Kostantin Petrakis, golpeaba fuertemente el saco de boxeo, cada golpe propinado era más fuerte que el anterior, esa era la manera de poder drenar toda la rabia, y odio acumulado durante quince años en contra de los Ferrer Altamirano y los Alcázar, esos quienes un día se burlaron de él y su familia, los humillaron y acabaron con su familia, mas ahora, las cosas cambiaron, el momento por fin había llegado y no tendría ningún poco de piedad por ellos, en menos de una hora, daría el primer paso para cumplir con la venganza prometida, no en vano tomó la decisión de regresar allí.
Por eso estaba allí, en esa ciudad que una vez acogió a su familia hacía menos de treinta y cinco años, cuando llegaron de las islas del Dodecaneso en Grecia, luego de que sus abuelos paternos se atrevieran a desheredar a su padre, por haberse enamorado de una de las mujeres de servicio de la casa. Eso obligó a su padre a huir junto con su madre, quien en ese momento estaba embarazada de él, pues su abuelo, dio la orden de atraparla y obligarla a abortar, porque no quería mezclar su sangre con gente que consideraba insignificante, su padre lo evitó, se enfrentó a todos, huyeron en medio de la noche, logrando escapar y poniendo miles de kilómetros de distancia entre ellos Allí debió aprender a trabajar como un obrero, de haber sido el heredero de los Zabat, terminó siendo un humilde jardinero, como era amante de la jardinería y la botánica, no le costó mucho adaptarse a esas nuevas circunstancias, porque después de todo esa siempre fue su pasión, a la cual se oponía su familia, pues lo formaron para hacerse cargo de los negocios familiares. Bastián, su padre, pudo haber escalado de posición con trabajo, no obstante, siempre vivió temiendo a la aparición del padre, nunca tuvo paz, esperando ser descubierto por su familia en cualquier momento y terminara haciendo alguna artimaña para alejarlo de los suyos. Sin embargo, esa historia no la supo hasta el momento de su muerte, mientras se despedía de ellos. Los recuerdos del pasado golpearon su mente, mientras él aceleraba sus golpes para intentar alejar esos momentos tan dolorosos, sus ojos hicieron amago de humedecerse, pero se negó a derramar una sola lágrima. —¡No lo harás! —exclamó violento—. ¡Vasil, no existe! Murió hace años y ahora eres Kostantin Petrakis, ¿Tu objetivo? Destruir a los Ferrer, Altamirano, Alcázar y Zabat, nunca volver a amar y sobre todo acabar con la m*****a de Natalia, dándole donde más le duela, debes destruirla, al punto de que desee morirse, aunque ni siquiera eso se merece, su destino es vivir atormentado. Concluyó con una sonrisa de maldad, en ese ser lleno de resentimiento se convirtió el chico dulce, amoroso, considerado, en un ser oscuro, malvado, inclemente, vengativo y cruel, ya no quedaba ni un pequeño rastro de luz en él para los demás, solo sabía odiar, humillar, como una vez lo hicieron en contra suya. La única debilidad en su mundo, era su hermana, solo por ella era capaz de mover cielo y tierra y hacer hasta lo imposible por hacerla feliz. La fuerza usada para golpear el saco, fue tan fuerte que este se desprendió del soporte del techo y salió volando rompiéndose al caer, era el cuarto que rompía en la semana. Su amigo Stavros lo observó con el ceño fruncido. —¿A quién diablos te imaginas cuando golpeas el saco de esa manera? —inquirió el hombre con curiosidad. Sin contestar, se quitó los guantes de boxeo, arrojándolos a un lado con descuido, para después retirar las vendas de sus manos con un gesto de amargura e irritación. —¿Aún me preguntas? Pienso que no necesitas respuesta, ya la conoces de antemano, mis deseos de destruirlos son más grande a cualquier sentimiento en el mundo, mi inspiración han sido estas ganas de tenerlos frente a mí y pisotearlos, hacerlos sufrir —habló apretando sus manos fuerza y transformando su rostro con una máscara de absoluta frialdad. —Kostantin ¿Alguna vez te has preguntado si tal vez interpretaste las cosas como no eran? ¿Existe alguna posibilidad de que quizás Natalia fue obligada de alguna manera? ¿Qué sucede si ella también es una víctima de esas familias? —inquirió Stavros, mas la mirada ruda de su amigo. Lo hice encoger de hombros. —¡¿Me crees idiota?! Si pudo existir alguna duda sobre eso, está se disipó en el mismo momento cuando ella terminó casándose con Sergio Alcázar, cuando la vi en ese momento no tenía en el rostro ni un ápice de molestia o angustia, todo lo contrario, estaba feliz de unir su vida a la de ese desgraciado —los ojos verdes del hombre chispeaban de odio—. Ella ha sido muy feliz durante todos estos años, disfrutando de toda su fortuna, viviendo una vida a todo dar, entre fiestas y escándalos, acostándose con uno y otro sin el menor pudor, porque siempre ha sido una mujer de moral baja. Ahora me toca a mí ser feliz a costa de su sufrimiento, porque la pondré a pagar todas y cada una de las lágrimas derramadas por mi familia, y eso incluye la muerte de mi padre —pronunció rechinando los dientes producto del enojo. Justo en ese momento su celular comenzó a sonar, se dirigió a la mesa donde lo había dejado y lo atendió, se trataba de la secretaria.—Kostantin, ha llamado el señor Simón Ferrer, hijo, han aceptado todas las condiciones presentadas para salvar todas sus fábricas, las cementeras y la metalúrgica, quiere concertar una cita contigo, de hecho están ansioso por reunirse, se nota su interés de aceptar cualquier cosa que le pidas.
