Keanu.
- “Bien hermanito, no te voy a preguntar como los llevas, porque sin lo llevas la mitad de mal que yo, comprendo el humor de perros que llevas, nadie se atreve a entrar en tu despacho.”- me dijo Mike, entrando en mi despacho, y tirándose de forma destartala en el sofá.
No podía discutir con él, ya que tenía razón, esta m*****a espera, no iba para nada con mi forma de hacer las cosas. Por lo menos, esta noche se realizarían los tres compromisos, y yo podría poner el anillo que había comprado, en el dedo de mi Sirena tentadora, así mi instinto de cazador se calmaría algo, ya que el mundo sabría que quiera era mi dueña, y yo podría decirle al resto de la población masculina que, Ariana Cortes Basterra, ya no estaba en el mercado de diosas deseables. O al menos eso esperaba, por aun me quedaba un maldito mes para la boda, y lo importante, para esa deseada noche, en que tendría el honor en que mi dueña, se entregara a mí.
- “No te esfuerces Mike, tu hermano ha decidido mantener este humor de perros, hasta que no se case con Arianna, esperamos que el resto del mundo, pueda sobrevivirlo.”- dijo un sonriente asistente, y mejor amigo, entrando por la puerta del despacho sin tocar.
Nunca me había molestado que los hiciera, pero ahora sí, ya que esa sonrisa, que mostraba él, todo el día, sólo significaba una cosa, el hijo de p… de Jason había tenido una larga y extenuante noche de pasión con su recién estrenada esposa, y lo único que hacía el muy maldito, con esa actitud, era demostrarnos al resto de los que estaban en abstinencia forzosa, que él era el único estaba feliz y satisfecho, de los cuatro.
- “Es él, quien me pone de mal humor, mira esa sonrisa de gato que se ha tomado toda la leche y se está relamiendo, ver eso todos los días, cabrea, y no sabes cuánto.”- sabía que me estaba quejando como un niño pequeño, no era nada típico en mí, pero necesitaba desahogarme, este periodo de espera se me estaba haciendo más que largo.
Jason solo lo miró y sigue sonriendo, ya estaba acostumbrado a que su jefe, y mejor amigo, estos días pareciera un oso con dolor de muelas.
- “Ahora que lo miro bien, hasta a mí también me estas cayendo mal, Jason.”- dijo Mike mirándolo desde el sillón donde se había tirado cuando entró en mi despacho. - “¿No podría aguantarte un poco esa sonrisa de satisfacción, para que el resto de los humanos podamos revolvernos en nuestra miseria sin tener una prueba visual de lo que es, ser un feliz recién casado, maldito cabr …?”- Jason lo interrumpió.
- “Lo siento por los dos, pero no voy a dejar de sonreír por amar, y ser feliz al lado de mi mujer, y ustedes tengan que esperar, la culpa es de sus familias, y de las promesas que hicieron, yo no tengo ese problema, y sí estoy más que feliz, en mi matrimonio, pues lo digo. Lo que faltaba.”- dijo el muy descarado sentándose en la silla que había frente a mi mesa de despacho, mientras yo, desde mi silla ejecutiva, lo miraba entrecerrando los ojos, con cierto grado de envidia, y odio.
- “Hermano despídelo, hasta que nos hayamos casado, ¡Por dios! No aguanto que sonría como si el conociera un secreto, que nosotros desconocemos”- se quejó, Mike.
-” Por mi encantado, más tiempo para pasar, con la deseable, señora Graham.”- dijo el mal nacido de Jason sonriendo aún más ampliamente. Justo en ese momento, entró Kevin Junior, también si tocar la puerta de mi despacho.
- “¿Pero es que mi despacho se ha convertido en la sala de reuniones, no podéis tocar la puerta, alguno de los tres, m*****a sea?”- les dije serio a los tres, Kevin, como los otros, también me ignoró y se fue directamente a el mueble bar de mi despacho, para servir cuatro copas.
- “¿Alguien sabe si hay algún somnífero, que me duerma hasta dentro de un mes, y me despierte ya casado, y con mi esposa, la arpía pelirroja, en mis brazos?”- preguntó mientras nos entregada a cada uno una copa, sabía que tanto su futura esposa, como su madre selo estaban poniendo difícil, por razones distintas, unas más placenteras que otras.
