_ De todos modos, tampoco la quiero! _ le dijo al sabueso que estaba sentado junto a él antes de levantarse _. Sea cual sea la razón por la que Dolores de Romsome haya oído la llamada del Monasterio de santa marta, solo puedo decir ¡gracias a Dios!
En una habitación circular de la torre que cerraba la gran fortaleza que los Romsome tena en Talgrend, más hacia el norte, un hombre coloco la túnica negra de los magos encima de su ropa. Risto Rubrend, sacerdote degenerado y renegado, nigromante, leerdor de horóscopos y consejero personal en todos los asuntos no ortodoxos de sir Latís, encendió una única vela. El maestro Risto Rubrend era un hombre ambicioso, sin fin y fina perversión, y según el todo estaba a punto de florecer y dar una fructificación especial.
¡poder que más se podía desear! ¿Qué más se podía desear? El poder para manipular, para doblegar a un hombre a su voluntad como las piezas de un tablero de ajedrez. El poder para destruir, si era necesario.
Se acomodó tras la mesa en una silla de brazos y respaldo alto pintada con extraños símbolos y cuyas patas eran espadas tintas en sangre. Retiro el paño de terciopelo que cubría un cristal, y apoyando las palmas abiertas sobre la madera, miro atentamente a la bola de cristal.
_ ¿qué futuro aguarda aquí?
Al lado de la bola había tres trozos de pergaminos roso escritos con la letra de Rubrend. Tres nombres, Latís de Romsome, su señor de aquel momento … o al menos eso creía el fiero magnate. Se sonrió, de Latís jamás sería su amor. Nicolás de Carter de Gland, cuyo poder iba en aumento en la marca, y seguiría creciendo si no tomaban medidas necesarias para frenarlo. Y luego su propio nombre, por el que conocía todo el mundo. Risto Rubrend.
_ Nuestros destinos están conectados! _ cubrió los tres nombres con las manos _. Lo sé. ¡Enséñame el futuro!
Lo que le mostró la bola le sorprendió. Era una figura femenina de cabellos oscuros, alta y delgada.
_ ¿Quién eres tu?
La figura se dio la vuelta y vio su rostro.
_ ¿Dolores de Romsome? _ susurro _. Esto no me lo esperaba.
En la esfera de cristal las figuras aparecían en silencio, casi como ejecutasen complicados pasos de danza, hasta que Latís de Romsome y él se desvanecieron y en el centro mismo de la esfera quedaron Dolores de Romsome y Nicolás Carter.
Con una cadencia suave se fueron acercando el uno al otro como si tirasen de ellos cuerdas invisibles. Sonrieron. Carter le ofreció la mano y Dolores puso en ella sus dedos para que él pudiera besarlos delicadamente. Entonces le ofreció los brazos y ella dio un paso para dejarse abrazar. La escena desprendían intensidad cuando él se inclinó para besarla, y ella se lo permitió aferrándose a él, tan cerca que era como si fueran un solo ser.
La falda oscura de su vestido le envolvió a él, las piernas, su melena le descanso en el hombro, y el beso fue interminable, aderezado con una intensa pasión.
Risto frunció el ceño.
_ De modo que tu también vas a tener tu propio papel. Dolores de Romsome. Parece que los dos estáis destinados a ser amantes, y eso me sorprende. Puede que al final no resulte tan buena dejar que pudras soltera en un monasterio. Quizás deba ignorar tu terquedad y encontrar un nuevo camino?!.
La escena cambió, Nicolás desapareció y Dolores quedo sola. En sus brazos un niño recién nacido de pelo oscuro. Un camino de nubes oscuras amenazaba tormenta. Risto sonrió y tras echar el paño sobre la bola se recostó sobre la silla y apago la vela, sumiendo a los amantes, tejiendo, deshaciendo y volviendo a tejer en su cabeza hasta que el tapiz resultante sirviera a su propósito. Utilizar sus poderes a favor de sir Latís de Romsome mientras sirviera a sus intereses. Era ventajoso ser el poder tras el guante de malla del que nadie sospecharía.
¿Y después? Pues después, todo sería revelado. Pero en una cosa estaba seguro:Nicolás cárter y Dolores de Romsome deberían de estar unidos y luego usarlo, como puerta de grandeza.
En la gran misión de los Pertong esta mañana, estaba muy reluciente. Había sirviente dando vuelta, de arriba y abajo, en sus deberes. Mientras en la gran sala estaba reunida la familia para el desayuno. La cara de Aita no estaba tan contenta, se sentó y mirando la mesa repleta de comida y su estómago no aclamaba tanto por ellos.
Sir Pertong se sentó en su lugar en la mesa, levanto la barbilla para mirar, a Aita sentada en su silla sin el mínimo deseo de saborear el desayuno servido.
_ Te alegrará saber que te he encontrado un marido! _ anuncio el conde de pertong sin levantar la vista del periódico.
Aita miro el plato con el ceño fruncido. ¿Alegrarse? Más bien todo lo contrario. El corazón se le detuvo y una garra de hierro le atenazo el estómago hasta revolverle el poco desayuno que había ingerido.
