Dolores Se mantenía fijada en aquel hombre, de cabello negro coronado. Mientras sentía un nudo formársele en el pecho. ¿Era una posesión aquello? Respiro hondo y se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración. ¿seria obra del maligno? ¿Sería buena, o mala, aquella conexión con aquel desconocido? Una extraña conciencia la sensibilizo la piel y un fino velo de sudor le mojo la parte de arriba del labio superior a pesar de la humedad y el frío de la estancia.
Se llevó una mano a los labios mientras los ojos del desconocido la miraban severos. No podía imaginarse aquellos labios curvándose en una cálida sonrisa. No había cordialidad en ellos; solo un duro y frio cinismo.
_ ¿Quién es? _ Pregunto en voz baja._ parece un hombre capaz de alterar el sueño.
La imagen seguía mirándola fijamente, reteniéndola presa de su mirada, como si fuera capaz de meterse en su cabeza y leer los secretos más profundos de su corazón, de modo que enrojeció. Y quizás aquellos labios se curvaron apenas perceptiblemente en una sonrisa. o quizás fuera solo un movimiento del agua. Dolores se humedeció los suyos.
Ivon se apartó de la mesa y basto con que pasara su mano para que aquello volviera a hacer un plato con agua y hiervas.
_ No sé deciros. Esta noche todo sale gris e indefinido. pero veo dos hombres en una sombra, ambos en el contorno de vuestra vida.
_ ¿Qué?, pero yo solo he visto uno.
_ Son dos mi lady, un enemigo, un amigo. Y hay aliados. Ambos son de cabellos negros oscuro. Unos dignos de confianza, pero el otro resultará ser un amante, un enemigo temible.
_ Qué destino más despiadado me envía un amante. Muy bien y ¿cómo sabré cuál es cuál? ¿Como podre distinguirlos?
_ Utilizad vuestra cabeza y vuestro corazón, mi lay. ¿De qué otro modo podríais conseguirlos?
_ Lo aré si logro conseguir escapar de este lugar, que me ha enviado mi tío.
Una profunda desesperación había impregnado su voz, y Dolores bajo la cabeza como lo haría cualquier monja, pero no para orar. parecía inmensamente cansada. Cuando volvió a levantar sus ojos oscuro se veían opacos y sin brillo. Su criada rozó sus manos con la su ya en un gesto de compasión, al que Dolores respondió respirando y cuadrándose.
_ Ivon, ¿has traído lo que pedí?
_ Si mi lady, no me ha sido difícil. Las monjas me vigilan a mí mucho menos que vos.
Abrió los otros paquetes sobre la mesa. y dijo
_ Esto es lo que querias:celidonia?.
Dolores asistió con la cabeza.
_ Excelente. Para escapar al encierro no deseado o a cualquier tipo de reclusión. Que Dios me ayude, pero lo necesito. ¿Qué es todos los demás? _ pregunto Dolores.
Ivon abrió los otros paquetes y sobre la mesa quedo una mezcla de feas raíces y hojas secas. y dijo
_ Verbena, para ayudarnos a escapar de los enemigos. Y asperilla, para asegurar la victoria.
Dolores tomo con dos dedos una ramita leñosa. Y dijo
_ Consuelda, para seguridad y la protección en un viaje largo y peligroso. Puedo necesitarla si tu visión es cierta Ivon.
Por primera vez, sus labios esbozaron una mínima sonrisa y mirada que tenía clavada en su sirvienta se caldeó.
_ No hacemos ningún daño dándole un empujón al destino mi lady!.
Ivon lo guardo todo en una bolsita de cuero cerrado por un cordoncillo y se la ofreció a su señora.
_ Llevad la consigo mi lady. Tiene que estar pegada siempre a su piel, aseguraos de que no la vean otros ojos que los vuestro.
Dolores lo coloco, bajo su sus ropas apera de color negro, que destruía su propia belleza. Era como un castigo para una mujer.
