En la vida, a veces nos vemos obligados a tomar decisiones que van en contra de lo establecido. Dolores, Valeria y Aita, enfrentaron esa encrucijada al desafiar la sagrada obediencia impuesta por su linaje aristocrático. Su rebeldía las llevó por caminos inesperados, lejos de las normas y expectativas de su entorno. Dolores, en particular, tuvo que enfrentarse a la dura realidad de ser tratada como una mercancía en un acuerdo de propiedades. Sin embargo, su determinación la llevó a escribir su propia historia, desafiando al destino que le habían impuesto. Junto a sus amigas y la princesa Valeria, se vieron coronadas en una lucha por el poder y la realeza, donde el amor y la lealtad se convirtieron en sus mayores aliados.
Leer másCassian sintió que su corazón se rompía aún más. “No, no lo sé. Pero estoy aquí para apoyarte, para ayudarte a superar esto,” respondió, su voz llena de desesperación. “No puedes dejar que la culpa te consuma. Tienes que luchar.”Mientras tanto, el médico seguía intentando calmar la situación. “Verónica, debes entender que la negación solo te hará más daño. La única responsable de esta tragedia eres tú misma. Si hubieras permitido que te atendieran a tiempo, quizás el resultado hubiera sido diferente,” dijo Lord Alaric, su voz firme pero compasiva.“¡Cállate! ¡No quiero oírte!” gritó Verónica, su cuerpo temblando de rabia. “No puedo creer que estés diciendo esto. ¡Es todo culpa de Yasira!”Kaelion sintió cómo la frustración lo invadía. “¡Verónica, basta! No puedes seguir así. Esto no es solo un juego. La vida de nuestro hijo estaba en juego, y tú decidiste no permitir que te ayudaran. Eso es un hecho,” dijo, su voz llena de dolor.Verónica, sintiendo que
En ese momento, Cassian llegó a los aposentos de Verónica, preocupado y nervioso. “¿Qué está sucediendo aquí?” preguntó, mirando a su alrededor con ansiedad. La tensión en el aire era palpable, y su corazón se aceleró al ver a Verónica en el suelo, pálida y temblando.“¡Cassian!” gritó Verónica, extendiendo la mano hacia él. “¡Ayúdame! ¡Estoy perdiendo a mi hijo!”Cassian se acercó rápidamente, su rostro lleno de preocupación. “¿Qué ha pasado? ¿Por qué no la están atendiendo?” preguntó, su voz temblando.“Ella se niega a dejar que la atienda Elias,” explicó Kaelion, sintiéndose frustrado. “Necesitamos que se calme.”“¡No puedo calmarme! ¡No puedo perder a mi hijo!” exclamó Verónica, su voz llena de desesperación. “¡Quiero a Lord Alaric!”Cassian miró a Kaelion, y luego a Verónica. “Verónica, necesitas escuchar. No puedes seguir así. Si no te dejas ayudar, podrías perderlo todo,” dijo, su voz suave pero firme.“¡No! ¡No puedo
“Kaelion, escúchame,” dijo, su voz temblando. “No puedes dejar que Yasira te manipule. Ella es la verdadera amenaza aquí.”Kaelion se volvió hacia Verónica, su expresión dura. “¿Y tú qué? ¿Te crees la víctima después de lo que acabas de hacer? Esto no es solo un juego, Verónica. Hay vidas en juego, y no permitiré que uses tu poder para hacer daño.”Verónica sintió que las lágrimas comenzaban a asomarse a sus ojos, pero se negó a dejarlas caer. “No entiendes. Ella quiere destruir a nuestro hijo. Quiere que nunca llegue al trono.”“¿Y tú crees que golpearla y humillarla te hará más fuerte?” replicó Kaelion, su voz llena de decepción. “No puedes resolver todo con violencia. Esto solo te hará perder más.”Yasira, aún en el suelo, levantó la vista, su rostro manchado de sangre. “Kaelion,” dijo, su voz débil pero clara. “No te dejes llevar por las emociones. Verónica está desesperada, y eso la está cegando. No puedes permitir que el miedo dicte tus acciones.”
