—¿¡Por qué dices que alguien trata de matarnos?! Su respiración es atolondrada y se entrecorta. Ya no tiene tiempo para pensar porque ni siquiera tiene tiempo para procesar todo lo que ocurre a su alrededor. Tampoco ayuda los alaridos de las personas y el movimiento desesperado por huir de la escena donde cualquiera puede resultar herido. Ahora con la desventaja de huir en el coche, Julieta es jaloneada lejos del lugar entre las calles donde acumulan sólo la desesperación que rompe absolutamente todo el frasco de la tranquilidad. ¿Qué está ocurriendo? ¿Otra vez está huyendo de su vida…? —¡Román! —Julieta lo llama conforme se alejan del lugar y por el hombro advierte del coche que han dejado atrás y también la estación de policías—, nos alejamos de los policías. ¡Román! Su voz ensombrece y se inclina hacia adelante cuando el mismo coche en donde habían llegado explota haciendo de esta huida algo que no parece ni siquiera real. La explosión abarca casi toda la calle pero están lo su
Cada segundo se vuelve una pesadilla interminable, donde una batalla de adrenalina se dispara por completo en cada poro de su cuerpo y no la deja pensar con claridad, al menos no como Julieta prefiere, porque si su corazón sigue latiendo con fuerza se sentirá fatigada y será mucho peor. Aunque no sabe si es peor sostener un arma en la mano por primera vez. Todavía no hay razón para perder la cordura ya que no puede ser la única desesperada dentro del auto. Ya no hay calma que pueda ver en las facciones limpias de Román. Sus nudillos están rojos con cada fuerte apretón del volante, observando detenidamente por el retrovisor como un perro a punto de atacar pero todo en silencio. —¿Quién es…? ¿A quién le pedirás ayuda? —Julieta pregunta siendo su turno de ver por el espejo retrovisor. Entre tantos autos todavía no se da cuenta de cuál es el que los sentencia a la muerte. —Lo de ayer no fue normal. Lo de hoy ya es un atentado contra tu vida —Román gira el volante para traspasar
Julieta necesita contar tres veces dentro de su mente. No puede ver directo a los ojos al tipo pero puede sentir que recorre por completo su cuerpo simplemente con el aliento. Nunca antes había sentido tanta repulsión y miedo al mismo tiempo. Y ni siquiera había parpadeado o respirado. Román sólo tuvo que voltearse un segundo y el infierno había llegado a cobrarselas. Miedo mezclado con rabia, horror mezclado con desesperación, creer en una baja probabilidad de salir de esto. Su mente falla en seguir pensando por sí sola.Román no mueve ni un gesto pero está claro que sus ojos claros son un mar de oscuridad, lejos de regresar a lo que era. Su cuerpo está tenso y rígido, muy lejos de la calma.Pero si hay algo en lo que Román debe pensar y con rapidez es cómo sacarlos a los dos con vida de ésta situación.Sus ojos se encuentran con los verdes de Julieta y algo dentro de él enfurece mucho más por el horror vívido que observa en sus facciones tensas. No es una grata imagen de ver y cada
La sensación de mareo es algo que no posee nombre una vez sientes esa pesadez. Un cosquilleo interminable en las manos, en el cuerpo, y un dolor de cabeza lejos de ser normal, pero acostumbrado por un trabajo tan pesado como ser enfermera de turno. Después del embarazo Julieta había pérdido mucha fuerza y tenía mareos cada cierto tiempo. Se desmayaba sin tener a nadie a lado en el apartamento y se despertaba en la noche como si un camión hubiese pasado por encima de ella.Las voces son lejanas, como si estuviera bajo el mar, distorsionadas. La lúgubre sensación la hace demasiado débil hasta para abrir los ojos, pero ahí consigue recuperar poco a poco la luz que se adentra en su mirada conforme los abre lentamente.Y como si fuese un rayo, tiene que despertarse de sobresalto al recordar todo lo que ha vivido desde que decidió buscar la respuesta de toda su desgracia.El disparate de voces que inundan el lugar la aturden como si un martillo le hubiese doblado el rostro. —¡Señora! No
Siente un jalón demasiado fuerte y mientras la explosión va dejando la consecuencia de manera contundente y sin espera, los fuertes gritos del alrededor hacen de esto algo mucho más caótico.Sabe que ha caído al suelo de manera atolondrada debido al impacto de lo que sea que ha ocurrido, y sus ojos, apenas abriendose, se dan cuenta del humo que ya azota todo lo que ve.Esa ala…En esa ala se encontraba su equipo.Julieta se mantiene demasiado aturdida al principio como para pronunciar algo, y pese a sentir que su mundo vuelve a colapsar de una manera que no puede explicar, la verdadera razón por la que sigue estando aquí es porque los brazos de Román la protegen de manera inconsciente.Le toma más de cinco segundos volver a respirar como es debido. Y cuando se da cuenta que por medio de las voces también aturdiendo en alrededor, Julieta vuelve a ponerse de pie mientras tose.—Julieta —rápidamente Román trata de sostenerla con fuerza tratando de buscar su rostro—. ¡Julieta respondeme!