_ La llevaré y le pediré a Dios y su misericordiosa madre que funcione para no volverme loca en este lugar!.
_ Supongo que no hacemos ningún mal en convocar a cuantos poderes en vuestra ayuda, Milady.
Ivon, apago rápidamente las velas con un gesto rápido y se levantó. El gato se levantó también y se estiró perezosamente, dispuesto a marcharse.
_ ¡Volvamos antes de que algunas de las hermanas, se den cuentas de vuestra ausencia y flexione el brazo derecho de la sagrada obediencia!.
_ ¡Amen!.
Replico Dolores con todo su corazón, que ya había probado el sabor del látigo. En su corazón y en su pensamiento, Dolores de Romsome, y no la hermana Dolores, algo que nunca sería hervía de ira y rebeldía, Temblaba de amarga frustración. Su vida en el monasterio de santa marta era insoportable, empezando por la horrible comida, pasando por el frío helador y las noches sin fin, hasta el agua de hielo en la que era su obligación fregar las tazas y cuencos que usaban las hermanas de mayor edad.
Al levantar lo que quedaba de las velas, las mangas le resbalaron hacia atrás, dejando al descubierto unos huesos en brazos y muñecas demasiados frágiles, demasiados delicados, como si fuera a romperse en la primera provocación.
Nunca había sido una niña robusta, pero ahora la palidez de la piel de su rostro resultaba casi transparente, y las huellas violáceas que subrayaban los ojos demasiado profunda. Tenía los dedos enrojecidos y áspero por el trabajo duro y los sabañones. Sabía que debía comer, pero le resultaba imposible hacer pasar por la garganta, algo que no fuera un mendrugo de pan duro ayudando por una cucharada del grasiento hervido que servían.
Era una batalla constante entre su cabeza y su vientre, pero la grasa del hervido se le quedaba en la boca y el sabor acre de las verduras le revolvía el estómago.
¿Iba a pasarse el resto de sus días en aquel destierro? ¿Se haría vieja y moriría allí?
No ¡No! No podía creer que la vida fuera tan injusta, y que solo fuera a ser para ella solo aquel suplico de pobreza y obediencia, privaciones y sufrimientos hasta el día de su muerte.
Tan solo tenía dieciocho años y Dios sabía bien que no estaba llamada para ser monja. Él vería y comprendía sus sufrimientos y no podía querer encadenarla a semejante destino, a pesar de la determinación de su poderoso tío, sir latís de Romsome, de mantenerla encerrada allí hasta que se doblegase y le jurara obediencia.
Y no, nunca podría contraer matrimonio con Tomber vackler con el un fin de conseguir otra alianza para su familia en la marca. ¡Jamás!, se estremeció al recordar a sir Tomber, un caballero alto y flaco, ya casi sin pelo y lo bastante mayor para ser su padre, un escuerzo de hombre que se inclinó sobre su mano con lujuria escapándosele por los ojos y transmitiéndole por sus manos de dedos resecos y ásperos.
Al acceder a casarse con ella, sus ojos le habían mirado con la frialdad de un reptil, recordar el contacto con él, la hizo estremecerse. Fuera lo que fuese que la vida le deparaba, al menos había escapado a ese horror.
Dolores Donde una vez más hundiría las manos en aquella agua helada. A su mente volvió el rostro que había conjurado, la mirada intensa del hombre de cabello oscuro que le había hecho temblar. No habían sido las gélidas corrientes del lugar que había movido sus hábitos, sino que en su seno algo había florecido.
