Por más de un minuto, solo hubo silencio en ese bar vacío. A la distancia se podía oir la fiesta en el restaurante, pero allí dentro, podría incluso oirse una aguja caer al suelo. En mi cabeza, aún creía que todo eso era una broma, un gran chiste de un hombre millonario que se sentía aburrido y buscaba diversión al burlarse de nosotros.
Y Sean pensaba lo mismo.
—¿Está bromeando con nosotros, señor Baker? —inquirió con una risita confusa.
Pero su jefe negó con seriedad y con suma calma, miró la hora en el rolex de su muñeca.
—De ninguna manera. No acostumbro jugarles bromas a mis empleados. Lo que digo es completamente en serio.
Mientras hablaba, le sirvió otro trago a Sean.
—Estoy negociando con usted un ascenso a cambio de una noche con su mujer.
Mi novio tomó el vaso y lo bebió lentamente, mientras yo seguía paralizada y Adam Baker explicaba su propuesta con mayor detalle.
—Tiene una mujer hermosa a su lado, Sean —sentí su mirada y yo tuve qué apartar la mía para no enrojecer de nuevo—. La señorita Hannah es encantadora y ha despertado mi interes. Por otro lado, usted busca con ansias un ascenso en mi empresa, ¿no? Yo puedo darselo con solo ordenarlo.
Escuché a mi novio inspirar hondo y yo apreté su mano, aun incapaz de aceptar el hecho de que esa negociación giraba en torno a mí.
—Y sí le parece insuficiente lo que yo le ofrezco a cambio, tambien puedo darle una cuantiosa suma.
Sacó un costoso celular de su bolsillo y escribió algo en él, luego le extendió un fuerte brazo a mi novio. Sean dudó y yo estuve segura de que se negaría, que rechazaría todo eso y nos iríamos de allí...
Pero me equivoqué, Sean tragó saliva y soltó mi mano para adelantarse y tomar el celular que su jefe le ofrecía. Al leer la cantidad, dejo escapar una maldición.
—¿Habla en serio, señor? —le preguntó con curiosidad.
—Completamente.
Sean volteó la vista y buscó mi mirada, lo que vi en sus ojos fue indecisión y tentación. ¿Lo estaba considerando en serio? No pude creerlo, realmente pensaba negociar su ascenso a cambio de mi, su pareja. En ese momento dejé de sentirme aturdida y entendí que todo eso era real, que yo era la moneda de cambio en esa negociación entre un Ceo y su empleado.
La sangre subió a mi rostro y me llené de indignación y rabia.
—¡De ninguna forma seré parte de algo así! —le dije a mi novio.
Y adelantandome con paso firme, me planté frente a su jefe. La cercanía me hizo ver que sus ojos eran más claros de lo que pensé y dejo caer sobre mí el aroma de su costosa colonia, junto a algo más, una atracción chispeante que apenas logré ignorar.
—Sí desea dormir conmigo, debería preguntarmelo a mí. No soy un objeto de mi novio, señor Baker y usted no puede negociar algo así a costa mía.
Mi osadía le arrancó una sonrisita casi imperceptible que solo yo vi y que me hizo enfadar más. Salí de allí sin mirar atrás, furiosa con Sean y ofendida por ese hombre. No volví a la fiesta, sino que salí del restaurante y caminé por la calle en busca de un taxi que me llevará a casa. Pero antes de llegar lejos, alguién me sujetó del brazo y me hizo girarme.
—¡Hannah, por favor, escuchame! —Sean había ido detrás de mí.
Me sacudí su mano.
—Eres un idiota, ¿realmente pretendes que me acueste con tu jefe? ¿Quieres intercambiarme por un ascenso y dinero? ¡Soy tu novia, Sean!
Él ignoró mi enfado y me sujetó el rostro para obligarme a verlo.
—Yo tambien creí que era una estupidez, creeme, Hannah. Pero este puede ser el negocio de nuestras vidas, piensalo bien.
¿Pensarlo? Me quité sus manos de encima y retrocedí con expresión indignada. No podía creer que mi novio estuviese considerando negociar con su jefe a cambio de mí.
