Blackthorne tenía demasiadas cosas en su cabeza que le atormentaban constantemente, quería ir a beber, borrar el dolor embriagándose, pero no podía ser tan inmaduro, necesitaba ir con su hijo, asegurarse de que estuviera bien él era su prioridad, lo único que le quedaría cuando Emma se convirtiera en un triste recuerdo.Por años evitó el tema de Stephanie, sin embargo no podía seguirlo posponiendo, debía definir de una vez que haría con ella, si la perdonaba o le hacía pagar todo el daño.—¿ Dónde está mi hijo?—fue lo primero que Blackthorne dijo al ingresar a su mansión.—Aquí esta, señor—la niñera entró a la sala, sosteniendo al niño en brazos.—Gracias al cielo que estás bien, hijo—le besó la cabeza con alivio, su hijo estaba sano y salvo.—¿Dónde está ella?—se atrevió a preguntar.—Ella esta en su habitación, la que usted dispuso para ella años atrás—el ama de llaves fue quien respondió. Blackthorne asintió, recordando lo intenso que fue su amor por Stephanie en el pasado, quizás p
Meses después...Emma cada día se sentía mejor, desde que se enteró de la llegada de su bebé sus ánimos cambiaron por completo, sin embargo esta vez no se dejó doblegar ni por su suegra y menos por su tía, renunció a la fortuna de Stephan, la que le correspondía por ser su viuda, sin embargo la madre de este consideró apropiado adquirir un apartamento para ella y su futura nieta, sí Emma tendría una niña y tuvo que mentir respecto al nombre de su padre para salvarse.—Te prometo que estaremos bien, ya son casi cinco meses desde que empezaste a formarte dentro de mí y me has dado la alegría que tanto necesitaba en mi vida, cubriste mis días grises con una hermosa lluvia de colores. Eres lo único valioso en mi vida —Emma suspiró acariciando su vientre abultado con ambas manos, estaba tan grande que pareciera su último mes de gestación. En su mente sabía con certeza cuál sería el nombre de su pequeña, iba a ser Helena, Helena Blackthorne, era una lástima que no pudiera llevar el apellido
Quince años después…El verano terminó e inevitablemente la hora de que la hija de Emma volviera al instituto también, los mejores años de su vida los pasaría allí, entre clases aburridas y compañeros con los que no encajaba del todo. Era su último año antes de mudarse, pero en lugar de estar nostálgica se sentía calmada, para ella todo sería igual que siempre, aburrido y monótono.— ¡Lena, ya es tarde! —gritó Emma, su madre desde la escalera.—Ya bajo—respondió—se dio un último vistazo en el espejo ovalado, su cabello castaño claro caía en una cascada de ondas, hasta su cintura, combinaba perfecto con esos ojos color verde, herencia de su madre.— ¡Vas a llegar tarde, niña!—Ya voy— se acomodó el listón azul en su cabello, tomó el bolso y bajo por las escaleras rápidamente.—Te has tardado demasiado—Emma la miró cansada.—Lo sé –Helena se despide de ella con un beso y sale de la casa. El instituto estaba bastante lejos algo, le tomaba como unos cuarenta minutos caminando, sin dud
A pesar de los años Emma todavía sufría de pesadillas, producto de la pérdida de su primer hijo, una lágrima pequeña resbaló por su mejilla, había luchado demasiado por sacar adelante a Helena, ella se había convertido en su vida entera, su pequeña era su mayor orgullo.Stephanie era una parte dolorosa de su vida, la causante de sus desdicha y soledad, por ella se encontraba sola, trabajando como enfermera de tiempo completo en un hospital, donde pasaba las noches varios días a la semana, una parte de ella se sentía culpable por dejar sola a Helena tanto tiempo, pero era la única manera de llevar una vida digna.—Hola, mamá—la voz tranquilizadora de Helena la sacó de sus pensamientos perturbadores.—¿Cómo te fue en tu primer día de clases?—Emma fingió una sonrisa, sosteniendo un tazón de ensalada entre sus manos.—Normal, creo—la joven suspiró dejándose caer en el sofá.—Recuerda lo que te he dicho—le dijo Emma dulcemente.—Lo sé, quieres que socialice un poco, estás preocupada por lo
