Renne Brooks es caprichosa, la típica chica que siempre consigue lo que quiere. Pero su vida cambiará cuando se enfrente a problemas que no sabrá cómo manejar, como haber regresado cientos de años al pasado. Ahora, no solo deberá luchar para volver al presente, sino también contra fuerzas oscuras que la desean y que fueron las causantes de que terminara en ese lugar. Viggo Eirikson es un soldado nato y cruel, que no le teme a nada, hasta que Renne aparece en su vida. Ella le hará comprender que hay algo más allá de la guerra, y encontrará en su amor la salida que tanto necesitaba.
Leer másNos pusimos en marcha, dejando atrás el lugar reducido a cenizas. La tensión entre nosotros era tan densa que el aire mismo parecía estar cargado de reproches y silencios pesados. Viggo se mantenía cerca de mí, sus ojos vigilándome de reojo cada tanto, mientras que Kieran no apartaba su mirada fija, como si tratara de encontrar en mí alguna grieta que confirmara sus sospechas.Finalmente, el peso del silencio se volvió insoportable, y decidí romperlo.—Si tienen algo que decirme o preguntarme, este es el momento —les pedí, mi voz firme a pesar del cansancio.No esperaba que Kieran reaccionara tan rápido ni con tanta agresividad. Sin previo aviso, se lanzó sobre mí, sus manos buscando sujetarme con fuerza. Fue un movimiento rápido y lleno de rabia, pero antes de que pudiera hacerme daño, Viggo intervino. Con un empujón brutal, apartó a su hermano, haciendo que ambos quedaran frente a frente, con el odio chispeando entre ellos como si estuvieran a punto de estallar.—¡Es una perra! —gri
Nos quedamos allí hasta que el fuego finalmente se extinguió, y con él, la oscuridad de la noche dio paso a la fría luz de la mañana. Kieran aún estaba mal, pero la esperanza de su supervivencia estaba allí, tenue, pero presente. Mientras tanto, Viggo permanecía a un lado, sentado en el suelo, mirando al vacío como si el mundo ya no tuviera sentido para él.—¿Dónde están mi madre y mi hermana? —me preguntó, su voz cargada de desesperación.—No lo sé. Ulfric las tiene —respondí, con tono cansado, la lucha de las últimas horas agotando hasta la última gota de mi energía. Ahora no quería pelear, no más. Solo quería dormir y no despertar nunca.Viggo me miró, y pude ver la incredulidad en sus ojos, como si todo a su alrededor fuera un rompecabezas imposible de resolver.—¿Eso qué dijo el qué significa? —me preguntó.Sabía a qué se refería, pero no estaba con el ánimo de explicarle nada.Viggo se levantó bruscamente, caminó hacia mí y, sin previo aviso, me agarró del brazo, levantándome de
La mano de Ulfric se cerró con fuerza en mi cuello, mientras su otra mano se presionaba cruelmente contra mi vientre. Un grito desgarrador salió de mis labios. El dolor era insoportable, pero el miedo por mi bebé lo era aún más. Con todas mis fuerzas, lo empujé hacia atrás. Ulfric retrocedió unos pasos, su rostro mostrando una mezcla de sorpresa y rabia. Él era más fuerte ahora, eso era innegable, pero yo seguía siendo una bruja, y no iba a dejarme vencer por alguien como él.—¡Dame al último Imperial! —rugió, lanzándose de nuevo hacia mí como un animal rabioso.Antes de que pudiera alcanzarme, el enorme lobo que era Viggo se abalanzó sobre él, derribándolo y lanzándolo lejos con una brutalidad que resonó en la sala. Viggo se volvió hacia mí, sus ojos brillando con odio, pero también con una intención protectora que no podía ignorar. Lo hacía por el bebé. Lo sabía.Aprovechando la distracción, Ulfric escapó, llevándose consigo a las criaturas que aún permanecían en la habitación.Corr
Nos arrastraron hasta lo más profundo del bosque, donde un fuerte oscuro y ominoso se alzaba entre las sombras. Las puertas chirriaron al abrirse, y fuimos empujados al interior como si fuéramos ganado. Sin tregua, nos lanzaron a un calabozo húmedo y helado. Renee, a mi lado, temblaba incontrolablemente. Me acerqué y la envolví con mis brazos, tratando de transmitirle un calor que apenas sentía yo mismo.—No te preocupes. Te prometo que saldremos de esta —le susurré con determinación.Ella levantó la mirada hacia mí, sus ojos brillando de lágrimas y miedo.—Tengo miedo, Viggo... miedo por nuestro hijo. No quiero que le pase nada —dijo con la voz rota.Mis manos se apretaron en torno a ella al escuchar esas palabras. Antes de poder responder, el sonido de las rejas al abrirse me sacó de mis pensamientos. Dos de esas criaturas entraron con pasos pesados y sin vacilación agarraron a Renee del brazo.—¡No! —rugí, luchando contra las cadenas que me retenían.La ira rugió dentro de mí, inco
