En un abrir y cerrar de ojos, todo queda absolutamente en silencio. Nada se mueve. Y mientras sus lágrimas todavía se deslizan por sus mejillas, le cuesta decir algo ya que ha quedado petrificada en su sitio. Y por esa razón da un paso hacia atrás, completamente anonadada, ya sin saber qué decir. Julieta sale de su ensoñación parpadeando y tomando una bocanada de aire, realmente horrorizada por lo que acaba de decirle a ésta niña. —¿Señorita? Julieta recapacita en su sitio conforme toma una bocanada de aire. —Buenos días, señor McGrey. Eh, Por Dios, lo lamento tanto, yo —trata de buscar una salida ante éste vergonzoso escenario y se da la media vuelta—, lo lamento tanto, no fue mi intención. Yo quería avisar que tengo que irme porque tengo que trabajar así que buenos días, señor McGrey. Antes de dar un paso fuera del lugar la llegada de Román sosteniendo todavía a su hija en sus brazos sella el paso fuera de la cocina. Y Julieta puede ver con mayor claridad a la bella niña que
Suena lo bastante raro decirlo a altas voces pero a éstas alturas las consecuencias son estas: aparentar un matrimonio que apenas llega a conocidos. Julieta se muestra lo más amable posible y como no quiere alargar ésta incómoda charla estira su mano hacia la señora. —Es un placer —saluda estrechando la mano. —¿Esposa? Esposa —la nueva mujer presente los mira a ambos con una obvia confusión. Es una mujer bien vestida, ya mayor y con un peinado elegante sobre su cabello gris. Como sigue sosteniendo la mano de Julieta muestra una sonrisa—, mi nombre es Lauren, soy la suegra de Román y la abuela de la pequeña —y rompe el contacto de las manos para alejarse lo más que puede junto a la niña, a quien carga en sus brazos—, pero vaya, esto me toma por sorpresa. Román. —Sí, no pudimos contenernos —responde Román con total normalidad—, teníamos una relación desde hace un par de meses. —¿Peterson? Ese apellido me suena, como si ya lo hubiera escuchado antes —Lauren entrecierra los ojos com
El silencio dentro del coche es incómodo y para nada conveniente. Julieta no ha dejado de ver afuera de la ventana mientras el coche se desliza por las calles atestadas de personas. Es realmente raro ahora saber que comparte algo demasiado importante como lo es un matrimonio con alguien que no conoce para nada, pero si sigue de pie de ahora en adelante es sólo para encontrar la verdad detrás de su desaparición, y recuperar todos los años pérdidos. El hombre a su lado ha tomado distancia, al igual que ella, observando su teléfono y luego con expresión seria el camino que ya ha tomado para la clínica. De vez en cuando sus ojos ven por el retrovisor.—Lo que sucedió ayer debes reportarlos a las autoridades. Es la primera vez que deja de mirar la ventana desde que se alejaron de la casa. —Lo sé —Julieta responde acomodándose en el asiento—, lo haré. Me tomaré el tiempo antes de entrar a trabajar, todavía es temprano. Román dobla el volante.—Te llevaré ahora mismo.Julieta vuelve a m
—¿¡Por qué dices que alguien trata de matarnos?! Su respiración es atolondrada y se entrecorta. Ya no tiene tiempo para pensar porque ni siquiera tiene tiempo para procesar todo lo que ocurre a su alrededor. Tampoco ayuda los alaridos de las personas y el movimiento desesperado por huir de la escena donde cualquiera puede resultar herido. Ahora con la desventaja de huir en el coche, Julieta es jaloneada lejos del lugar entre las calles donde acumulan sólo la desesperación que rompe absolutamente todo el frasco de la tranquilidad. ¿Qué está ocurriendo? ¿Otra vez está huyendo de su vida…? —¡Román! —Julieta lo llama conforme se alejan del lugar y por el hombro advierte del coche que han dejado atrás y también la estación de policías—, nos alejamos de los policías. ¡Román! Su voz ensombrece y se inclina hacia adelante cuando el mismo coche en donde habían llegado explota haciendo de esta huida algo que no parece ni siquiera real. La explosión abarca casi toda la calle pero están lo su
