Una bella chica de tez clara y cabellos castaño oscuro hasta la cintura estaba acomodando una pila de libros en los diversos estantes de madera antigua teñidos de barniz; la pequeña librería era el negocio familiar desde que tenia memoria. Aunque las deudas incrementaron dia con dia; aun si para Emma seguia siendo un paraiso de papel y tinta. Su rutinaria labor se vio interrumpida por unos gritos provenientes de su casa; quedando la librería al lado de ésta todo se oía claramente. Se apresuró a salir temiendo lo peor y fue así; sus miedos se vieron reflejados en la realidad ante ella; su padre yacía en el piso semi inconsciente mientras tres hombres le golpeaban entre insultos. Ella intentó intervenir pero fue arrojada al piso como si de un florero viejo se tratara. Se sintio impotente ante ellos.
—Recuerdalo viejo tienes veinticuatro horas para pagarnos—el hombre tatuado soltó una bocanada de humo espeso; provocando que Emma tosiera.—O los Serpientes negras vendrán por ti—le amenazó golpeando la puerta de una patada antes de salir junto a sus compinches.
—¿Estas bien?—Emma se acercó a su padre comprobando sus heridas—. Tenemos que ir al hospital, anunció con voz firme.
—¡No!—su padre chilló.—Sino consigo ese dinero ellos me mataran.
—¿Quiénes son esos hombres?—preguntó.
—Hombres muy malos hija—le acarició el cabello con ternura.—Estás creciendo tan rápido.
—Ya tengo dieciocho papá—sonrió la bella joven. El hombre asintió; una idea se había cruzado por su cabeza mientras la joven lo ayudaba a sentarse en el sofá. La casa había quedado revuelta después de la agresión vivida por las serpientes negras.
—Puedes alcanzarme el teléfono—le pidió pensando en una solución para sus deudas; las resolvería de una vez por todas. Ella volvió con el teléfono inalámbrico en sus manos y una bonita sonrisa. El hombre mantuvo una conversación breve con su amigo en voz baja; evitando ser oído por Emma.—Hija estamos salvados—anunció su padre y ella corrió a abrazarlo—. Mi amigo puede prestarme el dinero; pero debo ir a buscarlo a su trabajo hoy mismo.
—Ya es tarde—Emma vio el reloj de pulsera en su muñeca.
—Lo se hija pero cada minuto cuenta—soltó él con premura. Ella asintió sabía que era verdad que con los mafiosos no se podía jugar; su padre era un apostador ella lo sabía, pero él y su abuela era lo único que tenía en su vida.
El lugar adonde la llevo quedaba en un barrio apartado, era una caseta de anchas puertas de madera color rojo. El bullicio podia oirse desde afuera; su padre tocó a la puerta y un hombre alto vestido de negro le abrio.
—¿Trajó la mercancía?—le preguntó a su padre y este asintió. El hombre le dio una mirada a Emma que la hizo sentirse desnuda; ella se sujetóal brazo de su padre para buscar ayuda. Pensando que la salvaria, se aferró a su brazo, pero este se limitó a sonreir, para luego de un empujón lanzarla a los brazos del hombre de traje negro y mirada sonbria, quien rio al verla estremecerse.
El padre de Emma volvió a su casa luego de comprar una botella de whisky con parte del dinero que le habían dado por vender a su hija al burdel; su madre le esperaba angustiada por la ausencia de la joven, su nieta no era así. Siempre había sido una muchacha honesta y trabajadora; la mujer mayor le contó sus preocupaciones a su hijo, quien dando un largo trago a la botella le confesó que la había vendido a un burdel para pagar susdeudas. La mujer presa de la ira lo insultó; golpeándole con sus puños para liberar la furia hasta que esta la domino; ocasionándole un pre infarto que la enviara directo al hospital.
