Pobre Joseph, alguien debió advertirle que se estaba equivocando al contratar a Lexy como su nueva secretaria, pero se “emocionó” demasiado y la mesa le ayudó a ocultarlo. La inexperta muchacha tiene un don que ni ella misma conoce: puede emocionar a su jefe con cada uno de sus torpes movimientos y mandarlo al baño para “batir la mayonesa” cuando su lengua recita incoherencias. “Ricas incoherencias”, piensa Joseph, mientras alucina de pie en su cuarto de baño, pensando en su nueva secretaria, esa que va a sacudirle más que el mundo completo.
Leer másLa joven mujer corrió por el campo abierto arrastrando un largo trozo de tela rosa que debía acomodar alrededor de la terraza que envolvería la fiesta. Desde la muñeca tomó los elásticos de colores que su marido había comprado en una tienda de cotillón y comenzó a trabajar mientras cantó a todo pulmón.Si hubiera tenido vecinos cerca, Lexy Antonieta Bouvier habría sido bajada del escenario imaginario en el que se subía cada vez que cantaba por las praderas de su propiedad, pero para su fortunio, su vecino más cercano vivía a cuatro minutos a pie desde el inicio de su cerca separativa.—¡Voy a pedirte que no vuelvas más, siento que me dueles todavía aquí, adentro! —cantó y gritó a su propio ritmo, olvidándose de la cantante y del ritmo que se oía de fondo.Aunque por algunos segundos creyó que estaba sola, se quedó callada y pasmada cuando se encontró con su padre, ese que la observaba desde el suelo mientras inflaba globos a un acelerado ritmo.—Nunca cambias —siseó levantándole las c
Algunos años después…Se levantó en la punta de sus pies para mirar por encima del alta cerca de madera que envolvía su propiedad y se le llenó el pecho de emoción al encontrarse con una larga fila de personas que esperaba a por ellos. Se tocó la barriga con las dos manos y se apoyó con confianza en la madera para mirar mejor.Se tomó algunos segundos para respirar otra vez y se osó en regresar al interior de la propiedad. Las manos le temblaban y la barriga se le revolvía con una rica sensación que sentía cada día cuando encontraba calor y afecto entre los brazos de su amado y de sus hijas. Iluminada como cada mañana, la sala resplandecía con sus colores castaños y rojizos; las cortinas blancas le brindaban profundidad y luz a todo su hogar y los juegues desparramados de las niñas le prodigaban ese toque infantil y hogareño a cada dormitorio y pasillo.Titubeó de qué hacer primero.Podía ir con su amado esposo y decirle las buenas nuevas, podía correr a vestir a sus hijas para empez
No bastó mucho tiempo para que todo cayera en su lugar y que la vida de nuestros amantes tuviera un nuevo orden.Si bien, a veces sentían que habían hecho las cosas mal respecto a la denuncia en contra de Open Global y la estafa piramidal que estaban encubriendo, las personas que se acercaban a ellos e incluso sus mismos compañeros de trabajo se encargaban de agradecerles por su valentía y transparencia.Se habían convertido en los nuevos héroes sin capa y sin superpoderes de toda la oficina y, por fin, después de años de mentiras y engaños, la gente empezaba a recibir respuestas referentes a sus inversiones, esas que habían desaparecido con el paso de los años. Como era de esperarse, Bustamante regresó de Colombia en compañía de la junta Directiva y se conoció por fin la verdad detrás de todo el caso que el mismo Joseph había hecho explotar para salvar a Lexy y al resto de los empleados de un desempleo seguro.Claro estaba que pronto la empresa se declararía en la quiebra y muchos d
En los días anteriores, Joseph se había dedicado a investigar la verdad que se escondía detrás de esa imagen prestigiosa que Open Global le ofrecía al resto del mundo. Tras las declaraciones de su esposa, quien había confesado que le habían robado sus ideas, las que habían sido ofrecidas a bajos precios a la competencia, no había pasado mucho para que Storni uniera las pistas y encontrara la verdad.Una verdad que derrumbaría todo eso que Open Global y Bustamante eran.Ese día, Lexy regresó a la oficina con decisión.Los brazos de la joven temblaban producto del cansancio que sentía y también las piernas, la entrepierna, las caderas y la espalda. Intentó encontrar una buena posición en la silla de cuero que usaba, esa que antes
