Este es el cuarto libro de Matrimonio concertado con el CEO: Esclavo del Deseo, en él se narra la historia de la última pareja Powell, la pareja formada, por el exigente y competitivo, Keanu Powell, con la inteligente y decidida Arianna Cortes. Arianna, aunque está muy enamorada de su prometido, tiene miedo de que su obsesión por quedarse con el puesto de CEO general de Powell Holding. Esta obsesión, ha sometido a su futura esposas a miedos e inseguridades sobre la relación de ambos, mucho antes de casarse, si añadimos que Arianna tiene una carga familiar detrás, sus hermanos dependen de ella, tampoco acetara, bajo ningún concepto que sus hijos, los que tendría, muy feliz, con el hombre que ama, sean usados como moneda de cambio, para las ambiciones de Keanu. Eso sin contar que ambos son adictos él uno al otro. Su primer encuentro sexual, en su noche de bodas, abrirá puertas para los que ninguno de los está preparado. Arianna descubrió el placer más intenso que nunca conoció. Keanu, por el contrario, por primera vez se verá sometido a una atracción y un deseo, que le harán perder la cabeza, cosa que para una persona qué ha impuesto sobre sí mismo, y todo lo que le rodea, una total y mecánico control, le crea cierto estado de ansiedad, e inseguridad, ya que nunca, nadie, ha tenido tanto poder sobre él, y su mundo. No todo está controlado en su mundo, ya que terceras personas no ven bien este matrimonio, por sus propios intereses. ¿Podrán esta pareja, superar los miedos, las intromisiones, y las dudas, para construir una vida de amor, pasión y felicidad juntos?.
Leer másKeanu. - “Señor la señora ha roto aguas, nos dirigimos al hospital.”- fue lo único que oí antes de echarme a correr, tras de mí, mi hermano, mi primo y Jason, corrían también. No recuerdo como llegué al hospital, ni como llegué a la puertas del paritorio, sólo sé que a mi alrededor había gente, pero yo sólo quería que me dijeran como estaba mi mujer, y mi hijo, de vez en cuando salía una enfermera, a informarme, pero después de dos horas, salió para que la acompañara, y tras ponerme una bata verde, un gorro del mismo color, con una mascarilla, y una pantuflas de plástico, me llevaron junto a donde estaba mi esposa, para que la viera, permaneciendo allí hasta el final. El dolor se reflejaba en su cara, pero, aun así, esa magnifica mujer, sonrío al verme. Yo estaba histérico, sólo deseaba poder pasar el dolor junto a ella, por eso dije muchas estupideces. - “Te prometo, que, de aquí en adelante, siempre que me golpees, no me quejaré, puedes golpearme cada día, para compensar lo
Arianna. Llevábamos tres semanas en Tenerife, donde las tres parejas, junto con Jason y Emy, que habían volado a Canarias, para pasar unas semanas de vacaciones, disfrutamos del sol, de la playa, y de la comida de nuestra tierra. Visitamos muchos lugares de la isla, como era El parque Nacional del Teide, o las maravillosas playas sur de la isla, también fuimos a nadar a las piscinas naturales que se formaban en las costas, cuando la lava se enfrió, donde se quedaban hondonadas de diferentes tamaños, que el mar rellenaba con agua cristalina, llamadas, entre nosotros los canarios, Charcos. Los paseos por las tarde cogidos de la mano por las playas, mientras mirábamos las puesta de sol, o la comida maravillosa de mi tierra, Keanu se volvió adicto al gofio, a los quesos, y sobre todo, a los vinos de mi tierra, desde los famosos vinos de la Geria de Lanzarote, otra de las islas de las Canarias, que se hacen en hondonadas en la tierra, que deja la lava enfriada del volcán, como los vinos d
Arianna. - “¿Que acabas de decir? Renunciaste a tu posición en el grupo Powell. ¿Pero si es tu herencia? ¿Si siempre ha sido lo que más has deseado?”- aún no podía creerlo, me senté frente a mi esposo, para que me mirara a la cara. Él sólo me miró fijo a los ojos, y sin sonreír, me contestó: No, Sirena, yo no sabía qué era lo más importante para mí, hasta que te conocí, y el pensar que te podía haber perdido, añadido a lo que les hizo mi abuelo, me ha despejado mis dudas. Nada, recuerda, nada es más importante que tú y mi hijo. Ni siquiera la empresa que he ambicionado desde que nací. Y eso me lo enseñaste tú, con tu amor, con tu dedicación hacia mí, con tu fuerza, y con la forma que tratas a tus hermanos. En el momento que vi ese cuchillo cerca de tu cuello, comprendí que el día que tú me faltes, yo no tengo nada que hacer en este mundo. Te has convertido en mi todo preciosa Sirena, y el saber que nuestro amor nos dará un hijo, o una hija, me dio miedo, no quiero que ellos entren
Keanu. Es la pesadilla de todo hombre vera tu familia amenazada, así fue como me sentí yo cuando bajé del coche, al ver a mi mujer sujetaban y amenazada con un cuchillo. La ira homicida y el miedo incontrolable, bloqueo todo a mi alrededor, y en mi mente. Si atrapamos a esos cobardes, aquel que puso una mano sobre lo que más amo en este mundo, como mínimo pierde esa mano, después ya veré si sobrevive, a lo que soy capaz de hacerle. Durante todo ese momento, sólo pensaba, en que nada me detendría si ese cobarde trataba de arrebatármela, pero cuando la valerosa Miriam, quiso salvar a sus amigas, y se sacrificó por ellas, cuando por una vez tuve a mi Sirena en mis brazos, aunque ella se negaba a quedarse a mi lado, ya que, en su locura, sólo pensaba ayudar a su amiga, pero yo sentí como si un peso se liberaba en mi interior. Sé que es egoísta, que no debería pensar así, es hasta censurable, por mi parte, que diga esto, pero por un segundo, sólo por un segundo, me alegré de que no h