Mike recordaba algo vagamente de la esposa de su padre adoptivo, no sabia bien que era, pero estaba seguro que eso conectaba a su madre con aquella mujer misteriosa quien un día decidio desaparecer para siempre dejando todo atrás. Sin mucho tiempo que perder subio hasta su recamara en busca de algo que pudiera darle luz a su recuerdos, lo hallo despues de revisar las cosas de su madre, dentro de un pequeño joyero habia una tarjeta de un investigador privado, con una direccion escrita a mano.Mi dulce Emma, decia al pie de la tarjeta.Madre solo le decia dulce a la gente que odiaba, eso lo supo al leer sus múltiples cartas, eran lo único que le quedaba para recordarla, a esa mujer que nunca pudo conocer, sin embargo era quién le había dado la vida. —Querida Emma, creo que tendré que hacerte una visita y conocer tus razones para abandonar a mi padre—el joven guardó la tarjeta en el bolsillo de su pantalón.—Mike, espero que te comportes tendré que salir a resolver unos asuntos del nego
Blackthorne estaba sorprendido por el descubrimiento, Emma había huido estando embarazada, eso sonaba como algo que ella haría con habitualidad, ahora mientras tomaba un café, veía como sus hijos menores bromeaban en la piscina, porque para él Mike siempre sería su hijo, pese a no llevar su sangre.No le tomó demasiado tiempo decidirse, necesitaba enfrentar su realidad, buscaría a Emma, hablarían de todo lo que llevaban años ocultándose y quizás así pudieran corregir algo del daño causado tiempo atrás.—Necesito que se porten bien—Blackthorne suspiró cansado y Helena lo miró confundida.—No te preocupes, eso lo dijo por mí—Mike le dedicó una sonrisa amable a la chica antes de lanzarse a la piscina.—¿Todo está bien?—ella se acercó a padre, no notaba triste.—Iré a buscar a tu madre, debemos arreglar esto de una vez por todas, no entiendo que sucedió, pero le daré el beneficio de la duda, para explicarme todo—con cariño le acarició la mejilla a Helena—. Eres tan bonita como tu madre—di
Una bella chica de tez clara y cabellos castaño oscuro hasta la cintura estaba acomodando una pila de libros en los diversos estantes de madera antigua teñidos de barniz; la pequeña librería era el negocio familiar desde que tenia memoria. Aunque las deudas incrementaron dia con dia; aun si para Emma seguia siendo un paraiso de papel y tinta. Su rutinaria labor se vio interrumpida por unos gritos provenientes de su casa; quedando la librería al lado de ésta todo se oía claramente. Se apresuró a salir temiendo lo peor y fue así; sus miedos se vieron reflejados en la realidad ante ella; su padre yacía en el piso semi inconsciente mientras tres hombres le golpeaban entre insultos. Ella intentó intervenir pero fue arrojada al piso como si de un florero viejo se tratara. Se sintio impotente ante ellos. —Recuerdalo viejo tienes veinticuatro horas para pagarnos—el hombre tatuado soltó una bocanada de humo espeso; provocando que Emma tosiera.—O los Serpientes negras vendrán por ti—le amenazó
Los ojos verdes de la muchacha brillaron con comprensión; aquel hombre ante ella estaba ahí para rescatarla como un príncipe en rescate de su amada que vence a todos para llevarla consigo y ser felices. Se estremeció ante su cercanía notando por primera vez su poderosa mirada azulada quedando prendada de él como si cupido la hubiera flechado; era su salvador. Estaba ahí por ella y eso la hizo llorar de emoción. Nunca se sintió tan valiosa él había luchado con otros para defenderla.El hombre se quitó la chaqueta cubriendo así de su desnudes haciéndola sentir segura y confiada; los gritos aún se escuchaban en el salón pero ella solo tenía ojos para él; sin mas que decir la cargó en brazos encaminado a la salida con ella; salvadora de su cruel destino. Conmovida por su bondad pensó que tenía una esperanza para recuperar su vida anterior; él parecía un buen hombre y su gesto bondadoso le permitió confiar. Se aferró a él permitiendo que la llevara lejos de ese lugar sombrío. Dentro de poc