¿Los hombres con dinero son distintos al resto?
No lo sabía, pero ahora sabía una cosa qué hacía diferente a ese desconocido millonario de mi novio: y era su forma de besar. Nunca, en toda mi vida, alguién me había besado con tanto impetu y ardiente deseo, cómo si buscará devorarme y marcar mi alma. Con Sean los besos eran simples y habían dejado de ser apasionados casí desde el comienzo de nuestra relación, se habían vuelto vacíos y solo parte de una costumbre.
Pero en ese oscuro pasillo, me di cuenta de aún existían hombres apasionados. Adam Baker me hizo probar mi primer beso real.
—Disfrutemos esta noche, Hannah —murmuró su voz ronca, agravada por el deseo.
Me acorraló contra la puerta del bar a mis espaldas, presionando su pesado cuerpo contra el mío y besandome de una manera tan intensa que no podía respirar y pronto comencé a notar un extraño y agradable sensación nacer en mis entrañas.
Cuando se alejó, yo estaba sonrojada y con el corazón desvocado. Él me acarició el rostro una vez más, antes de sonreírme y tirar de mí por el pasillo, en dirección a un elevador. Allí presionó el boton de la azotea.
—Como dije antes, tengo otros asuntos esta noche, y quiero tenerla a mi lado, Hannah.
Miré su mano envolver a la mía, era cálida y tan grande que mis dedos desaparecían dentro de los suyos. No pude evitar pensar en todo el tiempo que Sean no paseaba conmigo así, de la mano, como pareja.
—¿Me necesita para algo más, además del sexo? —le pregunté mientras el elevador subía y subía.
Él bajó los ojos y atrapó a los míos. Su mirada era de un llamativo color avellana, cerca de la pupila se podía apreciar un precioso color marrón claro, mientras que al borde del iris el color cambiaba a distintas tonalidades verdes.
Era una mirada seductora y coqueta por naturaleza. Una tentación irresistible para cualquier mujer.
—Tengo un evento esta noche en Montreal y no tenia intención de acudir, porque el codigo me exigía una acompañante —me respondió cuando el elevador se abrió.
¿Montreal? Eso literalmente estaba en Canada, otro país, pero apenas iba a preguntarle cómo pensaba llegar allá, cuando salimos a la azotea. Allí un ruidoso helicoptero giraba sus helices y cortaba el viento, ya listo para alzar el vuelo.
—¡Pero al conocerla esta noche, Hannah, decidí que asistiría! —exclamó sobre el ruido y tiró de mi mano, en dirección a esa máquina.
Estaba tan sorprendida que subí sin rechistar y luego de que un hombre apareciera para colocarme el equipo, el señor Baker se sentó a mi lado y volvió a tomar mi mano, luego el helicopteo se elevó sobre la ciudad. Nunca había volado, así que apreté su mano y miré con ojos bien abiertos el nocturno paisaje, cada vez más deslumbrada por esa gran vista.
—Por la noche la ciudad es una belleza, ¿no cree, Hannah?
Volteé a verlo, él observaba mi emoción con una divertida ternura y una sonrisa deslumbrante. Era imposible no sentir algo al ver ese rostro, tan perfecto como intrigante. ¿Por qué me había elegido para una noche?
—¿Se ha enamorado alguna vez, Adam? —me escuché llamarle por su nombre, de verdad curiosa por descubrir algo más de la intrigante vida de aquel millonario.
Su gran sonrisa blanca vaciló en los bordes y creí ver un rastro de sombra cruzar sus facciones.
—¿Usted sigue enamorada de su novio, luego de 8 años en una relación que no avanza, Hannah? —preguntó a su vez, lanzando la flecha y dando en la diana.
Uní los labios y observé sus avellanados ojos, pensando en lo atrevido que era. Dile que sí, me dije por dentro, ¡dile que amas a Sean y que por eso estás aqui, con él!
Al final solo alejé la mirada y la clavé en la destelleante noche. El viaje duró cerca de 2 horas, antes de que aterrizaramos en una pista en medio de un inmenso cesped, a un kilometro de una enorme mansión de estilo antiguo, rodeada por farolas, pinos, lagos y autos, autos lujosos.
