Natalia no podía dormir. Había pasado la mayor parte de la noche dando vueltas en su cama, tratando de procesar todo lo que Andrés le había contado. Las imágenes de su hermano, Miguel, manejando operaciones tan sucias y peligrosas, se mezclaban con recuerdos de su niñez, cuando todo parecía mucho más simple, cuando creía que su familia era inquebrantable. ¿Cómo había llegado todo a esto? ¿Cómo había sido capaz de ignorar las señales, de permitir que la mentira se construyera tan grande?La habitación, iluminada solo por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de la ventana, parecía asfixiarla. Se levantó de la cama y caminó hasta el pequeño escritorio donde guardaba el archivo con la información que Andrés le había mostrado. La verdad era como un monstruo que comenzaba a devorar cada rincón de su mente. Ella había estado buscando venganza, pero ahora se encontraba atrapada entre la desilusión y el miedo.Tomó una respiración profunda y abrió el archivo. Las fotos, los documen
Natalia salió del despacho de Miguel con una sensación extraña. No había obtenido ninguna victoria, pero algo en la forma en que él la miró le dejó claro que había tocado una fibra sensible. Había algo en su hermano, algo vulnerable que rara vez mostraba. Sin embargo, Natalia no podía permitirse pensar en eso ahora. Tenía que actuar, y actuar rápido. El tiempo no estaba de su lado.A lo largo de los años, había aprendido a ser paciente, a observar y a esperar el momento adecuado para actuar. Había tenido que hacerlo, primero cuando estuvo atrapada en la pobreza, luchando por sobrevivir, y luego cuando se había infiltrado en la empresa de su padre. Cada paso había sido cuidadosamente planeado, pero ahora se encontraba ante una batalla mucho más grande. Su familia estaba dividida, su destino en juego, y la venganza que había estado alimentando durante tantos años se había convertido en algo mucho más complejo de lo que había imaginado.Cuando llegó al estacionamiento, un coche oscuro es
La mañana siguiente, Natalia despertó con una sensación pesada sobre su pecho. Había estado en ese lugar oscuro durante tanto tiempo, observando, esperando, planeando. Pero ahora que se encontraba tan cerca de lo que siempre había querido, una sensación de inquietud la envolvía. Había tomado decisiones que no podía revertir, y cada una de ellas parecía conducirla más y más al abismo. Sin embargo, su objetivo seguía intacto: la venganza.Después de la reunión con Andrés, Natalia había logrado comprender la magnitud de lo que estaba en juego. Él no solo quería destruir a Miguel y tomar el control de Montalvo Corp; su ambición era mucho mayor. Andrés deseaba establecer una nueva orden, una en la que él fuera el centro de poder. Y, aunque su alianza le otorgaba acceso a recursos y contactos, el precio de esta colaboración era alto. Andrés no era de fiar, y su verdadera intención, aunque disfrazada de colaboración, estaba comenzando a tornarse más oscura a medida que pasaban los días.En e
La tensión en el aire era palpable, como si todo a su alrededor hubiera quedado suspendido en un delicado equilibrio, esperando a ser derrumbado por el más mínimo movimiento. Natalia, sentada frente a Miguel, no podía evitar analizar cada detalle de su rostro. Había pasado tanto tiempo desde que lo vio por última vez, cuando aún era la hija despreciada de un magnate al que había sido arrebatada sin previo aviso. Ahora, como mujer, sentía que no quedaba nada de la niña inocente que alguna vez fue. Había aprendido demasiado durante estos años para volver atrás, y mucho menos para sentir lástima.Miguel se acomodó en la silla frente a ella, sin perder su aire de superioridad. Sus ojos, tan fríos y calculadores como siempre, se posaron sobre Natalia con una intensidad que desbordaba arrogancia. El restaurante, aunque lujoso, parecía un escenario perfecto para lo que estaba a punto de ocurrir. La suave luz de las lámparas caía sobre las mesas cercanas, mientras la música suave y distante a
