capitulo 10

Pero no entendía nada. Alguien llamo con suavidad a la puerta y abrió. Era un joven que consiguió devolver a Dolores por primera vez el color que tanto tiempo hacía que había perdido. 

_ ¡Samuel! No sabía que estabas aquí.

_ Es que estaba ocupándome de los caballos…

En otro momento acudió de inmediato  a saludarlo. En otro momento se había echado en los brazos del hermano que había criado desde la niñez, apretándolo contra su pecho. En otro momento el placer de contemplar sus facciones, su expresión en la mejilla y alborotándole el pelo. Pero bajo la severa mirada de la Monja suprema, la desconfianza de su tío y la mirada siniestra de Risto, no se movía de donde estaba y espero.

_ ¡Doris! _ Exclamo, y olvidando todo protocolo, acudió a su lado para tomarla por los hombros y besarla en la mejilla. Luego

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