El salón de baile, es el lugar más frecuentado por las madre para conseguir un marido rico, y prominente. Si puedes conseguir un duque o un magistrado que tenga los ojos puesto en una de tus doncellas, es considerado una bendición. Mientras que esa alianza sea beneficioso para subir en la escala social. En el salón de baile aún se mencionaba el escándalo de la familia, Romsome. La sobrina de sir latís de Romsome, Dolores de Romsome, no acepto a Tomber vackler en matrimonio. Era muy común escuchar chisme cuando se trataba de una familia aristócrata. Para Isaac perrils, duque de Llalewans, cada salón de baile que pisaba por primera vez era como una jungla llena de trampas para hombres incautos en vez de tigres. Todas las madres e hijas de Irlanda parecían haberse congregado en Glorios ansiosas por captar su atención, aunque solo fuese un momento. Como si a él le bastara una sola mirada para elegir a su futura novia en un salón atestado. Cuando comprabas un caballo le examinaba a fond
_ Si me lo permite, Excelencia, me gustaría presentarle a mi esposa. Estará encantada de conocerlo y de saber todo referente a Aita!. _ ¿Y no puede preguntárselo ella misma a Aita? _ Por desgracia no! _ Heliodor sonrió con benevolencia _. Por mi culpa. El conde de pertong no me considera lo suficientemente bueno para su familia. Lady Xenema no comparte su opinión, y por eso motivo ha perdido todo contacto con su Hermana!. _ Pertong es un imbécil _ añadió Falister tranquilamente _. No encontrarás una mejor compañía en este salón que Heliodor Bordo ... ni una mente tan aguda!. Isaac había oído opiniones similares sobre Heliodor, a quien se considera un viejo zorro en los círculos políticos por sus exquisitos modales y su extraordinaria habilidad para estar siempre en el lugar adecuado en el momento apropiado. _ ¿La presencia de su esposa en esta fiesta es la razón de no haya asistido la hermana menor? _ Quiso saber Isaac, ligeramente irritado. En las pocas ocasiones que había habla
Falister apena pudo contener una risita. Había vuelto a meter la pata. _ No he querido decir, vaya ... _ aparto la mirada de la señora Heliodor, sin saber muy bien como salir del atollado _. Mi único propósito es conocerla ... hablar con ella… para que podamos familiarizarnos antes de tomar una decisión... Pero puedo asegurarle que, una vez que cierre el trato, le brindo a todo aquello a que este a mi cuidado el respeto y el afecto que merece. Heliodor adopto una expresión dubitativa, como si se preguntara cuanto respeto merecía cuñada. Por su parte, la señora Heliodor siguió mirando fijamente a Isaac, intentando evaluar al hombre que comparaba el matrimonio con la compra de un caballo y que admitía sin pudor su interés en montar a su querida hermana. _ Supongo que es una buena respuesta ... conociendo a mi padre, no podía esperar que eligiera a un marido para Aita basándose en algún lazo de afecto. Debo confiar, pues, en que mi marido y lord Faliste no nos habrían presentado si no
_ De todos modos, tampoco la quiero! _ le dijo al sabueso que estaba sentado junto a él antes de levantarse _. Sea cual sea la razón por la que Dolores de Romsome haya oído la llamada del Monasterio de santa marta, solo puedo decir ¡gracias a Dios! En una habitación circular de la torre que cerraba la gran fortaleza que los Romsome tena en Talgrend, más hacia el norte, un hombre coloco la túnica negra de los magos encima de su ropa. Risto Rubrend, sacerdote degenerado y renegado, nigromante, leerdor de horóscopos y consejero personal en todos los asuntos no ortodoxos de sir Latís, encendió una única vela. El maestro Risto Rubrend era un hombre ambicioso, sin fin y fina perversión, y según el todo estaba a punto de florecer y dar una fructificación especial. ¡poder que más se podía desear! ¿Qué más se podía desear? El poder para manipular, para doblegar a un hombre a su voluntad como las piezas de un tablero de ajedrez. El poder para destruir, si era necesario. Se acomodó tras la mes