—¡¿Hasta venderme a la hija?! —interrogó alzando las cejas con absoluto placer. —Sí, ¡Hasta venderte a su hija! —respondió Sabrina, sintiendo lástima por el oscuro destino que le aguardaba a esa mujer, no quería encontrarse en sus zapatos, porque cuando uniera su vida a Kostantin, este la destruiría por completo. “Recuerda esto: nada está escrito en las estrellas. Ni en estas, ni en ningunas otras. Nadie controla su destino”. Gregory Maguire.Kostantin Petrakis, luego de conversar con la secretaria, salió del gimnasio, se duchó, se vistió y ahora iba camino a la oficina de la constructora, donde había citado a Simón Ferrer el padre de Natalia. No temía ser reconocido, porque en su aspecto no quedaba el menor rastro de Vasil, aquel chico estúpido quien terminó perdiendo todo por amor, quien creyó en una maldit4 mujer, quien se burló de él de la peor manera y causó la destrucción de su familia. No pudo evitar golpear varias veces con fuerza el volante.Entretanto los recuerdos que tanto había querido mantener al margen se abrieron pasos como cascados en sus pensamientos.«Salieron de la pequeña casa, con todas sus pertenecías, algunas cosas se las tiraron sin ninguna consideración, sin embargo, su momento más difícil fue cuando vio a su padre llorar, jamás lo había visto de esa manera, siempre fue un hombre fuerte, optimista, nunca mostraba indicios de debilidad hasta ese momento, lo vio destruido.—Iliana, mi amor lo siento
Natalia permanecía indiferente, mientras Simón su padre, la miraba sintiendo vergüenza por ella, reprochándose en el interior por no haber sido mucho más duro con Natalia desde un principio, por eso él la consideraba una mujer caprichosa, descarada, amoral con poco respeto hacia los demás. —Por una vez en la vida Natalia, te pido hagas las cosas bien para la familia, estamos en una gran crisis económica y solo Kostantin Petrakis puede ayudarnos, no me sigas decepcionando más con tu comportamiento, ya no eres una adolescente, sino una mujer y debes aprender a comportarte como tal ¿Has entendido? —le preguntó con preocupación, temía lo que ella fuese capaz de hacer. —Perfectamente señor Simón, no me tenga miedo, después de todo soy una hija obediente —expresó con burla. El hombre hizo un gesto de desagrado, quiso debatirla, mas no quería iniciar un nuevo conflicto con ella. —¡Tienes media hora para arreglarte! Te espero abajo —manifestó saliendo de la habitación sin poder ocultar
Kostantin llegó al imponente edificio de más de veinte pisos, con una fachada de fibra de vidrio de color negro, donde funcionaban las empresas Petrakis, no pudo evitar sentir una pizca de orgullo abriéndose paso en su interior, nadie creería que todo ese imperio económico había sido construido por el muerto de hambre de Vasil, impulsado por el engaño y burla de la princesita.Luego de la muerte del padre, tanto su mamá y hermana regresaron a Grecia a la casa de la familia materna, mientras él terminó enrolándose como cargador en uno de las grandes empresas de transporte marítimo, con una de las rutas más importantes del mundo, el estrecho de Gibraltar, punto de unión entre el mar mediterráneo con el océano Atlántico, a la vez que comunica el oriente próximo y Asia por el canal de Suez.Allí fue juntando el noventa por ciento de sus ingresos, aprendiendo cada una de las actividades desarrolladas en un barco mercante, desde el mantenimiento preventivo de la embarcación, la preparación
Por un momento sus miradas se encontraron, la de Natalia con nostalgia y la suya penetrante, enfurecida, envuelta en un halo de absoluta frialdad. Ella negó con la cabeza, «Solo coinciden en el color, porque jamás la calidez de ese otro chico, podrán verse en los ojos de este otro», se dijo, volviendo su atención al hombre frente a ella.—Lo siento, ambos veníamos distraídos, ninguno de los dos vimos, por eso no pudimos evitar este incidente, ahora nuestros trajes están arruinados —expresó ella tratando de sacudir el traje del hombre.—¡Aleja tu mano de mí! Me desagrada que me toquen —gruñó tratando de controlar su molestia, mas fue en vano.Natalia lo vio con desdén y sacudió sus manos, iba a insultarlo, pero de repente quiso ver el comportamiento del hombre, ver su reacción ante sus coqueteos, por primera quiso hacer algo diferente, a lo que se esperaba de ella.—Sabes la vida es bella, a pesar de que duele, vale la pena vivirla… no puedes ir por allí lanzando improperios en contra
