¡Hola, querida lectora! ¡LOS VERDADEROS CONFLICTOS COMIENZAN! ¿Qué teorías tienes para lo que viene? ¡No crucifiquemos a nadie antes de tiempo! ¡Continúa leyendo que viene el drama!
Lo primero que hizo Adam al llegar hasta donde Sabine y yo nos encontrábamos, fue usar su brazo sano para jalarme y colocarme detrás suyo. El aroma amaderado de su colonia, tan parecido al perfume sensual de su exmujer, invadió mis sentidos cuando se plantó frente a ella.Mi aturdimiento era tanto que no hice nada y tampoco hablé cuando su voz defensiva rompió la quietud de la noche.—¿Qué tratas de hacer, Sabine? —indagió duramente—. Te pedí expresamente mantenerte lejos de mi matrimonio.La noche era tan oscura que no fui capaz de ver la expresión de mi esposo, pero su voz rezumaba hostilidad y repudio.—¿Buscas llenarle la cabeza de cuentos? Te advierto que no te permitiré...—Yo no la busqué, seguro ya lo viste en el texto que ella misma me envió —lo interrumpió ella, manteniendo una actitud cortés—. Tu esposa me buscó a mí, Adam, no yo a ella.Adam no dijo nada al respecto, limitándose a ver fijamente a la guapa mujer con quién mantuvo una relación de 7 años. Sabine se abrazó a sí
Adam Baker nunca me iba a ceder el divorcio. Incluso había llegado al punto de ponerlo en el contrato de matrimonio como una cláusula irrompible, atada a sus caprichos y a su exclusiva decisión. Sí, algún día él firmaba el acta de divorcio y me hacía una mujer libre, sería por su elección personal y porque seguramente ya se habría cansado de mí.Pero mientras eso no pasará, mi vida quedaba atrapada a su lado. Había sido listo, no, más que eso, Adam era un tipo escalofriantemente astuto al incluir esa demente clausula en el contrato que me dio a firmar justo antes de llevarme al altar.Y yo fui tan tonta al firmar sin leer en donde me metía.Eso me dijo John cuando lo llamé y, tras hacerle jurarme que eso sería confidencial, le mostré una copia del contrato matrimonial. Él lo estudió con el ceño fruncido y finalmente expiró sin esperanza.—Vaya. Adam sin duda es un sujeto inteligente, no dejó ni una sola laguna legal.Mis hombros se hundieron y perdí la poca esperanza que aún conservaba
Pasé mis dedos por su cabello, mirándolo con brillantes ojos excitados y respirando entre labios, recibiendolo con gusto. Nuestros alientos se mezclaban en la quietud de la habitación. ¿En qué momento habíamos pasado del jardín a la cama?—Te amo, Hannah —gruñó en mi oído por décima vez, balanceándose entre mis piernas de manera rítmica.Le respondí besando su mandíbula, gimiendo suavemente y rodeando su cuello con mis delgados brazos. Notaba el contorno de uno de sus brazos sosteniéndome por la espalda, apoyado en la curvatura cada vez más pronunciada en mi columna a causa del avanzado embarazo.—Nunca me fijé en ti porque me recordarás a Sabine —buscó mi mirada, ansioso. Me observó con expresión abrasadora, con unos encendidos ojos que, del habitual color avellana, habían pasado a un verde muy oscuro y profundo.Elevó una mano y, con cariño, me acarició la piel sudorosa de la mejilla y apartó mi cabello. Gemí sintiendo mi piel ardiendo, tan caliente que temí tener fiebre.—Me gustast
—¡¿Qué crees que haces?! —Adam miró a su padre con ojos enfebrecidos.Apretó mi mano con la suya con exceso de fuerza, claramente disgustado con la sorpresa que teníamos enfrente. Delante de nosotros, al lado de Dominic Baker, su guapa exmujer nos miraba con ojos chispeantes, sosteniendo una copa con la mano izquierda y apoyando el brazo derecho en el brazo de su exsuegro.—¿Me dirás a quién debo abrirle las puertas de mi casa? —inquirió su padre con disgusto y severidad.Miró a Sabine y le palmeó con cariño la mano, que se sujetaba a su brazo.—Fue mi hija por 7 años. Además, ella fue quién vino y me recordó esa fecha. Incluso organizó esta cena para todos.¿Fecha? Confundida, alcé los ojos, justo a tiempo para ver la mandíbula de Adam cerrarse fuertemente y desplazar una mirada iracunda hacía su ex.—¿Tú armaste este teatro? —le preguntó frunciendo los labios.Sabine se encogió de hombros y ablandó su mirada.—He celebrado contigo este día cada año, desde que nos conocimos. Y solías
