Arianna.
- “Mis queridas nietas, ¿A qué debo tan grato honor?”- tras esta frase, no nos dejamos engañar. Sabíamos a lo que habíamos venido, y no nos íbamos a ir sin haberlo logrado.
Desde el momento que habíamos planificado, esta conversación, también nos dimos cuenta quién tenía que ser la primera en intervenir, y desde luego quién no, o por lo menos no, hasta que las cosas se pusieran un poco adversas.
Así que, tras sentarnos en nuestro sitio correspondientes, todas miramos a Elena, que gracias a su habilidad empresarial podría mantener una conversación con el abuelo más directa, de tú a tú.
-“La cuestión es la siguiente, abuelo.”- desde qué conocimos a Kevin senior, nos había prohibido totalmente que le habláramos como señor Powell, o incluso que usáramos su nombre de pila, sólo nos respondía cuando lo llamábamos abuelo, así que tuvimos que aceptar el hecho que hasta en esta ocasión, esa era la única forma de dirigirnos a él.-“ queremos renegociar los términos en cuanto, al tiempo que tendremos para traer a nuestros hijos a este mundo, ósea, de que sus nietos nos dejen embarazada, nuevamente comprenderá, abuelo, que pese que amamos a sus nietos, que creo que era lo que pretendía desde un principio, ya nos vamos a casar con ellos, esos debería ser su fin después de todo, es por eso que no estamos dispuestas a que nuestros hijos sean usados, como moneda de cambio para este locura en la que nos ha metido, gracias a Dios le ha salido bien, por lo menos en que al final hemos desarrollado sentimientos, por nuestras parejas y viceversa. Así que pretendemos poner un periodo de prueba, para conocernos mejor como pareja y vivir ese tiempo, antes de ceder a ser madres o padres. En tres años, tanto su nieto como nosotras, decidiremos si queremos, o no, ser padres, por eso solicitamos, que la decisión del futuro CEO del Grupo Powell Holding, no está ligada a cuál de sus nietos es un mejor semental, sino cuál es el mejor de los tres para desarrollar ese puesto.”- dijo finalmente Aramis.
El abuelo nos miró a las tres, en silencio total, sin mostrar las reacciones que nuestras palabras podían provocarle, incluso pensamos que declinaría la oferta ofrecida, pero sorprendentemente, terminó cediendo, sin apenas rebatir o renegociando.
- “Me parece bien todo lo que estáis planteando, incluso os ayudaré para que en este tiempo todas posáis asistir a la mejor clínica especializada en concepción y contracepción, para elijáis el mejor método anticonceptivo que se ajuste a cada una, durante el tiempo que deseéis para no quedar embarazada, pero, esto no quiere decir que no siga deseando tener un bisnieto. Es por ello por lo que dentro de tres años volveremos a hablar, espero que también en ese momento estén también mis nietos junto a ustedes, y esta decisión la toméis todos juntos. O más bien, entre cada pareja. Se comunicará en la primera reunión de accionistas, tras vuestra luna de miel, así que disfrutar y relajaros, mis adoradas herederas, eso si yo que en su lugar hablaría con mis nietos de esta decisión, los conozco, y no son de los que les gusten las sorpresas.”- esta pulla no nos pasó desapercibida, era verdad que esta decisión la habíamos tomado nosotros sola sin contar con nuestras parejas. Y en nuestras caras se reflejó, que en el fondo sentíamos a ver sido tan unilateral. Lo he dicho, ante el CEO de Powell Holding, no había que bajar la guardia nunca.
Yo una vez antes de salir de las empresas la secretaria del abuelo se acercó para entregarnos, la tarjeta de la clínica muy especializada en programas del embarazo y contra embarazó.
Por un segundo, mientras nos retirábamos de la empresa, sentí que le había sido demasiado fácil, y eso, con el abuelo, era peligroso.
- “¿Qué se traerá ese viejo astuto?”- sabíamos que no debíamos bajar la Guardia en ningún momento.
Pero estaba tan agobiada, con la sensación de ser utiliza simplemente para conseguir los deseos de Keanu, sobre obtener la silla de presidencia del grupo, qué me auto engañé a mí misma y decidí, que ya lo analizaría más tarde.
Aunque esto, no le ocurrió a la vez deslenguada, de Miriam.
- “Esto no está bien, algo me dice que el viejo astuto, se trae algo entre manos. Además, debemos hablar con nuestras parejas de lo que hemos logrado con el abuelo, ¿o pretendéis que se enteren en la reunión de accionistas?.”- declaró la siempre directa Pontos.
