Natalia no podía dejar de pensar en las palabras de Andrés.Miguel quería destruir a Esteban.La revelación la había dejado atónita, pero también había despertado algo dentro de ella: un sentimiento de urgencia, de desesperación, pero sobre todo, de furia.Estaba atrapada en una red que había tejido el mismo hombre al que había venido a destruir. Y lo peor era que, hasta ahora, no había tenido ni idea de lo profundo que llegaban sus garras.Desde que había descubierto que era hija de Esteban Montalvo, la idea de venganza había tomado un lugar central en su vida. Había creído que, al destruir a Esteban, obtendría una suerte de justicia. Pero lo que no había previsto era que su hermano, Miguel, fuera el verdadero enemigo.La verdad era mucho más compleja y peligrosa de lo que había imaginado. Miguel no solo estaba involucrado en su secuestro, sino que además tenía planes para apoderarse de toda la empresa. Todo este tiempo había creído que el viejo magnate era la fuente de sus dolores,
Las horas parecieron alargarse interminablemente mientras Natalia regresaba a su oficina. Su mente no dejaba de repasar las palabras de Fernando Acosta. Sabía que algo más se escondía en los rincones oscuros de Montalvo Corp. El hallazgo de las carpetas y la presencia de Acosta no hacían más que confirmar sus sospechas: Miguel no solo quería el control total de la empresa, sino que había estado tejiendo una red de mentiras y manipulaciones mucho más grande de lo que Natalia había imaginado.A pesar de que la amenaza de Acosta flotaba en el aire como una sombra, Natalia se negó a ceder al miedo. Estaba decidida a seguir adelante, a descubrir la verdad detrás de las operaciones secretas que su hermano y sus cómplices habían estado llevando a cabo.De regreso en su oficina, Natalia se sentó frente a su escritorio y comenzó a revisar los documentos que había encontrado en los archivos secretos. La información era densa, cargada de detalles sobre transacciones internacionales, terrenos com
Natalia no podía dormir. Había pasado la mayor parte de la noche dando vueltas en su cama, tratando de procesar todo lo que Andrés le había contado. Las imágenes de su hermano, Miguel, manejando operaciones tan sucias y peligrosas, se mezclaban con recuerdos de su niñez, cuando todo parecía mucho más simple, cuando creía que su familia era inquebrantable. ¿Cómo había llegado todo a esto? ¿Cómo había sido capaz de ignorar las señales, de permitir que la mentira se construyera tan grande?La habitación, iluminada solo por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de la ventana, parecía asfixiarla. Se levantó de la cama y caminó hasta el pequeño escritorio donde guardaba el archivo con la información que Andrés le había mostrado. La verdad era como un monstruo que comenzaba a devorar cada rincón de su mente. Ella había estado buscando venganza, pero ahora se encontraba atrapada entre la desilusión y el miedo.Tomó una respiración profunda y abrió el archivo. Las fotos, los documen
Natalia salió del despacho de Miguel con una sensación extraña. No había obtenido ninguna victoria, pero algo en la forma en que él la miró le dejó claro que había tocado una fibra sensible. Había algo en su hermano, algo vulnerable que rara vez mostraba. Sin embargo, Natalia no podía permitirse pensar en eso ahora. Tenía que actuar, y actuar rápido. El tiempo no estaba de su lado.A lo largo de los años, había aprendido a ser paciente, a observar y a esperar el momento adecuado para actuar. Había tenido que hacerlo, primero cuando estuvo atrapada en la pobreza, luchando por sobrevivir, y luego cuando se había infiltrado en la empresa de su padre. Cada paso había sido cuidadosamente planeado, pero ahora se encontraba ante una batalla mucho más grande. Su familia estaba dividida, su destino en juego, y la venganza que había estado alimentando durante tantos años se había convertido en algo mucho más complejo de lo que había imaginado.Cuando llegó al estacionamiento, un coche oscuro es
