capitulo 122

La mañana en Ghrand amaneció con el cielo cubierto de nubes grises, como si la naturaleza misma anticipara las tormentas que se avecinaban. Dolores se levantó temprano, con la carta de Lady Magdalena aún fresca en su mente y los objetos de David guardados cuidadosamente en una caja de madera que había escondido en su estudio. Había pasado la noche en vela, trazando mentalmente los pasos que debía seguir para desentrañar el misterio que rodeaba la muerte de su hermano.

Cuando bajó al comedor, encontró a Nicolas esperándola. Estaba sentado junto a la mesa, con una taza de café en la mano y un mapa extendido frente a él. Al verla entrar, levantó la mirada y le dedicó una sonrisa cálida, aunque sus ojos reflejaban la misma preocupación que ella sentía.

“Buenos días, Dolores,” dijo, poniéndose de pie para acercarse a ella. “¿Dormiste algo?”

Dolores negó con la cabeza, suspirando. “No mucho. No puedo dejar de pensar en lo que Lady Magdalena me escribió y en esos objetos de David. Siento que
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