—¿Así que llegaste tan lejos?En el sofá, Sabine sonrió, disfrutando haber tenido siempre la razón. A su lado, Adam continuaba con la cabeza gacha, sujetándose la cabeza y atormentando por lo ruin que era en realidad.Yo por mi parte, estaba en un total estado de aturdimiento. Las lágrimas resbalaban por mis mejillas, incesantes, pero a mi cerebro le costaba procesar que todo eso fuese cierto. No lo quería creer, me negaba a aceptar esa escalofriante verdad como una realidad.—Mira que embarazarla sin que ella lo supiese, forzarla a llevar a tu hijo.... De verdad no tienes ni un gramo de límite moral.Con gusto, bebió de su vaso. Me pasé el brazo por los ojos y limpié mis lágrimas, aunque yo seguía sollozando. Entretanto, Adam al fin irguió la cabeza y tomó una profunda respiración. Lo miré y lo vi lanzarle una mirada iracunda a su ex.—Ahora es tu turno, ya le revelé lo desgraciado que soy. Es momento de que hables y me digas qué quieres para seguir manteniendo confidencial nuestro co
Me levanté con sumo cuidado del piso, mirando el rostro sonrojado de Sean, de pie en la puerta. Estaba ebrio, perdido totalmente.—F-fui a buscarte al trabajo —me costaba hablar.Sean medio sonrió, irónico. Alzó la bolsa con cervezas a la vez que levantaba una ceja.—Fui despedido, ¿ya lo olvidaste? Tu marido me mandó a la calle.Apreté los labios, recordando que eso había pasado, incluso yo estaba allí cuando Adam despidió a Sean. Pero la ansiedad por verlo y saber sobre esas fotos había nublado mis recuerdos.—Es cierto...—No le bastó con arrebatarme a mi novia, ¿verdad? Lo quiere todo de mí —dijo amargamente, dando un tambaleante paso al interior de la habitación.Un paso que yo retrocedí, y que por accidente me llevó a pisar los documentos que había esparcido en todo el piso a causa de mi desesperación ciega. Los papeles crujieron bajo mis pies, atrayendo la difícil atención de Sean.Miró las fotos, luego frunció el ceño, pero terminó sonriendo.—Ya veo, estás aquí por esto. Pensé
—Hanny, yo.... no quería.... Lo siento.El dolor se volvía a cada momento más insoportable, tanto que quise gritar, pero solo estiré con esfuerzo una mano hacía Sean.—Sean...Él se alejó dos pasos de mí, nervioso.—Hannah, perdón...Dejé caer la mano y, apoyándome en los codos, intenté levantarme por mi cuenta. Emití un quejido mientras sudaba frío, ahora ya me había olvidado de todo, de mis sentimientos heridos e incluso de mi miedo a Sean, mi mente estaba paralizada en una sola preocupación: ese bebé.—Sean... —repetí, buscando su ayuda.Necesitaba ir a un hospital, asegurarme de que nada grave le ocurriera al bebé dentro de mí, pero no podía salir de allí por mi cuenta.—No puedo, Hannah.Con conmoción, lo observé pasarse una mano por el cabello y mirar en torno, antes de enfocarse en las llaves de su auto en la entrada. Las tomó, junto a su chaqueta. Pasó a mi lado, negándose a verme.—Espero lo logres —dijo abriendo la puerta y yéndose deprisa, dejándome sola.Aunque el dolor ape
"La duración del matrimonio será indefinida, Hannah. No pretendo divorciarme de usted, al menos, no en muchos años. Yo no cometería el terrible error de quitar mi sello de propiedad de la mujer que quiero".Adam Baker lo había planeado todo con una meticulosidad escalofriante; desde la propuesta para que durmiera con él, el maravilloso viaje que hicimos a Montreal, incluso mi "accidental" embarazo, tenían como objetivo tenderme una dulce trampa y hacerme caer entre las cuerdas de ese matrimonio. ¿Por qué? ¿De dónde partía su obsesión y desde qué momento?—Quiero el divorcio, Adam —murmuré desde la cama, mirándolo recoger mis pocas pertenencias de la habitación.Ya me habían dado el alta, el bebé estaba libre de cualquier peligro y lo único que tendría qué hacer de allí en adelante, sería quedarme en cama cerca de 2 meses y medio, hasta el nacimiento.—Por favor, por favor... —le rogué siguiéndolo con mirada suplicante y siendo ignorada magistralmente—. Solo cédeme el divorcio, no te p