Mientras Yasira hablaba, su mente maquinaba. Sabía que había logrado plantar la duda en Kaelion, y eso era suficiente. Si el ritual no funcionaba como esperaba, podría usarlo en su contra. La caída de Verónica estaba cada vez más cerca, y Yasira no podía permitirse perder esta oportunidad.“Debemos buscar un objeto más poderoso,” sugirió Yasira, sus ojos brillando con ambición. “Algo que esté verdaderamente conectado al linaje de la realeza. Solo así podremos asegurar la verdad.”Kaelion, atrapado en su confusión, asintió. “¿Y dónde encontramos eso?”“En la cámara de los ancestros,” respondió Yasira. “Allí se guardan los objetos más sagrados de la familia real. Si logramos obtener uno, el ritual se completará.”Kaelion sintió un escalofrío recorrer su espalda. La cámara de los ancestros estaba prohibida para muchos, pero su necesidad de la verdad lo impulsó a seguir a Yasira.Cuando llegaron a la cámara de los ancestros, el aire estaba cargado de h
El palacio de Zarathia estaba envuelto en un aire de incertidumbre. Las noticias del embarazo de Verónica habían sacudido los cimientos de la corte, y aunque todos pretendían felicitarla, las miradas eran más de sospecha que de alegría. En los aposentos privados de Kaelion, la tensión era palpable.Verónica sabía que tenía que actuar rápidamente. No podía permitir que las dudas de Kaelion se convirtieran en certezas. Se había preparado para este momento, ensayando cada palabra en su mente, cada gesto que podría convencer a Kaelion de que su hijo era, de hecho, suyo.Esa tarde, cuando la luz del sol se filtraba a través de las ventanas del gran salón, Verónica se acercó a Kaelion, quien estaba sentado en un sillón, con la mirada perdida en el vacío. Sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía un vaso de vino, pero su mente estaba lejos de la bebida.“Kaelion,” comenzó Verónica, con una voz suave y casi suplicante, “necesitamos hablar.”Kaelion levantó la vista, sus ojos oscuros r
La noche caía sobre el palacio de Zarathia, envolviendo los majestuosos salones y corredores en un manto de sombras. En un rincón oscuro del ala este, donde los sirvientes y guardias solían reunirse para escapar de las tensiones de la corte, Cassian estaba sentado, con una jarra de vino en la mano y los ojos cargados de emociones. Había bebido más de lo que acostumbraba, y su lengua, aunque normalmente reservada, comenzaba a soltarse.A su alrededor, un grupo de guardias y sirvientes lo escuchaban en silencio. Cassian era conocido por ser el hombre más leal a la princesa Verónica, y verlo en ese estado era algo inusual.“Dime, Eryas,” dijo Cassian, dirigiéndose a uno de los guardias, “¿alguna vez has amado algo que sabes que nunca será tuyo? Algo que te consume, que te destroza, pero que no puedes dejar ir.”Eryas, un hombre mayor con cicatrices en el rostro, frunci&oac
La princesa de Dunas sabía que para destronar a Verónica no bastaba con humillarla; necesitaba algo más grande, algo que asegurara su caída definitiva.Yasira, con su astucia y carisma, había reclutado a varios sirvientes y guardias del palacio para que le informaran sobre todo lo que sucedía en los aposentos de Verónica. Algunos lo hacían por dinero, otros por resentimiento hacia la princesa heredera, y unos pocos porque simplemente no podían resistirse al magnetismo de Yasira.Cada noche, mientras Kaelion la visitaba en sus aposentos, Yasira recibía informes detallados sobre Verónica. Sabía cuándo Cassian entraba en sus habitaciones, cuánto tiempo permanecía allí y qué palabras se intercambiaban. Aunque Verónica intentaba mantener su relación con Cassian en secreto, Yasira estaba siempre un paso por delante.Una noche, mientras Kaelion descansaba en su cama, Yasira se sentó junto a la ventana, leyendo un pergamino que le había entregado uno de sus espías. Una
El palacio de Zarathia estaba sumido en una calma tensa, como el silencio que precede a una tormenta. Verónica, la princesa heredera de Zarathia. Pero Verónica no era una mujer que aceptara desafíos sin responder. Su sed de venganza era insaciable, y estaba decidida a destruir a Yasira, cueste lo que cueste.Esa noche, Verónica había ideado un plan que, según ella, sería el golpe final para deshacerse de Yasira. Si lograba humillarla públicamente, Yasira perdería todo el apoyo que había ganado desde su llegada. Verónica había ordenado a su ayudante más cercano, Cassian, un hombre leal y eficiente, que preparara un vino especial para Yasira, mezclado con un potente afrodisíaco. La idea era simple: embriagar a Yasira y asegurarse de que terminara en la cama con un hombre cualquiera, para luego exponerla ante la corte.En el gran salón del palacio, se celebraba una cena en honor a los aliados de Zarathia. Nobles, generales y diplomáticos llenaban la sala, mientras los sirvientes iban y ven
El aire en Zarathia se había vuelto denso desde la llegada de Yasira, la princesa de Dunas. Con su temperamento indomable y su lengua afilada, Yasira se había convertido en una presencia imposible de ignorar. Para algunos, era una bocanada de aire fresco en una corte gobernada con puño de hierro por la princesa Verónica; para otros, era una amenaza que traía consigo el caos.Verónica, por su parte, no era una mujer que tolerara desafíos. Había gobernado Zarathia con una mezcla de astucia y crueldad, eliminando a cualquiera que se interpusiera en su camino. Su sed de poder y venganza era insaciable, y la llegada de Yasira no solo había puesto en peligro su control, sino que también había encendido una furia que no conocía límites.Desde el primer día, Yasira dejó claro que no estaba en Zarathia para ser una figura decorativa. Interrumpía reuniones, desafiaba órdenes y se ganaba el favor de los nobles y soldados con su carisma y su audaz desprecio por las reglas. Verónic