Arianna.
- “¿Podríamos también hablar con el abuelo, sobre, por qué, después de la fiesta de compromiso, ha secuestrado a nuestros prometidos?”- dijo Miriam, alias Pontos.
Entendía también como se sentía, cuando tu prometido te indica, en la misma fiesta en al que se está produciendo tu compromiso, que por órdenes de su abuelo debe salir de viaje, y que nos volverá, al menos hasta unos pocos días antes de la boda, pasas por varias reacciones según tu personalidad. Como nos ocurrió a nosotras, cada una reaccionó a su manera diferente, con su pareja
Elena, sonrió fría, y tras mirar a su futuro esposo, con esa mirada, que helaba el desierto, le dijo.
- “Tú veras como lo vas a hacer playboy, pero si yo me vuelvo loca con los preparativos de la boda, y las exigencias de tu dorada madre, que quiero un montón, pero que tiene más energía que una central nuclear, lo mismo, cuando regreses, te encuentras sólo en el altar.”- a lo que mi futuro cuñado, sólo sonrió besándola, y prometiéndole que la llamaría todos los días, eso sí, juro a su abuelo que a él desde luego sí que no lo iba a llamar, ósea todo muy maduro.
Por su lado Miriam, nuestra, víbora de lengua venenosa, cuya sinceridad puede crear conflictos internacionales, fue más directa, con el primo de mi prometido, Kevin J.
- “Muy bien, ¿me estas queriendo decir que tu abuelo, te ha mandado a Seattle para que yo me quede aquí con tu madre, santo de mi devoción, y que yo me encargue, con esa bruja… digo con esa digna señora, de los preparativos del matrimonio mientras tú estás relajado por él mundo? Y no me digas que sólo vas a trabajar, que lo sé, pero eso lo llevas haciendo desde que usabas pañales, pero para mí es la primera vez que me caso, y por lo visto la única.”- le dijo empujándolo con un dedo acusador en el pecho de su prometido, que era casi un cabeza más alto que ella, ósea era algo digno verse, David contra Goliat, aunque este David tenía una lengua que era un arma de destrucción masiva.
Él la miro serio y agarrándole las manos para atraerla hacia sus brazos le dijo.
- “Lo sé deliciosa Arpía, pero recuerda que en un mes nos casamos, y te prometo compensarte por el esfuerzo, y por tu paciencia, que no suele ser mucha.”- le dijo y besó su hombro descubierto haciéndola estremecer.
- “Eso espero, maldito niño de mamá, que me complazcas tanto, que no te saque de la cama en un mes, que es lo que me voy a merecerme por aguantar a tu adorada madre.”- le dijo agarrándole de la corbata y tirando de él para que la besara.
- “Pretendo tenerte toda una vida en mi cama, pelirroja descarada, y te castigaré si sales de ella.”- le dijo acercando sus labios a los de ella.
- “Cumpla sus promesas señor Powell, toda una vida., y adoro tus castigos.”- respondió finalmente Pontos dejándose arrastra por las sensaciones que los labios de su prometido le provocaban. Fue, así como mi inconformista amiga, cedió a estar un mes sin su adorado niño de mamá.
Y finalmente yo, que escuche pacientemente las explicaciones de mi hombre, antes de darle mi opinión.
- “Bien señor Powell, en términos empresariales, ¿me quiera decir, que compensación, voy a recibir yo por la pérdida de mi prometido durante, un mes, en el momento que más lo necesito, ya que esto sólo supone una sobre carga de trabajo, para mi parte de contrato?”- él me miró sonriendo, por mi intento de ser su rival, en estas negociaciones.
Entendía su aptitud de diversión, era normal que le pareciera gracioso, que yo intentara ponerse a su nivel en este terreno. Vamos que negociar con Keanu Powell, era como negociar con un lobo hambriento, siendo tú, una pequeña oveja tierna y blandita, un majar para ese canido.
- “¿Y qué compensación desea esta parte del contrato, que le será, lo suficientemente atractiva, para que supere dicha perdida?”- no sé lo que tenía ese hombre cuando se ponía en plan empresario que hacía que mis hormonas, ya sobre estimuladas, por estar cerca de él, y de ese delicioso olor que desprendía su cuerpo, me hacía comportarme como lo que nunca he sido, una mujer fogosa sedienta por exprimir hasta el último placer que ese hombre me pudiera dar.