***
Emma fue introducida por un pasillo angosto; pudo oír gritos y gemidos mientras el hombre la empujaba por la espalda obligándola a caminar. Las lágrimas picaron en sus ojos al notar que había sido vendida por su padre; la dejaron en una especie de oficina con muebles tapizados de rojo y una gran alfombra en el piso. Tomó una bocanada de aire dispuesta a negociar con el hombre calvo y de bigote espeso.
—Yo podría limpiar su negocio—propuso la joven intentando mantener la compostura. El hombre se rió en su cara. Se levantó acortando la distancia entre ellos.
—Eres muy bonita para eso—dijo pellizcando una de sus nalgas.—Podre exprimirte como una naranja—. Esta vez posó las manos en sus seños y ella sintió asco;—eres toda una joya esta misma noche subastare tu virginidad.
El hombre salió dejándola sola y poco después una mujer de cabellera roja y labios de igual color; aunque escasamente vestida llegó para prepararla; le puso un conjunto de lencería blanca con detalles de encaje; maquilló su rostro y labios para hacerla lucir provocativa. Le puso aretes de perlas falsas a juego con una pequeña tiara que colocó en su cabeza. Emma supo que no tenía salvación; antes de que terminara la noche sería subastada por un puñado de dólares y entregada a un hombre para satisfacer sus instintos sexuales. No lloró aunque estaba rota por dentro. Luego de un rato fue llevada hasta el salón; donde la acostaron sobre una cama con sábanas de seda roja, cubierta de pétalos de rosas.
—El vejete vendió a su hija—el hombre tatuado había comentado para sí mismo mientras tomaba un trago.
—¿A que te refieres?—el hombre trajeado junto a él quiso saber.
—Es ella—dijo señalando a Emma—. La recuerdo bien; es una lastima lo que le va a suceder—el hombre encendió un cigarrillo y su compañero se enfocó en ella, su piel blanca esos ojos verdes enmarcados por aquella melena de un tono castaño oscuro.
—Su padre nos debe dinero—se atrevió a decir en voz alta.
—El padre de la chica te debe su alma—escupió una bocanada de humo.
—Creo que me voy a cobrar esa deuda ahora mismo—sonrió echando un último vistazo a la joven temblorosa y su acompañante sonrió al comprenderlo,
—Creo que será una buena adquisición para las serpientes negras.
La hermosa joven comenzó a ser subastada; las paletas eran elevadas por diversos hombres ansiosos por despojarla de sus escasas prendas y saborear su desnudez. Cuando Emma lo creía todo perdido, mientras se sumía en un mar de lágrimas las musica dejó de sonar, entonces lo vio quizás era el hombre más apuesto sobre la tierra; era alto fornido de cabellera oscura y tez clara con una barba bien recortada. Su cabellera negra y lacia era solo un poco más larga de lo habitual; estaba luchando cuerpo a cuerpo con los guardias de su carcelero y cuando todos estos cayeron. Fue por el viejo calvo quien refunfuñaba una serie de improperios.
—¡Ella es mia!—le gruño lanzándole un puñetazo a la cara—. Y no te atrevas a desafiar al jefe de las Serpentes Negras; o esta noche te irás con el barquero.
Lo siguiente que Emma pudo ver era que el hombre apuesto subía los escalones de dos en dos; hasta llegar a ella. Tomó un pañuelo de su bolsillo y le limpió las lágrimas junto con el exceso de maquillaje; quedando preso de su belleza cautivadora. Era hermosa joven y encantadora; seria una esposa perfecta, ella no tenía nada que perder, su padre la había vendido a un burdel; él era un mafioso pero le ofrecía una vida mejor seria su esposa ante todos y aunque era un mero contrato también tiene sus beneficios; tendría un techo comida y cuidados. Cuando el matrimonio acabara se aseguran de darle su libertad junto con una jugosa pensión para que se mantuviera dignamente.
