"PASÉ UNA NOCHE CON EL JEFE DE MI NOVIO Y TERMINÉ SIENDO SU ESPOSA". Hannah tiene una relación conflictiva con su novio de toda la vida y cuando Adam Baker, el jefe de su novio, le propone una noche juntos, él la entrega sin dudarlo, llevando a que Hannah de la noche a la mañana se convierta en la esposa de un multimillonario.
Leer másExpiré con nerviosismo y le sonreí un poco a mi reflejo en la ventanilla del auto. Tenía brillo labial en los labios, rubor en las mejillas, pendientes de oro y un collar de exuberante precio en el cuello. Mi cabello, negro y abundante, lo llevaba recogido en un peinado alto. La última vez que me había arreglado con tanto esmero, fue aquella noche en que Sean me entregó a su jefe.Y ahora yo me había convertido en la esposa de ese jefe.—¿Lista, Hannah? —la voz de mi esposo me hizo pestañear un par de veces.Tomé su mano y salí del auto junto a él. Esa noche Adam Baker usó un simple traje negro y camisa blanca, pero en la solapa del blazer llevaba una rosa de intenso color rojo. La rosa iba a juego con mi vestido de terciopelo, largo y elegido por el mismo Adam para esa ocasión. Esa noche acudíamos al cumpleaños de un tipo adinerado para cerrar un millonario negocio.Y sería la noche en que mostraría mi embarazo por primera vez. El vestido simplemente no podía ocultarlo y Adam tampoco
—¿Llevarás a mi esposa embarazada un viaje, John? ¿Con qué autorización harás tal cosa?Su voz, tan repentina, tan grave y cargada de suspicacia, me causó un estremecimiento helado en la espalda. Rápida, me limpié los ojos.—Ni siquiera te dignaste a venir a mi boda, ¿y ahora vienes con excesiva confianza a hacer amistad con mi mujer, Jonny?Adam entró a la sala dando largas zancadas, se quitó el pesado abrigo y lo tiró al suelo. Sus ojos no me miraron a mí, sino que cayeron directo en nuestro visitante. John se le acercó y le ofreció una mano amistosa.—¡Adam Baker! ¡Vaya amigo, creí que no aparecerías!Mi esposo estrechó la mirada, pero aceptó el saludo. Ambos se estrecharon las manos. John le sonrió, nervioso y se volvió a sentar.—Solo estaré aquí unos días. Pasé a saludar —justificó su visita.Entonces al fin Adam volvió su atención a mí. Afortunadamente ya había borrado todo rastro de lágrimas en mis ojos y no levanté sus sospechas. Lo único que hizo fue aproximarse a dónde yo me
Te aborrezco, mujer.La crudeza de esas palabras, pronunciadas con una voz de profundo resentimiento, se clavó en mi cerebro como una enfermedad mental. No me pude deshacer de ellas ni con el paso acelerado de los días. Adam no recordó nada de esa noche, ni sus acciones desmedidas ni sus palabras dolorosas. Lo único que obtuve de él fue una disculpa sincera por su comportamiento y una actitud evasiva.El alto nivel de alcohol en su sangre había borrado todo el historial y cualquier evidencia de lo que pasó en ese comedor. Pero yo sí lo recordé. Y me volví distante con mi marido. ¿Me aborrecía en secreto? ¿Tenía algún tipo de desprecio por mí? ¿Acaso alguna razón oculta le había forzado a hacerme su esposa?—Hoy no quiero —lo detuve una noche, cuando trató de acariciarme, luego de tanto tiempo sin hacerlo.Sus manos se paralizaron a la mitad de mis muslos, a medio subirme el camisón de seda, un regalo suyo. Con el rostro en mi hombro, mi esposo profirió un gruñido frustrado.—Hannah, te
El llanto del bebé duró solo un instante, pero fue suficiente para hacer que me irguiera en el sofá y fijará toda mi atención en la puerta. A diferencia de mí, Adam no le prestó atención, se acomodó el traje y entró al baño un momento.Cuando salió, vino a mí. Pero a diferencia de hacía solo unos instantes, su expresión era serena y sus ojos, castaños, inmutables.—Te veré por la noche —me envió a casa.Tras un rápido beso en la coronilla, salió de inmediato de la oficina, como sí tuviera prisa. Cuando la pesada puerta se cerró tras él, yo me apresuré a guardarme las rotas medias en la bolsa y me alisé el vestido con manos ansiosas. Salí solo 1 minuto después de Adam, pero ya no lo encontré.Solo estaba su asistente Julieta en su lugar de trabajo. Junto a ella, había una puerta grande de doble hoja, con un letrero al costado que decía SALA DE JUNTAS PRESIDENCIAL.Sin saber cómo proceder, le sonreí a la chica. En mi cabeza, aún podía oír el eco del llanto de ese bebé.—¿Se demorará dema
