La hija perdida del magnate

La hija perdida del magnateES

Richard  Completo
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Resumen
Índice

Desde niña, Natalia fue criada en la pobreza, creyendo que sus padres murieron en un accidente. Sin embargo, al cumplir 23 años, descubre la verdad: es la hija del multimillonario Esteban Montalvo, quien la creyó muerta tras un secuestro. Pero Natalia no busca amor paternal, sino venganza. Ocultando su identidad, se infiltra en la empresa de su padre para destruirlo, solo para descubrir que el verdadero enemigo siempre estuvo más cerca de lo que imaginó.

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1
El viento helado de la madrugada silbaba entre los edificios viejos del barrio donde Natalia había crecido. Las calles estaban húmedas por la reciente lluvia, reflejando las luces mortecinas de los postes. A pesar del frío que se filtraba en sus huesos, ella caminaba con pasos decididos, sujetando la pequeña bolsa de compras contra su pecho. La vida nunca había sido fácil, pero ya estaba acostumbrada. Sin embargo, en el fondo de su alma, siempre sintió que algo no encajaba, como si su destino estuviera esperando por ella en algún otro lugar.Desde que tenía memoria, su mundo había sido aquel diminuto apartamento en las afueras de la ciudad, donde su madre adoptiva, doña Rosario, la había criado con lo poco que tenía como su propia hija. Nunca hubo lujos ni comodidades, pero tampoco faltaron el amor y las enseñanzas. Fue una niña feliz, llena de risas y juegos en las calles del barrio, pero en su interior siempre sintió una tristeza inexplicable, una sensación de ausencia que no lograb
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2
El reloj marcaba las siete de la mañana cuando Natalia entró en la cafetería donde trabajaba. El aire olía a café recién hecho y pan recién horneado, pero aquella mañana no tenía hambre ni energía. Pasó toda la noche en vela, leyendo una y otra vez aquella carta que había cambiado su vida para siempre.-¡Natalia! ¿Otra vez sin dormir? -preguntó Diana, su compañera de trabajo, mientras le servía un espresso en un vaso desechable.-Algo así -respondió Natalia, frotándose los ojos.No podía compartir lo que había descubierto. Aún no sabía cómo procesarlo, mucho menos explicarlo. Solo una idea se repetía en su mente como un mantra: tenía que encontrar la forma de acercarse a Esteban Montalvo.Pero ¿cómo? No podía aparecer de la nada y exigir respuestas. Un hombre como él, rodeado de abogados y seguridad, no permitiría que cualquier desconocido se presentara reclamando ser su hija.Si quería venganza, debía jugar sucio.Esa tarde, en su descanso, Natalia caminó hasta un cibercafé. Se sentó
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3
El sonido de sus tacones resonaba en el reluciente piso de mármol cuando Natalia cruzó la recepción de Montalvo Corp por primera vez como empleada. Aunque su rostro reflejaba tranquilidad, por dentro su corazón latía con fuerza. Este era el primer paso real dentro del imperio de su padre.Vestía un traje de falda y chaqueta en tono azul marino, elegante pero discreto. Había pasado horas ensayando frente al espejo, asegurándose de que cada detalle de su apariencia proyectara profesionalismo. No podía cometer errores.-Señorita Guerra, por aquí -dijo una joven con gafas, que parecía tener poco más de veinte años.-Gracias... -leyó el gafete de la chica- Mariana.-Soy la asistente del señor Ríos, él me pidió que te mostrara la oficina.Natalia la siguió por un pasillo de paredes de cristal. Desde ahí, podía ver la actividad en las oficinas: teléfonos sonando, personas escribiendo en laptops de última generación, reuniones en salas con vista panorámica de la ciudad.-Aquí estamos -anunció
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4
Las luces de la ciudad titilaban a lo lejos mientras Natalia revisaba los documentos en la pantalla de su computadora. Sus compañeros ya se habían marchado, y la oficina estaba en completo silencio, salvo por el leve zumbido de los monitores y el sonido de sus propios latidos acelerados.El nombre de Fernando Acosta seguía brillando en la pantalla como una advertencia. No era coincidencia que aquel hombre, vinculado a su secuestro, fuera ahora uno de los directivos más importantes de Montalvo Corp.Natalia cerró la carpeta de documentos y se recargó en su silla. Tenía que saber más sobre él.Pero hacerlo sin levantar sospechas sería complicado.A la mañana siguiente, Natalia llegó temprano, lista para su siguiente movimiento. Se aseguró de cruzarse con Mariana en la cafetería interna de la empresa, donde los empleados se reunían antes de comenzar la jornada.-Oye, Mariana... -comenzó, sirviéndose café-, ¿tú sabes algo de Fernando Acosta?Mariana frunció el ceño y bajó la voz.-¿Por qu
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5
Natalia salió del club con la mente dando vueltas. Lo que acababa de escuchar no solo le confirmaba que Fernando Acosta tenía planes ocultos dentro de Montalvo Corp, sino que además demostraba que su padre era más ingenuo de lo que creía.Si Acosta planeaba perjudicar a Esteban Montalvo, entonces ella tenía una oportunidad.Podía adelantarse a él.Podía hacerlo caer antes de que lograra su cometido.Pero para eso, necesitaba pruebas.A la mañana siguiente, Natalia llegó a la oficina con una nueva estrategia en mente. Hasta ahora, había mantenido un perfil bajo, ganándose la confianza de sus compañeros sin llamar demasiado la atención.Eso tenía que cambiar.Si quería acercarse a Acosta, debía asegurarse de que él la notara.Y sabía exactamente cómo hacerlo.-Matías -dijo con una sonrisa al acercarse al despacho de su jefe directo-, ¿tienes un momento?El hombre levantó la vista de su computadora y le hizo un gesto para que pasara.-¿Qué necesitas, Natalia?-He estado analizando alguno
