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Negociando mi futuro

—Algunos de los muchachos se quedaron vigilando la casa de su padre—le miró satisfecho, al notar su atención—. La misma noche que la sacaste del burdel—Rick se mordió los labios, no era conveniente mencionar lo del burdel; a veces las paredes podían tener oídos.—Bueno, esa noche que cobraste tu deuda con el susodicho, la abuela de la chica fue internada—soltó todo de una vez—. Le dio un infarto y está muy grave, necesitará tratamiento especial, pues su hijo está endeudado hasta los calzones.

Una idea poco honorable brillo en la cabeza de Chris, podría usar lo de su abuela para obligarla a cooperar, era una estrategia baja, lo sabía, pero no podía seguir perdiendo el tiempo, si no contraía nupcias en el tiempo estipulado por el testamento de su fallecido padre perdería el control del negocio familiar, no podía dejar de ser el Don de la serpiente negra, su familia siempre estuvo a la cabeza del negocio de las apuestas clandestinas y él no lo perdería.

Se encaminó con paso decidido hasta la habitación de Emma, la muchacha estaba en pijama, sentada en medio de la cama, su melena castaña caía libre por su espalda. Ella le miro con rabia y él sonrió, se dirigió a la cama y sin pedir permiso se sentó en el borde de la misma; tomo la tostada de la mesita de noche, dándole un leve mordisco. Emma le miraba de soslayo.

—Deberías empezar a comer—soltó con ligereza—, o no tendrás curvas para lucir el bonito vestido de novia que te compré.

—No me casaré contigo—Emma seguía firme.

—Es una lástima—susurro él, tratando de soñar condescendiente, —tu abuela no resistirá mucho sin una operación—escupió con saña, logrando la atención de Emma, eso era lo que quería desde un principio y lo estaba logrando.

—¿A qué te refieres?—ella se sentó junto a él, sus ojos verdes brillaban con miedo.

—Tu abuela está hospitalizada—se limitó a decir y las lágrimas resbalaron por las mejillas de Emma.—Si aceptas casarte conmigo por contrato, yo me encargaría de que tu abuela reciba su tratamiento; de no ser así, es posible que no viva mucho tiempo.

—Acepto—la voz de ella era apenas un susurro, ahogado tras sus sollozos.—Sálvala, por favor—rogó ella, sus verdes ojos anegados de lágrimas. Blackthorne sintió lástima de la chica, se limitó a asentir.—Quiero ver primero a mi abuela, necesito saber como se encuentra.

—Antes de la boda me temo que será imposible—la fría mirada de Blackthorne se enfocó en sus ojos.—No puedo confiar en ti, has tratado de escapar—expuso sus razones y ella se limpió las lágrimas con la manga de su pijama.

Emma tuvo que tragarse su orgullo y aceptar sus condiciones; confiando en la palabra de Blackthorne, sabiéndose ganador, el apuesto hombre le dedico una sonrisa triunfal; la joven estaba rabiosa, no podía soportar el hecho de ser chantajeada a cambio de la salud de su abuela; pero no tenía opción, si perdía a su abuela, su corazón se rompería definitivamente.

—Aceptaré tu propuesta, aunque no confío en ti—Emma seguía molesta, pero no podía hacer nada, de ese hombre dependía la salud de su abuela.

—No me esperes esta noche, querida—la tomó por el rostro y besó su mejilla—. Me iré a disfrutar de mi despedida de soltero. Hay muchas chicas ansiosas por celebrar conmigo—se fue, haciéndole saber que él era quien dirigía su vida de ahora en adelante.

***

Habían pasado dos días desde que, bajo amenazas, había terminado por acceder a esa absurda idea de un matrimonio por contrato. Se había levantado temprano, por lo visto Blackthorne contrató un equipo completo para que se encargaran de arreglarla; eran las nueve de la mañana y ya le estaban ajustando el corsé de su vestido de novia; si su boda hubiera sido bajo otras condiciones, en tos momentos se sentiría dichosa; pero no era así.

La estilista le acomodo la mantilla en lo alto de la cabeza, ajustándola para que no se soltara; era una prenda hermosa, con delicadas flores bordadas a mano; viéndose arreglada e incapaz de reconocerse, supo que no había escapatoria; en menos de media hora sería la esposa de Chris Blackthorne y eso la llenaba de miedos.

Un hombre alto, de cabellos claros y barba de candado, hizo acto de presencia, silbo al verme, lo que me incomodo un poco, no sabía cuál era su edad, pero por su aspecto refinado y elegante, lo ubicaría a finales de sus veinte.

—Damas, han hecho un trabajo excelente—felicitó al grupo de mujeres encargadas de mi preparación.—Luces encantadora—tomo su mano y se la llevo a los labios; —Chris es un hombre afortunado—soltó el halago al tiempo que enlazaba la mano de ella a su brazo. —Lamento que tus padres no pudieran venir—susurro al oído de la novia, caminando fuera de la habitación; rumbo al jardín, donde se celebraría la boda.

La boda parecía un magno evento; los invitados eran empresarios de prestigio; damas de alcurnia ligadas con la realeza e incluso logro divisar al gobernador, quien tomaba una copa de champaña mientras sostenía una amena conversación con un grupo de hombres adinerados. Los flashes de las cámaras eran incesantes; nunca en su vida había visto a tantos periodistas juntos, incluso varios canales de televisión internacional hicieron acto de presencia, lo que parecía ser el evento más esperado por todos, para ella era una condena.

Se sintió molesta; ese debía ser su momento de brillar, pero estaba a punto de casarse con un hombre desconocido. Su futuro esposo se acercó a ella y el hombre que la había acompañado hasta el jardín les dejo solos, dándole una palmada aChris en el hombro, quien se limitó a sonreír; evidentemente feliz ante los medios que no paraban de grabar tomar fotos en tos los ángulos posibles.

—Si no cooperas conmigo—él siseó entre dientes; colocándose justo a su lado y entrelazando sus dedos con los de ella.—Y sigues poniendo mala cara ante todos nuestros invitados—ejerció presión en su mano. Ella intentó soltarse, pero no pudo—; —no garantizaré la seguridad de tu abuela y menos de tu hermosa, aunque solitaria amiga Jenna—la amenaza fue dicha contra su oreja; para no ser escuchados por los presentes. La prensa lo tomó como un acto de infinito amor de su parte, Emma se quedó helada ante sus palabras; no podía permitir que su abuela y Jenna sufrieran por su culpa, debía fingir; interpretar su mejor papel de novia enamorada. 

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