Agradezco de corazón el apoyo que le brindas a FRAUDE MATRIMONIAL. Me alegra escribir para ti y espero que sigas acompañándome a lo largo de los siguientes capítulos. ¡Llega el verdadero drama!
—Acompáñame.Torcí el gesto y avancé tras él arrastrando los pies, maldiciéndome por no haber sido más precavida. Mi marido me guio hasta su oficina, que era muy grande. Tenía una magnífica vista completa de la ciudad a nuestros pies, mejor dicho, a sus pies. Mis ojos se dirigieron a los estantes altos y libreros que abarcaban toda una pared, llenos de archivos y libros; luego vi en el fondo, el escritorio gerencial en forma de L, hecho de madera de cedro y con una cubierta de cristal templado en su superficie.—Siéntate —me señaló un sofá negro de 3 plazas, forrado en piel, al centro de la oficina.Él se sentó frente a mí, en un sillón individual. Unió las yemas de los dedos cuando se inclinó, apoyando los codos en las rodillas y volcando toda su atención en mí. De traje y con esa mirada formal en su cara, parecía ser mi jefe a punto de despedirme.—Ahora, dime una cosa. ¿Viniste aquí para verlo? —noté su disgusto en cada palabra.Sabía bien que se refería a Sean, así que terminé asin
El llanto del bebé duró solo un instante, pero fue suficiente para hacer que me irguiera en el sofá y fijará toda mi atención en la puerta. A diferencia de mí, Adam no le prestó atención, se acomodó el traje y entró al baño un momento.Cuando salió, vino a mí. Pero a diferencia de hacía solo unos instantes, su expresión era serena y sus ojos, castaños, inmutables.—Te veré por la noche —me envió a casa.Tras un rápido beso en la coronilla, salió de inmediato de la oficina, como sí tuviera prisa. Cuando la pesada puerta se cerró tras él, yo me apresuré a guardarme las rotas medias en la bolsa y me alisé el vestido con manos ansiosas. Salí solo 1 minuto después de Adam, pero ya no lo encontré.Solo estaba su asistente Julieta en su lugar de trabajo. Junto a ella, había una puerta grande de doble hoja, con un letrero al costado que decía SALA DE JUNTAS PRESIDENCIAL.Sin saber cómo proceder, le sonreí a la chica. En mi cabeza, aún podía oír el eco del llanto de ese bebé.—¿Se demorará dema
Te aborrezco, mujer.La crudeza de esas palabras, pronunciadas con una voz de profundo resentimiento, se clavó en mi cerebro como una enfermedad mental. No me pude deshacer de ellas ni con el paso acelerado de los días. Adam no recordó nada de esa noche, ni sus acciones desmedidas ni sus palabras dolorosas. Lo único que obtuve de él fue una disculpa sincera por su comportamiento y una actitud evasiva.El alto nivel de alcohol en su sangre había borrado todo el historial y cualquier evidencia de lo que pasó en ese comedor. Pero yo sí lo recordé. Y me volví distante con mi marido. ¿Me aborrecía en secreto? ¿Tenía algún tipo de desprecio por mí? ¿Acaso alguna razón oculta le había forzado a hacerme su esposa?—Hoy no quiero —lo detuve una noche, cuando trató de acariciarme, luego de tanto tiempo sin hacerlo.Sus manos se paralizaron a la mitad de mis muslos, a medio subirme el camisón de seda, un regalo suyo. Con el rostro en mi hombro, mi esposo profirió un gruñido frustrado.—Hannah, te
—¿Llevarás a mi esposa embarazada un viaje, John? ¿Con qué autorización harás tal cosa?Su voz, tan repentina, tan grave y cargada de suspicacia, me causó un estremecimiento helado en la espalda. Rápida, me limpié los ojos.—Ni siquiera te dignaste a venir a mi boda, ¿y ahora vienes con excesiva confianza a hacer amistad con mi mujer, Jonny?Adam entró a la sala dando largas zancadas, se quitó el pesado abrigo y lo tiró al suelo. Sus ojos no me miraron a mí, sino que cayeron directo en nuestro visitante. John se le acercó y le ofreció una mano amistosa.—¡Adam Baker! ¡Vaya amigo, creí que no aparecerías!Mi esposo estrechó la mirada, pero aceptó el saludo. Ambos se estrecharon las manos. John le sonrió, nervioso y se volvió a sentar.—Solo estaré aquí unos días. Pasé a saludar —justificó su visita.Entonces al fin Adam volvió su atención a mí. Afortunadamente ya había borrado todo rastro de lágrimas en mis ojos y no levanté sus sospechas. Lo único que hizo fue aproximarse a dónde yo me