De ese modo habría que dado satisfecho, mientras que la pobre Xemena habría tenido que renunciar a la incomparable felicidad que según los rumores estaba disfrutando con su marido. Pertong se animó al centrar su atención en Aita y olvidarse de Xemena. _ Vamos a demostrarle que se ha equivocado. Dentro de un par de meses te estaré casando en St. George y todo el mundo suplicará una invitación. Tu podrás invitar a quien te plazca y mandar al diablo al resto. A Aita le hubiera resultado una perspectiva muy tentadora tiempo atrás, pero ya había perdido todo interés por la moda y los cotilleos. En aquellos momentos solo había una persona que pudiera interesarle en aquella boda imaginaria, pero casi no se atrevía a preguntar. _ La verdad es que me interesa más el novio que la lista de invitados¿A quién has elegido? _ A Llelewas. El título de conde lo ha convertido en el soltero más codiciado de la noche a la mañana. Imagínate la sensación que provocara vuestro enlace. Aita se devanó lo
_ Eso significa que estará rodeado de chicas _ comento Aita _. ¿Por qué iba a elegirme a mí entre tantas chicas en el salón de baile? ¿Y por qué iba a querer casarse? Estoy segura de que tienes otras ideas en la cabeza, como entrar en el parlamento o algo así. No creo que yo vaya a causarle mucha impresión muy erguida y educada que me muestre. _ Tonterías. Pertong me ha asegurado que se siente intimidado por su título y que le encanta recibir atención. ¿Como no? Nunca se hubiera imaginado que sería algo más que un simple granjero, un chico que solo sabia criar animales, domésticos. Y de repente pierde a su padre, a su primo, a su tío y de la noche a la mañana se convierte en duque. Qué trágico … — lo dijo con una sonrisa encantada con la posibilidad de cazar a un noble tan poderoso y a la vez tan ingenuo. _ Sí, es muy trágico _ corroboro Aita _. Su primo solo tenía tres años. Supongo que tendré que esperar un poco para conocerlo… No creo que quiera casarse aun, cuando acaba de perd
_ Lo entiendo!._ dijo él. _ Sin duda se debe a la buena suerte de su hermana… La conocí en la fiesta de Falister!. Aita tuvo que hacer un enorme esfuerzo para permanecer impasible. Había visto Xixi. Se sacudió mentalmente. No podía seguir poniéndole aquel apodo a su hermana. Tenía que llamarla Xemena, igual que hacia todas las amistades de Xemena. Xixi tenía muchos nuevos amigos y ya no necesitaba las burlas de su hermana pequeña. Había pasado meses desde la última vez que estuvieron juntas en la misma sala. Pero en aquella ocasión no se dirigieron las palabras y cada una permaneció en un extremo del salón de baile como si estuvieran en las orillas opuestas de un océano. Druster había obligado a Aita a romper todo contacto con su hermana, al igual que con Dolores, su mejor amiga. Si Druster se enteraba de que el duque había conocido a Xemena, cortaría todo trato con aquel hombre sin importar su título. _ Oh…! _ fue la única respuesta de Aita para el duque. Querría llevárselo ap
_ ¿Disculpas sin saber por qué? _ Desde luego. ¿Así se gana el corazón de una dama? _ ¿Cambiaria su actitud hacia mí si empezara disculpándome? _ No!. Él se quedó pensativo unos instantes. _ En ese caso, no tiene sentido que me moleste en hacerlo _ Permaneció en silencio ante ella, como si estuviera planeando su próximo paso. ¿Por qué no se alejaba y se olvidaba de ella? Había sido ella la que lo había ofendido, no al revés. Pero él, aun teniendo todo el poder en sus manos, no tenía ni idea de cómo utilizarlo. Su rango le permitía sentirse agraviado por los detalles más insignificantes, y cualquier otro en su lugar se habría quejado ya al padre por la insolencia de una mocosa rebelde y deslenguada. Sería una victoria pírrica y tendría que soportar una dura reprimida en casa, seguida de largos y tensos silencios. Pero de esa manera estaría más cerca de conseguir su objetivo. Sin embargo, él parecía reacio a dejarla en paz. _ Vamos a ver… No le gusta montar a caballo, no le gus