Eso le relajó un poco; por lo menos ella no había escapado, como lo hizo Stephanie en su momento, su nueva esposa no tenía un lugar a donde ir, aunque quisiera escapar, no podría hacerlo; quizás eso le retenía a su lado, porque era evidente que no era por amor. Ambos firmaron un contrato; el cual no incluía sentimientos y estaba bien por él, así, los sentimientos siempre lo echaban todo a perder. Él no la amaba, ella a él tampoco; siempre sería así.
Blackthorne se encaminó rumbo a la clínica; en su automóvil, color negro, con vidrios polarizados; para buscar a su recién estrenada esposa, era su deber estar junto a ella, como un devoto y fiel esposo. Debía actuar bien su papel de hombre enamorado; aunque a veces disfrutaba de su cercanía. Ella aún era muy joven, pero tenía un encanto natural, casi hipnótico.
***
Emma se sintió aliviada luego de ver a su abuela; la mujer estaba un poco delicada, pero se estaba recuperando rápidamente; gracias a los cuidados proporcionados por el equipo médico que su ahora esposo había contratado, sin poner reparo en el costo que esto generaría; a pesar de haber estado enojada por la forma en que le obligo a casarse con él; tenía que reconocerlo, su esposo la había salvado más de una vez; primero de aquel burdel, donde pensaban subastar su virginidad al mejor postor; quien la usaría y luego la dejaría dañada, maltrecha e increíblemente triste; pero Blackthorne cambio su destino y ahora también lo hacía con el de su abuela, estaba cuidando de su salud, eso provoco que se sintiera agradecida con él, su apuesto esposo ahora tenía un pequeño lugar en su corazón.
Habiendo visto a su abuela, consideró que era momento de regresar a su nueva casa, debía agradecer a su marido, por todo lo que había hecho por ella; no sabía como, pero lo haría pronto. Estaba en la puerta de salida; preparándose para buscar al hombre que la había llevado hasta allá; así podrían regresar de nuevo a casa, junto a Blackthorne. Sin previo aviso, cinco hombres vestidos de negro y con serpientes tatuadas en el rostro la interceptaron, cerrando su camino; ella intentó retroceder para pedir ayuda, pero uno de los hombres le tapo la boca con su maño y lanzo un costal sobre su cabeza, para luego arrojarla dentro del portaequipajes de una camioneta color gris plomo, donde todos los hombres tatuados abordaron. Emma temía por su vida; últimamente todo se había vuelto un caos, del que no podía salir tan fácilmente; ¿acaso ese sería su fin?
Blackthorne llegó a la clínica; una parte de él estaba ansiosa por encontrarse con Emma, aunque no supiera por qué; había algo en su joven esposa, que le hacía desear su cercanía, pero se negaba a admitirlo, eso sería tener que reconocer que empezaba a sentir algo por ella. Fue a la recepción; donde una amable y sensual mujer lo dirigió hasta la oficina del doctor, quien atendía a la abuela de Emma.
—Señor Blackthorne —el médico le saludo.—Es un placer tener a un hombre tan influyente como usted, en nuestras instalaciones. ¿Acaso le puedo ayudar en algo?
—¿Quisiera saber si ha visto a mi esposa?—le cortó de inmediato; odiaba a los aduladores, ese hombre era uno de ellos.
—¡Oh!—el hombre parecía decepcionado—. Su esposa nos acompañó esta tarde—el hombre sonrió—; es una joven muy educada—le adulo.
—¿Aún está aquí?—Blackthorne no quería más rodeos; necesitaba saber de Blackthorne.
—Lamento infórmale que ya se fue—el hombre pareció apenado; después de comprobar el estado de su abuela e ir a verla, desde la zona que le fue permitido, por su estado de salud, aún debe estar en observación.
—Debo irme—le estrecho la mano al médico por mera educación.
Blackthorne frunció el ceño; ya estaba cansado de buscar a su esposa sin éxito; se montó nuevamente en su vehículo, totalmente ofuscado. Emma se estaba convirtiendo en un dolor de cabeza; quería encontrarla ya. Una llamada entró, pulso el altavoz del auto.
—Don—dijo el hombre al otro lado de la línea.
—¿Qué quieres? ¿Pasa algo en el negocio? No tengo cabeza para eso; estaba a punto de cortar cuando el otro agrego una última frase.
—Su esposa fue secuestrada.
—¡¿Cómo?!—Blackthorne pisó el acelerador, diablos Emma no podía estar secuestrada; ella no. Llego en tiempo récord a la villa familiar; donde su grupo de hombres le esperaban. Todos vestían de negro, como verdugos, dispuestos a llevarte al Hades.— ¿Qué rayos paso?—quiso sabe de inmediato.
—La banda que dirige la señora Stephanie, su exnovia, ha retenido a la señora Emma—confirmó, el más joven de sus hombres.—Ha enviado este mensaje—le tendió un teléfono celular y reprodujo un vídeo en él.
