Capitulo 124

Días después, Sir John fue llevado ante la justicia, junto con sus cómplices. Dolores, aunque aliviada de que todo hubiera terminado, sabía que la herida de perder a David nunca sanaría por completo. Pero al menos ahora, su hermano podría descansar en paz, sabiendo que su muerte no había sido en vano.

El sol brillaba con fuerza sobre los jardines de Ghrand, llenando el aire con el aroma de las flores recién florecidas. Dolores, sentada en una banca de piedra bajo un gran roble, acariciaba suavemente su vientre con una sonrisa que no podía borrar de su rostro. La noticia de su embarazo había llegado como un rayo de luz después de meses de oscuridad e incertidumbre. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que la vida le estaba dando una segunda oportunidad para ser feliz.

A su lado, Ivonne, su dama de compañía, sostenía una bandeja con té y pastelillos. La joven no podía ocultar su emoción, y sus ojos brillaban con lágrimas de alegría.

“Mi señora,” dijo Ivonne, inclinándose ligeramente,
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