Chris Blackthorne era el heredero del clan denominado "la serpiente negra". Una de las mafias mas poderosas de california. Tras la muerte de su padre quien temiendo que su hijo se quedase sin descendientes; estableció una clausula en la que era requisito indispensable para heredar que el hombre contrajese matrimonio de inmediato y conviviese durante un año con su nueva esposa. Emma del Monte era la hija de adicto a las apuesta quien viéndose endeudado hasta el cuello; no dudo en ofrecer a su hija a una conocida madame. Sin saber que el destino le tenia preparado algo diferente; Chris se presenta como su salvador ofreciéndole un matrimonio por contrato. Ahora Emma tendrá que tomar una decisión; convertirse en una prostituta o casarse con un desconocido.
Leer másBlackthorne estaba sorprendido por el descubrimiento, Emma había huido estando embarazada, eso sonaba como algo que ella haría con habitualidad, ahora mientras tomaba un café, veía como sus hijos menores bromeaban en la piscina, porque para él Mike siempre sería su hijo, pese a no llevar su sangre.No le tomó demasiado tiempo decidirse, necesitaba enfrentar su realidad, buscaría a Emma, hablarían de todo lo que llevaban años ocultándose y quizás así pudieran corregir algo del daño causado tiempo atrás.—Necesito que se porten bien—Blackthorne suspiró cansado y Helena lo miró confundida.—No te preocupes, eso lo dijo por mí—Mike le dedicó una sonrisa amable a la chica antes de lanzarse a la piscina.—¿Todo está bien?—ella se acercó a padre, no notaba triste.—Iré a buscar a tu madre, debemos arreglar esto de una vez por todas, no entiendo que sucedió, pero le daré el beneficio de la duda, para explicarme todo—con cariño le acarició la mejilla a Helena—. Eres tan bonita como tu madre—di
Mike recordaba algo vagamente de la esposa de su padre adoptivo, no sabia bien que era, pero estaba seguro que eso conectaba a su madre con aquella mujer misteriosa quien un día decidio desaparecer para siempre dejando todo atrás. Sin mucho tiempo que perder subio hasta su recamara en busca de algo que pudiera darle luz a su recuerdos, lo hallo despues de revisar las cosas de su madre, dentro de un pequeño joyero habia una tarjeta de un investigador privado, con una direccion escrita a mano.Mi dulce Emma, decia al pie de la tarjeta.Madre solo le decia dulce a la gente que odiaba, eso lo supo al leer sus múltiples cartas, eran lo único que le quedaba para recordarla, a esa mujer que nunca pudo conocer, sin embargo era quién le había dado la vida. —Querida Emma, creo que tendré que hacerte una visita y conocer tus razones para abandonar a mi padre—el joven guardó la tarjeta en el bolsillo de su pantalón.—Mike, espero que te comportes tendré que salir a resolver unos asuntos del nego
A pesar de los años Emma todavía sufría de pesadillas, producto de la pérdida de su primer hijo, una lágrima pequeña resbaló por su mejilla, había luchado demasiado por sacar adelante a Helena, ella se había convertido en su vida entera, su pequeña era su mayor orgullo.Stephanie era una parte dolorosa de su vida, la causante de sus desdicha y soledad, por ella se encontraba sola, trabajando como enfermera de tiempo completo en un hospital, donde pasaba las noches varios días a la semana, una parte de ella se sentía culpable por dejar sola a Helena tanto tiempo, pero era la única manera de llevar una vida digna.—Hola, mamá—la voz tranquilizadora de Helena la sacó de sus pensamientos perturbadores.—¿Cómo te fue en tu primer día de clases?—Emma fingió una sonrisa, sosteniendo un tazón de ensalada entre sus manos.—Normal, creo—la joven suspiró dejándose caer en el sofá.—Recuerda lo que te he dicho—le dijo Emma dulcemente.—Lo sé, quieres que socialice un poco, estás preocupada por lo
Quince años después…El verano terminó e inevitablemente la hora de que la hija de Emma volviera al instituto también, los mejores años de su vida los pasaría allí, entre clases aburridas y compañeros con los que no encajaba del todo. Era su último año antes de mudarse, pero en lugar de estar nostálgica se sentía calmada, para ella todo sería igual que siempre, aburrido y monótono.— ¡Lena, ya es tarde! —gritó Emma, su madre desde la escalera.—Ya bajo—respondió—se dio un último vistazo en el espejo ovalado, su cabello castaño claro caía en una cascada de ondas, hasta su cintura, combinaba perfecto con esos ojos color verde, herencia de su madre.— ¡Vas a llegar tarde, niña!—Ya voy— se acomodó el listón azul en su cabello, tomó el bolso y bajo por las escaleras rápidamente.—Te has tardado demasiado—Emma la miró cansada.—Lo sé –Helena se despide de ella con un beso y sale de la casa. El instituto estaba bastante lejos algo, le tomaba como unos cuarenta minutos caminando, sin dud