—Sigues ebrio, Sean, por eso crees que esto no es una locura. Me voy a casa y espero que mañana te des cuenta que esto es...
—¿No dijiste que me apoyarías en esto?
Mis labios se separarón al recordar lo que dije.
—Casate conmigo, Hannah.
Inhalé hondo, incredula. Sean vio el cambio en mi rostro y aprovechó para venir de nuevo a mí, me abrazó y me habló al oído.
—¿Sabes por qué ansío tanto el dinero y el ascenso que Adam Baker me ofrece? Lo hago porque quiero casarme contigo, pero quiero tener un buen trabajo para darte el hogar y la vida que mereces. Te amo, Hannah.
Cerré los ojos y me abracé a él, hacía tanto tiempo que no me lo decía, incluso llegué a pensar que nuestra relación estaba marchitandose.
—Sean, debe haber otra manera. Sí buscamos, seguro que...
Negó con energía y me alejó para verme a la cara. La suya estaba llena de convencimiento.
—No habrá otra oportunidad como esta, Hannah, lo sabes. Si me ascienden y con ese dinero que nos dará, nos casaremos de inmediato y compraremos una buena casa. Por favor, acepta, hazlo por nosotros.
Sus ojos se llenarón de suplica y yo no supe qué hacer. ¿Me pedía dormir con su jefe por dinero y un puesto mejor? Era una propuesta tan inmoral como degradante... Pero sí era por nosotros, ¿lo volvía menos humillante?
—Sean, mañana nos arrepentiremos de esto...
Pero él negó y plantó un beso dulce en mis labios.
—Sí aceptamos, será por el bien de los 2, ¿no? Por mi parte no habrá reproches ni volveremos a mencionar el tema. Lo juro.
Lo miré detenidamente a los ojos, buscando cualquier cosa que nos hiciera no dar ese paso. Sean y yo llevabamos meses en una relación problematica, cargada de peleas y gritos, y todo por culpa de la frustración que él sentía por no ganar más dinero, por no tener un mejor puesto.
Sí obtenía todo eso, ¿volveríamos a ser felices como al conocernos? ¿Ceder al capricho de su jefe salvaría nuestra relación y nos llevaría al altar?
—Te seguiré amando, Hannah, una noche con él no cambiará nuestros sentimientos. Y mañana todo será perfecto, nos casaremos como siempre hemos deseado.
Se inclinó y me beso cómo hacía tiempo no lo hacía, y cuando se alejó, la elección ya estaba hecha. Sí era por nosotros y eso salvaba nuestra relación, podía hacerlo. Lo haría. Volvimos a entrar al resturante y nos dirigimos al bar, allí seguía su jefe, pero ahora tambien estaba su equipo de abogados.
Al vernos aparecer, él apagó el cigarro que fumaba y se nos acercó con un andar tan masculino como educado. A un metro de nosotros, me miró con curiosa intensidad y yo bajé la vista, avergonzada por acceder a ese denigrante negocio.
—Supongo que han tomado una decisión —nos dijo, aún con su mirada en mí.
Sean asintió.
—Aceptamos lo que nos propone, señor Baker.
Su jefe llamó a sus abogados con un chasquido de dedos y estos me ofrecieron un documento a mí. Sorprendida, miré al señor Baker.
—Señorita Hannah, dijo que sí buscaba para una noche con usted, debía negociar directo con usted —me recordó, amable y atento, cómo sí no estuviera negociando dormir conmigo.
Tomé los documentos y los leí junto a Sean. En ellos detallaban nuestro acuerdo, donde, a cambió de que yo pasará una noche completa con él, incluído el sexo, él ascendería a Sean de puesto y al amanecer, a mí me entregaría un cheque por la escandalosa cantidad de 100,000 dolares.
—¿Cerrará nuestro negocio, señorita Hannah? —me preguntó Adam Baker con verdadero interés, extendiendo unos largos dedos y pasándome una pluma costosa, grabada con sus iniciales.
Alcé la mirada de los papeles a sus ojos y de inmediato un chispazo de atracción estalló entre los dos. Podía ver en él no solo un rostro apuesto, con rasgos dificiles de olvidar y una mirada tan profunda como demandante, sino tambien a un hombre acostumbrado al éxito, a salirse con la suya siempre.