La mañana siguiente, Natalia despertó con una sensación pesada sobre su pecho. Había estado en ese lugar oscuro durante tanto tiempo, observando, esperando, planeando. Pero ahora que se encontraba tan cerca de lo que siempre había querido, una sensación de inquietud la envolvía. Había tomado decisiones que no podía revertir, y cada una de ellas parecía conducirla más y más al abismo. Sin embargo, su objetivo seguía intacto: la venganza.Después de la reunión con Andrés, Natalia había logrado comprender la magnitud de lo que estaba en juego. Él no solo quería destruir a Miguel y tomar el control de Montalvo Corp; su ambición era mucho mayor. Andrés deseaba establecer una nueva orden, una en la que él fuera el centro de poder. Y, aunque su alianza le otorgaba acceso a recursos y contactos, el precio de esta colaboración era alto. Andrés no era de fiar, y su verdadera intención, aunque disfrazada de colaboración, estaba comenzando a tornarse más oscura a medida que pasaban los días.En e
La tensión en el aire era palpable, como si todo a su alrededor hubiera quedado suspendido en un delicado equilibrio, esperando a ser derrumbado por el más mínimo movimiento. Natalia, sentada frente a Miguel, no podía evitar analizar cada detalle de su rostro. Había pasado tanto tiempo desde que lo vio por última vez, cuando aún era la hija despreciada de un magnate al que había sido arrebatada sin previo aviso. Ahora, como mujer, sentía que no quedaba nada de la niña inocente que alguna vez fue. Había aprendido demasiado durante estos años para volver atrás, y mucho menos para sentir lástima.Miguel se acomodó en la silla frente a ella, sin perder su aire de superioridad. Sus ojos, tan fríos y calculadores como siempre, se posaron sobre Natalia con una intensidad que desbordaba arrogancia. El restaurante, aunque lujoso, parecía un escenario perfecto para lo que estaba a punto de ocurrir. La suave luz de las lámparas caía sobre las mesas cercanas, mientras la música suave y distante a
El aire frío de la noche se colaba entre las rendijas de las ventanas de la oficina de Natalia, haciendo que el sonido de las hojas arrugadas al ser manipuladas resonara en la sala. La luz tenue de la lámpara de escritorio iluminaba solo su rostro, marcando cada una de las líneas que había dibujado el tiempo en su piel. Su mente estaba enfocada en la información que había reunido hasta ese momento, pero había algo más que la perturbaba. No era el trabajo sucio que estaba a punto de llevar a cabo. No era el hecho de que estaba jugando con fuego en el corazón del imperio Montalvo. Era algo más profundo, algo que sentía como un peso que la oprimía cada vez más: la venganza, a pesar de que la había alimentado durante tanto tiempo, comenzaba a perder el brillo que tenía en su mente cuando todo comenzó.Estaba segura de lo que quería hacer. Había pasado años en la oscuridad, entrenándose, observando cada movimiento, cada paso en falso, cada mentira que Esteban Montalvo y su gente habían dej
Las horas pasaban lentamente. El sol se alzaba por el horizonte, iluminando la ciudad con una luz dorada que parecía prometer un nuevo comienzo, aunque para Natalia, el día no representaba más que el siguiente paso en una guerra silenciosa que llevaba librando durante años. Mientras las calles de la ciudad comenzaban a llenarse de vida, ella se encontraba en la penumbra de su despacho, perdida en sus propios pensamientos.El plan había sido trazado meticulosamente, cada movimiento calculado con precisión. Esteban Montalvo, su padre, había vivido por décadas en la cima, disfrutando de su poder y su riqueza, mientras ella, su hija, había sido relegada a la oscuridad, ignorada por una familia que no la había considerado nunca. Para Natalia, la oportunidad de vengarse de él era el resultado de una vida llena de sufrimiento, de secretos, de traiciones. Estaba cerca de lograrlo, tan cerca que podía casi saborear el triunfo. Pero algo no se sentía bien. No podía evitar que esa pequeña chispa