Simón Ferrer, al entrar el edificio, sonrió de medio lado, esperaba poder salirse con la suya y hacer pasar a su sobrina Cándida como su hija, la podía manejar mejor, en cambio a Natalia no mucho, era impredecible, le temía a su carácter volátil y rebeldía, no era una mujer sumisa, nunca pudo controlarla del todo.Ingresó al lujoso edificio, que ostentaba riqueza y extravagancia, lo estaba esperando una recepcionista, quién lo guió hasta la sala de juntas dónde se reuniría con Kostantin Petrakis.Al entrar, le llamó la atención su estilo parecido a las salas de interrogatorios de los organismos de seguridad, tenía una pared de cristal, se preguntó si tenía la misma función que en esas salas, mas después dejó de pensar en eso. Tomó asiento mientras la mujer le servía una taza de té.—El señor Petrakis, ya lo atenderá, aunque tenía entendido que vendría acompañado de una dama —comenzó a decir la mujer y Simón de inmediato hablo para justificarse.—Si claro, déjeme llamarla para pregunta
Natalia leyó la tarjeta y no pudo evitar sentir un sudor frío recorrerla a lo largo de su espalda, cerró los ojos y los apretó con fuerza y repitió mentalmente las palabras que vio en la tarjeta «Empresas Petrakis. Stavros, Gianakos», caminó hasta el banco más cercano y se sentó, tratando de calmar su angustiado corazón.—¿Será él? —lo pensó por un momento y se respondió ella misma —no, no lo es, aquel se llama Kostantin Petrakis, quizás solo trabaja para ese hombre.Por segundos, se mantuvo sentada con las manos en su cabeza, estas le temblaban como si se tratara de hojas siendo batidas por el furor del viento, luego se las llevó al rostro, mientras las lágrimas brotaban a borbotones de sus ojos.—Nunca podré librarme de ti Simón Ferrer… eres como un veneno en la sangre, del cual no puedes liberarte sin perder la vida en el proceso —pensó con amargura, revisó su cartera y sacó el pequeño estuche camuflado—. Solo uno… uno solo me tranquilizará —se dijo tomando del líquido ambarino.Si
Simón Ferrer, cuando percibió el aroma a licor en la boca de Natalia, se acercó a ella y le clavó las uñas con fuerza en el brazo, enterrándoselas en la carne, causándole daño sin ninguna compasión.—Eres una desconsiderada, inconsciente ¿Te pusiste a tomar sabiendo que debías venir aquí? ¿Acaso pretendes arruinar a la familia? —inquirió apretando los dientes con rabia, y en un tono suave de voz, para cuáquera que no fuera ellos pensarían, que se trataba de un acto de complicidad entre padre e hija.Ella se quedó viéndolo, con los ojos entrecerrados y una expresión de burla.—¿No te da miedo que tu socio se dé cuenta de que no somos la familia perfecta? —mencionó sonriendo con sorna.—Prima, por favor… no hagas enojar a mi tío, lo haces perder los estribos y luego te hace daño sin querer —señaló Cándida quitando la mano de Simón del cuerpo de Natalia, mientras esta la miraba con desdén.—¿Qué hace ella aquí? ¿Por qué la trajiste? ¿Acaso pensabas usarla y casarla con Kostantin Petrakis
Simón Ferrer vio las diversas expresiones correr por el rostro de su hija y supo que esa era su oportunidad de retomar el control sobre ella.—¿Me lo dirás? —interrogó ella con voz débil, pues las palabras de su padre, tuvieron el efecto de extraer todas las fuerzas que mostraba hace un momento, sustituyéndola por una expresión de angustia.No pudo evitar que los recuerdos se abrieran paso en su interior como una poderosa fuerza y ya no pudo controlarlos.“Dos semanas habían pasado, desde que su padre la obligó a deshacerse del hombre que amaba, él los vio el mismo día en que se entregaron a la pasión por primera vez, sin embargo, se mantuvo con sangre fría sin decir nada, solo esperando una oportunidad para destruirlos y acabar con esa relación que para él era inaceptable y no debió esperar mucho, porque dos días después llegó la oportunidad para Simón Ferrer. Ella salió de la casa, miró a todos lados para estar segura, que nadie la veía, se sentía tan feliz que hasta creía que no c