Vasil era un joven apuesto, divertido, trabajador, amoroso, profundamente enamorado Natalia, la hija la familia Ferrer Altamirano, pensaba que era correspondido, hasta descubrir la verdad, un día cuando acude a una cabaña donde piensa vivir una apasionante noche de amor con la mujer amada, la encuentra con otro hombre. Ella no muestra signo de remordimiento, todo lo contrario, lo humilla, haciéndole ver que todo ha sido una burla, jamás una mujer de su nivel se fijaría en un pobre obrero como él. Decepcionado y profundamente herido, jura regresar algún día y vengarse de cada una de las humillaciones de la cual fue objeto él y su familia, si algo tienen los griegos, siempre cumplen con sus promesas. Quince años han pasado desde aquella fatídica noche, el inocente Vasil ya no existe, ahora es Kostantin Petrakis, un hombre lleno de odio y resentimiento, no queda en su humanidad ni una pizca de piedad, por quienes una vez se burlaron y causaron profundas heridas en el corazón ¿Qué estará dispuesto a hacer para cobrarles a todos quienes le causaron daño? ¿Podrá perdonar los errores del pasado y darle otra oportunidad al amor o será mayor el deseo de venganza
Leer másDos meses despuésNatalia se levantó de la cama y sintió que todo le daba vueltas, aparte su estómago estaba demasiado revuelto, corrió al baño y vomitó todo lo que comió la noche anterior, cerró los ojos y pegó su frente en el espejo tratando de calmar su cuerpo, aunque intentó por todos los medios contenerse y hacer el menor ruido posible para no despertar a Kostantin, fue en vano.—Natalia, ¿Qué sucede? —interrogó su esposo corriendo con el rostro más pálido que el suyo, y así era él, siempre estaba demasiado preocupado por ella, vivía pendiente de lo que comía, de sus estados de ánimo, no había un solo segundo en el cual él no intentara hacerla feliz.—Estoy bien esposo, solo se trata del movimiento del barco, me causa mucha agitación en el estómago.—Entonces, enviaré a que nos traigan un helicóptero, para irnos hoy mismo, tienes tres días que no toleras alimentos y tengo miedo de que te descompenses —alegó el hombre mientras tomaba su celular para llamar, más la mano de Natalia
Bastián Zabat, dejó la carta por varios minutos en su pecho, quizás era un cobarde, pero tenía miedo, a que su hijo lo recriminara, a que su mirada acusatoria lo siguiera persiguiendo hasta más allá de su muerte, numerosos pensamientos surgieron en su mente, esos que llegan cuando te pones a pensar en tu sola existencia y cuando es difícil aceptar que quizás llegará ese momento cuando ya no exista nada, únicamente el vacío ¿Existía una vida más allá de la muerte? ¿Se podría reencontrar con los seres queridos que se han ido? Suspiró pasándose una mano por la cabeza y por fin se armó de valor.Abrió la carta y comenzó a leer.«Papá, siempre supe que tarde o temprano regresarías o querrías venir a buscarme, mi temor más grande es que cuando eso pasara pudiera ser demasiado tarde, y yo no estuviera, aunque la ley de la vida, nos dice que somos los hijos quienes enterramos a los padres, a veces las circunstancias o situaciones hacen que ocurra de manera contraria.Sé que he sido una decepc
Por un momento el silencio reinó entre los presentes, ninguno se atrevió a decir nada, y todos se sintieron conmovidos al ver al anciano bajar el rostro mientras unas lágrimas cursaban su rostro.—Ella tiene razón ¿Cómo voy a atreverme a pedir perdón cuando por mi causa ella perdió a su padre siendo tan pequeña? —justifico el hombre a su nieta en un tono de derrota.Kosta se acercó a él, se acuclilló quedando frente a él.—Abuelo, lo siento mucho, Rhoda es una buena chica, solo está dolida, es un poco impulsiva, sin embargo, cuando analice todo el contexto se acercará, lamento que te hayas equivocado en el pasado… yo también lo hice con la mujer que amaba —pronunció mirando a Natalia—. Tuve la suerte de obtener su perdón y ahora soy el hombre más feliz del mundo. Por eso quiero decirte que de mi parte, el pasado ha quedado atrás, el perdón es necesario no solo para expiar el pecado de quien nos ofende, sino para purificar nuestra propia alma y vivir en paz y eso lo aprendí de mi espos
Kostantin no podía creer las palabras del hombre frente a él, ¿Cómo se atrevía a aparecerse después de cómo trató a sus padres? Apretó sus manos a un lado del cuerpo y sin importarle ni el lugar, mucho menos los presentes y olvidando el respeto por los adultos, le respondió dejando notar en su tono de voz toda el enojo que sentía en ese instante.—En el mundo hay personas descaradas, sin embargo, usted se ha pasado de los niveles tolerables… ¿Cómo se atreve a presentarse aquí, luego de todo lo que le hizo a mis padres? Cuando debieron huir para que usted y su maldad no lo atraparan… no venga a dársela ahora de un hombre familiar, porque si por usted fuera yo no estaría parado frente a usted ¿Acaso no recuerda que su intención era que mi madre me abortara? Mejor siga su camino e imagine que sus planes fueron exitosos y déjenos en paz.Kostantin se dio media vuelta para irse, pero su abuelo lo sostuvo del brazo, haciéndolo girar.—Me equivoqué… actué mal, alejé a mi hijo y perdí la opo