Me forcé a creer que acostarme con él era parte de un sueño, uno muy real, porque de otra forma hubiese sido imposible tener intimidad con un hombre que acababa de engañarme con otra.—... Adam... —gemí su nombre, con los sentidos a flor de piel.Sonrojada, jadeé mirándolo debajo de mí, observándolo mirarme con una mirada que se nublaba por el placer que yo deliberadamente le provocaba. Todo mi cuerpo se sentía tan caliente, ardía mientras me movía sobre él, apoyando las manos en su pecho y cuidando de no llevar eso demasiado lejos.Las manos de Adam se mantenían en mis caderas, ansioso por ir más rápido, pero reprimiéndose con admirable esfuerzo. Se limitaba a mirarme llevar el control, apenas empujaba las caderas y me acariciaba de vez en cuanto, como un niño incapaz de quitar las manos de su juguete favorito, recién descubierto.—Te amo —dijo con voz entrecortada al incorporarse sobre los codos, hambriento por más—. Te amo como loco, amor.Lamió mis labios, antes de sumergirme en un
A solo unos días de mi llegada a vivir a Montreal con Miranda, obtuve las primeras respuestas a mi petición de divorcio. John mismo se presentó en la mansión y en mi habitación, con el primer análisis del caso.Pero las noticias no fueron lo que ninguno de los dos esperaba.—No podemos usar el adulterio como causal de divorcio, Hannah.Me incorporé en la cama.—¿Qué?John expiró con agotamiento y, desde la silla donde se hallaba sentando, agachó la cabeza y unió las puntas de los dedos.—Es desestimando, el ordenamiento jurídico no castiga el adulterio. Solo se puede usar sí se tienen pruebas sólidas de ello.Con desesperanza, me dejé caer en las almohadas. ¿Incluso eso había calculado Adam Baker, que no fuese posible divorciarme de él por esa vía?—¿Estás segura de que te fue infiel, Hannah?Me froté las manos sobre la barriga, de ya 32 semanas. Bajé la vista.—Lo estoy, yo lo vi —todavía recordaba cada día ese video, con él y Sabine besándose sobre ese sillón y tocándose. Sentí tal
Con el tiempo en contra, rápidamente le hice saber a Nathan que mi esposo estaba en camino y que necesitaba que él estuviera conmigo cuando llegará. Él accedió enseguida y me llevó de vuelta a la habitación, espero en ella junto a mí.Pero yo tenía otros planes. Sí quería el divorcio, tendría que lastimar al hombre que venía a verme.—Nathan —lo llamé después de ver la hora, en cualquier momento Adam llegaría.Él dejó su puesto de vigilancia junto a la ventana y se aproximó a la cama. Yo me incorporé y llevé una mano a su mejilla, observando ese rostro amable y tranquilo. Me sentí mal por usarlo, el remordimiento apareció y apretó mi corazón.Pero sí quería el divorcio, esa era mi oportunidad de oro. Porque vivir toda mi vida al lado de un hombre que había hecho cosas tan cuestionables, desde embarazarme hasta serme infiel, parecía un destino peor.—Lo que ibas a decirme en el jardín, ¿qué es? —ladeé la cabeza.Nathan se ruborizó ligeramente, antes de sonreír de forma avergonzada.—Ha
Esa era una noche importante. La más importante de nuestras vidas.Me observé al espejo una ultima vez para afinar detalles; verifiqué que mi plateado vestido de noche no tuviera arrugas y que el escote profundo no se moviera de su sitio; me aseguré que las pulserás en mis manos lucieran bien; me retoqué el maquillaje y las gramurosas sombras sensuales alrededor de mis verdes ojos.Por ultimo, pinté mis labios de un precioso rojo carmin y me calcé unas zapatillas altas. Mi apariencia era excelente.—Te ves increíble, Hannah —me susurró mi novio, abrazandome desde atrás y besandome en el hombro—. Esta será nuestra noche, estoy seguro. Hoy lograré un ascenso y al fin tú y yo nos casaremos.Le sonreí levemente desde el espejo. Aunque lo apoyaba y lo quería, ya no creía en él. Llevabamos como novios desde los 16 años y durante los ultimos 5 años, nos habiamos ido a vivir juntos, pero el matrimonio nunca llegaba. Ahora ambos teniamos 24 años y viviamos como pareja, pero él no era mi marido