Los ojos verdes de la muchacha brillaron con comprensión; aquel hombre ante ella estaba ahí para rescatarla como un príncipe en rescate de su amada que vence a todos para llevarla consigo y ser felices. Se estremeció ante su cercanía notando por primera vez su poderosa mirada azulada quedando prendada de él como si cupido la hubiera flechado; era su salvador. Estaba ahí por ella y eso la hizo llorar de emoción. Nunca se sintió tan valiosa él había luchado con otros para defenderla.
El hombre se quitó la chaqueta cubriendo así de su desnudes haciéndola sentir segura y confiada; los gritos aún se escuchaban en el salón pero ella solo tenía ojos para él; sin mas que decir la cargó en brazos encaminado a la salida con ella; salvadora de su cruel destino. Conmovida por su bondad pensó que tenía una esperanza para recuperar su vida anterior; él parecía un buen hombre y su gesto bondadoso le permitió confiar. Se aferró a él permitiendo que la llevara lejos de ese lugar sombrío. Dentro de poco todo quedará atrás; sería solo un mal recuerdo en su vida. Aspiraba el aroma maculino que desprendía la chaqueta era una mezcla de sándalo y madera; le pareció casi hipnótica muy adecuada para un hombre como ese; fuerte decidido y valiente.
Emma se despertó sobre una cama con sabanas de algodón y muchos cojines, se bajó de la cama notando que llevaba puesta una bata de dormir color gris, era simple pero cómoda. Se acercó a las puertas francesas que daban al balcón; la brisa helada le besó la piel. La puerta de la habitación se abrió y una muchacha un par de años menor que ella entre cargando un vestido de jeans, aunque lo vio desde lejos noto que era hermoso.
—Ya está despierta, señorita—la joven le dedico una sonrisa honesta.—Venga, le ayudaré a vestirse.
—Yo puedo hacerlo sola, gracias—Emma era una muchacha sencilla, no estaba acostumbrada a tener servidumbre. La joven asintió tendiéndole la prenda de vestir; ella fue tras un biombo, ubicado justo a un lado de la habitación, el vestido era de tirantes sencillos, con un estilo corsé en la parte frontal, mientras que la falda caía amplia con delicados arruches a cada lado.
—El señor Blackthorne le espera en su despacho—anunció la joven ayudándola a peinarse; —usted debe ser muy importante para él—le sonrió con complicidad—, nunca trae a nadie a casa—aseguro haciéndola sonrojar.
Se dirigió hasta el despacho de su salvador. Tocó a la puerta y esta se abrió; un hombre joven de cabellos rubios le abrió, la miró de arriba a abajo para luego sonreír; en su gesto no había lascivia, eso le alivio.
—Jefe, en verdad hizo una buena elección—se dirigió al hombre sentado frente al escritorio, con un habano en la mano y un trago en la otra.—Los dejaré solos—se hizo a un lado para que la joven pasara, para luego cerró la puerta tras él.
—Siéntate—le dijo señalando el asiento vacío ante él. Ella obedeció de inmediato, una sonrisa pintaba sus labios. Chris lo notó, ese simple acto lo hizo sentirse incómodo.
—Quería agradecerle por salvarme—se apresuró a decir Emma con ilusión; sus ojos brillaban.
—Solo te salvé, para tener un matrimonio por contrato contigo—su tono frío acabo con las ilusiones de Emma, como si algo se hubiera roto dentro de ella.
—No entiendo—musitó la joven, pensando que quizás había escuchado mal, rezaba porque así fuera.
—Será un matrimonio por un año, un mero, trámite legal—aseguro Chris, su voz masculina inundó la habitación; —durante ese periodo deberás ser una esposa abnegada; cooperarás conmigo en todo lo que te pida y lo más importante—la miró a los ojos con determinación.—Jamás deberás contarle a alguien de nuestro acuerdo, ¿entiendes?
—¡No acepto!—Emma hizo alarde de la dignidad que le quedaba y se dirigió a la puerta. Ese hombre acababa de humillarla.
—Si te niegas, te venderé nuevamente a ese burdel de mala muerte del que te saque—le amenazó con una sonrisa cínica y Emma se quedó helada ante él.
Tomó asiento nuevamente, sopesando sus palabras. Chris le miró con un brillo triunfal en los ojos. Emma se lo pensó por un momento, este hombre no era su salvador como lo había pensado en un principio, tenía que escapar a como diera lugar, respiró profundo y corrió; tratando de encontrar una salida, el lugar era tan grande, lleno de puertas y pasadizos, probó con varias de ellas, pero falló; ninguna daba al exterior. Se deslizó escaleras abajo; podía oír los pasos tras ella, se escondió tras un pilar evitando ser descubierta por el personal de servicio de la villa.
Resopló, cansada, debía escapar lo más pronto posible; después de dar muchas vueltas divisó la puerta principal, la salida estaba tan cerca de ella, a solo unos cuantos pasos. Cuando se creía libre, él hizo acto de presencia, quien antes le había generado confianza, ahora solo la hacía sentir rabiosa; sin pensárselo dos veces, corrió hasta él con todas sus fuerzas, embistiéndolo con la cabeza, justo en el centro de su estómago, quizás no fue la opción más inteligente, pero en su momento le pareció adecuada.
Quería lastimarlo como él lo había hecho con ella. Chris se dobló de dolor al sentir el golpe impactando contra su estómago, esa pequeña era una atrevida, inconscientemente levantó la mano, para apartarla de un empujón, quería alejarla de él lo más pronto posible. El personal de la villa los miraba, habían acudido para impedir que Emma escapara, aun sin saber quien era ella; se detuvo, recordando que debían ser una pareja formal dentro de poco, con la evidente intimidad necesaria ante los demás para que fuera creíble su relación; de lo contrario se generarían dudas o sospechas que podrían arruinar su plan.—¿Por qué?—él le preguntó fríamente, su voz era apenas un susurro, quería entender sus acciones descabelladas.
—Soy libre—dijo Emma con la mirada llorosa.—No puedes retenerme contra mi voluntad—su voz era apenas un susurro doloroso.
—Fuiste comprada por mí—gruño enojado, esa chica era una insolente, ¿acaso no entendía que la estaba salvando?.—Me perteneces—le miraba desafiante, buscando el temor en sus ojos verdes, pero no fue así; era tan bonita y valiente. Con un gesto de la mano llamo a la niñera; la mujer robusta de unos cincuenta años corrió hacia ellos. —Enciérrala en su habitación—le ordenó. Su voz era fría y carente de emociones, le haría entender su punto de vista a como diera lugar. La mujer asintió en respuesta; tomando a Emma por el brazo de manera firme, empujándola escaleras arriba con ella, aunque sin ser brusca. La muchacha se puso furiosa, se negaba a ser tratada como una prisionera; pataleaba incesantemente; tratando de zafarse de su carcelera. Se giró en dirección a Chris; quien lucia impasible ante la puerta de salida; como un dios en sus dominios; sabedor de que todos se someterían a sus designios. La niñera la llevo hasta la habitación en la que se había levantado esa mañana y la encerró co
—Algunos de los muchachos se quedaron vigilando la casa de su padre—le miró satisfecho, al notar su atención—. La misma noche que la sacaste del burdel—Rick se mordió los labios, no era conveniente mencionar lo del burdel; a veces las paredes podían tener oídos.—Bueno, esa noche que cobraste tu deuda con el susodicho, la abuela de la chica fue internada—soltó todo de una vez—. Le dio un infarto y está muy grave, necesitará tratamiento especial, pues su hijo está endeudado hasta los calzones. Una idea poco honorable brillo en la cabeza de Chris, podría usar lo de su abuela para obligarla a cooperar, era una estrategia baja, lo sabía, pero no podía seguir perdiendo el tiempo, si no contraía nupcias en el tiempo estipulado por el testamento de su fallecido padre perdería el control del negocio familiar, no podía dejar de ser el Don de la serpiente negra, su familia siempre estuvo a la cabeza del negocio de las apuestas clandestinas y él no lo perdería. Se encaminó con paso decidido hast
Emma sonrió para las cámaras que grababan, tomada de la mano de su futuro marido, a quien en breves momentos le juraría amor eterno; aunque todo fuera una mentira, un vil engaño en el que se había visto enredada y ya no tenía escapatoria.Una vez en el altar decorado de orquídeas, al igual que las sillas destinadas a los novios, el Sacerdote inicio su sermón; trataba del amor, la convivencia y los hijos. Los anillos fueron bendecidos; Emma y Chris repitieron los votos que el hombre de fe les decía, uniendo así sus vidas; aunque todo fuera una mentira.La ceremonia terminó y miles de pétalos de flores fueron arrojados sobre los recién casados; desde un helicóptero que sobrevolaba la zona. Emma suspiró extendiendo su mano, en su palma cayeron pétalos amarillos, que identifico como margaritas, recordó con tristeza cuando ella y Jenna solían deshojar margaritas en el parque, soplo los pétalos en su mano, sabedora de la realidad. Su esposo no la amaba y nunca lo haría, eso le dolió aunque
Emma se sintió aliviada; pudo ver a su abuela a través del cristal de la sala de terapia intensiva, estaba conectada a varios tubos y aparatos que le mantenía con vida, debía agradecerle a Blackthorne , de no ser por él otra sería la historia; su familia no tenía los medios para pagar un tratamiento tan costoso, mucho menos los cuidados que necesitaría luego de ser dada de alta. Blackthorne se estacionó frente a un bar muy concurrido, llamado "La Anaconda"; era propiedad de la mafia familiar, en el podías encontrar licores exquisitos, mujeres complacientes y apuestas de todo tipo. Jace , su mejor amigo, le esperaba en una mesa VIP; con una botella de Whisky escocés para celebrar, despidió a la prostituta que le acompañaba en cuanto su buen amigo hizo acto de presencia; asegurándose de darle una jugosa propina, la cual dejo en su escote, que la hizo irse dando brinquitos de alegría, las mujeres como ella eran tan fáciles de complacer, solo una cosa las hacía feliz y esa era el dinero.
Eso le relajó un poco; por lo menos ella no había escapado, como lo hizo Stephanie en su momento, su nueva esposa no tenía un lugar a donde ir, aunque quisiera escapar, no podría hacerlo; quizás eso le retenía a su lado, porque era evidente que no era por amor. Ambos firmaron un contrato; el cual no incluía sentimientos y estaba bien por él, así, los sentimientos siempre lo echaban todo a perder. Él no la amaba, ella a él tampoco; siempre sería así. Blackthorne se encaminó rumbo a la clínica; en su automóvil, color negro, con vidrios polarizados; para buscar a su recién estrenada esposa, era su deber estar junto a ella, como un devoto y fiel esposo. Debía actuar bien su papel de hombre enamorado; aunque a veces disfrutaba de su cercanía. Ella aún era muy joven, pero tenía un encanto natural, casi hipnótico. *** Emma se sintió aliviada luego de ver a su abuela; la mujer estaba un poco delicada, pero se estaba re
Blackthorne estaba fúrico; Stephanie había cruzado el límite de lo correcto y tendría que ponerle un alto de una vez por todas; Emma era suya y no se tocaba, se lo haría entender a todos, a fuego y sangre. Arrojo el teléfono en su mano; mismo que impacto contra la pared, volviéndose añicos; Chris decidió ir al cuartel general de la serpiente negra, donde se encargaría de planear el rescate de su esposa, y si se habían atrevido a tocarle un solo pelo, lo pagarían con sangre. Nadie dañaría a su mujer, esa frágil chica era de su propiedad y eso la volvía intocable.Todos sus hombres habían acudido a su encuentro, portaban atuendos negros, de un material flexible que le proporcionaba movilidad; en sus brazos llevaban tatuados un barco, en él iba un ángel arrastrando a un prisionero; y al otro lado del río de las almas estaba Hades, con su amada Perséfone, esperando a su nuevo huésped. La serpiente negra era el negocio familiar; fueron creados por su tatarabuelo, ese hombre que también se
—Su esposo nos dio órdenes de cuidarla—anunció la mujer mayor; que encabezaba a las otras. Emma asintió y accedió a comer.Las mujeres más jóvenes le ayudaron a bañarse y vestirse con un camisón de seda color vainilla; asegurando que acentuaba sus rasgos. Su esposo no tardó en llegar; las mujeres salieron para darles privacidad. Blackthorne entró al baño y Emma aprovecho para meterse a la cama y cubrirse con las sabanas; dejando solo su rostro al descubierto. Se sentía desnuda con esa prenda de vestir tan ligera.Blackthorne salió con una toalla azul atada a su cintura; dejando ver unos abdominales tan bien trabajados, Emma nunca había visto un hombre tan atractivo en su vida; ahora lo tenía a él, tan cerca, semidesnudo. Su esposo era atractivo a más no poder, eso era innegable, pero él no la quería y eso la entristecía, ella nunca sería su amada, solo era una esposa de mentiras, cuando el contrato terminara la haría a un lado y seguiría con su vida. Se acercó hasta la cama; provocand
Ella introdujo un dedo dentro de la fuente; haciendo siluetas abstractas sobre el agua. Se detuvo y le sonrió, su cara era perfecta, su melena caía a ambos lados de su rostro; como si de una cascada se tratara, era tan hermosa; Chris no tenía duda de ello, quizás en otras circunstancias hubieran tenido un romance apasionado, pero su relación se dio bajo condiciones poco comunes.—He decidido—Blackthorne la miró a los ojos y ella le dedicó toda su atención; —que ya es tiempo de que veas a tu abuela—el hombre sonrió. Emma estaba dichosa; por lo que tomo a Blackthorne por la solapa de su chaqueta y le dio un par de besos en ambas mejillas, dejándolo gratamente sorprendido. —¿Estás feliz?—se atrevió a preguntar ante su arrebato.—Sí; en verdad estoy muy agradecida—esta vez le abrazó y Chris le acaricio los cabellos con ternura. Era tan fácil de complacer—, gracias—le miró a los ojos, con un brillo especial que él no supo reconocer, se quedaron así un par de minutos más y luego volvieron a