Odiaba cuando la deslenguada, tenía razón. Sabía que tenía que hablar con Keanu de esto, pero no sabía por qué me era tan difícil. No quería plantearme que había detrás de mi miedo de revelarle esto a mi futuro marido.
- “Tenemos que hacerlo en nuestra noche de bodas, si alguna tiene duda que lo haga durante la luna de miel, pero no debemos dejar pasar la oportunidad. No creo que a ninguno de los tres le gusta enterarse, sobre decisiones de este tipo en una reunión.”- dije mientras nos subíamos a los coches escoltados por nuestro grupo de seguridad.
Todo quedó allí, y al día siguiente no fuimos a la cita que habíamos concretado para colocarnos un implante extra cutáneo cómo método anticonceptivo, por recomendación de la ginecóloga que nos atendió, la cual nos comentó que ese era el método más efectivo para los años que habíamos decidido no ser madre y desde luego el que menos efectos secundarios tenía.
Simplemente quedaba esperar, hasta el día de nuestra boda, se suponía que en un día regresarían nuestras parejas, pero por decisión de mis queridísimas suegras, no podríamos vernos hasta el mismo día de la boda, ya que según Elizabeth Powell eso daba mala suerte.
Sinceramente todo esto nos estaba poniendo muy nerviosas, ya está nos estábamos hartando de que la única comunicación que tuviéramos con quien nuestra otra mitad, el resto de nuestras vidas, se hiciera a través teléfono.
- “¿Ya has llegado a tu casa?”- le pregunté la noche antes de nuestra boda.
- “Si ayer, y ya fui a recoger a Marcos y Guille al instituto y al colegio, estuvimos juntos, con mi primo y mi hermano, celebrando una especie de despedida de solteros en el club. También estaba mi padre, Jason, el padre de Mirian, el padre de Elena y el abuelo.”- lo que faltaba ya veía a mis dos hermanos emocionado por haber sido incluido en tremenda celebración, como dos adultos.
No me extrañaba que durante toda la mañana dijeran que estaban ocupados con cosas de la boda, y por eso no se quería quedar en la mansión de Elizabeth, con las novias, las damas de honor, y la madre de Kevin J, para desgracia de la pobre Miriam, y la madre de esta última. Ya anoche hicimos, una reunión de mujeres, todas excepto Brenda, la madre de Kevin que decía que eso no iba con ella, y se fue adormir temprano.
Mis hermanos preferían quedarse en casa del abuelo. No es la primera vez que ocurría esto, incluso se habían quedado con mi suegro en la mansión en la que estábamos ahora recluida las damas, tanto la familia Powell, como el propio Keanu, veía a Guille y a Carlos con sus hijos y sus nietos.
- “Espero que no le hayas dejado beber a Marcos, ese maldito niñato está irreconocible,”- le dije, estaba más que preocupada con la adolescencia de mi hermano.
- “Lo intento, pero una mirada de mi abuelo y mía, lo disuadió rápidamente, para que le quedara aclarado todo. Lo que si nos pidió fue que Guille y él, sean quienes te entreguen en el altar.”- al escuchar esto me emocioné, en el fondo esos dos eran unos gamberros adorables, los amaba.
- “Creo que nos tendré mejores acompañantes que ellos.”- pude decir emocionada.
- “Pues todo decidido futura señora Powell.”- le oí decir con cierta sorna, me lo imaginé sonriendo de esa forma que me alteraba tanto el pulso. - “Nos vemos mañana, seré uno de los que te esperaron en el altar.”- no pude evitar reírme ante esa ocurrencia.
- “Me lo pone difícil Señor Powell, porque sé que habrá tres hombres muy guapos, a cada cual, más atractivo. ¿Cómo lo voy a distinguir?”- le dije de forma melosa, recostándome en mi cama. Echaba de menos, estos juegos dialecticos, megas excitantes, que siempre teníamos ese tentador hombre, y yo.
- “Muy fácil, atractiva y tentadora Sirena, soy el único que, al mirar, hace que tu corazón lata más rápido, al único que amas.”- sentí como mi corazón, realizaba el acto que el describía tan sólo con escuchar sus palabras.
- “Decididamente señor Powell, lo han mimado demasiado, maldito descarado.”- le dije sin poder evitar una carcajada.
- “Nos vemos cuando te haga mía, de por vida, mi querida y deseaba futura esposa.”- me dijo haciéndome temblar.
