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El tiempo parecía estancarse en el cuarto de suministros. La única luz provenía de una lámpara que colgaba tenuemente en el techo, parpadeando intermitentemente. Iván se mantenía de pie, observando la puerta con una tensión palpable. El sonido de sus respiraciones era lo único que quebraba el silencio sepulcral que los envolvía.

La hermana de Elisa, de pie a su lado, no podía ocultar su ansiedad. Sus manos temblaban, sus ojos constantemente vigilaban los pasillos más allá de la puerta, esperando lo peor. Sabía que la situación no era buena. El simple hecho de que Montalvo tuviera tanto control sobre sus alrededores les daba la sensación de que nunca estarían a salvo.

- ¿Crees que realmente podemos escapar? - preguntó la joven en voz baja, pero con una preocupación evidente en su rostro. Su mirada, llena de desesperación, se clavó en Iván. Su confianza en él había crecido durante esos días, pero la angustia la invadía cada vez más.

Iván la miró por un momento, sus ojos duros y decidido
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