Los ojos verdes de la muchacha brillaron con comprensión; aquel hombre ante ella estaba ahí para rescatarla como un príncipe en rescate de su amada que vence a todos para llevarla consigo y ser felices. Se estremeció ante su cercanía notando por primera vez su poderosa mirada azulada quedando prendada de él como si cupido la hubiera flechado; era su salvador. Estaba ahí por ella y eso la hizo llorar de emoción. Nunca se sintió tan valiosa él había luchado con otros para defenderla.El hombre se quitó la chaqueta cubriendo así de su desnudes haciéndola sentir segura y confiada; los gritos aún se escuchaban en el salón pero ella solo tenía ojos para él; sin mas que decir la cargó en brazos encaminado a la salida con ella; salvadora de su cruel destino. Conmovida por su bondad pensó que tenía una esperanza para recuperar su vida anterior; él parecía un buen hombre y su gesto bondadoso le permitió confiar. Se aferró a él permitiendo que la llevara lejos de ese lugar sombrío. Dentro de poc
—Fuiste comprada por mí—gruño enojado, esa chica era una insolente, ¿acaso no entendía que la estaba salvando?.—Me perteneces—le miraba desafiante, buscando el temor en sus ojos verdes, pero no fue así; era tan bonita y valiente. Con un gesto de la mano llamo a la niñera; la mujer robusta de unos cincuenta años corrió hacia ellos. —Enciérrala en su habitación—le ordenó. Su voz era fría y carente de emociones, le haría entender su punto de vista a como diera lugar. La mujer asintió en respuesta; tomando a Emma por el brazo de manera firme, empujándola escaleras arriba con ella, aunque sin ser brusca. La muchacha se puso furiosa, se negaba a ser tratada como una prisionera; pataleaba incesantemente; tratando de zafarse de su carcelera. Se giró en dirección a Chris; quien lucia impasible ante la puerta de salida; como un dios en sus dominios; sabedor de que todos se someterían a sus designios. La niñera la llevo hasta la habitación en la que se había levantado esa mañana y la encerró co
—Algunos de los muchachos se quedaron vigilando la casa de su padre—le miró satisfecho, al notar su atención—. La misma noche que la sacaste del burdel—Rick se mordió los labios, no era conveniente mencionar lo del burdel; a veces las paredes podían tener oídos.—Bueno, esa noche que cobraste tu deuda con el susodicho, la abuela de la chica fue internada—soltó todo de una vez—. Le dio un infarto y está muy grave, necesitará tratamiento especial, pues su hijo está endeudado hasta los calzones. Una idea poco honorable brillo en la cabeza de Chris, podría usar lo de su abuela para obligarla a cooperar, era una estrategia baja, lo sabía, pero no podía seguir perdiendo el tiempo, si no contraía nupcias en el tiempo estipulado por el testamento de su fallecido padre perdería el control del negocio familiar, no podía dejar de ser el Don de la serpiente negra, su familia siempre estuvo a la cabeza del negocio de las apuestas clandestinas y él no lo perdería. Se encaminó con paso decidido hast
Emma sonrió para las cámaras que grababan, tomada de la mano de su futuro marido, a quien en breves momentos le juraría amor eterno; aunque todo fuera una mentira, un vil engaño en el que se había visto enredada y ya no tenía escapatoria.Una vez en el altar decorado de orquídeas, al igual que las sillas destinadas a los novios, el Sacerdote inicio su sermón; trataba del amor, la convivencia y los hijos. Los anillos fueron bendecidos; Emma y Chris repitieron los votos que el hombre de fe les decía, uniendo así sus vidas; aunque todo fuera una mentira.La ceremonia terminó y miles de pétalos de flores fueron arrojados sobre los recién casados; desde un helicóptero que sobrevolaba la zona. Emma suspiró extendiendo su mano, en su palma cayeron pétalos amarillos, que identifico como margaritas, recordó con tristeza cuando ella y Jenna solían deshojar margaritas en el parque, soplo los pétalos en su mano, sabedora de la realidad. Su esposo no la amaba y nunca lo haría, eso le dolió aunque
Emma se sintió aliviada; pudo ver a su abuela a través del cristal de la sala de terapia intensiva, estaba conectada a varios tubos y aparatos que le mantenía con vida, debía agradecerle a Blackthorne , de no ser por él otra sería la historia; su familia no tenía los medios para pagar un tratamiento tan costoso, mucho menos los cuidados que necesitaría luego de ser dada de alta. Blackthorne se estacionó frente a un bar muy concurrido, llamado "La Anaconda"; era propiedad de la mafia familiar, en el podías encontrar licores exquisitos, mujeres complacientes y apuestas de todo tipo. Jace , su mejor amigo, le esperaba en una mesa VIP; con una botella de Whisky escocés para celebrar, despidió a la prostituta que le acompañaba en cuanto su buen amigo hizo acto de presencia; asegurándose de darle una jugosa propina, la cual dejo en su escote, que la hizo irse dando brinquitos de alegría, las mujeres como ella eran tan fáciles de complacer, solo una cosa las hacía feliz y esa era el dinero.
