Belinda nunca imaginó que el amor podría tocar a su puerta en el momento más inesperado. Fabio, un empresario italiano atractivo y reservado, entra en su vida y despierta emociones que ella nunca había sentido. Entre miradas furtivas y encuentros apasionados, su relación florece rápidamente, prometiendo un futuro lleno de esperanza. Pero todo cambia en un instante. La hija de Fabio, su mayor tesoro, es víctima de un trágico accidente, y todas las pruebas señalan a Belinda como la culpable. El hombre que la amó con devoción se convierte en su peor enemigo, cegado por el dolor y la traición. Mientras Fabio busca justicia y Belinda intenta demostrar su inocencia, una red de mentiras y secretos amenaza con separarlos para siempre. ¿Es posible recuperar la confianza después de una traición devastadora? En esta historia de amor, venganza y redención, Fabio y Belinda descubrirán que el verdadero amor puede nacer incluso en las sombras de la duda.
Leer másLos meses pasaron con una dulzura tranquila. La barriga de Belinda crecía con cada semana, y la emoción en la casa era palpable. Thiago, aún no entendía del todo lo que significaba ser hermano mayor, sin embargo, señalaba el vientre de su madre con curiosidad.—¿Allí está el bebé? —preguntó, tocando suavemente la piel estirada de Belinda.—Sí, mi amor —respondía ella con ternura, colocando su mano sobre la de su hijo—. Tu hermanita está aquí dentro.Fabio, cada vez que escuchaba esas palabras, sonreía con orgullo y amor. Había sido un camino largo, pero ahora, con Belinda a su lado, con Thiago creciendo sano y fuerte, y con una hija en camino, sentía que su felicidad estaba completa.Desde que supieron que tendrían una niña, Fabio y Belinda comenzaron a preparar todo para su llegada.—¿Qué te parece este color para la habitación? —preguntó Fabio, sosteniendo una muestra de pintura en tono lila suave.Belinda asintió con una sonrisa.—Es perfecto. Después de todo, se llamará Violeta.
Los ojos de Belinda se iluminaron—¿En serio? Siempre ha sido mi sueño ir allí.—Lo sé —respondió Fabio, tomando su mano. —Por eso lo elegí.El vuelo transcurrió entre risas, juegos con Thiago y momentos de ternura entre los recién casados.Thiago se quedó dormido plácidamente en los brazos de Belinda, mientras Fabio no dejaba de mirarla con una sonrisa en los labios.—¿Feliz? —preguntó él en un murmullo, acariciándole el cabello.—Más de lo que jamás imaginé —respondió ella, apoyando su cabeza en su hombro.Cuando el avión aterrizó en Bora Bora, Belinda quedó sin palabras. Desde la ventanilla podía ver el agua turquesa rodeando la isla, con sus bungalows flotantes y playas de arena blanca.—Fabio… esto es… perfecto.—Lo mejor para mi esposa y mi hijo —dijo él con orgullo, besando su sien.Bajaron del avión y un transporte privado los llevó hasta su villa, un bungalow de madera construido sobre el agua, con una piscina privada y una terraza que daba directamente al océano.Thiago, emo
El ambiente en la recepción era vibrante, lleno de risas y emoción. Las luces colgantes brillaban sobre los invitados, reflejándose en las copas de champán que tintineaban con cada brindis.La música flotaba en el aire, una combinación de suaves melodías románticas y ritmos animados que invitaban a todos a la pista de baile.Belinda y Fabio, en el centro de la celebración, irradiaban felicidad.No querían dejar de bailar, ni separarse uno de otro.Cuando la música cambió, Belinda iba a separarse, pero Fabio la tomó de la cintura con una sonrisa y la retuvo.—Amor, no me dejes solo, quiero bailar otra pieza contigo, por favor.Ella asintió, su corazón latiendo con fuerza.—Por supuesto, amor, siempre estaré a tu lado, bailando la música que la vida nos toque y jamás te dejaré solo de nuevo.Se movieron con gracia por la pista, como si flotaran en el aire. Fabio la sostenía con firmeza, guiándola con la facilidad de alguien que conocía cada curva de su cuerpo, cada movimiento de su alma
El sol de Dakota brillaba con una intensidad cálida, iluminando los días que transcurrían en una mezcla de emoción, nervios y expectativas. Desde el momento en que Fabio aceptó casarse con Belinda, todo se había convertido en un torbellino de planes, decisiones y preparativos.Para Belinda, organizar la boda era más que solo un evento. Era la culminación de una etapa y el inicio de una historia de amor marcada por pruebas, sacrificios y un vínculo inquebrantable.Habían decidido celebrar la ceremonia en Dakota, en una finca rodeada de campos dorados y árboles que danzaban con el viento. Un lugar donde la vida se sentía pura, donde podrían unir sus almas bajo el cielo que los había visto encontrarse y separarse tantas veces.La lista de pendientes parecía interminable: elegir el vestido, el traje de Fabio, las flores, la música, el menú, las sillas, mesas, decoración. Afortunadamente, contaban con la ayuda del mismo Fabio, su madre, algunos empleados y de Luca, quien se encargaba de lo