- “Esta visto que hoy no voy a poder usar el maldito trabajo para poder eludir, las ansias que tengo de secuestrar a mi mujer, y llevármela a algún lugar, casarme, y pasarme un mes en su cama.”- pensé mientas apagaba el ordenador, y me levantaba de mi asiento para sentarme en el sillón individual.
Mientras, los otros tomaban posiciones en los sillones a mi alrededor, excepto, Mike, que desde que llegó se había apropiado del sillón de tres plazas, acostándose, de forma desgarbada, como cuando era niño.
- “Hoy, nos comprometemos.”- soltó Kevin con un deje de emoción, que era raro en él, lo que demostraba lo loco que lo había vuelto, la deslenguada de Miriam Lugo García.
- “Y después, sólo hay que esperar un mes, y ya estaremos casados.”- dijo Mike, mirando al techo, como soñando, que ese día llegara pronto.
- “Eso me recuerda, que debía entregaros algo.”- dijo Jason, y salir un momento del despacho, regresó, con unos sobres en las manos, y nos dio una carta, a cada uno.
Nada más abrirlo, mi mal genio se multiplicó por diez, mi abuelo había vuelto a hacer otra de las suyas.
- “¿Pero que m****a es esta?”- dijo Mike al mismo tiempo que Kevin gruñía, y tiraba la carta al suelo. Al parecer no era el único al que se la había jugado el abuelo.
Al parecer los tres teníamos que viajar este último mes antes de la boda, para dejar todo, arreglado, y así poder tomarnos unas semanas de luna de miel, a Kevin le tocaba viajar a Seattle, la sede central de Powell Holding, Mike, tenía una reunión, de ventos, a la que debía haber ido mi madre, pero como estaba con los de la boda no podía, en Japón, y yo tenía varias reuniones en varios países, entre ellos, Nueva Zelanda y Colombia, pero lo mejor, y por lo que los tres estimábamos que rompíamos algo, era que salíamos mañana de viaje, después del compromiso de esta noche.
Cogí el teléfono para llamar a mi abuelo, ardiendo por dentro de ira, tenía que cantarle las cuarenta, cuando, como siempre, ese viejo zorro se adelantó, entrando como no, en mi despacho, también sin llamar.
Desde hoy iba a poner un cartel, como en el colegio, o en las consultas médicas, para que la gente supiera usar la educación de tocar antes de entrar, además de poner un fechillo a la puerta, no sea qué después de casarme, un día tuviera la visita de mi deseada, y amada esposa, a mi despacho, con la excelente idea de seducir y pervertir a su marido, ante eso, esa puerta se cerraría a cal y canto, mientras ella se dedicaba a torturarme.
- “¡Ni se les ocurra quejarse!”- sentencio el maldito viejo controlador- “Porque sólo tenéis dos opciones, o viajáis este mes a dejarlo todo arreglado o lo hacéis después de la boda. Yo en su lugar, lógicamente, preferiría lo primero, mientras sus prometidas y sus madres, lo preparan todo para la boda, así os distraéis un poco, y así podéis no estar tan … ¿cómo decirlo? ¡Ah!, ya se … ansiosos.”- odiaba ser manipulado, pero tenía que reconocer que esa m*****a habilidad de mi abuelo, que yo también la había heredado, sabía usarla como un auténtico zorro astuto, cuando le convenía.
Ante esta afirmación, nadie dijo nada, pero la ira se reflejaba en nuestros ojos, otra vez el gran Kevin senior Powell, se había vuelto a salirse con la suya. Y eso a mí me reventaba.
- “Jason prepáralo todo, te vienes, conmigo, tu mujer podrá soportar estar sin ti, unas semanas, además estará ocupada haciendo de dama de honor, para las novias.”- por primera vez la sonrisa de Jason se borrón, y cierto deje de enfado se dibujó en sus ojos.
Así fue como, tras el maldito compromiso, donde mi preciosa prometida, me volvió loco con ese vestido que debía de estar prohibido, para no alterar la presión sanguínea de este humilde hombre enamorado sobre todo porque, tras dar mil y una explicación a unas mosqueteras nada contentas con sus parejas, los cuatro volamos al día siguiente a diferentes países del mundo, mientras nuestras futuras esposas, eran sometidas al acoso de nuestras histéricas y descontroladas, madres.
Mientras volaba en unió de los Jet privados del grupo, con más ganas desee haber cedido a la sugerencia de Arianna de fugarnos a las Vegas, y acabar con todo de una vez, esto sólo demuestra que cuando un hombre se enamora, pierde agilidad mental.
Arianna. - “¿Podríamos también hablar con el abuelo, sobre, por qué, después de la fiesta de compromiso, ha secuestrado a nuestros prometidos?”- dijo Miriam, alias Pontos. Entendía también como se sentía, cuando tu prometido te indica, en la misma fiesta en al que se está produciendo tu compromiso, que por órdenes de su abuelo debe salir de viaje, y que nos volverá, al menos hasta unos pocos días antes de la boda, pasas por varias reacciones según tu personalidad. Como nos ocurrió a nosotras, cada una reaccionó a su manera diferente, con su pareja Elena, sonrió fría, y tras mirar a su futuro esposo, con esa mirada, que helaba el desierto, le dijo. - “Tú veras como lo vas a hacer playboy, pero si yo me vuelvo loca con los preparativos de la boda, y las exigencias de tu dorada madre, que quiero un montón, pero que tiene más energía que una central nuclear, lo mismo, cuando regreses, te encuentras sólo en el altar.”- a lo que mi futuro cuñado, sólo sonrió besándola, y prometiéndole q
Arianna. - “Mis queridas nietas, ¿A qué debo tan grato honor?”- tras esta frase, no nos dejamos engañar. Sabíamos a lo que habíamos venido, y no nos íbamos a ir sin haberlo logrado. Desde el momento que habíamos planificado, esta conversación, también nos dimos cuenta quién tenía que ser la primera en intervenir, y desde luego quién no, o por lo menos no, hasta que las cosas se pusieran un poco adversas. Así que, tras sentarnos en nuestro sitio correspondientes, todas miramos a Elena, que gracias a su habilidad empresarial podría mantener una conversación con el abuelo más directa, de tú a tú. -“La cuestión es la siguiente, abuelo.”- desde qué conocimos a Kevin senior, nos había prohibido totalmente que le habláramos como señor Powell, o incluso que usáramos su nombre de pila, sólo nos respondía cuando lo llamábamos abuelo, así que tuvimos que aceptar el hecho que hasta en esta ocasión, esa era la única forma de dirigirnos a él.-“ queremos renegociar los términos en cuanto, al ti
Narrador. Y el día de la boda llegó, durante la ceremonia que se realizó en el Salón de ceremonias principal del prestigioso Hotel Sultán de la Cadena de hoteles de Powell Holding, se habían convocado más de dos mil invitados, entre empresarios, políticos, familiares y amigos de los novios. Los novios se veían serios y muy atractivos, esperando en el altar a la llegada de las novias, cada uno iba vestido atendiendo a sus gustos, Michael, iba más moderno con un chaquet negro con botones dorados, estilo esmoquin de la casa Valentino, mientras Kevin J. con un esmoquin gris y negro, de la marca Ralph Lauren, Por último, el más serio y tradicional era Keanu un traje Dolce y Gabbana negro con una camiseta de cuello blanco. Toda mujer que los miraba parcia ver un desfile de Top-model masculinos, y muchas de las féminas estaban babeando, mirando a esos tres especímenes de hombres. Cuando la música empezó a sonar aparecieron varias damas de honor acompañadas por varios padrinos, entre el
Keanu. -“ Maldita sea madre ¿Cuánto demonios pretendes que duré este banquete?, te abierto que me estoy hartando”- le dije, mientras soportaba otra de las incontables felicitaciones, que los invitados , la mayoría invitados por mi madre , me hacían, mientras ella, sonriente, también los saludaba. -“No te entiendo, se suponía que este es tu terreno, la relaciones públicas, las posibles conexiones comerciales, debería estar contento de que tu boda sirva para mejorar relaciones con futuros socios o empresas que colaboren económica y comercialmente con Powell Holding.”- tuve que controlarme para no mirar a mi madre con esa mirada que tenemos todos lo hombres Powell, cuando nos da todo igual, y sólo queremos hacer lo que nuestro instinto nos indica en ese momento. Desde había más de dos horas, tras la gran cena, llevaba aguantándome las ganas de sacar a la preciosa Sirena, de esta condenada fiesta, a la que la gran señora Powell, nos había abocado, tanto Kevin, Michael, como yo, estábam
Arianna. - “Ese ya no es tu trabajo, lo sabes, tu trabajo es estudiar y prepararte, sé que quieres ser empresario, y así ayudar a tu hermana con su herencia, pero sabes que, como futuro empresarios, debes ser el mejor, la familia no espera menos de ti, ya sabes a prepárate y estudiar mucho. ¡Ah! y si te salen bien los exámenes, comenzaremos con las clases para que te saques el carnet de conducir, como me pediste. Y quién sabe, si eres cuidadoso, maduro y atento, incluso cuando te lo saques, hasta puedes elegir tu primer coche.”- esa parte de la conversación que Keanu mantuvo con mi hermano, en esencial la última parte, seguía rebotándome en la cabeza durante todo el trayecto al aeropuerto. En un principio le iba a recriminar que le hubiera dicho a un niño, como mi hermano, el cómprale un coche si se sacaba el carnet, ¡si aún le quedaban dos años!, mejor dicho, una año y medio, para cumplir la mayoría de edad, ¿por qué le había hecho esa promesa? Conociendo a Marcos, se la iba a to
Arianna. - “Comprendo que me quieras darme una sorpresa Keanu, pero entre una cosa y otra, llevamos viajando más de tres horas, y aun no me has dicho a donde vamos, hemos pasado de Madrid a Valencia, y ahora llevamos media hora en limusina hasta el puerto. ¿Me vas a decir de una vez dónde vamos?, a esto sigue así se hace de día, y me voy a pasar mi noche de bodas viajando, encima con un acompañante serio, que no suelta prenda, y que, desde luego, que no cumple con su deber…”- me tuve que controlar, al decir las últimas palabras. - “Vaya llevo demasiado tiempo con Miriam y se me están pegando algunas de sus manías, ¿Cómo puedo ser tan descarada, y exigirle a mi marido, que acabe ya con su viajecito y que me lleve a la cama de una vez?, ¿quién eres tú? y, sobre todo, ¿Dónde está la Arianna locuaz y razonable?, ¡Dios mío! Casarme con un Powell, y exactamente este Powell, me ha vuelto loca.”- pensé, mientras agachaba la cabeza, ni loca volvía levantarla para toparme con esa mirada de bu
Arianna. Pronto sus caricias se hicieron más atrevidas, mientras yo no dejaba de gemir, repitiendo mil veces el nombre del hombre que amo, que estaba domando y controlando mi cuerpo, como un perfecto domador de fieras. Sus manos y sus labios en mi abdomen en el interior de mis muslos, arrancado la pequeña tela que cubría mi entrepierna, para después con delicadeza acariciar el centro de mi placer, estaba en todas partes, y se me hizo hasta natural, en ningún momento me sentí incomoda, o temerosa, más bien esa parte de mi cuerpo hace un rato que exigían la atención de quien ellos consideraban su amo y señor. Y fue aquí donde comenzó mi tortura, una deliciosa y extenuante tortura, con esas manos y esa boca que se esforzaron en que yo me volviera loca, y que el deseo de que ese hombre me poseyera se volviera una maldita necesidad para vivir, respirar, o cualquiera de las cosas que una mujer nublada por el placer y la excitación deseara hacer en ese momento. - “Decididamente esto no
Arianna. -“¡No señora Powell!, dejé dormir a su marido, eres una maldita mujer insaciable.”- me reprendí mentalmente por quinta vez. Me obligué a salir de la cama para no terminar despertando a mi agotado guerrero, después de casi acabar con él, esta bendita noche, ya que para mi recuerdo, se me hacía casi increíbles que ese hombre pudiera haberle hecho a mi cuerpo lo que le hizo, y yo aun estuviera consciente y no muerta de placer, e incluso que aún pudiera caminar. Ni me había movido un poco cuando los músculos que ni sabía que tenía se quejaron en mi interior. Por ,lo visto lo de caminar lo tenía más bien complicado, o al menos caminar con algo de dignidad. -“ A esto debía referirse, Keanu, cuando tras el tercer asalto que hice de su cuerpo mi esposo, me advirtió que me llevaría a la ducha caliente, para intentar relajar mis músculos, o seguramente hoy no podría moverme del dolor.”- me dije haciendo un ultimo esfuerzo para ponerme de pie, consiguiéndolo a duras penas. -“Lasti