- “Nos vemos mañana, para hacerlo mío, mi querido y tentador futuro esposo.”- le dije sin poder evitarlo, tras colgar, suspiré sólo faltaba una noche y unas horas para que mi vida cambiara para siempre.
Mande un mensaje al grupo de las mosqueteras.
- “Mañana, nuestra vida cambiaran, nos casaremos con los hombres que amamos, deseo que todas sean felices, y recordad. Todas para una, y una para todas.”- y con este mensaje, intente dormir, aunque sabía que prácticamente sería imposible, porque yo sólo deseaba que ya fuera mañana, y estar en brazos de mi adorado Keanu, ya como marido y mujer, mientras vivamos.
Narrador. Y el día de la boda llegó, durante la ceremonia que se realizó en el Salón de ceremonias principal del prestigioso Hotel Sultán de la Cadena de hoteles de Powell Holding, se habían convocado más de dos mil invitados, entre empresarios, políticos, familiares y amigos de los novios. Los novios se veían serios y muy atractivos, esperando en el altar a la llegada de las novias, cada uno iba vestido atendiendo a sus gustos, Michael, iba más moderno con un chaquet negro con botones dorados, estilo esmoquin de la casa Valentino, mientras Kevin J. con un esmoquin gris y negro, de la marca Ralph Lauren, Por último, el más serio y tradicional era Keanu un traje Dolce y Gabbana negro con una camiseta de cuello blanco. Toda mujer que los miraba parcia ver un desfile de Top-model masculinos, y muchas de las féminas estaban babeando, mirando a esos tres especímenes de hombres. Cuando la música empezó a sonar aparecieron varias damas de honor acompañadas por varios padrinos, entre el
Keanu. -“ Maldita sea madre ¿Cuánto demonios pretendes que duré este banquete?, te abierto que me estoy hartando”- le dije, mientras soportaba otra de las incontables felicitaciones, que los invitados , la mayoría invitados por mi madre , me hacían, mientras ella, sonriente, también los saludaba. -“No te entiendo, se suponía que este es tu terreno, la relaciones públicas, las posibles conexiones comerciales, debería estar contento de que tu boda sirva para mejorar relaciones con futuros socios o empresas que colaboren económica y comercialmente con Powell Holding.”- tuve que controlarme para no mirar a mi madre con esa mirada que tenemos todos lo hombres Powell, cuando nos da todo igual, y sólo queremos hacer lo que nuestro instinto nos indica en ese momento. Desde había más de dos horas, tras la gran cena, llevaba aguantándome las ganas de sacar a la preciosa Sirena, de esta condenada fiesta, a la que la gran señora Powell, nos había abocado, tanto Kevin, Michael, como yo, estábam
Arianna. - “Ese ya no es tu trabajo, lo sabes, tu trabajo es estudiar y prepararte, sé que quieres ser empresario, y así ayudar a tu hermana con su herencia, pero sabes que, como futuro empresarios, debes ser el mejor, la familia no espera menos de ti, ya sabes a prepárate y estudiar mucho. ¡Ah! y si te salen bien los exámenes, comenzaremos con las clases para que te saques el carnet de conducir, como me pediste. Y quién sabe, si eres cuidadoso, maduro y atento, incluso cuando te lo saques, hasta puedes elegir tu primer coche.”- esa parte de la conversación que Keanu mantuvo con mi hermano, en esencial la última parte, seguía rebotándome en la cabeza durante todo el trayecto al aeropuerto. En un principio le iba a recriminar que le hubiera dicho a un niño, como mi hermano, el cómprale un coche si se sacaba el carnet, ¡si aún le quedaban dos años!, mejor dicho, una año y medio, para cumplir la mayoría de edad, ¿por qué le había hecho esa promesa? Conociendo a Marcos, se la iba a to
Arianna. - “Comprendo que me quieras darme una sorpresa Keanu, pero entre una cosa y otra, llevamos viajando más de tres horas, y aun no me has dicho a donde vamos, hemos pasado de Madrid a Valencia, y ahora llevamos media hora en limusina hasta el puerto. ¿Me vas a decir de una vez dónde vamos?, a esto sigue así se hace de día, y me voy a pasar mi noche de bodas viajando, encima con un acompañante serio, que no suelta prenda, y que, desde luego, que no cumple con su deber…”- me tuve que controlar, al decir las últimas palabras. - “Vaya llevo demasiado tiempo con Miriam y se me están pegando algunas de sus manías, ¿Cómo puedo ser tan descarada, y exigirle a mi marido, que acabe ya con su viajecito y que me lleve a la cama de una vez?, ¿quién eres tú? y, sobre todo, ¿Dónde está la Arianna locuaz y razonable?, ¡Dios mío! Casarme con un Powell, y exactamente este Powell, me ha vuelto loca.”- pensé, mientras agachaba la cabeza, ni loca volvía levantarla para toparme con esa mirada de bu
