Capítulo 4.

Darren esperó a que su padre se liberó del trabajo para ver cómo iba a jugar un rato en la sala con su nieto, el pequeño Jordan, hijo de su difunto hermano gemelo y de Alina. El pequeño de solo cinco años era la alegría de la familia, y era como un hijo para él, aunque hubiera sido el hijo de su hermano y la mujer que él amaba, era Darren quien había sido toda su vida un verdadero padre para el infante, y el único que había sabido amar correctamente a Alina, como ella se lo merecía. Su hermano había sido un cerdo con ella. Los había separado y casi la había matado frente a sus narices. Darren nunca se perdonaría todo lo que Alina sufrió a manos de ese canalla. La caricia de esta en su espalda lo sacó de sus pensamientos. Su dulce sonrisa le hizo recordar que el pasado ya no dolía. No más. Rodeándola con un brazo por la cintura, la sacó de la salita.

—¡Darren! Quería hablar un rato con tu padre. —Se quejó divertida cuando él la sacó al pasillo.

—Luego, amor, luego. Primero debemos hablar de Lucas. — Se obligó a detenerse cuando al pronunciar el nombre de su hermano Alina se detuvo abruptamente.

—¿Qué le ha pasado? Dime que no… — Alina estaba en lo peor, el miedo en su voz y esas ganas de llorar que él sabía que ella tenía y que ya comenzaban a aguar sus bellos ojos de lágrimas sin derramar.

—No, no. No te preocupes mi amor, él está bien. —La tranquilizó y la envolvió en un fuerte abrazo. Tal vez debería haberle dicho del tema de otra manera que no la asustara tanto, se recriminó mentalmente. —Lo que quiero comentarte trata sobre él y Elizabeth.

 —La sorpresa en la cara de su prometida hubiera resultado divertida si él no se encontrara igual de confuso que ella, o más. — Lucas ha comprado todos los libros de Elizabeth y no puedo estar seguro, pero sé que no es casualidad. Lucas no tiene tiempo para un libro, ¿lo tiene para tres? Y el tipo de escritura de Elizabeth no es precisamente la que le gusta a Lucas. — Había algo detrás de todo esto, no sabía todavía el que, sin embargo, lo averiguaría.

Alina negó con la cabeza sin saber qué hacer o que decir. Intentaba encajar las piezas en su cabeza, mas no le encajaban. Elizabeth y Lucas provenían de mundos tan distintos y ellos eran tan diferentes que Alina no podía imaginarlos en el mismo sitio. —No lo entiendo… ¿De qué conoce Lucas a Elizabeth? — Oh, esa era la pregunta del millón para ambos.

Y bien, si Darren no tenía una respuesta para ello, por la puerta entraba la persona que si la tendría. Lucas había llegado a la casa y se acercaba a ellos.

*

Elizabeth sabía que el siguiente paso era enfrentar a sus amigas. Una vez había devuelto el dinero que habían pagado a la madame, ese era el siguiente paso. Pero eran tantas emociones en apenas tan poco tiempo que prefería dejarlo para un poco más tarde. Sin embargo, eso no pudo ser. Al girar la llave para entrar a su casa se encontró en el salón a sus amigas, bien cómodas, viendo la televisión. Ella normalmente se alegraba de ver a sus amigas, no obstante, ese día no. Cerró tras de ella la puerta, no dio ningún portazo porque ella cuidaba muy bien su apartamento, aunque ganas no le faltaban. Sus amigas la observaban con sonrisas en sus rostros, como esperando impacientes que ella les contara que tal la noche. Bien, iban listas. No iba a decir nada. A ver si tenían el valor de sacar ellas el tema. Dejó el bolso en el brazo del sofá y se dirigió a la cocina, sin saludarlas aún.

Sus amigas se miraron la una a la otra, esta vez sin sonrisa cuál ya se había esfumado de ambos rostros. Genial, porque ella tampoco sonreía. No había sonreído cuando se había enterado de lo que esas que valoraba sus amigas le habían regalado, ni cuando había tenido que ir por primera vez en su vida a un burdel por culpa de ellas. Sola, siendo esto todavía peor e incluso más peligroso.

Ahora podían ponerse un poco en su lugar, ¿no?

—¿Dónde estabas? Estuvimos tocando como cinco veces antes de tener que sacar la copia de la llave. — Fue Priscille la que se atrevió a comenzar una conversación.

—Sí, estábamos preocupadas. — Añadió Charlotte mientras hacía hueco para que Elizabeth se sentara a su lado, pero esta al volver de la cocina optó por sentarse en un pequeño sofá aparte.

Así que ahora estaban preocupadas. Qué interesante. — No teníais porque solo fui a devolver los seis mil dólares a Madame Boaiur. — Contestó tranquilamente, como si no hubiera entrado al burdel con el miedo en cada célula de su cuerpo, y como si los descubrimientos que había averiguado no le hubieran afectado de alguna forma.