Al bajar, Adam me ofreció su brazo y volvió al tema.
—Si ya no ama a su novio, Hannah, rompa con él —dijo sosteniendome en su brazos, mientras el helicoptero volvía al cielo.
Su complexión era fuerte, sólida... Con cada segundo a su lado, yo me deslumbraba más.
—Yo... amo a Sean. Además, ¿usted qué sabe de rupturas, Adam?
El Ceo me obsequió una leve sonrisa que escondía toda una historia.
—Soy mayor que usted, Hannah, sé mas del amor y conozco mejor al deshamor.
Aquel hombre, tan perfecto y caballeroso, ¿escondía una tragedía amorosa?
—Adam, ¿está decepcionado de las mujeres? —susurré y miré su boca, tentada.
Sus labios dejarón de sonreír y miré su manzana de adan moverse cuando trago saliva, nervioso como yo.
—¿Le parezco un hombre decepcionado de las mujeres? —sentía cómo me observaba, con creciente deseo.
Precavida, levanté la mirada y lo que vi en aquel hombre me hizo apretar los muslos y alejarme sonrojada, para caminar con él por un sendero de ladrillos rojos, iluminado por lamparas altas, hasta llegar frente a las puertas de roble de esa mansión.
—Bienvenida a la casa de mi familia, Hannah —dijo antes de empujar la madera.
Apenas puse en pie en el interior de ese lugar, sentí que pisaba otro mundo, muy diferente al mío. El vestibulo brillaba por sus candelabros y paredes doradas, suelos costosos y muebles rebestidos de satin. Pero sobretodo, brillaba por la fiesta llena de opulencia y lujos.
Apreté el brazo de mi acompañante mientras nos abriamos paso entre los invitados, hasta llegar a un salón enorme, de paredes altas de marmol blanco y sillones rojos. Allí había un grupo de mujeres conversando, de las que una guapa mujer se giró al vernos aparecer y le brilló la mirada cuando sonrió.
—¡Adam, viniste! —se acercó con lágrimas de felicidad en los ojos y sin dudarlo besó al señor Baker en la mejilla.
Parecían tan cercanos y aunque ella se veía mayor a él, era tan guapa que pensé en quién podría ser. ¿Acaso era...?
—Feliz cumpleaños, mamá —le dijo él, besandola en la frente—. ¿Pensaste que no vendría?
La mujer sonrió de nuevo y al fin sus ojos cayeron en mí. Pareció sorprendida, pero feliz.
—¿Ella quién es, Adam?
Nerviosa, alcé los ojos a él, ¿le diría sobre nuestro acuerdo? ¿Revelaría que yo era la novia de su empleado y qué había accedido a pasar una noche con él para salvar mi noviazgo?
—Ella es la señorita Hannah Clair, mamá, una acompañante. ¿No querías acaso que trajera una compañera esta noche?
La señora me sonrió, cómo si le emocionará conocerme.
—Bienvenida, Hannah.
Sonó tan agradecida y parecía tan buena persona, que solo pude ruborizarme y felicitarla por su fiesta. Como una confidente, ella me guiñó un ojo y contó que cumplía 55 años y que habia esperado con ansias a su hijo esa noche, y que estaba tan contenta de verlo llegar con una chica.
—Gracias por acompañar a mi hijo hoy y espero verte de nuevo.
Despues de saludar a las amigas con ella, salimos de ese salón y el señor Baker me llevó al centro del enorme vestibulo, donde algunas parejas comenzaban a bailar. Bajo las notas instrumentales de la música clasica y una que otra mirada curiosa de sus invitados, él llevó mis brazos a su cuello y posó las manos en mis caderas
Bailamos lentamente, mirándonos a los ojos, envueltos en una especie de velo. No podía ver a nadie más, nada más, nada que no fuera ese hombre. Estaba deslumbrada por él, por sus modales y lo perfecto que parecía ser.
—Usted le agradó a Miranda, y diría que mucho —murmuró al cabo de un rato, ligeramente divertido—. Me refiero a mi madre. Le ha hecho feliz que me acompañara esta noche, Hannah.
Aún no lo entendía, ¿por qué un hombre como ese, rico y apuesto, había recurrido a un negocio como el que acabamos de hacer?