Él no estaba acostumbrado a perder. Y la mayor prueba era que acababa de ganar una noche conmigo, aun contra mi voluntad y la censura moral.
Dudosa, miré a Sean y él tragó saliva, pero asintió. Entonces tomé la pluma que su jefe me ofrecía y firmé todas las hojas, sellando ese censurable negocio. Cómo ultimo paso, los abogados verificarón que todo estuviera en regla y prometieron que mañana recibiríamos nuestra parte de ese acuerdo. Luego se marcharón y de nuevo quedamos solo los 3.
—¿Me permite despedirme de mi novia, señor Baker? —le pidió Sean a su jefe.
Él miró de nuevo su reloj y expiró.
—Les daré 5 minutos, tengo que ocuparme de otros asuntos esta noche.
Cuando salió del bar, yo me lancé sobre Sean y me abracé a él.
—¿Me estarás esperando en el departamento mañana? —ya comenzaba a arrepentirme de todo eso.
Mi novio me besó en la mejilla.
—Lo haré, estaré allí y nunca hablaremos de esta noche. Nuestras vidas serán perfectas a partir de mañana.
¿Era posible? Deseé que sí, que volvieramos a ser felices como de adolescentes. 5 minutos más tarde, ambos salimos del bar y nos encontramos a su jefe apoyado de espaldas en la pared frente a la puerta, esperándonos.
—Qué tenga una excelente noche, señor Kale —le dijo a modo de despedida.
Sean me miró una ultima vez y luego se volvió hacía su jefe.
—Qué la pasé bien, señor Baker. Ha sido un... honor negociar con usted.
Sin decir nada más, recorrió el vacío pasillo y abandonó rapidamente el restaurante, como sí estuviera huyendo. Su actitud me hizo sentir humillada, pero no pude sentirme más miserable porque el señor Baker dejó su sitio y se me aproximó cómo no lo había hecho en toda la noche.
No se detuvo hasta que no quedó espacio entre los dos y, ya sin ninguna limitante, alzó una mano y con el dorso me acarició el pomulo. Reprimí un estremecimiento pero no me acobardé.
—¿Quiere... hacerlo aquí o vamos a un hotel? —le pregunté, sintiendome como una mujer de la calle.
Él sonrió, divertido ante mi falso valor.
—¿Está dispuesta a aceptar sí le pido hacerlo justo aquí y justo ahora?
Recorrí nerviosamente el pasillo, estaba oscuro y vacío, ¿pero me atrevería a hacerlo allí? ¿Siquiera estaba lista para dormir con ese hombre? Lo miré nuevamente y abrí los labios para decirle que no podía, sin embargo, él aprovechó ese momento para inclinarse y darme un inesperado beso.
Cuando sentí su boca sobre la mía, quise negarme, pero él fue rápido y llevó una mano a mi rostro y lo sujetó. Acarició juguetonamente mis labios con su lengua, antes de ser más atrevido y tirar de mi labio inferior con sus dientes, provocándome una inesperada sensación de placer.
Sorprendida y muda, lo miré divertirse a costa mía.
—¿Pensaba que simplemente iriamos directo al sexo, Hannah?
La respuesta fue tan obvia en mi cara, que él soltó una carcajada, tan real como agradable.
—Hannah, haré que esta noche valga lo que invertí en este negocio —me dijo, poniendose serio y bajando su mirada a mis labios, humedos por el beso que acababa de darme—. Y, sobretodo, haré que disfrute acostarse conmigo.
Terminó por volver a besarme más profundamente, introduciendo su lengua para provocar a la mía y presionandome contra su cuerpo. Sentí mi piel calentarse y mi corazón comenzó a latir más fuerte, errático y salvaje, reaccionando a ese intenso beso fránces.
