba a Alina con la fiesta que debía organizar y en la cual anunciarían su
Otro día más sin saber de sus amigas. En ese segundo día ya estaba desesperada, necesitaba a sus amigas. No soportaba más estar enfadada con ellas. Sí, había soportado tanto, porque para ella esos días eran muchos, sin embargo, necesitaba ya a sus amigas. No aguantaba más. Así que salió en dirección a la casa de su mejor amiga, Priscille. Jugueteaba nerviosa con el asa de su bolso mientras esperaba que su amiga la abriera. Cuando finalmente su amiga abrió puso mala cara al ver que se trataba de ella.—No tienes nada que hacer en mi casa, lárgate. —Y estaba dispuesta a cerrarle la puerta en las narices, cuando Elizabeth la detuvo, poniendo su pie en medio.—No, por favor, Pris, vengo a hacer las paces…—Venía en son de paz, ¿no podían calmarse aunque fuese solo un poquito? —Solo quiero recuperar a mis amigas. A mis mejores amigas.—Tus únicas amigas, dirás. Somos las únicas que te han aguantado y aun así decidiste pagárnoslo… Muy mal, Eli, muy mal. Ahora, sufre, porque nos has perdido p
Elizabeth había pasado el día en casa de los Court hasta que se fue con Carl a cenar. El sobrino de Edgar cambió los planes de ser dos más en las mesas, pues no pensaba dejar aquella oportunidad de que la joven finalmente hubiera aceptado una de las invitaciones que le hacía.Directamente fueron al restaurante Estancia Steaks donde disfrutaron de una deliciosa comida. Una agradable velada con una compañía bastante encantadora. No terminaba de comprender por qué Alina no se llevaba bien con Carl. Es más, muchas veces le había advertido que tuviera cuidado con él, cosa que a Elizabeth le parecía ridícula. Carl era tan bueno, caballeroso, divertido… La chica que lo tuviera tendría que aprender a valorar al hombre que tendría.—Muchas gracias por traerme, y por la cena, Carl. Estuvo todo delicioso. —Agradeció ella una vez llegaron a su casa.—Gracias a ti por aceptar a mi invitación. Eres una mujer difícil de convencer, Elizabeth. — Él bromeó un poco con ella mientras se bajaba para abrir
El sonido de su insistente timbre fue lo que la despertó. Mirando el despertador comprobó que solo eran las seis de la mañana. ¿Quién era tan cruel de despertarla a estas horas? Una idea se le pasó por la cabeza y fue la que la hizo levantarse con energías, sin importarle estar todavía legañosa. Se fue quitando dichas legañas por el camino, calzándose también sus pantuflas de Hello Kitty. Sí, aquella gatita tan fan del rosa y tan presumida no parecía ser del agrado de todos, sin embargo, a Elizabeth le gustaba. Tenía varias cosas de esa gata tan famosa, y no solo su calzado de aquel momento.Ella esperaba ver tras la puerta a sus amigas, fundirse en un gran abrazo, reconciliarse y actuar como si nada hubiera pasado. Demostrar que su amistad es más fuerte que todo. Es decir, lo que hacían siempre, tan solo con la pequeña diferencia de que esta vez no sería ella la que, como siempre, corriera tras las faldas de las otras dos. Aquello era algo ya rutinario. Incluso sin tener la culpa, si
Elizabeth se había recompuesto de su pequeño golpe emocional, o al menos físicamente, estaba más presentable, no rompía a llorar a la mínima, podía mantenerse algo más estoica, más fuerte, y decidió con motivo de ello ir a hacer una visita a su editor a casa de este. Más que un editor, él era como un segundo padre para ella, y la familia de él la adoraba casi tanto como ella a ellos. Y no solo a la familia, también al servicio, por eso abrazó al ama de llaves cuando le abrió la puerta y entró saludándola con una gran sonrisa, preguntándole por su vida, sus nietos… Hasta que mientras es guiada al salón donde está su editor en el camino ve al hijo de este, la pareja del chico, y… Se quedó blanca. Todo el color se esfumó de su rostro.¿Qué hacía él aquí? ¿Qué hablaba con ellos? No tardaron en notar su presencia mientras ella sentía su mundo caer encima de ella.—¡Puedo explicarlo! ¡Juro que puedo explicarlo! —Odiaba ser tan sensible. Lo odiaba. No controlaba sus lágrimas, cuáles ya llena
Darren esperó a que su padre se liberó del trabajo para ver cómo iba a jugar un rato en la sala con su nieto, el pequeño Jordan, hijo de su difunto hermano gemelo y de Alina. El pequeño de solo cinco años era la alegría de la familia, y era como un hijo para él, aunque hubiera sido el hijo de su hermano y la mujer que él amaba, era Darren quien había sido toda su vida un verdadero padre para el infante, y el único que había sabido amar correctamente a Alina, como ella se lo merecía. Su hermano había sido un cerdo con ella. Los había separado y casi la había matado frente a sus narices. Darren nunca se perdonaría todo lo que Alina sufrió a manos de ese canalla. La caricia de esta en su espalda lo sacó de sus pensamientos. Su dulce sonrisa le hizo recordar que el pasado ya no dolía. No más. Rodeándola con un brazo por la cintura, la sacó de la salita.—¡Darren! Quería hablar un rato con tu padre. —Se quejó divertida cuando él la sacó al pasillo.—Luego, amor, luego. Primero debemos habl