Arianna. Pronto sus caricias se hicieron más atrevidas, mientras yo no dejaba de gemir, repitiendo mil veces el nombre del hombre que amo, que estaba domando y controlando mi cuerpo, como un perfecto domador de fieras. Sus manos y sus labios en mi abdomen en el interior de mis muslos, arrancado la pequeña tela que cubría mi entrepierna, para después con delicadeza acariciar el centro de mi placer, estaba en todas partes, y se me hizo hasta natural, en ningún momento me sentí incomoda, o temerosa, más bien esa parte de mi cuerpo hace un rato que exigían la atención de quien ellos consideraban su amo y señor. Y fue aquí donde comenzó mi tortura, una deliciosa y extenuante tortura, con esas manos y esa boca que se esforzaron en que yo me volviera loca, y que el deseo de que ese hombre me poseyera se volviera una maldita necesidad para vivir, respirar, o cualquiera de las cosas que una mujer nublada por el placer y la excitación deseara hacer en ese momento. - “Decididamente esto no
Arianna. -“¡No señora Powell!, dejé dormir a su marido, eres una maldita mujer insaciable.”- me reprendí mentalmente por quinta vez. Me obligué a salir de la cama para no terminar despertando a mi agotado guerrero, después de casi acabar con él, esta bendita noche, ya que para mi recuerdo, se me hacía casi increíbles que ese hombre pudiera haberle hecho a mi cuerpo lo que le hizo, y yo aun estuviera consciente y no muerta de placer, e incluso que aún pudiera caminar. Ni me había movido un poco cuando los músculos que ni sabía que tenía se quejaron en mi interior. Por ,lo visto lo de caminar lo tenía más bien complicado, o al menos caminar con algo de dignidad. -“ A esto debía referirse, Keanu, cuando tras el tercer asalto que hice de su cuerpo mi esposo, me advirtió que me llevaría a la ducha caliente, para intentar relajar mis músculos, o seguramente hoy no podría moverme del dolor.”- me dije haciendo un ultimo esfuerzo para ponerme de pie, consiguiéndolo a duras penas. -“Lasti
Arianna - “¿Seguro que estas decidida Elena?, tú tienes la empresa, no está bien que la abandones durante un tiempo para seguirnos en esta nueva decisión que hemos tomado, has luchado mucho por tu negocio para seguirnos en esto que hemos decidido Miriam y yo. Podemos ir a hablar con el abuelo nosotras solas.”- le pregunté a Aramis, cuando nos dirigíamos al despacho del abuelo Powell, el CEO general de Powell Holding. En la luna de miel, el problema se manifestó en como cambiaria nuestras vidas cuando ya estamos casada, y quedó claro que no queríamos ser la esposa casadas con empresarios, objetos decorativos, que no trabajaban. Todas queríamos ser como Elizabeth Powell, no como Brenda Powell, sobre todo Miriam, que quería ser todo lo opuesto que su agobiante suegra. Es por eso que, tras meditarlo, y para sorprender nuestros maridos, decidimos que queríamos conocer el grupo del cual éramos herederas. La idea la di yo, ya que nunca había pensado heredar nada, pero ya que estaba oblig
Arianna. - “No sé porque tenemos que ir hoy otra vez a casa del abuelo, hace poco que vinieron de la luna de miel, y quería que cenaremos todos junto hoy en la casa.”- se quejó Guille, mientras yo le preparaba la mochila para que fueran a dormir a casa del abuelo Powell. - “Pareces bobo enano, es porque esta noche estos dos tendrán una fiesta con juegos de adult….”- interrumpí al descarado de Marcos, ese niñato me estaba volviendo loca con su puta adolescencia de mierda. - “Marcos Cortes, hay conversaciones que ni tú, ni Guille, deben tener, y sobre todo de los que hacemos o dejamos de hacer Keanu y yo. Y termina de prepararte, que ya vienen William a recogeros. - “él sólo me miro sonriendo con una sonrisa que me recordaba mucho a la que ponía el descarado de mi marido, cuando se salía con la suya. - “Decididamente Marcos imita a Keanu en todo, pobre de la chica que se enamore de él.”- ese pensamiento, me hizo darme cuenta de que mi marido tenía razón mis hermanos estaban crecien