- “Tendré que tomar un tiempo de reflexión, CEO, pero creo que este contrato lo firmaremos nuestra noche de bodas, eso sí, no puede retractarse una vez firmado el acuerdo, ya que tiene duración indefinida.”- le dije acariciando con mi dedo los botones de su camisa mientras me acercaba lo más que podía a él.
Keanu no tardó en atraerme a su cuerpo con sus brazos, mientras sus manos bajaban a mis glúteos apretándolos contra él, de forma firme, pero delicada, para que sintiera en mí el abdomen, la excitación de lo que mis palabras estaban provocando en el centro de su hombría.
- “¿Y si la compensación es abusiva para el agravio cometido? No es justo que me pase un mes pensando en lo que la parte B del contrato me tiene preparado, eso es jugar con ventajas, que en términos empresariales puede ser inaceptable, para la otra parte.”- dijo agachándose y hablándole al lóbulo de mi oreja, mientras con su aliento me hacía cosquillas, esto despertó deseos, que aumentaban mi libido, que ya estaba bastante sobre estimulado.
- “Siempre… puede…renegociar términos. Además… es una forma en que los dos suframos durante nuestro periodo de reflexión de un mes … ¡Ahí!”- gemí cuando sus dientes mordieron suavemente con los dientes y los labios, ese maldito lóbulo, que acaba de descubrir que estaba conectado directamente con las zonas más sensibles de mi cuerpo, ya que estas malditas traidoras, temblaron de anticipación.
- “De acuerdo futura señora Powell, en un mes, en nuestra noche de bodas, me dirá la compensación que desea recibir, y negociaremos, mientras, recuerde que esto es tanto un castigo para ti, como para mí, además de que la llamaré todas las noches, así tenga que no dormir, para oir su deliciosa voz.”-
Tras esto no me dejó decir nada, simplemente selló nuestro acuerdo con un beso, que me dejó sin aliento, si mis hermanos no llegan a entrar en ese momento en la sala donde habíamos ido a hablar durante la fiesta, no sé qué hubiera pasado.
- “Cuñado deja algo para la noche de bodas”- dijo el descarado, malcriado adolescente de Marcos. De la vergüenza me separé de Kevin, para reprender a este maldito niñato, con ínfulas de adulto.
M*****a sea que mal, llevaba la época de pubertad de mi hermano, parecía que me habían secuestrado a mi dulce y cariñoso hermano, y en cambio, habían dejado un total desconocido, un bocazas, mete patas, malcriado, y soberbio ser, en su lugar.
- “Marcos Corzo Basterra la próxima vez que hables así, yo…”- no me dejo terminar moviendo las manos en señal de que esa conversación ya la habéis tenido, y que en realidad le aburria, mientras caminaba hacia su nuevo dios, mi prometido, desde hacía un año su modelo a seguir.
- “Yo no he visto nada, ni siquiera cuando Papá Keanu, te mordía en los labios y te los chupaba. Te lo prometo, Mamá Arianna”- dijo el sincero, pero demoledor Guille.
Fue en ese momento cuando quise que me tragara la tierra, mientras los malditos de Keanu, y Marcos estallaban de risa, ante las ocurrencias de mis hermanos de ocho años.
Con la sensación de vergüenza, que aun sentía en pensar en mi despedida de Keanu hace tres semanas, volvía la realidad.
- “¿Se puede saber dónde estabas, Dogos?”- me preguntó Elena, alias Aramis.
- “Seguramente en brazos de cierto CEO, con ojos azules, cuerpo espectacular y una voz profunda y ronca, que además tiene secuestrado a mi marido, dicho sea de paso.”- dijo con cierto reproche Emily, alias Dartacan.
La habíamos convencido de que saliera de la m*****a cocina del restaurante, para acompañarnos a la reunión que teníamos con el abuelo, ya que ella también estaba afectada con la separación de nuestra pareja hace ya tres semanas.
Además, debíamos tener cuidado, Kevin Senior Powell, era el mejor negociador que habíamos conocido, un maldito embaucador, y tramposo, prueba de ellos era la forma en que nos había unido a sus nietos.
Precisamente de los terminó a los que nos sometió en ese momento, o parte de ellos, era por lo que queríamos renegociar, y por eso estábamos aquí, en la torre Powell, a punto de entrar en la sala de juntas del gran grupo, que, gracias a las artimañas del maldito y cariñoso abuelo, nos habíamos convertido en sus herederas.
Cuando entramos en la sala, ya el abuelo Powell, estaba sentado allí, en su sillón, con esa cara amable y sonriente, pero de la que no podías fiarnos, debajo de esos ojos bondadosos, existía el ser más inteligente y manipulador, que yo había conocido, a parte de su nieto Keanu, y hasta él había caído bajo las artimañas del gran CEO.
- “Mis queridas nietas, ¿A qué debo tan grato honor?”- dijo sonriendo como un gato vanidoso, y sabedor de que el juego del ratón y el gato, ya los tenía ganado mucho antes de empezar a jugar, pero eso quitaba que disfrutara el proceso del juego.
Respiré hondo y me senté, las negociaciones iban a empezar.
Arianna. - “Mis queridas nietas, ¿A qué debo tan grato honor?”- tras esta frase, no nos dejamos engañar. Sabíamos a lo que habíamos venido, y no nos íbamos a ir sin haberlo logrado. Desde el momento que habíamos planificado, esta conversación, también nos dimos cuenta quién tenía que ser la primera en intervenir, y desde luego quién no, o por lo menos no, hasta que las cosas se pusieran un poco adversas. Así que, tras sentarnos en nuestro sitio correspondientes, todas miramos a Elena, que gracias a su habilidad empresarial podría mantener una conversación con el abuelo más directa, de tú a tú. -“La cuestión es la siguiente, abuelo.”- desde qué conocimos a Kevin senior, nos había prohibido totalmente que le habláramos como señor Powell, o incluso que usáramos su nombre de pila, sólo nos respondía cuando lo llamábamos abuelo, así que tuvimos que aceptar el hecho que hasta en esta ocasión, esa era la única forma de dirigirnos a él.-“ queremos renegociar los términos en cuanto, al ti
Narrador. Y el día de la boda llegó, durante la ceremonia que se realizó en el Salón de ceremonias principal del prestigioso Hotel Sultán de la Cadena de hoteles de Powell Holding, se habían convocado más de dos mil invitados, entre empresarios, políticos, familiares y amigos de los novios. Los novios se veían serios y muy atractivos, esperando en el altar a la llegada de las novias, cada uno iba vestido atendiendo a sus gustos, Michael, iba más moderno con un chaquet negro con botones dorados, estilo esmoquin de la casa Valentino, mientras Kevin J. con un esmoquin gris y negro, de la marca Ralph Lauren, Por último, el más serio y tradicional era Keanu un traje Dolce y Gabbana negro con una camiseta de cuello blanco. Toda mujer que los miraba parcia ver un desfile de Top-model masculinos, y muchas de las féminas estaban babeando, mirando a esos tres especímenes de hombres. Cuando la música empezó a sonar aparecieron varias damas de honor acompañadas por varios padrinos, entre el
Keanu. -“ Maldita sea madre ¿Cuánto demonios pretendes que duré este banquete?, te abierto que me estoy hartando”- le dije, mientras soportaba otra de las incontables felicitaciones, que los invitados , la mayoría invitados por mi madre , me hacían, mientras ella, sonriente, también los saludaba. -“No te entiendo, se suponía que este es tu terreno, la relaciones públicas, las posibles conexiones comerciales, debería estar contento de que tu boda sirva para mejorar relaciones con futuros socios o empresas que colaboren económica y comercialmente con Powell Holding.”- tuve que controlarme para no mirar a mi madre con esa mirada que tenemos todos lo hombres Powell, cuando nos da todo igual, y sólo queremos hacer lo que nuestro instinto nos indica en ese momento. Desde había más de dos horas, tras la gran cena, llevaba aguantándome las ganas de sacar a la preciosa Sirena, de esta condenada fiesta, a la que la gran señora Powell, nos había abocado, tanto Kevin, Michael, como yo, estábam
Arianna. - “Ese ya no es tu trabajo, lo sabes, tu trabajo es estudiar y prepararte, sé que quieres ser empresario, y así ayudar a tu hermana con su herencia, pero sabes que, como futuro empresarios, debes ser el mejor, la familia no espera menos de ti, ya sabes a prepárate y estudiar mucho. ¡Ah! y si te salen bien los exámenes, comenzaremos con las clases para que te saques el carnet de conducir, como me pediste. Y quién sabe, si eres cuidadoso, maduro y atento, incluso cuando te lo saques, hasta puedes elegir tu primer coche.”- esa parte de la conversación que Keanu mantuvo con mi hermano, en esencial la última parte, seguía rebotándome en la cabeza durante todo el trayecto al aeropuerto. En un principio le iba a recriminar que le hubiera dicho a un niño, como mi hermano, el cómprale un coche si se sacaba el carnet, ¡si aún le quedaban dos años!, mejor dicho, una año y medio, para cumplir la mayoría de edad, ¿por qué le había hecho esa promesa? Conociendo a Marcos, se la iba a to
Arianna. - “Comprendo que me quieras darme una sorpresa Keanu, pero entre una cosa y otra, llevamos viajando más de tres horas, y aun no me has dicho a donde vamos, hemos pasado de Madrid a Valencia, y ahora llevamos media hora en limusina hasta el puerto. ¿Me vas a decir de una vez dónde vamos?, a esto sigue así se hace de día, y me voy a pasar mi noche de bodas viajando, encima con un acompañante serio, que no suelta prenda, y que, desde luego, que no cumple con su deber…”- me tuve que controlar, al decir las últimas palabras. - “Vaya llevo demasiado tiempo con Miriam y se me están pegando algunas de sus manías, ¿Cómo puedo ser tan descarada, y exigirle a mi marido, que acabe ya con su viajecito y que me lleve a la cama de una vez?, ¿quién eres tú? y, sobre todo, ¿Dónde está la Arianna locuaz y razonable?, ¡Dios mío! Casarme con un Powell, y exactamente este Powell, me ha vuelto loca.”- pensé, mientras agachaba la cabeza, ni loca volvía levantarla para toparme con esa mirada de bu
Arianna. Pronto sus caricias se hicieron más atrevidas, mientras yo no dejaba de gemir, repitiendo mil veces el nombre del hombre que amo, que estaba domando y controlando mi cuerpo, como un perfecto domador de fieras. Sus manos y sus labios en mi abdomen en el interior de mis muslos, arrancado la pequeña tela que cubría mi entrepierna, para después con delicadeza acariciar el centro de mi placer, estaba en todas partes, y se me hizo hasta natural, en ningún momento me sentí incomoda, o temerosa, más bien esa parte de mi cuerpo hace un rato que exigían la atención de quien ellos consideraban su amo y señor. Y fue aquí donde comenzó mi tortura, una deliciosa y extenuante tortura, con esas manos y esa boca que se esforzaron en que yo me volviera loca, y que el deseo de que ese hombre me poseyera se volviera una maldita necesidad para vivir, respirar, o cualquiera de las cosas que una mujer nublada por el placer y la excitación deseara hacer en ese momento. - “Decididamente esto no
Arianna. -“¡No señora Powell!, dejé dormir a su marido, eres una maldita mujer insaciable.”- me reprendí mentalmente por quinta vez. Me obligué a salir de la cama para no terminar despertando a mi agotado guerrero, después de casi acabar con él, esta bendita noche, ya que para mi recuerdo, se me hacía casi increíbles que ese hombre pudiera haberle hecho a mi cuerpo lo que le hizo, y yo aun estuviera consciente y no muerta de placer, e incluso que aún pudiera caminar. Ni me había movido un poco cuando los músculos que ni sabía que tenía se quejaron en mi interior. Por ,lo visto lo de caminar lo tenía más bien complicado, o al menos caminar con algo de dignidad. -“ A esto debía referirse, Keanu, cuando tras el tercer asalto que hice de su cuerpo mi esposo, me advirtió que me llevaría a la ducha caliente, para intentar relajar mis músculos, o seguramente hoy no podría moverme del dolor.”- me dije haciendo un ultimo esfuerzo para ponerme de pie, consiguiéndolo a duras penas. -“Lasti
Arianna - “¿Seguro que estas decidida Elena?, tú tienes la empresa, no está bien que la abandones durante un tiempo para seguirnos en esta nueva decisión que hemos tomado, has luchado mucho por tu negocio para seguirnos en esto que hemos decidido Miriam y yo. Podemos ir a hablar con el abuelo nosotras solas.”- le pregunté a Aramis, cuando nos dirigíamos al despacho del abuelo Powell, el CEO general de Powell Holding. En la luna de miel, el problema se manifestó en como cambiaria nuestras vidas cuando ya estamos casada, y quedó claro que no queríamos ser la esposa casadas con empresarios, objetos decorativos, que no trabajaban. Todas queríamos ser como Elizabeth Powell, no como Brenda Powell, sobre todo Miriam, que quería ser todo lo opuesto que su agobiante suegra. Es por eso que, tras meditarlo, y para sorprender nuestros maridos, decidimos que queríamos conocer el grupo del cual éramos herederas. La idea la di yo, ya que nunca había pensado heredar nada, pero ya que estaba oblig