—¿Has ido sola al burdel? — Fue la pregunta de Priscille causando que Elizabeth alzara una ceja.

¿De verdad? ¿Eso era todo lo que tenía que decir? No podía creer que eso fuera todo lo que tenía que decir. La preocupación por ella llegaba muy tarde. No la tuvo a la hora de contratar a alguien de ese mismo lugar para ella, ¿por qué la tendría ahora sobre su estancia en el sitio mencionado?

—¿Eso es lo único que vais a decir? ¿Lo único que os preocupa es si fui sola? — Nunca había pensado mal de sus amigas, pero en ese momento le parecían unas hipócritas.

Priscille y Charlotte se miraban la una a la otra, como decidiendo quien hablaría. — Y… Bueno, ¿te gusto tu regalo? — Fue Charlotte la que nerviosamente habló, terminando con una sonrisa, como si eso arreglara todo.

—Suponía que me conocíais mejor como para saber que no…— Vale, no sabía cómo decir que no había desenvuelto el regalo porque hablaban de una persona y le parecía feo referirse así a alguien. — No pasó nada. — Salvo el beso que no podía sacarse de la cabeza. Pero estaba muy enfadada con ellas como para decirles nada de eso. Ya cuando hicieran las paces podría contárselo. Porque si, a pesar de lo que hicieron a sus espaldas, Elizabeth quería hacer las paces y seguir teniéndolas como amigas, porque al fin y al cabo, eran sus amigas, a pesar de todo, y de que la hubieran fallado bastantes veces.

—Pero mira que eres tonta. Una tonta y una malagradecida. — Ahora Priscille parecía enojada. ¿En serio? ¿Con qué derecho se enfadaba ella? — ¿Sabes cuánto nos gastamos? Cada una puso tres mil dólares. — La morena buscó con su mirada el apoyo de la rubia cuál se limitó a asentir con la cabeza como si con eso diera más fuerza a las palabras de su amiga.

—No os preocupéis por vuestro dinero, precisamente fui para eso al burdel. Madame Boaiur os los devolverá. —Las tranquilizó Elizabeth muy decepcionada con sus amigas. Se le había quitado hasta la sed y sabía que hoy no iba a poder escribir, no estaba de ánimos, y cuando estaba tan decaída no le salía nada bueno.

O por lo menos a ella no le gustaba nada de lo que escribía en ese estado. Donde de normal ya era bastante insegura, cuando su ánimo era como en aquel momento, aquello se intensificaba, yendo a peor.

—Eli, no es el dinero lo que nos importa… —Comenzó Charlotte, pero Priscille la interrumpió.

—Sí, si es el dinero lo que nos importa. — Dijo ganándose un codazo por parte de la rubia. — ¡Déjame! Ni golpes ni nada. Estoy harta de sus tonterías.

¿Tonterías? ¿De verdad veía tonterías sentirse mal por algo como lo que ellas le habían hecho? Porque ella lo veía normal, estaba segura de que no era la única que se sentiría así si le hacían tal regalo. Elizabeth se levantó de un salto y se dirigió hacia la puerta cuál abrió para que se marcharan. —Descuida, no vas a tener que aguantar más tonterías. Fuera.

Sí, las estaba echando de su casa porque prefería hacer a eso a que las cosas pasaran a mayores y terminaran arrepintiéndose. Las echaba de su casa, pero lo hacía por el bien de su amistad.

Priscille se levantó casi que aún más enfadada que la propia Elizabeth. — ¡Vámonos, Charlie! Dejemos a la malagradecida sola en su miseria. — Finalizó con una sonrisa que iba directa a herirla y fue hasta la puerta girando cuando notó que la rubia no la seguía. — ¡Camina! — La apuró haciendo que esta se levantara y un poco cabizbaja saliera por la puerta. En esta misma fue que la morena se detuvo para lanzarle un poco más de veneno a la que había sido su mejor amiga. Una de ellas. — No vales la pena. Nuestro tiempo, dinero, la preocupación por tu persona… No vales nada de eso.

Y se fue después de esas crueles palabras, con la cabeza muy alta, dejando a una Elizabeth llorando en el suelo, tras la puerta cerrada.

No lloraba solo por sus palabras, que también. Lloraba por el miedo de perder a sus mejores amigas, de estar mal con estas, y por su soledad, por su miseria. Priscille sabía hasta los más horribles secretos que Elizabeth escondía y cuando se enfadaba al parecer los usaba en su contra y aun así no podía odiarla porque para bien o para mal era su mejor amiga. Incluso más que Charlotte. La confianza entre ellas siendo más grandes. Habían compartido tanto juntas… Tantos años de amistad… Tantos secretos que se guardaban la una a la otra, el buen trío que hacían las tres juntas… Lloraba desconsoladamente por pensar en perder esa amistad. La más valiosa para ella.