Los días pasaron, y los soldados enemigos seguían sin acercarse. Algo no cuadraba; era como si se hubieran desvanecido, y aunque intentábamos no movernos del campamento, un mensaje inesperado lo cambió todo: estaban saqueando los puertos, dejando a su paso ríos de sangre y cadáveres inocentes. La llegada de esas criaturas les había dado una ventaja abrumadora. Pero algo en mí sabía que no era solo estrategia militar; querían que viéramos el caos, que nos hundiéramos en la desesperación. Era un juego psicológico, y nosotros éramos las piezas.—¡Viggo! Ven rápido —me llamaron.Al voltear, seguí a uno de los soldados que me llevó hasta la sala del consejo. El aire allí era pesado, lleno de susurros y miradas nerviosas. Pero lo que más me inquietó fue la ausencia de mi padre.—Tu padre está perdiendo la cabeza —dijo uno de los consejeros con frialdad. —Lo vimos hablando solo ayer... No podemos seguir confiando en él.La rabia y la preocupación se mezclaron en mi pecho. Salí de inmediato
Mi padre me interceptó antes de llegar a la salida. Su mano atrapó mi brazo con fuerza, sus ojos, encendidos de furia, me perforaban. No era para menos: me había alzado contra él para defender a la persona que todos consideraban el enemigo.—Ella nos está engañando —dijo, su voz impregnada de rabia.Respiré profundamente. Sí, ella era malvada, pero hasta los más oscuros podían cambiar, ¿no? Aunque mucho de lo que había dicho seguía pareciendo improbable, yo quería creer que su intención era proteger a nuestro hijo.—Sé lo que hago. Por favor, confía en mí —pedí con firmeza.—No quiero que caigas en su juego. Ella quiere destruirnos; siempre lo ha querido —insistió, su mandíbula apretada como si sujetara palabras aún más duras.—Padre, ella tendrá un hijo mío. Si quisiera destruirnos, ¿no habría empezado por ese niño? —pregunté, con la esperanza de sembrar una duda en su inflexible convicción.—Te está manipulando. No hagas algo estúpido, Viggo; eres inteligente. —Su tono se volvió cas
Viggo ordenó que trajeran algo de comer, y pronto apareció una cesta rebosante de frutas. Sin pensarlo dos veces, agarré un par y comí con avidez, consciente de su mirada fija en mí todo el tiempo.—¿Quieres un poco? —pregunté, rompiendo el silencio.Viggo se acercó con calma y se sentó al borde de la cama, a mi lado. Sin quitarle los ojos de encima, mordí un pedazo de la manzana roja y, con un gesto atrevido, acerqué mis labios a los suyos, ofreciéndole el trozo. Dudó por un instante, pero finalmente aceptó, dejando que nuestros labios se tocaran brevemente al hacerlo.El contacto fue como un chispazo que encendió algo más profundo entre nosotros.—Te amo, Viggo —susurré, dejando caer las palabras cargadas de intención.Sin aviso, su mano se deslizó detrás de mi cabeza y me atrajo hacia él, aplastando su boca contra la mía en un beso ardiente, hambriento, que me dejó sin aliento. Sus labios se movían sobre los míos con una urgencia que parecía consumirnos a ambos.Rodeé su cuello con
Viggo salió de la habitación sin decir una palabra, dejando tras de sí una sensación densa, como si el aire se hubiera vuelto irrespirable. Poco después, entraron tres hombres armados, sus miradas se cruzaron con la mía por apenas un segundo antes de desviarse rápidamente, como si sostener mi mirada les drenara el alma.Me quedé en la cama, inmóvil, cerrando los ojos con una calma que no sentía en mucho tiempo. Era irónico lo relajada que estaba considerando las circunstancias, pero no podía evitarlo; mi plan iba tan bien que esa sensación de victoria me envolvía como una cálida manta. Dormí profundamente, más de lo que había hecho en años.El amanecer llegó acompañado por el grito desgarrador de uno de los guardias. Me senté en la cama, frunciendo el ceño, molesta por la interrupción. Uno de ellos se acercó y, sin mediar palabra, me agarró del brazo y me arrastró fuera de la habitación. No me resistí; simplemente lo dejé hacer, mis pies apenas tocando el suelo mientras me conducían h
Me amarraron a un árbol, las cuerdas apretaban tanto que apenas podía moverme. Dos soldados me vigilaban, con sus espadas listas, como si esperaran que intentara algo. Sus miradas eran tan frías como el acero que empuñaban.—Tengo hambre —les dije, mi voz cargada de una falsa vulnerabilidad.Ellos me ignoraron, manteniéndose firmes.A lo lejos vi a Viggo acercándose con paso firme. Sus ojos estaban clavados en mí, pero el peso de su mirada era difícil de interpretar. Ambos soldados se pusieron en guardia en cuanto lo vieron aproximarse.—Yo la vigilaré —dijo Viggo, su tono autoritario.—Tenemos órdenes. No nos alejaremos de ella —respondió uno de los soldados, aferrando su espada con más fuerza.Viggo no les prestó atención. Se agachó frente a mí, sus ojos escaneándome como si intentara descifrar un enigma.—¿Es verdad todo lo que dijiste? El consejo planea darle caza a mi madre. Te los suplico, si es mentira, solo dilo—preguntó, ignorando cualquier otra cosa, incluso el hecho de que