¿Los hombres con dinero son distintos al resto?No lo sabía, pero ahora sabía una cosa qué hacía diferente a ese desconocido millonario de mi novio: y era su forma de besar. Nunca, en toda mi vida, alguién me había besado con tanto impetu y ardiente deseo, cómo si buscará devorarme y marcar mi alma. Con Sean los besos eran simples y habían dejado de ser apasionados casí desde el comienzo de nuestra relación, se habían vuelto vacíos y solo parte de una costumbre.Pero en ese oscuro pasillo, me di cuenta de aún existían hombres apasionados. Adam Baker me hizo probar mi primer beso real.—Disfrutemos esta noche, Hannah —murmuró su voz ronca, agravada por el deseo.Me acorraló contra la puerta del bar a mis espaldas, presionando su pesado cuerpo contra el mío y besandome de una manera tan intensa que no podía respirar y pronto comencé a notar un extraño y agradable sensación nacer en mis entrañas.Cuando se alejó, yo estaba sonrojada y con el corazón desvocado. Él me acarició el rostro una
Nos perdimos por los pasillos enormes de esa mansión, besándonos con frenesí, hasta terminar a las puertas de una habitacion en una zona oscura, apenas iluminada por las farolas del exterior. Jadeé cuando ese perfecto hombre pausó el beso para verme y acariciar mi rostro.—¿Puedo contar con que no saldrá corriendo? —bromeó, pero noté la verdadera duda bajo esa broma.¿Me iria a mitad de la noche? Sería imposible aunque quisiera, porque estaba en otro país. Además, una especie de necesidad comenzaba a despertar en mi sangre, era un deseo que yo nunca había experimentado a ese nivel.Le respondí con un corto beso y eso fue suficiente para que abriera la puerta. Nos internamos en el oscuro interior, sorteando los muebles hasta dar con la cama. Solté un suave jadeo cuando me hizo caer sobre las frescas sabanas de seda.Incluso en esa oscuridad, fui capaz de mirarlo a los pies de la cama, observandome todo el tiempo, mientras se quitaba la chaqueta y se aflojaba la corbata. Cuando se quitó
La luz del sol a tráves de mis parpádos me llevó a abrir los ojos y a estirar los brazos sobre la cabeza, sonmolienta y cansada. Las sabanas eran frescas y blancas, pero yo tenía tanto calor que me levanté y miré en torno. Ese lugar era muy distinto a mi pequeño cuarto en casa, no había botellas de alcohol ni el horrible olor a humedad que me despertaba cada mañana, sino un fresco aroma a flores y una vista estupenda de los bosques de alrededor.Bajé los ojos y me miré las manos, rememorando el tacto de esa noche, hasta ruborizarme. Me llevé las palmas a mi rostro caliente, reviviendo todo lo ocurrido, cada caricia, palabra y sonido que llenó esa habitación.—¿Ya ha despertado, señorita Clair? —una voz masculina cruzó la puerta, pero era diferente a la de él.Me descubrí los ojos. Entonces noté que me hallaba sola en esa enorme habitación, la persona que debería estar a mi lado, simplemente no estaba. En su lugar, había una pequeña nota y sobre él, un cheque. Al tomar la nota, leí un c
Ahora todo me parecía realmente estúpido, me había dejado engañar por los ruegos de mi novio esa noche, su suplica desesperada para que pasará esa noche con su jefe a cambio de es pila de dinero y ese gran ascenso, con la falsa promesa de que nada cambiaría en nuestra relación y que incluso al fin nos casaríamos... Y lo que era peor, me había dejado seducir por ese hombre, ese desconocido y su deslumbrante caballerosidad.—Eres tan tonta, Hannah —murmuré para mí misma, mirando la tarjeta de ese CEO mientras esperaba a que Sean volviera a casa.Quería hablar, solucionar las cosas, llegar a algo ...Pero Sean no apareció durante los próximos días, no volvió a casa ni tampoco me llamó. Pero supe que tomó el ascenso y que se divertía todas las noches en bares, restaurantes y centros nocturnos, pagando bebidas y fiestas para sus amigos con el dinero que ese hombre pagó por mí.Aun así, continué buscándolo porque no quería que nuestra relación de 8 años acabará así, llevábamos juntos tanto t