—Acompáñame.Torcí el gesto y avancé tras él arrastrando los pies, maldiciéndome por no haber sido más precavida. Mi marido me guio hasta su oficina, que era muy grande. Tenía una magnífica vista completa de la ciudad a nuestros pies, mejor dicho, a sus pies. Mis ojos se dirigieron a los estantes altos y libreros que abarcaban toda una pared, llenos de archivos y libros; luego vi en el fondo, el escritorio gerencial en forma de L, hecho de madera de cedro y con una cubierta de cristal templado en su superficie.—Siéntate —me señaló un sofá negro de 3 plazas, forrado en piel, al centro de la oficina.Él se sentó frente a mí, en un sillón individual. Unió las yemas de los dedos cuando se inclinó, apoyando los codos en las rodillas y volcando toda su atención en mí. De traje y con esa mirada formal en su cara, parecía ser mi jefe a punto de despedirme.—Ahora, dime una cosa. ¿Viniste aquí para verlo? —noté su disgusto en cada palabra.Sabía bien que se refería a Sean, así que terminé asin
UN MATRIMONIO SURREALEse fue el titular que dominó las plataformas empresariales, las páginas de sociales y los periódicos en las calles en los días que siguieron a la boda. Mi vida, que antes había estado marcada por las carencias y un noviazgo que no me hacía feliz, se volvió de la noche a la mañana en una vida glamurosa y repleta de fortuna.Adam compró un auto nuevo para mi uso personal y cantidad de ropa de alta costura, accesorios de lujo y una pila de cosas innecesarias. Cubrió hasta la ultima de mis necesidades. También comenzó a ocuparse del bebé que aún no nacía. Acondicionó una habitación al lado de la nuestra con todo lo necesario para su hijo y a mí me envió a prestigioso hospital privado para que llevará el control del embarazo.Esa era la parte perfecta de ese matrimonio. Ese era el lado perfecto de mi esposo.La otra parte, era la otra cara de la moneda. Ser la esposa de un Ceo significaba pasar todos mis días sola en esa gran casa; desde el desayuno hasta la cena. Ada
¿Qué planes tenía ese hombre?Eso me pregunté durante toda la boda, mientras caminaba por un camino de pétalos en el jardín, mientras tomaba la mano que él me ofrecía, mientras oía al sacerdote hablar sobre el amor, mientras decíamos nuestros votos escritos por su asistente, mientras él deslizaba un anillo con un enorme diamante en mi dedo y los flashes de la prensa invitada nos cegaban.Todo ese show era solo formalidad; ya no podía dar un paso atrás y correr lejos. Mi firma estaba en ese contrato con un término "indefinido", donde la cláusula final dictaba que la única vía para un divorcio estaba atada a elección de Adam Baker.—¿Piensa que le he tendido una trampa, Hannah? —su voz me sacó de mis ensoñaciones.Miré en tornó, nos rodeaban multitud de gente rica con sonrisas en sus rostros. Adam y yo nos encontrábamos bailando sobre una plataforma desmontable de cristal, colocada en el centro del jardín. Ese era nuestro primer baile y sería el titular de un sinfín de artículos al día s
Ese hombre se puso feliz cuando acepté ese matrimonio. Me envolvió en sus brazos, mientras yo aún trataba de digerir mis propias palabras. Lo estaba haciendo como un arranque de despecho, ¿pero no me arrepentiría?Luego de aceptar casarme con él, Adam se levantó y llamó a su asistente, Julieta y le pidió encargarse de preparar todo para realizar esa boda en los siguientes días. Salté de mi silla cuando lo oí solicitar boda civil y religiosa. Había imaginado que las cosas se realizarían como la última vez, con una simple firma en privado, que él me entregaría en ese mismo momento el acta de matrimonio y allí se acabaría el asunto.¿Pero ese tipo quería todo el paquete? Lo seguí por el jardín, hasta que terminó su llamada y se volvió, para ver la forma conmocionada en que yo lo miraba.—Vaya a casa, Hannah. Yo me encargaré de todo e iré a buscarla en cuanto pueda.Seguí parada frente a él, incapaz de mover las piernas.—¿Boda civil? —inquirí con la boca seca—. ¿Boda religiosa? ¿Por qué.
Qué tipo tan extraño... Pensé viendo esos ojos tan vivaces, cuando escuché su inesperada propuesta. Sin duda es cierto que los ricos son excéntricos.Yo había acudido allí por el bebé que tendría, porque él era el padre y quería saber qué se podía hacer... ¿Pero me proponía matrimonio? ¿Estaba dispuesto a casarse con una mujer que no conocía, con quién había compartido cama una sola vez, por ese hijo?Sí me hubiese pedido una respuesta inmediata, sin duda habría rechazado su propuesta, pero el CEO me dijo que lo pensará. Incluso me llevó a una habitación y me pidió quedarme allí esa noche, para no ir a casa de madrugada. Y yo acepté, solo porque estaba aturdida y empapada de pies a cabeza.La recamara que me prestó era gigante, el doble que el cuarto donde rentaba. Estaba muy bien amueblada: había cama, vestidor, un balcón, una mesita para tomar el desayuno y sillones para leer cerca de la chimenea. ¿Así vive la gente rica? ¿Sin preocupaciones?La alfombra bajo mis pies se sintió tan