—De todas las mujeres que le he presentado, es usted la primera a la que desea volver a ver.
En secreto me sentí honrada, pero luego recelosa, despues de todo, ese era un encuentro de una sola noche.
—¿Quería que su madre me conociera? ¿Por qué?
Mi curiosidad le hizo sonreír un poco más. Pero en lugar de una respuesta, obtuve otra pregunta.
—¿Por qué acepto hacer esto, Hannah? —me soltó, inclinando la cabeza hasta rozar mi frente con la punta de la nariz—. ¿Por qué una mujer como usted, con pareja, aceptó pasar una noche con un hombre como yo, un desconocido?
Dejé de respirar ante el repentino contacto de nuestros cuerpos.
—¿Por qué acepté? Adam, yo... Quiero salvar mi relación con mi novio.
Me sonrió, irónico.
—¿Y acostarse con otro hombre salvará su relación, Hannah?
También le sonreí, y me sorprendió sentirme cómoda en sus brazos, cómo si no fuese el hombre que acababa de negociar dormir conmigo.
—Sé que suena estupido, pero sí Sean obtiene un puesto mejor y dinero, nos casaremos y eso es todo lo que deseo....
Me interrumpió al soltar un gruñido de desagrado total y se alejó para verme con ojos enfadados.
—El señor Lake es un imbecil, cualquier hombre cuerdo ya la habría hecho su esposa, justo para impedir que suceda algo como esto.
Deslicé mis manos hasta sus hombros, notando su sólido pecho bajo el traje.
—¿"Impedir algo como esto"? —repetí, mirándo que cómo se marcaban los tendones bajo su piel.
Él dejó de bailar y una de sus manos subió hasta mi rostro. Rozó delicadamente mis labios con su pulgar y yo sentí despertar algo que hacía tiempo no sentía: autentica excitación.
—Me refiero a justo esto, Hannah —musitó por lo bajo y la punta de su dedo rozó mis dientes.
Yo exhalé de golpe, notando una rara sensación de placer despertar en mi bajo vientre. Era deseo, excitación y anticipación.
—Cualquier hombre inteligente, que fuese dueño de una mujer como usted, Hannah, ya la habría atrapado con un anillo, justo para evitar que otros, como yo, se la robarán... —mientras hablaba, miró mi boca y vi el deseo nacer en el fondo de su mirada.
Tragué saliva, ansiosa. Debería estar asqueada por estar con otro hombre que no fuese mi novio, pero me sucedía todo lo contrario, me atraía ese tipo. Cada expresión suya, mirada, gesto y cada palabra que pronunciaba para mí, me desarmaba por completo.
—De estar casada, nunca le habría propuesto una noche juntos, Hannah —alzó los ojos y acercó el rostro al mío, no pude ni respirar—. Pero cuando supe que era soltera, no pude reprimirme.
Con la mano que mantenía en mi cadera, me acercó más a él, hasta terminar sintiendo ESA parte de su cuerpo presionando justo por encima de mi ombligo. ¿Había llegado la hora de cumplir mi parte de ese negocio?
—La quise desde que la vi, Hannah, y lograr tenerla, es un triunfo como pocos.
Bajo las miradas de ese desconocido mar de millonarios , él coló sus largos dedos entre mi negro cabello y sujetando mi rostro, volvió a besarme. Y no fue un beso rigido como Sean me tenía acostumbrada, sino intenso, tan apasionado y más arrebatador que ningún otro. Terminé sin aliento y con la sangre caliente en mis venas, cómo sí tuviera fiebre.
—Hannah, ya no puedo reprimirme más —susurró, roncó por el deseo, dejando mis labios y hablandome al oído—. Hagame el honor de dormir conmigo por esta noche.
Cuando firmé junto a Sean, pensé que cuando llegara la hora de dormir con Adam Baker, me echaría atrás y recapacitaría, que tiraría ese negocio por la borda y saldría corriendo. Pero me sorprendí cuando una de mis manos subió por su pecho y se apoyó en ese rostro tan masculino, solo para dirigirlo al mío y besarlo con una pasión renovada.