Meses después...Emma cada día se sentía mejor, desde que se enteró de la llegada de su bebé sus ánimos cambiaron por completo, sin embargo esta vez no se dejó doblegar ni por su suegra y menos por su tía, renunció a la fortuna de Stephan, la que le correspondía por ser su viuda, sin embargo la madre de este consideró apropiado adquirir un apartamento para ella y su futura nieta, sí Emma tendría una niña y tuvo que mentir respecto al nombre de su padre para salvarse.—Te prometo que estaremos bien, ya son casi cinco meses desde que empezaste a formarte dentro de mí y me has dado la alegría que tanto necesitaba en mi vida, cubriste mis días grises con una hermosa lluvia de colores. Eres lo único valioso en mi vida —Emma suspiró acariciando su vientre abultado con ambas manos, estaba tan grande que pareciera su último mes de gestación. En su mente sabía con certeza cuál sería el nombre de su pequeña, iba a ser Helena, Helena Blackthorne, era una lástima que no pudiera llevar el apellido
Blackthorne tenía demasiadas cosas en su cabeza que le atormentaban constantemente, quería ir a beber, borrar el dolor embriagándose, pero no podía ser tan inmaduro, necesitaba ir con su hijo, asegurarse de que estuviera bien él era su prioridad, lo único que le quedaría cuando Emma se convirtiera en un triste recuerdo.Por años evitó el tema de Stephanie, sin embargo no podía seguirlo posponiendo, debía definir de una vez que haría con ella, si la perdonaba o le hacía pagar todo el daño.—¿ Dónde está mi hijo?—fue lo primero que Blackthorne dijo al ingresar a su mansión.—Aquí esta, señor—la niñera entró a la sala, sosteniendo al niño en brazos.—Gracias al cielo que estás bien, hijo—le besó la cabeza con alivio, su hijo estaba sano y salvo.—¿Dónde está ella?—se atrevió a preguntar.—Ella esta en su habitación, la que usted dispuso para ella años atrás—el ama de llaves fue quien respondió. Blackthorne asintió, recordando lo intenso que fue su amor por Stephanie en el pasado, quizás p
Blackthorne sabía que había actuado mal con Emma, pero se dejó manejar por la ira que sentía, ¿acaso ella no podía notar cuanto la amaba? Estaba sacrificando todo por ella una y otra vez, a cambio solo tenía a una mujer indecisa que huía cada vez que se sentía nerviosa, todo sería fácil sino fuera una mocosa inmadura en busca de alguien en quien pudiera descargar sus frustraciones.—Señor creo que fue duro con ella—se atrevió a decir uno de sus subordinados, encendiendo el auto para iniciar su marcha.—Lo sé, pero ella necesita crecer o se quedará sola y amargada para siempre—diciendo esto Blackthorne encendió un cigarrillo y le dio una calada.—¿Quiere que dejemos a alguien para cuidarla?—No será necesario, su esposo está muerto y no tiene ningún lugar a donde ir, lo mejor será que la dejemos sola para que se calme, además no debemos armar escándalo hasta encontrar a mi hijo y irnos con con el sano y salvo.—Como usted diga, jefe—dijo sin replicar, los demás hombres les serían en ca
Emma temblaba de miedo, el dolor que albergaba su corazón le impedía respirar con normalidad, ella sollozaba, sentada en el borde de la cama matrimonial, mientras Stephan preparaba dos copas de champán, el frío helado se apoderaba de su piel, se sentía como aquella noche que estuvo a punto de ser subastada, esa noche maravillosa que conoció a Blackthorne, él era lo único bueno de esa noche, el resto era caos y decepción.Sin embargo en esta ocasión no existiría un Blackthorne que la salvara, no, él no llegaría ella estaba condenada a ser la mujer de Stephan aquella noche, las lágrimas brotaron y el sonrió. —Oh, cariño no llores—le besó la frente con sumo cuidado—, lo mejor esta por venir—susurró contra sus labios y le entregó la copa de licor, ella temblaba cuando la recibió.—Por favor, no tiene que ser así—ella lloriqueando rogaba su piedad. Sin embargo no la recibiría.—Mi dulce Chloé—besó sus labios a la fuerza y Emma lloró con vehemencia—, no sabes cuanto me excitan las lágrimas
Una madre siempre está dispuesta a sacrificarse por su hijo, y Emma no era la excepción, con lágrimas en los ojos abandonó la casa de Blackthorne, el único lugar que le brindaba paz y seguridad, donde sabía que su protección estaba asegurada, sin embargo su hijo no estaba seguro. Por alguna razón esta vez se sentía diferente al marcharse, sin culpa, corrió tan rápido como pudo hasta abordar un taxi que pasaba por allí. Con premura le dijo la dirección a donde debía llevarla, le estaba costando controlarse para no llorar, no podía darse ese lujo su hijo la necesitaba fuerte y por él hallaría esa fortaleza que necesitaba.—¿Se siente bien señorita?—se atrevió a preguntar el taxista al notar por el espejo que las manos de la chica temblaban y su rostro tenía signos evidentes de haber llorado.—Estoy bien—mintió—, mi hijo no sé siente bien y necesito verlo—añadió con dulzura, tratando de controlar sus lágrimas, su corazón se estribaba al pensar en él, Christiansborg estaba a merced de St