Blackthorne pudo verla claramente; Emma estaba en una especie de sótano húmedo, tenía el cabello a ambos lados de su rostro como una cascada oscura; y una venda negra cubría sus ojos, impidiéndole ver, también noto la mordaza en sus labios dulces; ella sollozaba, tenía miedo, sus mejillas estaban húmedas de tanto llorar. Blackthorne sintió una opresión en el pecho, no podía verla así, lastimada, haría cualquier cosa por salvarla; aunque tuviera que matar con sus propias manos a sus captores; nadie dañaba a la esposa del jefe de la serpiente negra y vivía para contarlo, eso era un hecho y esta no sería la excepción.
—Hola cielo—la rubia de vestido rojo sonrió al otro lado de la pantalla; la reconoció de inmediato. Era Stephanie—, estoy conociendo a tu nueva esposa—se mordió los labios antes de continuar—; y debo admitir que es bastante insípida la nena. Le faltan talentos—Stephanie se inclinó, dándole una visión privilegiada de sus senos abundantes, apenas retenidos por el vestido de amplio escote.
—Me siento ofendida por ello—se quejó—; por eso requiero tu presencia—le miraba desafiante.—Reunámonos a solas al amanecer; en el lugar que tú y yo conocemos, ese donde teníamos nuestras escapadas de placer, ¿lo recuerdas, Chris?—sonrió con lascivia, era tan provocadora; justo como él la recordaba.
—Si no vienes; tendré que deshacerme de tu esposita—le amenazo—, solo una palabra de mi boca y mis hombres se encargaran de enviarla derechito con el barquero; para que conozca a Hades de una buena vez—ahora lucia su verdadera cara, era una sádica y desalmada.—¡No faltes cariño! Te espero con ansias; no sabes cuantas cosas he aprendido y estoy ansiosa por mostrártelas.
Blackthorne estaba fúrico; Stephanie había cruzado el límite de lo correcto y tendría que ponerle un alto de una vez por todas; Emma era suya y no se tocaba, se lo haría entender a todos, a fuego y sangre. Arrojo el teléfono en su mano; mismo que impacto contra la pared, volviéndose añicos; Chris decidió ir al cuartel general de la serpiente negra, donde se encargaría de planear el rescate de su esposa, y si se habían atrevido a tocarle un solo pelo, lo pagarían con sangre. Nadie dañaría a su mujer, esa frágil chica era de su propiedad y eso la volvía intocable.Todos sus hombres habían acudido a su encuentro, portaban atuendos negros, de un material flexible que le proporcionaba movilidad; en sus brazos llevaban tatuados un barco, en él iba un ángel arrastrando a un prisionero; y al otro lado del río de las almas estaba Hades, con su amada Perséfone, esperando a su nuevo huésped. La serpiente negra era el negocio familiar; fueron creados por su tatarabuelo, ese hombre que también se
—Su esposo nos dio órdenes de cuidarla—anunció la mujer mayor; que encabezaba a las otras. Emma asintió y accedió a comer.Las mujeres más jóvenes le ayudaron a bañarse y vestirse con un camisón de seda color vainilla; asegurando que acentuaba sus rasgos. Su esposo no tardó en llegar; las mujeres salieron para darles privacidad. Blackthorne entró al baño y Emma aprovecho para meterse a la cama y cubrirse con las sabanas; dejando solo su rostro al descubierto. Se sentía desnuda con esa prenda de vestir tan ligera.Blackthorne salió con una toalla azul atada a su cintura; dejando ver unos abdominales tan bien trabajados, Emma nunca había visto un hombre tan atractivo en su vida; ahora lo tenía a él, tan cerca, semidesnudo. Su esposo era atractivo a más no poder, eso era innegable, pero él no la quería y eso la entristecía, ella nunca sería su amada, solo era una esposa de mentiras, cuando el contrato terminara la haría a un lado y seguiría con su vida. Se acercó hasta la cama; provocand
Ella introdujo un dedo dentro de la fuente; haciendo siluetas abstractas sobre el agua. Se detuvo y le sonrió, su cara era perfecta, su melena caía a ambos lados de su rostro; como si de una cascada se tratara, era tan hermosa; Chris no tenía duda de ello, quizás en otras circunstancias hubieran tenido un romance apasionado, pero su relación se dio bajo condiciones poco comunes.—He decidido—Blackthorne la miró a los ojos y ella le dedicó toda su atención; —que ya es tiempo de que veas a tu abuela—el hombre sonrió. Emma estaba dichosa; por lo que tomo a Blackthorne por la solapa de su chaqueta y le dio un par de besos en ambas mejillas, dejándolo gratamente sorprendido. —¿Estás feliz?—se atrevió a preguntar ante su arrebato.—Sí; en verdad estoy muy agradecida—esta vez le abrazó y Chris le acaricio los cabellos con ternura. Era tan fácil de complacer—, gracias—le miró a los ojos, con un brillo especial que él no supo reconocer, se quedaron así un par de minutos más y luego volvieron a