Mientras Dominic resoplaba con el rostro enrojecido, Adam lentamente se llevó una mano a la mejilla, donde su padre le acababa de pintar los dedos al abofetearlo. Se tocó la cara con expresión asombrada, antes de mirar al techo y emitir una profunda exhalación, luego una risita breve, llena de incredulidad.—Te advertí que nunca volvieras a golpearme.Con una cara apática, miró a Sabine levantar el bastón y entregárselo a su padre. Este lo tomo con un arrebato enfurecido.—¡Muchacho estúpido! ¡Eres un desvergonzado! —le reprochó Dominic, llevándose una mano al pecho y pasando otra vez al pálido—. ¡Ojala... no fueses... mi hijo! ¡Bastardo! Al ver como el pobre hombre perdía fuerzas, la preocupación cambió mi semblante y traté de ir a ayudarlo, pero antes de poder dar medio paso, Adam me sujetó del brazo y me retuvo. Miró como su padre se tambaleaba, pero no había angustia o siquiera lástima, solo una nada escalofriante en su mirada.—¡Dios, Dominic! —fue Sabine quién lo ayudó a sentar
Esa era una noche importante. La más importante de nuestras vidas.Me observé al espejo una ultima vez para afinar detalles; verifiqué que mi plateado vestido de noche no tuviera arrugas y que el escote profundo no se moviera de su sitio; me aseguré que las pulserás en mis manos lucieran bien; me retoqué el maquillaje y las gramurosas sombras sensuales alrededor de mis verdes ojos.Por ultimo, pinté mis labios de un precioso rojo carmin y me calcé unas zapatillas altas. Mi apariencia era excelente.—Te ves increíble, Hannah —me susurró mi novio, abrazandome desde atrás y besandome en el hombro—. Esta será nuestra noche, estoy seguro. Hoy lograré un ascenso y al fin tú y yo nos casaremos.Le sonreí levemente desde el espejo. Aunque lo apoyaba y lo quería, ya no creía en él. Llevabamos como novios desde los 16 años y durante los ultimos 5 años, nos habiamos ido a vivir juntos, pero el matrimonio nunca llegaba. Ahora ambos teniamos 24 años y viviamos como pareja, pero él no era mi marido
Por más de un minuto, solo hubo silencio en ese bar vacío. A la distancia se podía oir la fiesta en el restaurante, pero allí dentro, podría incluso oirse una aguja caer al suelo. En mi cabeza, aún creía que todo eso era una broma, un gran chiste de un hombre millonario que se sentía aburrido y buscaba diversión al burlarse de nosotros.Y Sean pensaba lo mismo.—¿Está bromeando con nosotros, señor Baker? —inquirió con una risita confusa.Pero su jefe negó con seriedad y con suma calma, miró la hora en el rolex de su muñeca.—De ninguna manera. No acostumbro jugarles bromas a mis empleados. Lo que digo es completamente en serio.Mientras hablaba, le sirvió otro trago a Sean.—Estoy negociando con usted un ascenso a cambio de una noche con su mujer.Mi novio tomó el vaso y lo bebió lentamente, mientras yo seguía paralizada y Adam Baker explicaba su propuesta con mayor detalle.—Tiene una mujer hermosa a su lado, Sean —sentí su mirada y yo tuve qué apartar la mía para no enrojecer de nuev
¿Los hombres con dinero son distintos al resto?No lo sabía, pero ahora sabía una cosa qué hacía diferente a ese desconocido millonario de mi novio: y era su forma de besar. Nunca, en toda mi vida, alguién me había besado con tanto impetu y ardiente deseo, cómo si buscará devorarme y marcar mi alma. Con Sean los besos eran simples y habían dejado de ser apasionados casí desde el comienzo de nuestra relación, se habían vuelto vacíos y solo parte de una costumbre.Pero en ese oscuro pasillo, me di cuenta de aún existían hombres apasionados. Adam Baker me hizo probar mi primer beso real.—Disfrutemos esta noche, Hannah —murmuró su voz ronca, agravada por el deseo.Me acorraló contra la puerta del bar a mis espaldas, presionando su pesado cuerpo contra el mío y besandome de una manera tan intensa que no podía respirar y pronto comencé a notar un extraño y agradable sensación nacer en mis entrañas.Cuando se alejó, yo estaba sonrojada y con el corazón desvocado. Él me acarició el rostro una