Expiré con nerviosismo y le sonreí un poco a mi reflejo en la ventanilla del auto. Tenía brillo labial en los labios, rubor en las mejillas, pendientes de oro y un collar de exuberante precio en el cuello. Mi cabello, negro y abundante, lo llevaba recogido en un peinado alto. La última vez que me había arreglado con tanto esmero, fue aquella noche en que Sean me entregó a su jefe.Y ahora yo me había convertido en la esposa de ese jefe.—¿Lista, Hannah? —la voz de mi esposo me hizo pestañear un par de veces.Tomé su mano y salí del auto junto a él. Esa noche Adam Baker usó un simple traje negro y camisa blanca, pero en la solapa del blazer llevaba una rosa de intenso color rojo. La rosa iba a juego con mi vestido de terciopelo, largo y elegido por el mismo Adam para esa ocasión. Esa noche acudíamos al cumpleaños de un tipo adinerado para cerrar un millonario negocio.Y sería la noche en que mostraría mi embarazo por primera vez. El vestido simplemente no podía ocultarlo y Adam tampoco
—Últimamente ...Su aliento, cálido como un soplo de viento en un intenso verano, rozó la sensible piel de mi cuello cuando me lamió desde la base del cuello el lóbulo de la oreja. Me dio un suave mordisco que me hizo morderme los labios.—Me he preguntado si acaso, mi esposa... —musitó suavizando su voz, volviéndola aterciopelada—... la mujer que vive bajo mi mismo techo siente algo por mí.¿Todo eso lo hacía porque me había descubierto con su abogado en una habitación a oscuras? En mi hombro, aún ardía la marca que él mismo acababa de hacerme. Sí mirará, ¿vería la forma perfecta de sus dientes marcados en mi enrojecida piel?—¿Aún piensas en Sean Kale, Hannah? —aunque mantuvo un tono pasivo, sus dientes rozaron mi sensible cuello mientras plantaba ardientes besos en él.Apreté la mandíbula con todas mis fuerzas, rehuyendo a la respuesta. Había vivido 8 años de mi vida con Sean, ¿cómo olvidarlo tan rápido?—Supongo que necesitas más tiempo —se alzó para clavar unos vivaces ojos avella
Todas las parejas llevan distintas dinámicas en la intimidad. Algunas les gustan la amabilidad y otras exploran los más arriesgados limites donde el placer subyace al dolor. Yo sabía bien eso.Hay todo tipo de parejas.Al día que siguió a la fiesta de Erick, cuando desperté y caminé trabajosamente al baño para lavarme la cara, vi con ojos impresionados el estrago que era mi cuerpo, cargado de chupetones rojos y marcas definidas...Me horroricé completamente. Mi aspecto era deplorable.Un nudo grueso se fue formando en mi garganta conformé mi mirada bien abierta, de intenso color verde brillante, recorría mi cuello, hombros y escote, repletos de marcas de todos los tamaños, pero tintadas de un rojo muy fresco.Mi corazón latió más deprisa, llevando la sangre a mi cara. Odié verme marcada.Las manos me temblaron y allí, en ese preciso momento, cuando me veía a mí misma en el espejo empañado, supe que ese tipo de sexo no era lo mío. Con lentitud bajé la mirada a mis muñecas, marcadas por
Todas las parejas tienen malos momentos; discusiones, desacuerdos que pueden solucionarse hablando. Durante mi relación con Sean, ¿Cuántas veces no peleamos? Había ocasiones en que no existía nada más que gritos entre los dos, pero lo extraño es que nunca me importó arreglar las cosas a su lado. ¿Desde entonces nuestra relación ya había muerto?No obstante, ahora, esta vez la situación era diferente para mí. Todo el tiempo llevaba un peso aplastante en el pecho, una sensación incómoda que se volvía dolor con el paso de los días.—¿Y Adam?Antony, como todas las mañanas, me puso el desayuno al frente justo al lado de una servilleta con mis suplementos. Me los llevé robóticamente a la boca, solo por deber.—Se fue muy temprano, como siempre —dijo él e incluso siendo tan profesional como era, decidido a mantenerse lejos de nuestros problemas matrimoniales, no pudo silenciar del todo la preocupación en su voz—. Me pidió que le dijera que posiblemente no vuelva por esta noche, Hannah. Se ve