El aire frío de la noche se colaba entre las rendijas de las ventanas de la oficina de Natalia, haciendo que el sonido de las hojas arrugadas al ser manipuladas resonara en la sala. La luz tenue de la lámpara de escritorio iluminaba solo su rostro, marcando cada una de las líneas que había dibujado el tiempo en su piel. Su mente estaba enfocada en la información que había reunido hasta ese momento, pero había algo más que la perturbaba. No era el trabajo sucio que estaba a punto de llevar a cabo. No era el hecho de que estaba jugando con fuego en el corazón del imperio Montalvo. Era algo más profundo, algo que sentía como un peso que la oprimía cada vez más: la venganza, a pesar de que la había alimentado durante tanto tiempo, comenzaba a perder el brillo que tenía en su mente cuando todo comenzó.Estaba segura de lo que quería hacer. Había pasado años en la oscuridad, entrenándose, observando cada movimiento, cada paso en falso, cada mentira que Esteban Montalvo y su gente habían dej
Las horas pasaban lentamente. El sol se alzaba por el horizonte, iluminando la ciudad con una luz dorada que parecía prometer un nuevo comienzo, aunque para Natalia, el día no representaba más que el siguiente paso en una guerra silenciosa que llevaba librando durante años. Mientras las calles de la ciudad comenzaban a llenarse de vida, ella se encontraba en la penumbra de su despacho, perdida en sus propios pensamientos.El plan había sido trazado meticulosamente, cada movimiento calculado con precisión. Esteban Montalvo, su padre, había vivido por décadas en la cima, disfrutando de su poder y su riqueza, mientras ella, su hija, había sido relegada a la oscuridad, ignorada por una familia que no la había considerado nunca. Para Natalia, la oportunidad de vengarse de él era el resultado de una vida llena de sufrimiento, de secretos, de traiciones. Estaba cerca de lograrlo, tan cerca que podía casi saborear el triunfo. Pero algo no se sentía bien. No podía evitar que esa pequeña chispa
La batalla había comenzado, y con ella, una nueva fase en la guerra que Natalia había planeado durante tanto tiempo. Cada palabra que había dicho en la junta resonaba en su mente, mientras caminaba de regreso a su oficina. Los ecos de la incomodidad de los ejecutivos, los murmullos, las miradas furtivas... sabían que algo había cambiado, y con eso, todo lo que pensaban que conocían sobre Montalvo & Asociados estaba a punto de ser sacudido.Lo que había comenzado como una simple infiltración, un juego de sombras, se había transformado en algo mucho más grande. Natalia había provocado la primera fisura en el reino de su padre, y aunque la victoria no estaba aún a su alcance, ya podía ver cómo las piezas comenzaban a moverse.Se sentó en su escritorio, el peso de lo que acababa de hacer hundiéndola en el asiento. Pero no podía detenerse. No podía dejar que la duda la debilitara ahora, no cuando todo lo que había trabajado durante tantos meses estaba al borde de desmoronarse. Podía sentir
La noche había caído sobre la ciudad con un aire tenso, como si incluso el cielo presintiera el peligro que se cernía. Natalia caminaba por las calles solitarias, sumida en sus pensamientos, con la mente todavía en los eventos del día. El encuentro con Raúl le había dejado una sensación extraña en el estómago, un nudo que se negaba a soltarse. Sabía que sus intenciones no eran completamente claras, y aunque en su rostro Raúl había mostrado una sonrisa confiada, su mirada había traicionado algo más profundo. Él estaba jugando un juego peligroso, pero Natalia también lo estaba haciendo. La diferencia era que ella tenía más que perder. Mucho más.A lo lejos, las luces de la empresa Montalvo & Asociados brillaban como una amenaza constante, recordándole que la guerra que había iniciado hace semanas no tenía marcha atrás. Su padre, Esteban Montalvo, nunca había sido un hombre de excesivas emociones, pero ella sabía que lo que estaba a punto de suceder lo afectaría más de lo que él mismo po