Lexy se despidió de sus padres desde la puerta de su nuevo hogar y tras besarles en la mejilla, los observó caminar por el campo abierto y la oscuridad de la madrugada. Esperó allí en silencio, abrazándose a ella misma producto de los escalofríos que sentía.Si bien, ya le había dicho adiós en repetidas ocasiones a sus padres, este era un adiós diferente, un adiós que cortaba toda unión y que la mantendría como la mujer independiente que siempre había anhelado ser. Con un marido que sí la amaba y que la respetaba y con una vida que sí quería vivir.De pronto recordó a su fastidiosa conciencia, esa que se encargaba de contradecirle todo lo que pensaba y deseaba.“¿Por qué no estás fastidi&aac
La pareja se quedó sentada en la orilla del puente en el que se habían casado y dejaron los pies colgando hacia el agua; juntos aguardaron a que la medianoche llegara y celebraron con una botella de vino espumoso su primer día juntos como casados. Bebieron desde la botella como dos adolescentes resueltos y se besaron junto al lago y bajo un despejado cielo estrellado, manoseándose uno al otro hasta que la cosa empezó a salirse de control y comprendieron que era hora de marchase.Para ponerse a tono, Joseph llevó a Lexy entre sus brazos y a su propio estilo hasta el auto que había conseguido en el sur del país y se la cargó en el hombro como tanto le gustaba. La joven, que llevaba más de ocho horas sin comer, se mareó de manera inmediata y se dio cuenta de que el alcohol ya había hecho efecto en todo su cuerpo.
Lexy bajó del avión y corrió por los pasillos del aeropuerto con zapatillas rosadas desteñidas y un vestido blanco holgado. La mezcla resultaba ridícula para los ojos de muchos, pero para Lexy tenía sentido, más para su corazón, ese que estaba ansioso y golpeteaba en su pecho con tanta fuerza que la jovencita se quedaba sin aliento.Fue entonces cuando descubrió que su nuevo deporte favorito era correr a los brazos de su amado y se iluminó por entero, tanto que tuvo que reírse y aunque pareció loca carcajeándose entre tantos taciturnos viajeros, a Lexy le importó un comino.Se detuvo torpe en el final del recorrido y volteó sobre sus talones al menos una tres veces, intentando pensar con mayor coherencia, mientras buscaba alguna cara conocida por los alrededores. Fue enton
A pesar de que la joven llevaba casi dos días sin dormir, solo le bastaron tres horas de sueño para despertar como nueva y llena de vida y es que tener a Joseph de regreso a su lado la revitalizaba como nunca se lo había imaginado.Abrió los ojos un tanto aturdida y se encontró con un hermoso techado de madera que le entregaba profundidad y altura al lugar en el que se hallaba. Estiró los brazos por el largo del colchón y se encontró sola en el centro de la cama y con algunas mullidas almohadas que ablandaron su descanso.Se removió nerviosa, preguntándose en dónde podría estar Joseph, pero encontró la respuesta a sus interrogantes cuando su masculino aroma dominó todo su cuerpo y la dejó con una enamorada sonrisa en todo el rostro.Hundi&oac
Lexy buscó con la mirada un taxi, corriendo a toda marcha por un desolado y oscurecido campo. Corrió cuesta abajo, tomando velocidad en cada pisada y desde la altura visualizó las luces de la ciudad, la música de la plaza central y el rico sonido del viento, ese que la llenó de energía a pesar del frio que sentía.—¡Señor! —gritó cuando se encontró con un taxi y se colgó desde su ventana, asustando al conductor—. Por favor… —jadeó cansada y el hombre la miró con horror. Odiaba los locos turistas que su ciudad recibía—. Por favor, necesito que me lleve a la estación de radio “Luz de lagos” —suplicó aún con la respiración entrecortada.El hombre levantó una ceja para mirarla con curio