Empapada en lluvia, terminé en la entrada de una enorme propiedad, de pie frente a unas gruesas rejas de metal que triplicaban mi altura, sostenidas por dos sólidos muros de roca, y que tenían un par de ojos rojos vigilantes, cámaras de seguridad a cada lado. Sentí como los ojos del taxista permanecían en mi un momento, llenos de curiosidad por ese viaje a esa zona tan cara de la ciudad, donde solo había mansiones y costosos autos en sus entradas.Finalmente lo oí alejarse bajo la lluvia. Sostuve la tarjeta de Adam Baker un momento bajo mis ojos, dejando que se mojará mientras yo trataba de tomar valor. ¿Qué le diría al verlo? ¿Con que pretexto iba hasta su casa a esas horas de la noche?Antes de poder llenarme de cobardía, sacudí la cabeza y pulsé el clásico timbre en el muro. No oí nada, el sonido viajó por un inmenso patio repleto de árboles, césped y rosales, hasta entrar en la majestuosa casa del otro lado. Construida mayormente de roca, pero modernizada con ventanas del tamaño de
Qué tipo tan extraño... Pensé viendo esos ojos tan vivaces, cuando escuché su inesperada propuesta. Sin duda es cierto que los ricos son excéntricos.Yo había acudido allí por el bebé que tendría, porque él era el padre y quería saber qué se podía hacer... ¿Pero me proponía matrimonio? ¿Estaba dispuesto a casarse con una mujer que no conocía, con quién había compartido cama una sola vez, por ese hijo?Sí me hubiese pedido una respuesta inmediata, sin duda habría rechazado su propuesta, pero el CEO me dijo que lo pensará. Incluso me llevó a una habitación y me pidió quedarme allí esa noche, para no ir a casa de madrugada. Y yo acepté, solo porque estaba aturdida y empapada de pies a cabeza.La recamara que me prestó era gigante, el doble que el cuarto donde rentaba. Estaba muy bien amueblada: había cama, vestidor, un balcón, una mesita para tomar el desayuno y sillones para leer cerca de la chimenea. ¿Así vive la gente rica? ¿Sin preocupaciones?La alfombra bajo mis pies se sintió tan
Ese hombre se puso feliz cuando acepté ese matrimonio. Me envolvió en sus brazos, mientras yo aún trataba de digerir mis propias palabras. Lo estaba haciendo como un arranque de despecho, ¿pero no me arrepentiría?Luego de aceptar casarme con él, Adam se levantó y llamó a su asistente, Julieta y le pidió encargarse de preparar todo para realizar esa boda en los siguientes días. Salté de mi silla cuando lo oí solicitar boda civil y religiosa. Había imaginado que las cosas se realizarían como la última vez, con una simple firma en privado, que él me entregaría en ese mismo momento el acta de matrimonio y allí se acabaría el asunto.¿Pero ese tipo quería todo el paquete? Lo seguí por el jardín, hasta que terminó su llamada y se volvió, para ver la forma conmocionada en que yo lo miraba.—Vaya a casa, Hannah. Yo me encargaré de todo e iré a buscarla en cuanto pueda.Seguí parada frente a él, incapaz de mover las piernas.—¿Boda civil? —inquirí con la boca seca—. ¿Boda religiosa? ¿Por qué.
¿Qué planes tenía ese hombre?Eso me pregunté durante toda la boda, mientras caminaba por un camino de pétalos en el jardín, mientras tomaba la mano que él me ofrecía, mientras oía al sacerdote hablar sobre el amor, mientras decíamos nuestros votos escritos por su asistente, mientras él deslizaba un anillo con un enorme diamante en mi dedo y los flashes de la prensa invitada nos cegaban.Todo ese show era solo formalidad; ya no podía dar un paso atrás y correr lejos. Mi firma estaba en ese contrato con un término "indefinido", donde la cláusula final dictaba que la única vía para un divorcio estaba atada a elección de Adam Baker.—¿Piensa que le he tendido una trampa, Hannah? —su voz me sacó de mis ensoñaciones.Miré en tornó, nos rodeaban multitud de gente rica con sonrisas en sus rostros. Adam y yo nos encontrábamos bailando sobre una plataforma desmontable de cristal, colocada en el centro del jardín. Ese era nuestro primer baile y sería el titular de un sinfín de artículos al día s