Pudo haberle respondido algo pero…¿Qué decirle? No había mentiras en sus palabras porque la vida de ambos están unidas de una forma que ya no pueden explicar. Y aunque quisiera irse lejos, ya no podría. Apenas es el comienzo de esto y la vida los ha unido de una manera bastante peculiar, pero que no deja de ser hipnotizante porque estar al lado de Román se ha vuelto algo difícil de soltar. Sus ojos irradian un brillo cuando vuelve a ver una camioneta, ésta vez negra, y blindada. La noche ya ha caído sobre ellos y ahora realmente necesita un descanso, o un baño, lo primero que salga.Está agotada, extenuada, y con mil dolores en el cuerpo. Sentarse luego de toda una emergencia siempre despierta un lado nuevo que no conoce, como por ejemplo, otro tipo de dolor. Siempre son dolores, en la espalda o en el cuello.—¿En dónde has estado en todas éstas horas? —le pregunta Julieta al dejar de ver con tristeza el hospital apenas siendo controlado por el cuerpo de bomberos. La buena noticia e
Paralizada y sin decir algo, Julieta se atraganta en su saliva colocando la palma de su mano al lado del rostro de Román para no dejar que todo su cuerpo caiga y friccione con el pecho desnudo de Román, pero es demasiado tarde.Pueden sentir la clara tensión que recorre todo su cuerpo para mantenerse reflexiva mientras observa, horrorizada, lo que está sucediendo.Román está algo sorprendido por la forma tan repentina en la que ha ocurrido todo esto y sus ojos se mantienen en Julieta al borde de la sorpresa. Sus alientos chocan entre sí debido a la cercanía de sus rostros. El tiempo se detiene una milésima de segundo y lo único que hace es que esto se destruya aún más. Las manos de Román sujetan su cintura desnuda y no quiere incomodar a Julieta observando lo que no debe.—Creo…que es mejor que te cubras…—¡Por Dios! —Julieta salta de su sitio sin pensarlo, aún cuando parte de su cuerpo queda al descubierto con el fin de buscar la toalla caída a un lado—, no puede ser.—Eh, no, tranq
Nunca hubiese esperado algo así por parte de Román, y aún más cuando su voz se vuelve pesada, como algo magnético que sí o sí debe ser seguida. Pero su órden le genera una cierta incomodidad que es difícil de no mostrar en su rostro.—Yo sólo estaba mirando —Julieta le mantiene la mirada. No la bajará tan fácilmente por muy McGrey que sea.—Puedes rondar por toda la casa como te plazca, pero éste lugar está prohibido. No quiero que estés cerca de aquí —Román le señala el pasillo—, ahora bien, señorita, podemos continuar.—¿Sabes algo? No iba a hacer nada malo, no iba a entrometerme en algo que no es de mi incumbencia. Pero no es que debas ponerte de esa forma y mucho menos amenazarme —Julieta se cruza de brazos, dando un paso lejos de él. Luego de hace apenas unos minutos del inconveniente, Román es el último hombre en la faz de la tierra que quiere ver—, yo creo que es mejor que siga viviendo en mi apartamento.Román pasa por su lado dejándola con la palabra en la boca, demasiada atu