Por un momento Natalia sintió que las palabras no salían, y es que no era para menos, no podía dejar de llorar, sin embargo, esta vez sus lágrimas no eran de tristeza, sino de felicidad, a pesar de estar casada con Kosta, siempre el deseo más anhelado de su corazón era un compromiso como ese y un matrimonio donde ella pareciera una princesa de cuentos, quizás estaba exagerando, era un poco inmaduro de su parte, porque no era una niña, todo lo contrario era una mujer de treinta y un años, cuyos sueños de adolescente permanecían allí.Mientras estaba sumergida en sus pensamientos, se dio cuenta de que su esposo seguía de rodillas con el anillo en su mano, no pudo evitar sonreírse, se inclinó también frente a él, besó sus labios y lo abrazó tomándolo por el cuello, sin poder contener su felicidad.—¡Claro que acepto! Esta vez y un millón de veces más… porque te amo Kostantin… mi corazón siempre ha sido tuyo, desde que era una jovencita con muchos sueños y uno de esos era estar a tu lado,
Rodha esbozó una expresión de tristeza al escuchar a su hermano hablar de esa manera y diversas preguntas surgieron en su mente «¿Será que después de lo que le hice Oliver no me querrá tratar más?». —Si lo sé, soy muy una mala persona, aunque no soy del todo culpable, ¿Para qué me invitó si estaría con otra? —inquirió frunciendo el ceño—. Viéndolo desde ese punto de vista no puede responsabilizarme. —Si decir eso te hace sentir bien, entonces repítelo seguido hasta creerlo —expresó Kosta sonriéndose. —No seas malo, déjala que ya está lo suficientemente preocupada para atormentarla —lo recriminó Natalia, y él se quedó en silencio. Por un par de horas esperaron y aunque el hombre quiso enviarlos a todos a la casa y quedarse él con Rhoda, tanto Natalia como sus hijos se negaron. Las horas pasaron y nadie salió a darle ninguna noticia sobre el estado del paciente, hasta que Kosta se levantó y fue a pedir información. —Buenas noches, por favor, quisiera información sobre el esta
Al segundo repique Kosta fue atendido por su hermana, se dio cuenta de la preocupación en su tono de voz.—Aló, ¿Quién habla?—¿Qué pasa Rhoda? ¿Por qué ese tono de preocupación? —la interrogó y enseguida un leve sollozo se escuchó del otro lado.—¡Ay hermanito! Creo que me pase de la raya —pronunció casi con un lamento.—¿Dime qué hiciste? —inquirió como si no supiera lo que sucedió.—Es que ese Oliver me cae pésimo, es un mujeriego, pedante y no lo soporto, ojalá la tierra se abriera y se lo tragara para nunca más verlo —espetó furiosa.—Pues, creo que la vida te va a complacer, aquí llegó el hombre con hipotermia y parece que es bastante grave —respondió Kosta y el desespero en la voz de su hermana no tardó en expresarse.—¿Si? ¿Está bien? ¿Dime dónde está? —interrogó con afán.—Si quieres que la tierra se lo trague, solo debes rogar para que se muera y así se lo traga cuando lo entierren —el enojo al otro lado no se hizo esperar.—¡Qué malvado eres! ¿Cómo te atreves a decir esas c
Un hombre se le acercó a Kosta, quien cayó de rodillas en el pavimento, con las manos en la cabeza, llorando como si fuera un pequeño, escondió su cara entre las manos, mientras trataba de controlar ese dolor que le rompía el alma.—Señor tranquilo, ¡Cálmese! —como la gente empezó a colocársele alrededor, el hombre pidió que se apartaran para que lo dejaran respirar, porque parecía que, en cualquier momento, colapsaría.—¡¡¡Mi hijo no!!! —exclamó en ese momento con todas sus fuerzas, el grito le salió desde lo más profundo de sus entrañas, cuando de pronto escuchó unos pasos detrás de él y esa voz que le hizo volver en un instante el alma al cuerpo.—¡Papá! —exclamó el joven detrás de él.Kosta se giró y le brincó encima, lo abrazó mientras lloraba de felicidad.—¡Gracias, Dios mío! Hijo, estás bien —le tomó por las mejillas y besó su frente—¿Qué pasó?Sin embargo, Esteban estaba sorprendido al verlo llorar.—Papá, ¿Estás llorando por mí? —interrogó admirado, producto de la sorpresa q
La declaración de Kosta, provocaron un aplauso de los presentes, Natalia sentía que su rostro hervía del rubor provocado por sus palabras, pese a sentir vergüenza, también la emocionaba, caminó hacia él, y cubrió su boca.—Esposo, ¡Estás loco! —pronunció tapándole la boca para cubrírsela y él se la besó sin dejar de sonreír.—Vengan, vamos a disfrutar de un paseo espectacular.Así lo hicieron, caminaron al punto en donde se subirían al globo aerostático, los cinco estaban emocionados, ninguno se había subido antes a uno, por eso todos tenían una sensación en la boca del estómago, estaban ansiosos por hacer el recorrido; al subir y empezar a alzarse, en un principio pensaron que en la barquilla del globo, sentirían el viento golpeándolos, pero la verdad es que estaba moviéndose como lo hacía a la misma velocidad y en la misma dirección que el viento, desplazado dentro de la masa de aire, se movía con suavidad flotando con el viento.Kostantin rodeó con los brazos a su esposa, mientras