Capítulo 1. ¡Hasta venderte a su Hija!

Kostantin Petrakis, golpeaba fuertemente el saco de boxeo, cada golpe propinado era más fuerte que el anterior, esa era la manera de poder drenar toda la rabia, y odio acumulado durante quince años en contra de los Ferrer Altamirano y los Alcázar, esos quienes un día se burlaron de él y su familia, los humillaron y acabaron con su familia, mas ahora, las cosas cambiaron, el momento por fin  había llegado y no tendría ningún poco de piedad por ellos, en menos de una hora, daría el primer paso para cumplir con la venganza prometida, no en vano tomó la decisión de regresar allí.

 

Por eso estaba allí, en esa ciudad que una vez acogió a su familia hacía menos de treinta y cinco años, cuando llegaron de las islas del Dodecaneso en Grecia, luego de que sus abuelos paternos se atrevieran a desheredar a su padre, por haberse enamorado de una de las mujeres de servicio de la casa.

 

Eso obligó a su padre a huir junto con su madre, quien en ese momento estaba embarazada de él, pues su abuelo, dio la orden de atraparla y obligarla a abortar, porque no quería mezclar su sangre con gente que consideraba insignificante, su padre lo evitó, se enfrentó a todos, huyeron en medio de la noche, logrando escapar y poniendo miles de kilómetros de distancia entre ellos 

 

Allí debió aprender a trabajar como un obrero, de haber sido el heredero de los Zabat, terminó siendo un humilde jardinero, como era amante de la jardinería y la botánica, no le costó mucho adaptarse a esas nuevas circunstancias, porque después de todo esa siempre fue su pasión, a la cual se oponía su familia, pues lo formaron para hacerse cargo de los negocios familiares.

 

Bastián, su padre, pudo haber escalado de posición con trabajo, no obstante, siempre vivió temiendo a la aparición del padre, nunca tuvo paz, esperando ser descubierto por su familia en cualquier momento y terminara haciendo alguna artimaña para alejarlo de los suyos. Sin embargo, esa historia no la supo hasta el momento de su muerte, mientras se despedía de ellos. 

 

Los recuerdos del pasado golpearon su mente, mientras él aceleraba sus golpes para intentar alejar esos momentos tan dolorosos, sus ojos hicieron amago de humedecerse, pero se negó a derramar una sola lágrima.

 

—¡No lo harás! —exclamó violento—. ¡Vasil, no existe! Murió hace años y ahora eres Kostantin Petrakis, ¿Tu objetivo? Destruir a los Ferrer, Altamirano, Alcázar y Zabat, nunca volver a amar y sobre todo acabar con la m*****a de Natalia, dándole donde más le duela, debes destruirla, al punto de que desee morirse, aunque ni siquiera eso se merece, su destino es vivir atormentado.

 

Concluyó con una sonrisa de maldad, en ese ser lleno de resentimiento se convirtió el chico dulce, amoroso, considerado, en un ser oscuro, malvado, inclemente, vengativo y cruel, ya no quedaba ni un pequeño rastro de luz en él para los demás, solo sabía odiar, humillar, como una vez lo hicieron en contra suya. La única debilidad en su mundo, era su hermana, solo por ella era capaz de mover cielo y tierra y hacer hasta lo imposible por hacerla feliz.

 

La fuerza usada para golpear el saco, fue tan fuerte que este se desprendió del soporte del techo y salió volando rompiéndose al caer, era el cuarto que rompía en la semana.

 

Su amigo Stavros lo observó con el ceño fruncido.

 

—¿A quién diablos te imaginas cuando golpeas el saco de esa manera? —inquirió el hombre con curiosidad.

 

Sin contestar, se quitó los guantes de boxeo, arrojándolos a un lado con descuido, para después retirar las vendas de sus manos con un gesto de amargura e irritación.

 

—¿Aún me preguntas? Pienso que no necesitas respuesta, ya la conoces de antemano, mis deseos de destruirlos son más grande a cualquier sentimiento en el mundo, mi inspiración han sido estas ganas de tenerlos frente a mí y pisotearlos, hacerlos sufrir —habló apretando sus manos fuerza y transformando su rostro con una máscara de absoluta frialdad.

 

—Kostantin ¿Alguna vez te has preguntado si tal vez interpretaste las cosas como no eran? ¿Existe alguna posibilidad de que quizás Natalia fue obligada de alguna manera? ¿Qué sucede si ella también es una víctima de esas familias? —inquirió Stavros, mas la mirada ruda de su amigo. Lo hice encoger de hombros.

 

—¡¿Me crees idiota?! Si pudo existir alguna duda sobre eso, está se disipó en el mismo momento cuando ella terminó casándose con Sergio Alcázar, cuando la vi en ese momento no tenía en el rostro ni un ápice de molestia o angustia, todo lo contrario, estaba feliz de unir su vida a la de ese desgraciado —los ojos verdes del hombre chispeaban de odio—. Ella ha sido muy feliz durante todos estos años, disfrutando de toda su fortuna, viviendo una vida a todo dar, entre fiestas y escándalos, acostándose con uno y otro sin el menor pudor, porque siempre ha sido una mujer de moral baja. Ahora me toca a mí ser feliz a costa de su sufrimiento, porque la pondré a pagar todas y cada una de las lágrimas derramadas por mi familia, y eso incluye la muerte de mi padre —pronunció rechinando los dientes producto del enojo.

 

Justo en ese momento su celular comenzó a sonar, se dirigió a la mesa donde lo había dejado y lo atendió, se trataba de la secretaria.

—Kostantin, ha llamado el señor Simón Ferrer, hijo, han aceptado todas las condiciones presentadas para salvar todas sus fábricas, las cementeras y la metalúrgica, quiere concertar una cita contigo, de hecho están ansioso por reunirse, se nota su interés de aceptar cualquier cosa que le pidas. 

 

—¡¿Hasta venderme a la hija?! —interrogó alzando las cejas con absoluto placer.

 

—Sí, ¡Hasta venderte a su hija! —respondió Sabrina, sintiendo lástima por el oscuro destino que le aguardaba a esa mujer, no quería encontrarse en sus zapatos, porque cuando uniera su vida a Kostantin, este la destruiría por completo.

 

 

“Recuerda esto: nada está escrito en las estrellas. Ni en estas, ni en ningunas otras. Nadie controla su destino”. Gregory Maguire.

 

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