14. Una esposa de mentira

La sensación de mareo es algo que no posee nombre una vez sientes esa pesadez. Un cosquilleo interminable en las manos, en el cuerpo, y un dolor de cabeza lejos de ser normal, pero acostumbrado por un trabajo tan pesado como ser enfermera de turno.

Después del embarazo Julieta había pérdido mucha fuerza y tenía mareos cada cierto tiempo. Se desmayaba sin tener a nadie a lado en el apartamento y se despertaba en la noche como si un camión hubiese pasado por encima de ella.

Las voces son lejanas, como si estuviera bajo el mar, distorsionadas. La lúgubre sensación la hace demasiado débil hasta para abrir los ojos, pero ahí consigue recuperar poco a poco la luz que se adentra en su mirada conforme los abre lentamente.

Y como si fuese un rayo, tiene que despertarse de sobresalto al recordar todo lo que ha vivido desde que decidió buscar la respuesta de toda su desgracia.

El disparate de voces que inundan el lugar la aturden como si un martillo le hubiese doblado el rostro.

—¡Señora!

No
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