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6
Natalia contuvo la respiración.Los pasos en el pasillo se acercaban, firmes, seguros.Si la encontraban ahí, todo su plan se vendría abajo.Miró a su alrededor, buscando una salida. La oficina de Acosta tenía un ventanal enorme que daba a la ciudad, pero estaba en el piso treinta. Saltar no era una opción.Entonces, vio una puerta entreabierta al fondo. Un baño privado.Se movió con rapidez y se deslizó adentro justo cuando la puerta principal de la oficina se abría.Desde la estrecha rendija, observó cómo un hombre entraba.No era Acosta.Era un guardia de seguridad.Él miró alrededor con una linterna, revisando cada rincón.Natalia sintió su corazón martillar en el pecho. Si él se acercaba al baño, la encontraría.El guardia caminó lentamente, escaneando el lugar con la luz. Cuando iluminó el escritorio, notó la computadora encendida.Su rostro se tensó.Sacó un radio de su cinturón.-Aquí Torres. Algo raro en la oficina del señor Acosta. La computadora está encendida.Un chasquido
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7
Natalia no podía apartar los ojos de la pantalla de su computadora.El nombre en el mensaje la golpeaba como un puñetazo en el estómago.Miguel Montalvo.Su propio hermano.El hijo legítimo de Esteban.El heredero de todo.El que creció rodeado de lujos mientras ella se ahogaba en la miseria.Él estaba involucrado en su secuestro.Sintió un escalofrío recorrerle la espalda. ¿Había sido idea de Miguel? ¿O solo había seguido órdenes de alguien más?Natalia cerró los ojos por un momento, tratando de calmar el torbellino de pensamientos en su cabeza. No podía perder el control ahora. Había llegado demasiado lejos.Respiró hondo y volvió a leer el mensaje.El correo había sido enviado desde una cuenta interna de Montalvo Corp, y aunque el remitente estaba encriptado, su contacto había logrado rastrear al destinatario.Miguel Montalvo había recibido la confirmación del pago por su secuestro.Lo que significaba que había estado al tanto de todo.O peor aún... que lo había planeado.Natalia s
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8
Natalia sostuvo el informe en sus manos, sintiendo su peso como si no solo estuviera hecho de papel, sino de plomo.Las cifras en el documento eran claras.Millones desviados en cuentas ocultas.Un nombre: Fernando Acosta.Y Miguel se lo había entregado a ella como si fuera una simple tarea administrativa.¿Era una prueba?¿Un mensaje encubierto?¿O un intento de arrastrarla a su juego?Miguel sonrió con calma desde el otro lado del escritorio, observándola con sus ojos afilados, esperando su reacción.Natalia sabía que no podía permitirse mostrar ni una pizca de sorpresa.Así que, con la misma frialdad con la que había aprendido a moverse en este mundo, cerró el documento y lo dejó suavemente sobre el escritorio.-Interesante -dijo, con una leve inclinación de cabeza-. ¿Qué quieres que haga con esto?Miguel apoyó una mano sobre la madera pulida del escritorio, sus dedos tamborileando un ritmo pausado.-Fernando Acosta ha sido un socio de la empresa durante años, pero últimamente ha t
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9
Natalia no podía dejar de pensar en las palabras de Andrés.Miguel quería destruir a Esteban.La revelación la había dejado atónita, pero también había despertado algo dentro de ella: un sentimiento de urgencia, de desesperación, pero sobre todo, de furia.Estaba atrapada en una red que había tejido el mismo hombre al que había venido a destruir. Y lo peor era que, hasta ahora, no había tenido ni idea de lo profundo que llegaban sus garras.Desde que había descubierto que era hija de Esteban Montalvo, la idea de venganza había tomado un lugar central en su vida. Había creído que, al destruir a Esteban, obtendría una suerte de justicia. Pero lo que no había previsto era que su hermano, Miguel, fuera el verdadero enemigo.La verdad era mucho más compleja y peligrosa de lo que había imaginado. Miguel no solo estaba involucrado en su secuestro, sino que además tenía planes para apoderarse de toda la empresa. Todo este tiempo había creído que el viejo magnate era la fuente de sus dolores,
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10
Las horas parecieron alargarse interminablemente mientras Natalia regresaba a su oficina. Su mente no dejaba de repasar las palabras de Fernando Acosta. Sabía que algo más se escondía en los rincones oscuros de Montalvo Corp. El hallazgo de las carpetas y la presencia de Acosta no hacían más que confirmar sus sospechas: Miguel no solo quería el control total de la empresa, sino que había estado tejiendo una red de mentiras y manipulaciones mucho más grande de lo que Natalia había imaginado.A pesar de que la amenaza de Acosta flotaba en el aire como una sombra, Natalia se negó a ceder al miedo. Estaba decidida a seguir adelante, a descubrir la verdad detrás de las operaciones secretas que su hermano y sus cómplices habían estado llevando a cabo.De regreso en su oficina, Natalia se sentó frente a su escritorio y comenzó a revisar los documentos que había encontrado en los archivos secretos. La información era densa, cargada de detalles sobre transacciones internacionales, terrenos com
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