_¿Es alguien que conozco? _
Mantuvo un tono despreocupado e indiferente. Era más fácil iniciar una discusión con su padre que ganarla.
_ ¿Cómo vas a conocerlo si apenas sales de la casa?
_ Voy allí solo donde me invitan _ Respondió ella con toda la paciencia posible _. Y a los que me permites asistir _ lo que limitaba aún más sus escasas opciones _. Si no quieres que me vean en compañía de Xemena no puedes culparme por quedarme en casa. Todo el mundo sabe que perder su favor significa perder la condesa de Falister y seguramente también a violía. Mi hermana se ha vuelto muy social desde que se casó.
_ Desde que se casó con un don nadie! _ añadió su padre _. ¡Y sin mi bendición.!
_ No debes tener celos de tu hermana, Aita _ intervino Druster, la nueva mujer de su padre.
Se había atribuido el papel de sabia consejera de mejor de los casos, patéticos.
Aita no sería celos de su hermana, pero no era ajena a la realidad. Después de que Xemena se casara con Heliodor, su padre obligo a la aristocracia londinense a tomar partido. Y la sociedad no dudo un segundo en elegir a Xemena.
El escándalo comportamiento de Aita el verano pasado había sido la gota que colmo el vaso, y desde entonces su vida social era prácticamente inexistente. Su escándalo y el escándalo de su amiga Dolores de Romsome tenían a todo en su nombre.
_ No estoy celosa, Druster. Me alegra que Xemena por fin tenga la temporada que merece, aunque no llegara a tiempo para conseguir un marido rico y poderoso.
_ Bah _ espeto su padre, negándose, como de costumbre, a admitir su parte de culpa. Si le hubiera ofrecido una temporada a Xemena, la habría acabado casando con quien él quería.
De ese modo habría que dado satisfecho, mientras que la pobre Xemena habría tenido que renunciar a la incomparable felicidad que según los rumores estaba disfrutando con su marido. Pertong se animó al centrar su atención en Aita y olvidarse de Xemena. _ Vamos a demostrarle que se ha equivocado. Dentro de un par de meses te estaré casando en St. George y todo el mundo suplicará una invitación. Tu podrás invitar a quien te plazca y mandar al diablo al resto. A Aita le hubiera resultado una perspectiva muy tentadora tiempo atrás, pero ya había perdido todo interés por la moda y los cotilleos. En aquellos momentos solo había una persona que pudiera interesarle en aquella boda imaginaria, pero casi no se atrevía a preguntar. _ La verdad es que me interesa más el novio que la lista de invitados¿A quién has elegido? _ A Llelewas. El título de conde lo ha convertido en el soltero más codiciado de la noche a la mañana. Imagínate la sensación que provocara vuestro enlace. Aita se devanó lo
_ Eso significa que estará rodeado de chicas _ comento Aita _. ¿Por qué iba a elegirme a mí entre tantas chicas en el salón de baile? ¿Y por qué iba a querer casarse? Estoy segura de que tienes otras ideas en la cabeza, como entrar en el parlamento o algo así. No creo que yo vaya a causarle mucha impresión muy erguida y educada que me muestre. _ Tonterías. Pertong me ha asegurado que se siente intimidado por su título y que le encanta recibir atención. ¿Como no? Nunca se hubiera imaginado que sería algo más que un simple granjero, un chico que solo sabia criar animales, domésticos. Y de repente pierde a su padre, a su primo, a su tío y de la noche a la mañana se convierte en duque. Qué trágico … — lo dijo con una sonrisa encantada con la posibilidad de cazar a un noble tan poderoso y a la vez tan ingenuo. _ Sí, es muy trágico _ corroboro Aita _. Su primo solo tenía tres años. Supongo que tendré que esperar un poco para conocerlo… No creo que quiera casarse aun, cuando acaba de perd
_ Lo entiendo!._ dijo él. _ Sin duda se debe a la buena suerte de su hermana… La conocí en la fiesta de Falister!. Aita tuvo que hacer un enorme esfuerzo para permanecer impasible. Había visto Xixi. Se sacudió mentalmente. No podía seguir poniéndole aquel apodo a su hermana. Tenía que llamarla Xemena, igual que hacia todas las amistades de Xemena. Xixi tenía muchos nuevos amigos y ya no necesitaba las burlas de su hermana pequeña. Había pasado meses desde la última vez que estuvieron juntas en la misma sala. Pero en aquella ocasión no se dirigieron las palabras y cada una permaneció en un extremo del salón de baile como si estuvieran en las orillas opuestas de un océano. Druster había obligado a Aita a romper todo contacto con su hermana, al igual que con Dolores, su mejor amiga. Si Druster se enteraba de que el duque había conocido a Xemena, cortaría todo trato con aquel hombre sin importar su título. _ Oh…! _ fue la única respuesta de Aita para el duque. Querría llevárselo ap
