Inicio / Romántica / Nunca serás tú © / ¿Mi salvador o mi verdugo?
¿Mi salvador o mi verdugo?

Los ojos verdes de la muchacha brillaron con comprensión; aquel hombre ante ella estaba ahí para rescatarla como un príncipe en rescate de su amada que vence a todos para llevarla consigo y ser felices. Se estremeció ante su cercanía notando por primera vez su poderosa mirada azulada quedando prendada de él como si cupido la hubiera flechado; era su salvador. Estaba ahí por ella y eso la hizo llorar de emoción. Nunca se sintió tan valiosa él había luchado con otros para defenderla.

El hombre se quitó la chaqueta cubriendo así de su desnudes haciéndola sentir segura y confiada; los gritos aún se escuchaban en el salón pero ella solo tenía ojos para él; sin mas que decir la cargó en brazos encaminado a la salida con ella; salvadora de su cruel destino. Conmovida por su bondad pensó que tenía una esperanza para recuperar su vida anterior; él parecía un buen hombre y su gesto bondadoso le permitió confiar. Se aferró a él permitiendo que la llevara lejos de ese lugar sombrío. Dentro de poco todo quedará atrás; sería solo un mal recuerdo en su vida. Aspiraba el aroma maculino que desprendía la chaqueta era una mezcla de sándalo y madera; le pareció casi hipnótica muy adecuada para un hombre como ese; fuerte decidido y valiente.

Emma se despertó sobre una cama con sabanas de algodón y muchos cojines, se bajó de la cama notando que llevaba puesta una bata de dormir color gris, era simple pero cómoda. Se acercó a las puertas francesas que daban al balcón; la brisa helada le besó la piel. La puerta de la habitación se abrió y una muchacha un par de años menor que ella entre cargando un vestido de jeans, aunque lo vio desde lejos noto que era hermoso.

—Ya está despierta, señorita—la joven le dedico una sonrisa honesta.—Venga, le ayudaré a vestirse.

—Yo puedo hacerlo sola, gracias—Emma era una muchacha sencilla, no estaba acostumbrada a tener servidumbre. La joven asintió tendiéndole la prenda de vestir; ella fue tras un biombo, ubicado justo a un lado de la habitación, el vestido era de tirantes sencillos, con un estilo corsé en la parte frontal, mientras que la falda caía amplia con delicados arruches a cada lado.

—El señor Blackthorne  le espera en su despacho—anunció la joven ayudándola a peinarse; —usted debe ser muy importante para él—le sonrió con complicidad—, nunca trae a nadie a casa—aseguro haciéndola sonrojar.

Se dirigió hasta el despacho de su salvador. Tocó a la puerta y esta se abrió; un hombre joven de cabellos rubios le abrió, la miró de arriba a abajo para luego sonreír; en su gesto no había lascivia, eso le alivio.

—Jefe, en verdad hizo una buena elección—se dirigió al hombre sentado frente al escritorio, con un habano en la mano y un trago en la otra.—Los dejaré solos—se hizo a un lado para que la joven pasara, para luego cerró la puerta tras él.

—Siéntate—le dijo señalando el asiento vacío ante él. Ella obedeció de inmediato, una sonrisa pintaba sus labios. Chris lo notó, ese simple acto lo hizo sentirse incómodo.

—Quería agradecerle por salvarme—se apresuró a decir Emma con ilusión; sus ojos brillaban.

—Solo te salvé, para tener un matrimonio por contrato contigo—su tono frío acabo con las ilusiones de Emma, como si algo se hubiera roto dentro de ella.

—No entiendo—musitó la joven, pensando que quizás había escuchado mal, rezaba porque así fuera.

—Será un matrimonio por un año, un mero, trámite legal—aseguro Chris, su voz masculina inundó la habitación; —durante ese periodo deberás ser una esposa abnegada; cooperarás conmigo en todo lo que te pida y lo más importante—la miró a los ojos con determinación.—Jamás deberás contarle a alguien de nuestro acuerdo, ¿entiendes?

—¡No acepto!—Emma hizo alarde de la dignidad que le quedaba y se dirigió a la puerta. Ese hombre acababa de humillarla.

—Si te niegas, te venderé nuevamente a ese burdel de mala muerte del que te saque—le amenazó con una sonrisa cínica y Emma se quedó helada ante él.

Tomó asiento nuevamente, sopesando sus palabras. Chris le miró con un brillo triunfal en los ojos. Emma se lo pensó por un momento, este hombre no era su salvador como lo había pensado en un principio, tenía que escapar a como diera lugar, respiró profundo y corrió; tratando de encontrar una salida, el lugar era tan grande, lleno de puertas y pasadizos, probó con varias de ellas, pero falló; ninguna daba al exterior. Se deslizó escaleras abajo; podía oír los pasos tras ella, se escondió tras un pilar evitando ser descubierta por el personal de servicio de la villa.

Resopló, cansada, debía escapar lo más pronto posible; después de dar muchas vueltas divisó la puerta principal, la salida estaba tan cerca de ella, a solo unos cuantos pasos. Cuando se creía libre, él hizo acto de presencia, quien antes le había generado confianza, ahora solo la hacía sentir rabiosa; sin pensárselo dos veces, corrió hasta él con todas sus fuerzas, embistiéndolo con la cabeza, justo en el centro de su estómago, quizás no fue la opción más inteligente, pero en su momento le pareció adecuada.

Quería lastimarlo como él lo había hecho con ella. Chris se dobló de dolor al sentir el golpe impactando contra su estómago, esa pequeña era una atrevida, inconscientemente levantó la mano, para apartarla de un empujón, quería alejarla de él lo más pronto posible. El personal de la villa los miraba, habían acudido para impedir que Emma escapara, aun sin saber quien era ella; se detuvo, recordando que debían ser una pareja formal dentro de poco, con la evidente intimidad necesaria ante los demás para que fuera creíble su relación; de lo contrario se generarían dudas o sospechas que podrían arruinar su plan.

—¿Por qué?—él le preguntó fríamente, su voz era apenas un susurro, quería entender sus acciones descabelladas.

—Soy libre—dijo Emma con la mirada llorosa.—No puedes retenerme contra mi voluntad—su voz era apenas un susurro doloroso.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo