Blackthorne salió de su casa; necesitaba tomar aire fresco, sentía que se ahogaría si seguía dentro de esos muros; donde le parecía que hasta los muros y arbustos le miraban con reproche, por su acto infame de hace unos momentos; quizás un par tragos refrescarían sus pensamientos, aliviando así su dolor y calmar la culpa interna que le carcomía por dentro.Mientras manejaba su automóvil sin rumbo fijo, su mente inconscientemente le llevó al bar de su familia; el letrero de"Anaconda" brillo ante sus ojos; ese era el lugar que solía visitar ocasionalmente, aunque antes sus visitas eran frecuentes por no decir casi diarias y por horas extensas, pero desde el matrimonio con Emma se habían reducido casi por completo.Se bajó del auto; notando que todos los lugares del estacionamiento cercanos a la puerta principal estaban atestados de motocicletas; al atravesar las puertas del lugar, el aire colmado de humo de tabaco y licor agrio, le golpeó las fosas nasales; trayéndole recuerdos de su ju
Emma luego de haber tenido sexo por primera vez con Blackthorne y viéndose sola en la habitación; aprovechó para encerrarse; le pasó seguro, también hizo uso de los pestillos tras esta; para obtener más protección, no quería ver a nadie; se sentía acomplejada y sucia sin decir lo apenada que estaba con su esposo. Le gustaría desaparecer; consumirse por el tapiz y nunca ser vista por nadie a su alrededor; pero no podía hacerlo; solo podía limitarse a llorar.Chris regreso tomado, pero en sus cinco sentidos; eran casi las cuatro de la mañana, por lo que había pasado toda la noche en el bar, tratando de ordenar sus ideas; gracias a su buen amigo Jace se sentía más tranquilo, comprendió que debía solucionar las cosas con Emma y estaba dispuesto a hacerlo a como diera lugar. Llevaba un ramo de rosas y una caja de chocolates; con bombones en forma de corazón, las cuales había comprado de camino a casa, pero al intentar abrir la puerta de su habitación se dio cuenta de que esta estaba bloque
En cuanto Jenna puso un pie en ese sitio supo que el dinero abundaba, se sintió muy feliz por Emma, ahora su amiga llevaria una vida cómoda y sin carencias. Una de las sirvientas le condujo escaleras arriba hasta la habitación de Emma; una puerta amplia de roble tallada estaba ante ella.—Emma, amiga, soy yo—Jenna tocó suavemente la puerta para no molestarla.—¿Jenna?—la voz de Emma era apenas un susurro. No podía ser, su mente, debía estarle jugando una mala pasada; Jenna no podía estar allí, eso era imposible.—Amiga, soy yo—sus temores se confirmaron su amiga; Jenna estaba ahí al otro lado de la puerta. Se levantó de la cama deprisa y fue al baño, procedió a lavarse la cara con agua fría para eliminar el rastro de los estragos que las lágrimas causaron en su rostro. No podía dejar que ella lo notara, era tan difícil de asumirlo.Abrió la puerta con determinación y le dio la bienvenida a una Jenna cuyo rostro estaba extasiado; la joven corrió hacia ella y la abrazó efusivamente, la
Tres meses después...La salud de Emma había desmejorado mucho en los últimos días; aunque sus niveles de estrés habían bajado notablemente desde que ella y Chris dejaron de pelear e hicieron las paces nuevamente; más sin embargo, ahora su estado físico se veía afectado; tenía vómitos frecuentes y se sentía débil todos los días; motivo por el cual se la pasaba durmiendo casi todo el día.En vista de su constante malestar decidió contarle a Jenna sus síntomas esta le aseguro que debían ir al médico para hacerle una revisión exhaustiva y descartar un problema grave; Emma accedió aunque no le gustaban los médicos y mucho menos los hospitales sobre todo desde lo acontecido con su abuela; quien ya había sido dada de alta gracias a los cuidados especiales que recibió por parte de equipo médico que Blackthorne había contratado.Emma fue llevada por uno de los hombres de Blackthorne, su esposo; esta vez el chofer era un muchacho moreno con rastas que a su parecer no debía tener más de veintic
Emma estaba anonadada, se quedó pasmada con los pies sumergidos en el lodo termal; pero su mirada viajo inmediatamente a la dirección en que se encontraba Stephanie, su recién confesa rival de amores. La otra mujer lucia triunfal como un pavo real, segura de sí misma y de lo que decía sin duda no veía a Emma como una rival digna de ella; pues era demasiado joven y sin experiencia como para manejar a Chris, pero para Stephanie era un juego que podía jugar sin miedo a perder. Podía controlar a Chris con su dedo meñique y hacerlo caer rendido a sus pies como un cachorrito fiel; o por lo menos eso pensaba ella porque Blackthorne había cambiado mucho últimamente; desde que conoció a Emma y esa pequeña cambió su vida poco a poco.—¡Chris me ama!—anunció con devoción.—Aun recuerdo esas tardes de pasión que compartíamos—hizo un gesto con las manos y se recorrió el cuerpo con lascivia—sus susurros cómplices a la luz de las velas a medio consumir—escupió mirándole a los ojos fijamente—; y ni ha
Blackthorne estaba cansado de tanto drama con su esposa, en cierto modo una parte de él se preocupaba por Emma y su bienestar, pero su otra parte su lado irracional le hacía enfurecer con ella por nimiedades; esa joven lo exasperaba constantemente siempre lo hacía ver como el malo de la historia; el villano cruel que la tenía encarcelada contra su voluntad y eso lo enojaba de sobremanera.Su mirada se tornó sombría de repente y golpeó con furia la pared tras ella; su esposa chilló de la impresión, no se esperaba ese acto brutal; aunque sabía que él era capaz de eso y más. Blackthorne tomó a Emma con fuerza por ambos antebrazos, pegándola a su cuerpo caliente y musculoso; inmovilizándola con su fuerza masculina. Emma intentó zafarse, pero no pudo, era más fuerte que ella.—¡Eres una molestia constante e insufrible! ¡Una quisquillosa mocosa que nunca para de fastidiarme!—Blackthorne estaba molesto con su actitud; de seguir así terminaría por cansarlo.—¡Ya me tienes cansado, niña tonta e
Blackthorne llamó a gritos a los empleados; casi una docena de hombres y mujeres acudieron en su ayuda; uno de los miembros de la serpiente negra se ofreció a llevar a Emma en brazos, pero su superior se negó; alegando que el mismo se encargaría de su esposa; el hombre se limitó a abrirle la puerta, bajando la cabeza en señal de aceptación. Otro de sus hombres le esperaba afuera con la puerta trasera del auto abierta para que abordaran y así partir de inmediato rumbo al hospital más cercano. Chris estaba sumamente preocupado por el estado de salud de Emma; lucia tan pequeña e indefensa a su lado que quiso protegerla para que nada la dañara. Le acarició los cabellos con ternura deslizando sus dedos por su mejilla.—¡Apresúrate!—le gritó al chofer, temiendo por el estado de salud de su esposa; quien aún no recuperaba el conocimiento.—Como usted ordene—el joven acepto su petición y aceleró al máximo; tan rápido que los cauchos rechinaron al estacionarse frente al hospital; se apresuró a
Blackthorne subió a la habitación para ver a Emma; las sirvientas estaban acomodando la cama con almohadas para que ella estuviera más cómoda, su esposa estaba recostada con una taza de té en sus manos bebió la infusión de algo que parecía manzanilla y colocó la taza vacía sobre la mesita de noche junto a su cama; Chris se acercó hasta ella y deslizo sus dedos entre los suyos, Emma se estremeció ante ese gesto aunque no parecía disgustada en lo absoluto con su atrevimiento; él se permitió sentir la suavidad de su piel quería que se tranquilizara y pensara las cosas bien. La abrazó sin pensar, transmitiéndole todas sus penas; necesitaba que ella estuviera bien; sintió el corazón de su esposa acelerarse en el fondo, eso hizo que el suyo propio vibrara también con emoción.—Todo va a estar bien— le prometió en un susurro; juntando sus frentes, Blackthorne necesitaba tranquilizarla, no podría salir a resolver sus asuntos pendientes sino lo hacía.—Prométeme que estarás tranquila y descans