—¡Eres una chiquilla insolente y descarada!—bramó Blackthorne enfrentándola, sus ojos llenos de furia.—¡Yo no tuve la culpa!—Emma se defendió entre sollozos; ¿acaso él no la comprendía? Acababa de sufrir un evento traumático y él no hacía otra cosa más que gritarle.—¡Me dijiste que ibas a ver a tu abuela!—bramó su esposo molesto—, pero en vez de ello, te fuiste a un club nocturno. ¡Eres una mentirosa!—Blackthorne quiso pegarle, pero se detuvo en el último momento y se giró, pateando la silla delante de él.—Te metiste en problemas otra vez—resopló cansado—; y yo tuve que salir en tu rescate, como siempre. Me has dejado en ridículo ante todos.—Ya me estoy cansando de ti, ¿cuándo aprenderás a comportarte?—le dirigió una mirada severa; ella solo podía llorar sentada el sofá de semi cuero; que Chris utilizaba para descansar.—Estás castigada, ¿me oíste?—le dedicó una mirada severa, ella intentó hablar.—Yo no quería—Emma comenzó, pero él le interrumpió poniendo un dedo sobre sus labios.—
Obtener la oportunidad de congraciarse con su esposo y sacar provecho de ello se le vino a la mente de inmediato; Emma era una chica inteligente y audaz, por lo que no le costó mucho maquinar una idea beneficiosa para ella. Miró a Blackthorne y sonrió; sabiendo que él la necesitaba, eso la ayudaría a llevar su plan a cabo; se sentó en la mesa, dispuesta a exponer sus condiciones.—Prometo que no volveré a causar problemas—aseguró Emma confiada y él le miró suspicaz—. No me castigues, por favor—rogó; su mirada verde se clavó en él; —me gustaría trabajar y ganar mi propio dinero—sus palabras fueron escogidas cuidadosamente; —si no estás de acuerdo con mi petición, lamento informarte que no iré contigo a la fiesta—le amenazó cruzándose de brazos.Blackthorne cada día se sorprendía más con su nueva esposa; ella era una cajita de sorpresas, ahora se creía con la capacidad para negociar con él, era solo una cría; que aún no conocía los alcances de su marido, lo que ser el jefe de la serpien
Después de asegurarse de que Blackthorne estaba bien y ya no tenía más calentura; Emma decidió iniciar su nueva rutina laboral. Asistió a la dirección que le fue enviada; donde tendría un ensayo de pasarela, la mujer con la que había hablado el día anterior le propuso modelar en un evento muy importante, ella solo aceptó porque necesitaba el dinero; una vez que se encontró en el lugar asignado trato de hallar a su contacto; chicas iban y venían en el lugar vistiendo diminutos bikinis y tacones muy altos.Emma se sintió cohibida ante tantas mujeres tan hermosas; todas eran diferentes, pero sabían sacarle provecho a sus cualidades. Una mujer hermosa de cabellos dorados se ubicó junto a ella; vestía totalmente de negro y tenía un cigarrillo electrónico entre sus labios, le pareció decidida y voraz.—No tengas miedo—la mujer a su lado le sonrió—; solo sé hermosa y sonríe—le sugirió.—Gracias—le susurró tímida.—Mi nombre es Stephanie—le tendió la mano, con una sonrisa. La vida era una caj
Emma lloró echa un ovillo sobre las sabanas de seda color blanco; olían a Chris, eso la hizo llorar más; sentirse humillada era algo que se estaba volviendo común en esa casa; nadie la quería ni su padre ni su esposo, solo tenía a su abuela, pero ella aún estaba delicada; deseaba escapar, pero no podía estaba atada a ese matrimonio falso y debía aguantar; aunque le doliera tenía que hacerlo por su abuela, ya no podía más, estaba rota en mil y un formas posibles; solo deseaba desaparecer para que el dolor terminara. Intento dormir; pero su cabeza dolía, palpitaba fuertemente y todo le daba vueltas, era tan difícil vivir.Su esposo volvió a la habitación; no supo cuanto tiempo había pasado desde que salió, se había quedado dormida en algún momento, víctima del cansancio. El sopor del sueño aún la mantenía aturdida, sentía sus músculos y articulaciones adoloridos; el aroma del licor inundo sus fosas nasales; parpadeo y vio a Chris con un vaso de licor en la mano.Se sentó en la cama, jun
Blackthorne salió de su casa; necesitaba tomar aire fresco, sentía que se ahogaría si seguía dentro de esos muros; donde le parecía que hasta los muros y arbustos le miraban con reproche, por su acto infame de hace unos momentos; quizás un par tragos refrescarían sus pensamientos, aliviando así su dolor y calmar la culpa interna que le carcomía por dentro.Mientras manejaba su automóvil sin rumbo fijo, su mente inconscientemente le llevó al bar de su familia; el letrero de"Anaconda" brillo ante sus ojos; ese era el lugar que solía visitar ocasionalmente, aunque antes sus visitas eran frecuentes por no decir casi diarias y por horas extensas, pero desde el matrimonio con Emma se habían reducido casi por completo.Se bajó del auto; notando que todos los lugares del estacionamiento cercanos a la puerta principal estaban atestados de motocicletas; al atravesar las puertas del lugar, el aire colmado de humo de tabaco y licor agrio, le golpeó las fosas nasales; trayéndole recuerdos de su ju