54. Mal día para los cuervos negros
El mundo se ha detenido sólo para Rebecca.

Al contrario de lo que pensó, Julieta se vuelve a poner de pie sin dejar de tomar a Lizzie.

—¿Estás bien, mi amor? Sólo estamos esperando a papá y nos iremos lejos de éste lugar, ¿De acuerdo? ¿Crees en mami?

Lizzie mueve su cabeza. Sus mejillas regordetas están sonrojadas, y en definitiva es por el susto que su niña está sintiendo. Procura no mostrar el arma así que trata todo lo posible por ocultarla detrás de su espalda para cargarla con una sola mano.

—Ven, pequeña.

Julieta observa que su padre está lo bastante cerca de Rebecca, y escucha bien lo que Marcus está diciéndole. Impresionada está de que su padre este aquí, y con su aparición, Rebecca no tiene ninguna otra salida. ¿Con qué invalidaría a la única persona que puede mandarla a la quiebra y hundir cualquier plan que había armado?

—Así que terminaste haciendo todo esto por simple ambición —Mauricio toma la primera palabra—, siempre fuiste tú y cuando me enteré, hiciste ésta bar
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