_ ¿Disculpas sin saber por qué? _ Desde luego. ¿Así se gana el corazón de una dama? _ ¿Cambiaria su actitud hacia mí si empezara disculpándome? _ No!. Él se quedó pensativo unos instantes. _ En ese caso, no tiene sentido que me moleste en hacerlo _ Permaneció en silencio ante ella, como si estuviera planeando su próximo paso. ¿Por qué no se alejaba y se olvidaba de ella? Había sido ella la que lo había ofendido, no al revés. Pero él, aun teniendo todo el poder en sus manos, no tenía ni idea de cómo utilizarlo. Su rango le permitía sentirse agraviado por los detalles más insignificantes, y cualquier otro en su lugar se habría quejado ya al padre por la insolencia de una mocosa rebelde y deslenguada. Sería una victoria pírrica y tendría que soportar una dura reprimida en casa, seguida de largos y tensos silencios. Pero de esa manera estaría más cerca de conseguir su objetivo. Sin embargo, él parecía reacio a dejarla en paz. _ Vamos a ver… No le gusta montar a caballo, no le gus
Pero no entendía nada. Alguien llamo con suavidad a la puerta y abrió. Era un joven que consiguió devolver a Dolores por primera vez el color que tanto tiempo hacía que había perdido._ ¡Samuel! No sabía que estabas aquí._ Es que estaba ocupándome de los caballos…En otro momento acudió de inmediato a saludarlo. En otro momento se había echado en los brazos del hermano que había criado desde la niñez, apretándolo contra su pecho. En otro momento el placer de contemplar sus facciones, su expresión en la mejilla y alborotándole el pelo. Pero bajo la severa mirada de la Monja suprema, la desconfianza de su tío y la mirada siniestra de Risto, no se movía de donde estaba y espero._ ¡Doris! _ Exclamo, y olvidando todo protocolo, acudió a su lado para tomarla por los hombros y besarla en la mejilla. Luego
_ Siempre hay esperanza _ la Monja suprema, severa, pero percibía cierta comprensión _. Antes de que nos dejéis, quiero deciros algo y quería que me escucharais con atención: si alguna vez os encontráis necesitada de ayuda, ya sabéis dónde podéis buscar refugio. Ahora mismo la zona esta vuelve a declararse la guerra entre York y los Mod, os encontraréis en el ojo del huracán, como todos. Si el peligro es grande, vos y los vuestros siempre seréis bienvenidos aquí. No lo dudéis. Pronto sonará la campana de tercias. Rezaremos un ave Maria porque lleguéis con bien a Gland. Aita no recibió noticias de Dolores, al igual ambas amigas no sabían, lo que pasaba en la vida de cada unas. Aita estaba ansiosa por encontrar una persona, decirle lo que paso, al menos criticar y también elogiar a los hombres y mujeres que se lo merecen. Hasta a su padre. Dolores sabia que salir de Monasterio sería una libertad, pero bajo un precio. Las dos amigas estaban por casarse, cada una con una familia adinerad
_ He tenido ocasión de hablar con su hija, y me ha parecido una joven… «Quisquillosa, desagradable, insolente, temperamental, e indiferente» Encantadora. ¿Me da su permiso para visitarla a su casa con visitas a una posible unión? _ Por supuesto, Excelencia! _ repitió Pertong con una ligera inclinación de cabeza, como si él también le estuviese concediendo un honor. _ Pero la chica también debe dar su visto bueno! _ le recordó Isaac _. No quiero presionarla si ya está comprometida?!. _ No está comprometida con nadie _ declaro Pertong con firmeza _. Y aunque lo estuviera, yo me opondría a cualquier pretendiente que no fuese el más apropiado para ella. Después de lo que hizo su hermana…_ en torno a los ojos torció el gesto para dar a entender lo que pensaba del matrimonio de su otra hija _. Aita no lo rechazará, Excelencia, jamás se atrevería a hacer algo así!. Isaac sintió lástima por ella. Su padre veía aquella mínima muestra de interés como una aceptación incondicional. _ Tengo q
_ Ha sido un pensamiento muy considerado!. _ Claro. Debemos darle la bienvenida aunque sea una partidaria de Mod y un poco menor para casarse!. Declaro, ladeando la cabeza. Sus ojos verdes brillaron como dos piedras preciosas. Nicolás la miro frunciendo el ceño, pero el rostro de la chiquilla brillaban de inocencia, complacencia. Seguía teniendo la mano en su brazo y se dio cuenta de que hasta las manos era como la de ladyEnola. Pequeñas, delgadas, hechas para lucir hermosos anillos. Se agachó y la beso en las mejillas. _ Bienvenida a Gland, Miranda!. _ No me ha quedado más remedio que traerla!. _ protesto Patrick. Los caballos y los hombres de armas por fin se habían dispersado en busca de calor y un poco de comodidad después del viaje, una vez colocado todo el equipaje en su sitio con rápida eficacia. Los primos, después de admirar la calidad de los animales de monta de Nicolás, entraron también al salón principal. _ No importa!. Lord Nicolás le pidió a una criada que les lle