*

Lucas arrebató a Alina de los brazos de su hermano para abrazarla y besarla como su mejor amigo que era, y para qué mentir, porque le encantaba como su hermano se molestaba y las risas de Alina, que esta vez no lo acompañaban. No, parecía más sería cuando, por lo normal, cuando él hacía eso, sus cantarinas carcajadas hacían eco por aquella gran casa. — ¿Qué sucede? ¿Jordan tiene enfadada a mami? — Bromeaba intentando averiguar porque Alina, en lugar de reír como siempre y llenarlo de besos, lo miraba como enfadada, incluso alejándose de él para pegarse a su prometido, cruzada de brazos. Él había hecho algo al parecer. Podía asumirlo, pues estaba acostumbrado, siempre hacía algo, no por nada era la oveja negra de los Court, sin embargo, la gran pregunta era, ¿qué hizo esta vez?

— Mi hijo es un encanto que se porta fenomenalmente. Bueno, se comporta bien. A ver, es un niño, hace travesuras. Pero al menos no oculta cosas a su mami, no como tú. ¡Tienes un único deber como mejor amigo! ¡Solo uno! Mantenerme informada. Y para uno que tienes no lo haces. — Ya estaba comenzando a explotar. Esa era Alina, explotando sin perder su característica dulzura, porque esa mujer era puro amor.

— Ali, no sé qué te he ocultado, lo juro. — Y era verdad, estaba muy perdido. Miró en dirección a su hermano buscando un poco de ayuda, pero este parecía de parte de su prometida.

— Lucas, los libros que compraste. ¿Por qué esa escritora en particular? — Su hermano comenzó.

¿Elizabeth era el asunto? No entendía. ¿Por qué eran tan importantes unos libros? Aunque sabía que no eran los libros. Era su escritora. Elizabeth. Se trataba de ella por quien verdaderamente reaccionaban de esa manera.

— ¡Déjate de andar con rodeos! — Se quejó Alina a su pareja antes de formular ella la verdadera pregunta. — ¿De qué conoces a Elizabeth, Lucas? Y no te olvides ningún detalle.

—Ayer fue su cumpleaños. — Su hermano y su mejor amiga asintieron, como que eso ya lo sabían. Aquello le confirmaba que efectivamente la conocían, y no poco. No podían conocerla solo de vista cuando sabían aquella fecha tan importante. — Sus amigas querían darle un regalo especial. Yo fui el regalo. — Su hermano había entendido al instante a lo que se refería, porque después de abrir mucho los ojos comenzó a maldecir, sin embargo, Alina parpadeaba sin terminar de comprender.

— ¿Cómo que tú fuiste su regalo? ¿Solicitaron tus servicios para ella? — Ante al asentimiento de Lucas fue Alina la que parecía enfadada y con todas las ganas de maldecir. — ¡Pero bueno! ¡¿Qué clase de amigas tiene esta pobre niña?! — Lucas podía notar que Alina de verdad le tenía aprecio a Elizabeth, esto alimentando sus sospechas.

—De la peor calaña, desde luego, ahora os toca a vosotros el turno de hablar. ¿De qué la conocéis? — No se iría sin saberlo, eso estaba más que claro. Ya lo había decidido.

—¡Nada de eso! —Alina interrumpió a Darren antes de que este puediera contestar a su hermano. — Primero tenemos una pregunta mucho más importante. ¿Lo hicisteis, Lucas? —Lucas observó a su hermano, cuál parecía igual de interesado en la respuesta.

—No. Ella se puso bastante mal cuando descubrió lo que sus amigas planeaban. — Pero cuanto hubiera deseado, él responder con un sí. Que hubiera podido realmente disfrutar de esa bella morena.

—¡Encima lo hicieron a sus espaldas! ¡Menudas amigas! Bueno, “amigas”, que insulto a la palabra amistad llamar de esa manera a esas arpías.—Alina despotricaba a las amigas de Elizabeth, mientras que Darren no apartaba la vista de su hermano.

—No sucedió nada, pero te hubiera gustado. ¿No es así? Nuestra querida Elizabeth te ha atraído. —Darren solo quería confirmar lo que estaba comenzando a pensar. La teoría que comenzaba a formarse en su cabeza, cada vez cogiendo más forma.

Lucas asintió con la cabeza y Darren volvió a soltar otra maldición, mientras que Alina solo lo contemplaba como intentando leer en sus ojos la verdad. Ir más allá.

¿Qué demonios les pasaba? Por el amor de dios. Solo le atraía una bella chica, no es como si fuera a casarse con esta o nada parecido.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo