Desde niña, Natalia fue criada en la pobreza, creyendo que sus padres murieron en un accidente. Sin embargo, al cumplir 23 años, descubre la verdad: es la hija del multimillonario Esteban Montalvo, quien la creyó muerta tras un secuestro. Pero Natalia no busca amor paternal, sino venganza. Ocultando su identidad, se infiltra en la empresa de su padre para destruirlo, solo para descubrir que el verdadero enemigo siempre estuvo más cerca de lo que imaginó.
Leer másEl disparo retumbó en el almacén como un trueno en la distancia. Iván sintió cómo el tiempo se ralentizaba. Vio a Montalvo con el arma aún alzada, el humo saliendo de la boca del cañón. Sintió el aire tenso, cargado de peligro y muerte.Pero el dolor no llegó.Porque no era él quien había recibido la bala.- ¡Elisa!Su voz fue un rugido cuando la vio caer.Elisa había corrido hacia él en el último segundo, lanzándose contra Montalvo con el trozo de metal oxidado. Había logrado distraerlo, pero a un alto precio.Ahora, yacía en el suelo, con una mancha carmesí extendiéndose sobre su costado.Iván no pensó. No dudó.Con una furia inhumana, se lanzó sobre Montalvo.El impacto los derribó a ambos, rodando por el suelo. La pistola de Montalvo cayó de su mano y se deslizó lejos, fuera de su alcance. Ahora era solo una pelea de fuerza bruta.Iván golpeó. Una, dos, tres veces. Sentía el crujido de los huesos bajo su puño, pero no se detuvo.- ¡Por ella, maldito! ¡Por todo lo que hiciste!Mont
El viento frío de la noche golpeaba el rostro de Iván mientras permanecía de pie en el borde del camino de tierra. Sus ojos escaneaban el área con una intensidad depredadora. Sabía que Elisa estaba cerca. Sabía que Montalvo lo estaba esperando. Pero eso no importaba.- Iván, esto es una trampa. - Samuel habló con urgencia, con la mano sobre su pistola. - Montalvo quiere que vayas solo.- Lo sé.Samuel frunció el ceño.- Entonces, ¿por qué sigues con esto? Debemos idear un plan, buscar apoyo, esperar el momento adecuado.Iván giró la cabeza y lo miró con una dureza implacable.- Elisa no tiene tiempo para eso.Samuel suspiró, sabiendo que no podía hacer cambiar de opinión a su amigo.- ¿Al menos dime que vas armado?Iván sacó la Glock de su cinturón y revisó el cargador.- Siempre.Samuel apretó los labios.- Voy contigo.Iván negó con la cabeza.- No. Necesito que cubras la salida. Montalvo querrá cerrarnos el paso.Samuel dudó un segundo, pero asintió.- No hagas ninguna estupidez.I
Los segundos parecían alargarse en una eternidad. El sonido de las armas siendo recargadas, los cuerpos tensos listos para atacar o defenderse, y en el centro de todo, Montalvo, sonriendo como si aún tuviera la ventaja.- Debo admitirlo, Iván. - Su tono era tranquilo, casi divertido. - Han logrado sorprenderme. Pero eso no cambia nada. ¿De verdad creen que pueden ganarme?Iván no respondió de inmediato. Escudriñó la sala, asegurándose de que todos estuvieran preparados. Samuel estaba a su lado, sujetando el arma con firmeza. La hermana de Elisa se mantenía oculta detrás de un mueble, lista para actuar si era necesario. Sus hombres, los refuerzos que había logrado reunir, apuntaban directamente a los secuaces de Montalvo.- Se acabó. - Iván habló con voz firme. - Ríndete y tal vez logres salir con vida de esto.Montalvo soltó una carcajada, un sonido seco y afilado.- ¿Rendirme? - Su mirada se oscureció. - Crees que esto ha terminado, pero en realidad, apenas empieza.De pronto, un sil
El eco de los pasos resonaba con intensidad en el pasillo. Iván, Samuel y la hermana de Elisa se prepararon para lo peor. Sabían que enfrentarse a Montalvo significaba enfrentarse a todo su poder, a su influencia y a sus secuaces, pero ya no había marcha atrás.Montalvo sonrió de lado al ver cómo su gente rodeaba a los intrusos. Su confianza era inquebrantable, como si ya hubiera ganado antes de que la lucha siquiera comenzara.- Me sorprende su terquedad. - Susurró, cruzándose de brazos. - Han llegado hasta aquí solo para ser derrotados. ¿De verdad creyeron que podrían cambiar algo?Iván escudriñó la habitación, buscando una posible salida. Pero con cada segundo que pasaba, la presión aumentaba. La única forma de salir de ahí sería luchando, y lo sabían.- No hemos venido a perder. - Respondió Iván con firmeza, manteniendo la mirada fija en Montalvo. - Si tú piensas que tienes el control, entonces te estás engañando a ti mismo.Montalvo soltó una carcajada.- ¿Y quién, si no yo, tien
El aire se tensó al instante cuando Montalvo apareció, su figura imponente recortada contra la tenue luz que se filtraba desde un lado de la habitación. Iván, Samuel y la hermana de Elisa se quedaron inmóviles, sus corazones latían más rápido con cada segundo que pasaba. La presencia de Montalvo era aplastante, su mirada fría y calculadora fija en ellos.- Pensé que ya no quedarían más sorpresas. - La voz de Montalvo fue baja, casi burlona, como si hubiera estado esperando su llegada. - Pero aquí están, justo donde quería que estuvieran.Iván apretó los dientes. No podía permitir que el miedo lo paralizara. Sabía que Montalvo disfrutaba con este tipo de situaciones, donde las personas se sentían atrapadas, sin salida. Pero Iván no era tan fácil de intimidar. No esta vez.- ¿Qué quieres, Montalvo? - Iván mantuvo la voz firme, a pesar de que sus nervios lo recorrían. Cada palabra del enemigo era como una puñalada en la confianza que estaba tratando de construir.Montalvo hizo una pausa,
El cuarto estaba oscuro, pero Iván podía distinguir las siluetas de sus compañeros a medida que sus ojos se acostumbraban a la penumbra. Aún sentía la presión de los momentos que acababan de pasar. Las respiraciones entrecortadas de la hermana de Elisa y Samuel indicaban que todos ellos compartían la misma ansiedad. Se habían logrado esconder a tiempo, pero el peligro seguía acechándolos. Montalvo no dejaría de buscarlos. Esa era una verdad irrefutable.La hermana de Elisa rompió el silencio con un suspiro, su voz temblorosa, llena de incertidumbre.- ¿Qué vamos a hacer ahora? - Preguntó, mirando a Iván. Su tono reflejaba la desesperación que había comenzado a calar hondo en su ser.Iván permaneció en silencio unos momentos, su mente procesando las opciones que tenía ante sí. La pregunta que le hacía la hermana de Elisa era difícil, casi imposible de responder con certeza. Sabía que el tiempo jugaba en su contra. Cada segundo que pasaba los acercaba más al momento en que Montalvo los
El tiempo parecía estancarse en el cuarto de suministros. La única luz provenía de una lámpara que colgaba tenuemente en el techo, parpadeando intermitentemente. Iván se mantenía de pie, observando la puerta con una tensión palpable. El sonido de sus respiraciones era lo único que quebraba el silencio sepulcral que los envolvía.La hermana de Elisa, de pie a su lado, no podía ocultar su ansiedad. Sus manos temblaban, sus ojos constantemente vigilaban los pasillos más allá de la puerta, esperando lo peor. Sabía que la situación no era buena. El simple hecho de que Montalvo tuviera tanto control sobre sus alrededores les daba la sensación de que nunca estarían a salvo.- ¿Crees que realmente podemos escapar? - preguntó la joven en voz baja, pero con una preocupación evidente en su rostro. Su mirada, llena de desesperación, se clavó en Iván. Su confianza en él había crecido durante esos días, pero la angustia la invadía cada vez más.Iván la miró por un momento, sus ojos duros y decidido
El tiempo parecía estancarse en el cuarto de suministros. La única luz provenía de una lámpara que colgaba tenuemente en el techo, parpadeando intermitentemente. Iván se mantenía de pie, observando la puerta con una tensión palpable. El sonido de sus respiraciones era lo único que quebraba el silencio sepulcral que los envolvía.La hermana de Elisa, de pie a su lado, no podía ocultar su ansiedad. Sus manos temblaban, sus ojos constantemente vigilaban los pasillos más allá de la puerta, esperando lo peor. Sabía que la situación no era buena. El simple hecho de que Montalvo tuviera tanto control sobre sus alrededores les daba la sensación de que nunca estarían a salvo.- ¿Crees que realmente podemos escapar? - preguntó la joven en voz baja, pero con una preocupación evidente en su rostro. Su mirada, llena de desesperación, se clavó en Iván. Su confianza en él había crecido durante esos días, pero la angustia la invadía cada vez más.Iván la miró por un momento, sus ojos duros y decidido
La calma que se apoderó de Iván y Samuel fue efímera. El sonido de sus pasos apresurados resonaba en los pasillos desiertos, mientras el resplandor tenue de las luces fluorescentes colgantes iluminaba débilmente su camino. La hermana de Elisa, que hasta ese momento se había mantenido en silencio, comenzó a respirar más tranquilo, pero la tensión seguía en el aire. No podían relajarse. Sabían que estaban a punto de escapar, pero no tenían certeza alguna de que Montalvo no estuviera por delante, esperando para interceptarlos.Iván avanzaba con seguridad, el sonido de su respiración constante y baja en medio del silencio de la construcción vacía. Cada vez que se detenía un momento, evaluando el pasillo, la ansiedad en su interior aumentaba. Si algo había aprendido en años de lucha, era que la seguridad nunca estaba garantizada cuando se trataba de Montalvo. No solo tenía poder; su influencia era tal que sus hombres parecían estar en todas partes, como sombras que lo seguían y protegían a