Julieta Peterson perdió a su familia y toda su fortuna en ese trágico accidente que la mantuvo alejada de la ciudad por años, quedando en la calle. Sin embargo, una oportunidad cambia totalmente su vida cuando una familia adinerada busca un vientre en alquiler para tener un hijo. Lo tomó y el contrato sólo pedía una cosa: NO DEBES LLAMARLA HIJA. Luego de años manteniendose oculta ha regresado al país para exigirle a su tía que le devuelva la herencia que le corresponde. Su tía sólo aceptará si tiene un hijo. —¡Lo tengo! Tengo un hijo. —¿Cómo que tienes un hijo? —Si, y es un niña y…¡También un esposo! ¡Necesita un esposo de mentira y debe tener una familia! —Sea mi esposo, señor McGrey. Román McGrey tiene su propio imperio hotelero en el centro del país, un magnate millonario, viudo, antipático, serio, odioso y padre de una hermosa niña de 2 años que para él, es lo único que le importa en este mundo. Ahora su hija está creciendo y nuevos trabajos y problemas personales lo mantienen día y noche lejos de la niña y no quiere a ninguna extraña mujer al lado de su hija. No obstante, también parece estar cautivado de manera que no logra comprender por Julieta Peterson. ¿Esos ojos verdes los hechizaron desde la primera vez que la vio? La pregunta es: ¿Acaso la conocía desde antes? —Con una condición aceptó que sea mi esposa. —¿Qué quiere? —Sea la madre de hija durante seis meses. Expresa Román McGrey sin saber que Julieta Peterson fue la mujer que prestó su vientre en alquiler y es la madre de su hija. .
Leer másLas montañas de Laponia en Finlandia son espectaculares. La laponia finlandesa es un lugar lleno de magia, sacado de un cuento, que casi es imposible de creer que existe.Sus montañas de nieves están sujetas a esa escarcha blanca que encanta y hace reír a Lizzie, quien juega en ellas junto a Julieta. Ambas en chaqueta y gorros, listas para esquiar y pasar un hermoso tiempo juntas. Sólo las dos.Román sigue dentro del hotel dónde se hospedan, muy cerca del centro de ésta ciudad, recibiendo llamadas de la empresa de los McGrey.Tienen dos días que llegaron, y Lizzie cree que están cerca de la casa de Santa Claus. Julieta la llevará a la villa de Santa Claus, a donde quiere ir con muchas ansias. La nieve está en los cabellos rubios de su pequeña, quien lanza bolas de nieves. La persigue por la nieve para tomarla en brazos, riendo las dos juntas y creando éstas memorias que perduraran para toda la vida. Su hermosa hija es el ángel más bello de éste mundo, y es ella quien la hace olvidar
La presencia de Marcus Peterson invalidó cualquier prueba de Rebecca y de Lauren. No sólo sirvió como testigo, sino que dos miembros de Zeta Trial admitieron en audio voces la realidad de Lauren Campbell y cómo había ordenado el accidente de la familia Peterson, teniendo como prueba llamadas grabadas donde se escuchaba el acuerdo entre ella y Rebecca.Se supo que Lauren había obtenido sus ganancias de una forma no legal, y que Rebecca la había ayudado hacerlo, por lo que ambas tenían un trato y Rebecca, aprovechando sus malas jugadas dentro de la empresa le exigió a Lauren que eliminara a Marcus porque éste se había dado cuenta de lo que estaba haciendo. Ambas creyeron que Julieta y Marcus habían muerto. Pero por obras del destino Bianca encontró a Julieta. Y una vez Lauren supo quién era la madre subrogada, intentó por todos los medios eliminar a Julieta ya que representaba una gran amenaza si ésta volvía a Estados Unidos, por esa razón no dio la información real de la madre en alqu
No sabía que observar el rostro petrificado de Lauren le daría tanta sastifacción, viendo como se gira para encontrarse al dueño de aquella voz que no titubea, la observa con desprecio y no deja de apuntarla. —¡Román! —Lauren se queda sin aire—, Román, querido. —Aléjate —Román mueve la pistola. A este punto Julieta conoce muy bien y como es un hombre sereno y calculador, está claro que no desistirá en apuntarla—, he dicho que te alejes. —¡Papi! —la voz de Lizzie se une en este templado momento, tan lleno de tensión que a ambos padres tiene encendido el instinto de protección. Lizzie se acerca a la ventana cuando se da cuenta que Román está a su lado—, Papi —vuelve a llamar Lizzie y sus ojos están cerca del llanto. Román no deja de apuntar a Lauren y la ventaja ahora es que el terror la dejo inválida, por lo que la escopeta la tiró al suelo y Julieta aprovecha tirarla lejos de ella. Román se acerca hacia Lizzie, y su hija alza los brazos para que la sostenga. Lo cual hace al instan
El mundo se ha detenido sólo para Rebecca. Al contrario de lo que pensó, Julieta se vuelve a poner de pie sin dejar de tomar a Lizzie. —¿Estás bien, mi amor? Sólo estamos esperando a papá y nos iremos lejos de éste lugar, ¿De acuerdo? ¿Crees en mami? Lizzie mueve su cabeza. Sus mejillas regordetas están sonrojadas, y en definitiva es por el susto que su niña está sintiendo. Procura no mostrar el arma así que trata todo lo posible por ocultarla detrás de su espalda para cargarla con una sola mano. —Ven, pequeña. Julieta observa que su padre está lo bastante cerca de Rebecca, y escucha bien lo que Marcus está diciéndole. Impresionada está de que su padre este aquí, y con su aparición, Rebecca no tiene ninguna otra salida. ¿Con qué invalidaría a la única persona que puede mandarla a la quiebra y hundir cualquier plan que había armado? —Así que terminaste haciendo todo esto por simple ambición —Mauricio toma la primera palabra—, siempre fuiste tú y cuando me enteré, hiciste ésta bar