La luna brillaba alta en el cielo de Dakota, iluminando el jardín donde Fabio y Belinda habían sellado su promesa de amor. Dentro de la casa, el silencio solo era interrumpido por el suave murmullo del viento que acariciaba las cortinas. Thiago dormía profundamente en su cuna, ajeno al fuego que ardía entre sus padres. Fabio llevó a Belinda en brazos por el pasillo, y la recostó en la cama, sus ojos se encontraron en la penumbra, comunicando sin palabras todo lo que sentían. Belinda extendió su mano para acariciar el rostro de Fabio, trazando con sus dedos la línea de su mandíbula. Él cerró los ojos, dejándose llevar por la suavidad de su toque.Él se inclinó y capturó sus labios en un beso profundo, lento y lleno de promesas. Sus manos exploraron su cuerpo con familiaridad y reverencia, como si estuvieran redescubriéndose después de años de separación. —Eres tan hermosa —murmuró contra su piel, mientras deslizaba los dedos por su cuello, sus hombros, hasta llegar a la cremallera
El avión aterrizó en Dakota bajo un cielo despejado. Desde el avión, la tierra que alguna vez había sido su hogar se extendía como un recordatorio de todo lo que habían vivido, de cada momento que habían compartido, de cada lágrima y cada sonrisa.Esta vez, sin embargo, no volvían solos.Thiago dormía plácidamente en brazos de su madre mientras el avión descendía, ajeno a la razón que los llevaba de vuelta.El sol bañando la pista con una luz dorada que parecía dar la bienvenida a la familia. Cuando bajaron del avión, Fabio tomó una gran bocanada de aire, sintiendo el peso de los recuerdos.Belinda ajustó el portabebés donde Thiago dormía plácidamente, mientras Fabio cargaba las maletas con una sonrisa tranquila. Habían dejado atrás Viena, sus calles empedradas y sus cafés acogedores, para regresar al lugar donde todo había comenzado. —¿Lista? —preguntó Fabio, extendiendo su mano hacia Belinda. Ella la tomó, sintiendo el anillo de compromiso rozar su piel. —Lista —respondió, co
Las semanas pasaron con una velocidad vertiginosa. Fabio se recuperaba a pasos agigantados, sorprendiendo a médicos y terapeutas. Su determinación y la fuerza de su carácter lo empujaban cada día a mejorar. Aunque el proceso fue largo y doloroso, Belinda estuvo a su lado en cada momento, dándole la motivación que necesitaba.Ahora, podía caminar sin ayuda, sus manos habían recuperado su destreza y su voz volvía a ser fuerte, aunque con un matiz más profundo. Se había convertido en un hombre nuevo, más fuerte, más consciente del valor de su vida y de su familia.Y Belinda lo sabía.Por eso, quería hacer algo especial.Quería dar el siguiente paso.Quería hacer algo que no era común, después de todo eran los hombres quienes pedían matrimonio a las mujeres, no al revés, pero ella estaba dispuesta a hacer lo contraria.Así que esa mañana, mientras Fabio asistía a su última sesión de terapia, Belinda caminó por las calles de Viena hasta llegar a una exclusiva joyería en el centro de la ciu
El día que dieron de alta a Fabio, el aire en el hospital se sintió más ligero. Belinda había pasado tantas noches en vela en ese lugar que casi se había acostumbrado a la rutina del monitor cardíaco, el olor a desinfectante y el murmullo de las enfermeras.Pero ahora, finalmente, era hora de irse.Belinda ayudó a Fabio a vestirse con cuidado, deslizándole la camisa por los brazos con la misma delicadeza con la que había sostenido su mano durante semanas. Él intentó hacer un comentario, algo sarcástico, algo que aligerara el momento, pero su voz seguía débil.Aun así, la miró con una media sonrisa.—No te emociones tanto… sigo aquí.Belinda rio entre lágrimas, negando con la cabeza.—Idiota.Fabio extendió su mano, con esfuerzo, y ella la tomó de inmediato, entrelazando sus dedos.Él estaba aquí. Con ella.Cuando Luca llegó con la silla de ruedas, Fabio frunció el ceño, pero no discutió. No tenía la fuerza para hacerlo.El viaje en automóvil hasta la nueva casa fue silencioso. Fabio
El sonido de los monitores de la habitación de Fabio era lo único que rompía el silencio en aquel espacio estéril. Belinda no soltaba su mano, aferrándose a la calidez de su piel, sintiendo cada latido débil, pero constante.Los médicos habían dicho que su despertar era un buen indicio; sin embargo, la recuperación sería larga y difícil. Fabio aún no podía hablar, su cuerpo estaba débil, y su estado seguía siendo crítico.Aun así, estaba vivo.Y Belinda se aferraba a ese milagro con todas sus fuerzas.—Vas a salir de esto —susurró, apoyando su frente en el dorso de su mano—. No me importa cuánto tiempo tome, estaré aquí.Luca permanecía en la esquina de la habitación, observando en silencio. Sabía que Fabio no querría que nadie lo viera en ese estado vulnerable, pero en ese momento, no había orgullo ni fuerza que valiera más que la lucha por su vida.—Voy a buscar algo de comer —dijo Luca en voz baja, dándole espacio.Cuando se quedó sola, Belinda acarició la mejilla de Fabio con ter