Nos perdimos por los pasillos enormes de esa mansión, besándonos con frenesí, hasta terminar a las puertas de una habitacion en una zona oscura, apenas iluminada por las farolas del exterior. Jadeé cuando ese perfecto hombre pausó el beso para verme y acariciar mi rostro.—¿Puedo contar con que no saldrá corriendo? —bromeó, pero noté la verdadera duda bajo esa broma.¿Me iria a mitad de la noche? Sería imposible aunque quisiera, porque estaba en otro país. Además, una especie de necesidad comenzaba a despertar en mi sangre, era un deseo que yo nunca había experimentado a ese nivel.Le respondí con un corto beso y eso fue suficiente para que abriera la puerta. Nos internamos en el oscuro interior, sorteando los muebles hasta dar con la cama. Solté un suave jadeo cuando me hizo caer sobre las frescas sabanas de seda.Incluso en esa oscuridad, fui capaz de mirarlo a los pies de la cama, observandome todo el tiempo, mientras se quitaba la chaqueta y se aflojaba la corbata. Cuando se quitó
La luz del sol a tráves de mis parpádos me llevó a abrir los ojos y a estirar los brazos sobre la cabeza, sonmolienta y cansada. Las sabanas eran frescas y blancas, pero yo tenía tanto calor que me levanté y miré en torno. Ese lugar era muy distinto a mi pequeño cuarto en casa, no había botellas de alcohol ni el horrible olor a humedad que me despertaba cada mañana, sino un fresco aroma a flores y una vista estupenda de los bosques de alrededor.Bajé los ojos y me miré las manos, rememorando el tacto de esa noche, hasta ruborizarme. Me llevé las palmas a mi rostro caliente, reviviendo todo lo ocurrido, cada caricia, palabra y sonido que llenó esa habitación.—¿Ya ha despertado, señorita Clair? —una voz masculina cruzó la puerta, pero era diferente a la de él.Me descubrí los ojos. Entonces noté que me hallaba sola en esa enorme habitación, la persona que debería estar a mi lado, simplemente no estaba. En su lugar, había una pequeña nota y sobre él, un cheque. Al tomar la nota, leí un c
Ahora todo me parecía realmente estúpido, me había dejado engañar por los ruegos de mi novio esa noche, su suplica desesperada para que pasará esa noche con su jefe a cambio de es pila de dinero y ese gran ascenso, con la falsa promesa de que nada cambiaría en nuestra relación y que incluso al fin nos casaríamos... Y lo que era peor, me había dejado seducir por ese hombre, ese desconocido y su deslumbrante caballerosidad.—Eres tan tonta, Hannah —murmuré para mí misma, mirando la tarjeta de ese CEO mientras esperaba a que Sean volviera a casa.Quería hablar, solucionar las cosas, llegar a algo ...Pero Sean no apareció durante los próximos días, no volvió a casa ni tampoco me llamó. Pero supe que tomó el ascenso y que se divertía todas las noches en bares, restaurantes y centros nocturnos, pagando bebidas y fiestas para sus amigos con el dinero que ese hombre pagó por mí.Aun así, continué buscándolo porque no quería que nuestra relación de 8 años acabará así, llevábamos juntos tanto t
Empapada en lluvia, terminé en la entrada de una enorme propiedad, de pie frente a unas gruesas rejas de metal que triplicaban mi altura, sostenidas por dos sólidos muros de roca, y que tenían un par de ojos rojos vigilantes, cámaras de seguridad a cada lado. Sentí como los ojos del taxista permanecían en mi un momento, llenos de curiosidad por ese viaje a esa zona tan cara de la ciudad, donde solo había mansiones y costosos autos en sus entradas.Finalmente lo oí alejarse bajo la lluvia. Sostuve la tarjeta de Adam Baker un momento bajo mis ojos, dejando que se mojará mientras yo trataba de tomar valor. ¿Qué le diría al verlo? ¿Con que pretexto iba hasta su casa a esas horas de la noche?Antes de poder llenarme de cobardía, sacudí la cabeza y pulsé el clásico timbre en el muro. No oí nada, el sonido viajó por un inmenso patio repleto de árboles, césped y rosales, hasta entrar en la majestuosa casa del otro lado. Construida mayormente de roca, pero modernizada con ventanas del tamaño de