CNo es eso lo que le cubre su atención, sino lo que sigue después. Lizzie aprovecha la distracción de Rebecca para saltar del mueble y correr hacia Julieta.—¡Mami! —Lizzie toma sus piernas mientras Julieta observa a Lauren. Pero una vez siente a Lizzie debajo suyo, abrazándola, su corazón se quiebra en dos—, mamá…Julieta jadea arrodillándose rapidamente, tomando entre sus brazos a éste ángel precioso que la abraza por el cuello. Es por esto que sigue aquí, es por ella que sigue aquí y nadie más. Su sola presencia y sostener el pequeño cuerpo y frágil de su niña lo es todo. —Pequeña —Julieta sigue abrazándola, completamente embelesada—, aquí estoy. Todo está bien, aquí estoy.—¡Lizzie! —reprocha Lauren una vez que observa a la niña sin despegarse un sólo momento de Julieta—, ven aquí, ven conmigo.—Yo quiero estar con mi mami —responde Lizzie sin soltar a Julieta. Y tampoco Julieta la suelta. Se pone de pie y con su hija ahora entre sus brazos, la fiereza encontrada en sus ojos in
Mientras su cuerpo se sumerge en el miedo que provoca estar en el territorio enemigo, Julieta recuerda estos pasillos y ésta casa vividamente. Cada paso que controla apenas se escucha, y no deja ni un momento los ojos de Rebecca, llevando a su hija entre sus brazos…Dios.Cómo quiere meterle un tiro en la cabeza aquí y ahora. ¿Cómo pueden ser tan cínica? —Detente —Julieta escupe de una vez—, Para, ¡Detente!Rebecca llega al salón, dejando a Lizzie en el suelo pero sin soltar su mano. La pequeña no aparta la mirada de Julieta y experimenta como el ardor de la rabia tapa su juicio, llevándola bastante lejos para que no piense con claridad. —Quiero a mi hija —Julieta habla con severidad—, entregáme a la niña, por favor. La quiero conmigo. Rebecca.—Sientate, Julieta. Necesitamos hablar —Rebecca empieza a servirse el vino, sin soltar la mano de Lizzie.—Demonios —Julieta maldice entre dientes, desesperada por mirar a Lizzie tan cerca pero a la vez tan lejos. No puede arriesgarse en acer
Cada paso es una tortura. Todavía oye el llamado de Clara conforme corre por el pasillo dispuesta a dejarlo todo porque ahora su vida le pertenece sólo a esa niña…Días sin verlas creando ésta tortura incomensurable. Teñida en la propia desgracia, desde hace antaño, Julieta no va a dar un paso hacia atrás.¿Lauren?Todo este tiempo fue…¿Lauren? ¿Qué podría significar ella para Lauren si sólo la ha visto una sola vez…? No entiende pero tampoco es cuestión de hacerlo. Su prioridad ahora es Lizzie pero Dios…¿Cómo es posible que su hija esté con la mujer que llevó su vida a la desgracia? —¡Julieta!Al salir del congreso la luz se mete por sus ojos y se cubre con la mano la luz del sol. Si hay policias o un ente federal que le ordene ir a una cárcel es lo menos que le importa. Es Clara quien está cerca de ella de manera rápida, alcanzandola para tomar su hombro.—¿¡Qué fue lo que ocurrió?!—Lo confesó todo. ¡Todo! ¡Mi hija está en peligro! ¡Lizzie está con la culpable de todo lo que me ha
—Claro, de inmediato —el cuerpo de Julieta se tensa al oír al escolta pero no hay tiempo para dar marcha atrás y mucho menos ahora.—Bien, sígame —el escolta asiente a su respuesta.El rostro de Clara también ha cambiado, y le asiente a sus guardaespaldas de que reconoce al escolta. Julieta estuvo con ella hace un año atrás cuando su vida cambió por completo; no dejará sola a su amiga.El pasillo del capitolio se desvanece, y quiere saber dónde está Román. ¿Sabrá lo de Bianca? Pero se había repetido a sí misma, no puede dar marcha atrás. Tiene un expediente abierto pero las pruebas que está usando Bianca se caen ahora que ha encontrado a Lizzie, y se demuestre que es su hija biológicamente, así que, mientras Bianca tenga una mejor prueba que esa, no tiene porqué ir con el rostro agachado. Irá a una corte pero no pasará una noche en prisión y debe aprovechar esa ventaja. El carro las lleva a las dos al centro penitenciario que toma a Julieta por sorpresa. ¿Qué hace Bianca en este lug
Aunque sus ojos reflejan el brillo que no la dejará ni un momento, Julieta no deja la mano de Román cuando se encaminan hacia el pasillo. Aunque sabe que no pueden ver a Lizzie todavía, al menos estaría bien saber cómo está, y en dónde se encuentra. Y en estos momentos, teniendo en la mente revelar toda la información de Rebecca y Bianca, el temor ya se ha ido. Cuando sus ojos se dirigen hacia la esquina del pasillo, éstos se abren al notar quien viene desde el otro pasillo.—¡Julieta! Clara no deja de trotar con rapidez hacia ambos y al instante en el que abre sus brazos, Julieta la recibe. —Gracias a Dios estás bien. Están bien —el alivio se observa en sus ojos negros, y la primera dama del país no sólo es una gran diplomatica y una embajadora por los derechos, sigue siendo su amiga—, los dos. ¿En dónde estaban…? ¿Qué había ocurrido aquel día qué te secuestraron? ¿Quién te secuestró?—Todo está bien, Clara. Estamos bien ahora —Julieta le sonríe con sinceridad, tomando sus manos—,