Arianna. -“ Ya hemos llegado Arianna, estate tranquila en breve Miriam estará aquí, y juntas resolveremos todo.”- me dijo Elena, la verdad que durante todo el viaje estuve como ida, mi mente esta con en shock, aún no había asumido las repercusiones del lio en que ese maldito viejo nos había metido. -“Adoro nuestra tierra, este calor es maravilloso, y el olor a mar, es lo mejor.”- pensé, sabía que no estaba bien, y por la mirada de Elena ella también lo sabía. Entramos en la casa de la abuela de Miriam y sin pensarlo, me dirigí como una zombi a la terraza donde me senté sobre los sofás de mimbre, y sin tan siquiera quitarles la cubierta que los protegen. Elena me miró, y agitando la cabeza, comenzó a adecentar la casa. Mientras mi adorada amiga, preparaba todo, yo lo único que hacía era pensar en mi ambivalencia de sentimientos. Por un lado estaba dichosa, quería ser madre, pese a las veces que regué de ello, no es que no quiera darle una hijo o una hija a Keanu, saber que en mi
Arianna. Mientras estaba en el piso que compartía Keanu, sola, tras dejar a la prueba de embarazo y todo sobre la mesa, me senté en el salón, estaba como ida, y me sentía herida, traicionada, lo que era, pero totalmente manipulada. Los sentimientos que debían rodearme ahora de felicidad no podían salir a flote. Decidí hacer la llamada mis amigas, y juntas tomaríamos una decisión. - “Acabo de llegar ¿podéis esperar a que deje mis maletas? ¿no?, ¿dónde está Emy? no la veo en la llamada”- fue la primera respuesta de Elena. - “Regresó a España, tenía que resolver cosas antes de su baja por maternidad, está muy embarazada ahora, su marido fue con ella. Os llamaba porque, hemos sido engañadas, las tres podemos estar embarazadas ahora mismo.”- le solté de una vez. - “de hecho yo ya lo estoy”- y rompí a llorar, sin poder evitarlo. - “¡Repítemelo otra vez!”- grito Miriam. - “Fuimos engañadas otra vez, por el maldito abuelo, no sé qué le pasan a los Powell, pero se pasan la vida manipulan
Arianna. Me encontraba en la sala de espera del consultorio médico en espera de las pruebas antes de que el doctor me diera los resultados, sufrió un ligero mareo durante la junta de jefes, por insistencia de mi jefe Gordon, la verdad era que llevaba varios días con mareos y nauseas, Keanu insistió que fuera al médico, pero yo siempre eludía que era pasajero. Hasta que llegó el chantaje de mi jefe, que me obligó ir al médico a hacerme un chequeo, o como opción alternativa, me despediría, y llamaría a mi marido para comunicarle el motivo de mi despido. Es por esto por lo que odiaba que mi identidad se hubiera descubierto, todo el mundo estaba pendiente de mí. Hace un maldito mes que, toda la sede de Nueva York había descubierto que la pelirroja y extraña señora Cortes, no era otra, sino que la señora Powell, desde el evento donde mi marido había terminado a puños con su rival Calthon Memphis, detalle que había salido por todos los periódicos de sociedad, que pronto fue retirado por
Arianna. -” No importa cuánto las llame, esas tres no cogen el teléfono, ¿Qué demonios estarán haciendo?.”- me queje en alto tras ducharme, y quitarme ese maldito color rojo de mi pelo, y tras ponerme un camisón ligero, mientras me tomaba una copa de vino blanco. -” Como si no supieras, o están descansado de haber tenido un sexo alucinante, o están por tenerlo, dependiendo del uso horario en el que se encuentren. La única que está aquí comiéndose los mocos, por estúpida, eres tú.”- me dijo mi conciencia, diciéndome lo que ya sabía, que mi orgullo y mis miedos, cada día me ponían las cosas peores. Simple y llanamente, teníamos que acabar con este juego estúpido y hablar como una pareja, nada de temores, ni de imposiciones, acuerdos, y ya está, nos amábamos, no podía ser tan difícil. Una lágrima de impotencia rodó por mi mejilla, tras la ira inicial, y al mirar ese lujoso salón tan solitario, comencé a echar de menos mucho a mi marido, hacía ya más de tres semanas que no estábamos
Arianna. - “Ahora sí que veo porque el idiota de Keanu ha perdido el interés en su esposa, al parecer señora Cortes, tiene usted unos motivos más que deseables, comparados con los que yo detecté al principio. Se ha vuelto usted un problema interesante.”- una voz me interrumpió mientras yo recorría el pasillo para llegar al salón de festejos, donde se producía la fiesta, William hizo un amago de quedarse conmigo, pero yo hice una señal disimulada con mi mano, para que continuara sin descubrirnos a los dos. Así que mi fiel escolta continuó su camino como si hubiera sido un invitado que regresaba del aseo masculino, sabía que, desde que doblara la esquina del pasillo, se quedaría allí controlando la situación, mientras daba parte a los otros escoltas que estuvieran preparados por si tenían que intervenir. Me giré hacia la impertinente voz, y me encontré de bruces con el enemigo empresarial de mi esposo, Calthon Memphis, al parecer hoy no era mi día de suerte, todas las ratas habían s