Cada segundo se vuelve una pesadilla interminable, donde una batalla de adrenalina se dispara por completo en cada poro de su cuerpo y no la deja pensar con claridad, al menos no como Julieta prefiere, porque si su corazón sigue latiendo con fuerza se sentirá fatigada y será mucho peor. Aunque no sabe si es peor sostener un arma en la mano por primera vez. Todavía no hay razón para perder la cordura ya que no puede ser la única desesperada dentro del auto. Ya no hay calma que pueda ver en las facciones limpias de Román. Sus nudillos están rojos con cada fuerte apretón del volante, observando detenidamente por el retrovisor como un perro a punto de atacar pero todo en silencio. —¿Quién es…? ¿A quién le pedirás ayuda? —Julieta pregunta siendo su turno de ver por el espejo retrovisor. Entre tantos autos todavía no se da cuenta de cuál es el que los sentencia a la muerte. —Lo de ayer no fue normal. Lo de hoy ya es un atentado contra tu vida —Román gira el volante para traspasar
Julieta necesita contar tres veces dentro de su mente. No puede ver directo a los ojos al tipo pero puede sentir que recorre por completo su cuerpo simplemente con el aliento. Nunca antes había sentido tanta repulsión y miedo al mismo tiempo. Y ni siquiera había parpadeado o respirado. Román sólo tuvo que voltearse un segundo y el infierno había llegado a cobrarselas. Miedo mezclado con rabia, horror mezclado con desesperación, creer en una baja probabilidad de salir de esto. Su mente falla en seguir pensando por sí sola.Román no mueve ni un gesto pero está claro que sus ojos claros son un mar de oscuridad, lejos de regresar a lo que era. Su cuerpo está tenso y rígido, muy lejos de la calma.Pero si hay algo en lo que Román debe pensar y con rapidez es cómo sacarlos a los dos con vida de ésta situación.Sus ojos se encuentran con los verdes de Julieta y algo dentro de él enfurece mucho más por el horror vívido que observa en sus facciones tensas. No es una grata imagen de ver y cada
La sensación de mareo es algo que no posee nombre una vez sientes esa pesadez. Un cosquilleo interminable en las manos, en el cuerpo, y un dolor de cabeza lejos de ser normal, pero acostumbrado por un trabajo tan pesado como ser enfermera de turno. Después del embarazo Julieta había pérdido mucha fuerza y tenía mareos cada cierto tiempo. Se desmayaba sin tener a nadie a lado en el apartamento y se despertaba en la noche como si un camión hubiese pasado por encima de ella.Las voces son lejanas, como si estuviera bajo el mar, distorsionadas. La lúgubre sensación la hace demasiado débil hasta para abrir los ojos, pero ahí consigue recuperar poco a poco la luz que se adentra en su mirada conforme los abre lentamente.Y como si fuese un rayo, tiene que despertarse de sobresalto al recordar todo lo que ha vivido desde que decidió buscar la respuesta de toda su desgracia.El disparate de voces que inundan el lugar la aturden como si un martillo le hubiese doblado el rostro. —¡Señora! No
Siente un jalón demasiado fuerte y mientras la explosión va dejando la consecuencia de manera contundente y sin espera, los fuertes gritos del alrededor hacen de esto algo mucho más caótico.Sabe que ha caído al suelo de manera atolondrada debido al impacto de lo que sea que ha ocurrido, y sus ojos, apenas abriendose, se dan cuenta del humo que ya azota todo lo que ve.Esa ala…En esa ala se encontraba su equipo.Julieta se mantiene demasiado aturdida al principio como para pronunciar algo, y pese a sentir que su mundo vuelve a colapsar de una manera que no puede explicar, la verdadera razón por la que sigue estando aquí es porque los brazos de Román la protegen de manera inconsciente.Le toma más de cinco segundos volver a respirar como es debido. Y cuando se da cuenta que por medio de las voces también aturdiendo en alrededor, Julieta vuelve a ponerse de pie mientras tose.—Julieta —rápidamente Román trata de sostenerla con fuerza tratando de buscar su rostro—. ¡Julieta respondeme!