Qué tipo tan extraño... Pensé viendo esos ojos tan vivaces, cuando escuché su inesperada propuesta. Sin duda es cierto que los ricos son excéntricos.Yo había acudido allí por el bebé que tendría, porque él era el padre y quería saber qué se podía hacer... ¿Pero me proponía matrimonio? ¿Estaba dispuesto a casarse con una mujer que no conocía, con quién había compartido cama una sola vez, por ese hijo?Sí me hubiese pedido una respuesta inmediata, sin duda habría rechazado su propuesta, pero el CEO me dijo que lo pensará. Incluso me llevó a una habitación y me pidió quedarme allí esa noche, para no ir a casa de madrugada. Y yo acepté, solo porque estaba aturdida y empapada de pies a cabeza.La recamara que me prestó era gigante, el doble que el cuarto donde rentaba. Estaba muy bien amueblada: había cama, vestidor, un balcón, una mesita para tomar el desayuno y sillones para leer cerca de la chimenea. ¿Así vive la gente rica? ¿Sin preocupaciones?La alfombra bajo mis pies se sintió tan
Ese hombre se puso feliz cuando acepté ese matrimonio. Me envolvió en sus brazos, mientras yo aún trataba de digerir mis propias palabras. Lo estaba haciendo como un arranque de despecho, ¿pero no me arrepentiría?Luego de aceptar casarme con él, Adam se levantó y llamó a su asistente, Julieta y le pidió encargarse de preparar todo para realizar esa boda en los siguientes días. Salté de mi silla cuando lo oí solicitar boda civil y religiosa. Había imaginado que las cosas se realizarían como la última vez, con una simple firma en privado, que él me entregaría en ese mismo momento el acta de matrimonio y allí se acabaría el asunto.¿Pero ese tipo quería todo el paquete? Lo seguí por el jardín, hasta que terminó su llamada y se volvió, para ver la forma conmocionada en que yo lo miraba.—Vaya a casa, Hannah. Yo me encargaré de todo e iré a buscarla en cuanto pueda.Seguí parada frente a él, incapaz de mover las piernas.—¿Boda civil? —inquirí con la boca seca—. ¿Boda religiosa? ¿Por qué.
¿Qué planes tenía ese hombre?Eso me pregunté durante toda la boda, mientras caminaba por un camino de pétalos en el jardín, mientras tomaba la mano que él me ofrecía, mientras oía al sacerdote hablar sobre el amor, mientras decíamos nuestros votos escritos por su asistente, mientras él deslizaba un anillo con un enorme diamante en mi dedo y los flashes de la prensa invitada nos cegaban.Todo ese show era solo formalidad; ya no podía dar un paso atrás y correr lejos. Mi firma estaba en ese contrato con un término "indefinido", donde la cláusula final dictaba que la única vía para un divorcio estaba atada a elección de Adam Baker.—¿Piensa que le he tendido una trampa, Hannah? —su voz me sacó de mis ensoñaciones.Miré en tornó, nos rodeaban multitud de gente rica con sonrisas en sus rostros. Adam y yo nos encontrábamos bailando sobre una plataforma desmontable de cristal, colocada en el centro del jardín. Ese era nuestro primer baile y sería el titular de un sinfín de artículos al día s
UN MATRIMONIO SURREALEse fue el titular que dominó las plataformas empresariales, las páginas de sociales y los periódicos en las calles en los días que siguieron a la boda. Mi vida, que antes había estado marcada por las carencias y un noviazgo que no me hacía feliz, se volvió de la noche a la mañana en una vida glamurosa y repleta de fortuna.Adam compró un auto nuevo para mi uso personal y cantidad de ropa de alta costura, accesorios de lujo y una pila de cosas innecesarias. Cubrió hasta la ultima de mis necesidades. También comenzó a ocuparse del bebé que aún no nacía. Acondicionó una habitación al lado de la nuestra con todo lo necesario para su hijo y a mí me envió a prestigioso hospital privado para que llevará el control del embarazo.Esa era la parte perfecta de ese matrimonio. Ese era el lado perfecto de mi esposo.La otra parte, era la otra cara de la moneda. Ser la esposa de un Ceo significaba pasar todos mis días sola en esa gran casa; desde el desayuno hasta la cena. Ada