Eso le relajó un poco; por lo menos ella no había escapado, como lo hizo Stephanie en su momento, su nueva esposa no tenía un lugar a donde ir, aunque quisiera escapar, no podría hacerlo; quizás eso le retenía a su lado, porque era evidente que no era por amor. Ambos firmaron un contrato; el cual no incluía sentimientos y estaba bien por él, así, los sentimientos siempre lo echaban todo a perder. Él no la amaba, ella a él tampoco; siempre sería así. Blackthorne se encaminó rumbo a la clínica; en su automóvil, color negro, con vidrios polarizados; para buscar a su recién estrenada esposa, era su deber estar junto a ella, como un devoto y fiel esposo. Debía actuar bien su papel de hombre enamorado; aunque a veces disfrutaba de su cercanía. Ella aún era muy joven, pero tenía un encanto natural, casi hipnótico. *** Emma se sintió aliviada luego de ver a su abuela; la mujer estaba un poco delicada, pero se estaba re
Blackthorne estaba fúrico; Stephanie había cruzado el límite de lo correcto y tendría que ponerle un alto de una vez por todas; Emma era suya y no se tocaba, se lo haría entender a todos, a fuego y sangre. Arrojo el teléfono en su mano; mismo que impacto contra la pared, volviéndose añicos; Chris decidió ir al cuartel general de la serpiente negra, donde se encargaría de planear el rescate de su esposa, y si se habían atrevido a tocarle un solo pelo, lo pagarían con sangre. Nadie dañaría a su mujer, esa frágil chica era de su propiedad y eso la volvía intocable.Todos sus hombres habían acudido a su encuentro, portaban atuendos negros, de un material flexible que le proporcionaba movilidad; en sus brazos llevaban tatuados un barco, en él iba un ángel arrastrando a un prisionero; y al otro lado del río de las almas estaba Hades, con su amada Perséfone, esperando a su nuevo huésped. La serpiente negra era el negocio familiar; fueron creados por su tatarabuelo, ese hombre que también se
—Su esposo nos dio órdenes de cuidarla—anunció la mujer mayor; que encabezaba a las otras. Emma asintió y accedió a comer.Las mujeres más jóvenes le ayudaron a bañarse y vestirse con un camisón de seda color vainilla; asegurando que acentuaba sus rasgos. Su esposo no tardó en llegar; las mujeres salieron para darles privacidad. Blackthorne entró al baño y Emma aprovecho para meterse a la cama y cubrirse con las sabanas; dejando solo su rostro al descubierto. Se sentía desnuda con esa prenda de vestir tan ligera.Blackthorne salió con una toalla azul atada a su cintura; dejando ver unos abdominales tan bien trabajados, Emma nunca había visto un hombre tan atractivo en su vida; ahora lo tenía a él, tan cerca, semidesnudo. Su esposo era atractivo a más no poder, eso era innegable, pero él no la quería y eso la entristecía, ella nunca sería su amada, solo era una esposa de mentiras, cuando el contrato terminara la haría a un lado y seguiría con su vida. Se acercó hasta la cama; provocand