Lexy bajó del avión y corrió por los pasillos del aeropuerto con zapatillas rosadas desteñidas y un vestido blanco holgado. La mezcla resultaba ridícula para los ojos de muchos, pero para Lexy tenía sentido, más para su corazón, ese que estaba ansioso y golpeteaba en su pecho con tanta fuerza que la jovencita se quedaba sin aliento.
Fue entonces cuando descubrió que su nuevo deporte favorito era correr a los brazos de su amado y se iluminó por entero, tanto que tuvo que reírse y aunque pareció loca carcajeándose entre tantos taciturnos viajeros, a Lexy le importó un comino.
Se detuvo torpe en el final del recorrido y volteó sobre sus talones al menos una tres veces, intentando pensar con mayor coherencia, mientras buscaba alguna cara conocida por los alrededores. Fue enton
La pareja se quedó sentada en la orilla del puente en el que se habían casado y dejaron los pies colgando hacia el agua; juntos aguardaron a que la medianoche llegara y celebraron con una botella de vino espumoso su primer día juntos como casados. Bebieron desde la botella como dos adolescentes resueltos y se besaron junto al lago y bajo un despejado cielo estrellado, manoseándose uno al otro hasta que la cosa empezó a salirse de control y comprendieron que era hora de marchase.Para ponerse a tono, Joseph llevó a Lexy entre sus brazos y a su propio estilo hasta el auto que había conseguido en el sur del país y se la cargó en el hombro como tanto le gustaba. La joven, que llevaba más de ocho horas sin comer, se mareó de manera inmediata y se dio cuenta de que el alcohol ya había hecho efecto en todo su cuerpo.
Lexy se despidió de sus padres desde la puerta de su nuevo hogar y tras besarles en la mejilla, los observó caminar por el campo abierto y la oscuridad de la madrugada. Esperó allí en silencio, abrazándose a ella misma producto de los escalofríos que sentía.Si bien, ya le había dicho adiós en repetidas ocasiones a sus padres, este era un adiós diferente, un adiós que cortaba toda unión y que la mantendría como la mujer independiente que siempre había anhelado ser. Con un marido que sí la amaba y que la respetaba y con una vida que sí quería vivir.De pronto recordó a su fastidiosa conciencia, esa que se encargaba de contradecirle todo lo que pensaba y deseaba.“¿Por qué no estás fastidi&aac
En los días anteriores, Joseph se había dedicado a investigar la verdad que se escondía detrás de esa imagen prestigiosa que Open Global le ofrecía al resto del mundo. Tras las declaraciones de su esposa, quien había confesado que le habían robado sus ideas, las que habían sido ofrecidas a bajos precios a la competencia, no había pasado mucho para que Storni uniera las pistas y encontrara la verdad.Una verdad que derrumbaría todo eso que Open Global y Bustamante eran.Ese día, Lexy regresó a la oficina con decisión.Los brazos de la joven temblaban producto del cansancio que sentía y también las piernas, la entrepierna, las caderas y la espalda. Intentó encontrar una buena posición en la silla de cuero que usaba, esa que antes
No bastó mucho tiempo para que todo cayera en su lugar y que la vida de nuestros amantes tuviera un nuevo orden.Si bien, a veces sentían que habían hecho las cosas mal respecto a la denuncia en contra de Open Global y la estafa piramidal que estaban encubriendo, las personas que se acercaban a ellos e incluso sus mismos compañeros de trabajo se encargaban de agradecerles por su valentía y transparencia.Se habían convertido en los nuevos héroes sin capa y sin superpoderes de toda la oficina y, por fin, después de años de mentiras y engaños, la gente empezaba a recibir respuestas referentes a sus inversiones, esas que habían desaparecido con el paso de los años. Como era de esperarse, Bustamante regresó de Colombia en compañía de la junta Directiva y se conoció por fin la verdad detrás de todo el caso que el mismo Joseph había hecho explotar para salvar a Lexy y al resto de los empleados de un desempleo seguro.Claro estaba que pronto la empresa se declararía en la quiebra y muchos d
Algunos años después…Se levantó en la punta de sus pies para mirar por encima del alta cerca de madera que envolvía su propiedad y se le llenó el pecho de emoción al encontrarse con una larga fila de personas que esperaba a por ellos. Se tocó la barriga con las dos manos y se apoyó con confianza en la madera para mirar mejor.Se tomó algunos segundos para respirar otra vez y se osó en regresar al interior de la propiedad. Las manos le temblaban y la barriga se le revolvía con una rica sensación que sentía cada día cuando encontraba calor y afecto entre los brazos de su amado y de sus hijas. Iluminada como cada mañana, la sala resplandecía con sus colores castaños y rojizos; las cortinas blancas le brindaban profundidad y luz a todo su hogar y los juegues desparramados de las niñas le prodigaban ese toque infantil y hogareño a cada dormitorio y pasillo.Titubeó de qué hacer primero.Podía ir con su amado esposo y decirle las buenas nuevas, podía correr a vestir a sus hijas para empez
La joven mujer corrió por el campo abierto arrastrando un largo trozo de tela rosa que debía acomodar alrededor de la terraza que envolvería la fiesta. Desde la muñeca tomó los elásticos de colores que su marido había comprado en una tienda de cotillón y comenzó a trabajar mientras cantó a todo pulmón.Si hubiera tenido vecinos cerca, Lexy Antonieta Bouvier habría sido bajada del escenario imaginario en el que se subía cada vez que cantaba por las praderas de su propiedad, pero para su fortunio, su vecino más cercano vivía a cuatro minutos a pie desde el inicio de su cerca separativa.—¡Voy a pedirte que no vuelvas más, siento que me dueles todavía aquí, adentro! —cantó y gritó a su propio ritmo, olvidándose de la cantante y del ritmo que se oía de fondo.Aunque por algunos segundos creyó que estaba sola, se quedó callada y pasmada cuando se encontró con su padre, ese que la observaba desde el suelo mientras inflaba globos a un acelerado ritmo.—Nunca cambias —siseó levantándole las c
No estaba para nada conforme con las muchachitas que había entrevistado en las últimas horas y, aunque la mayoría de ellas poseía experiencia para el cargo, él buscaba a alguien con menos experiencia. Quería que su nueva secretaria no tuviera manías ni antiguas rutinas; quería una "secretaria virgen", una joven que se pudiera adecuar a cada una de sus peticiones, exigencias y extrañas ocurrencias.Entre sus colegas, durante almuerzos y cenas de negocios, había oído charlas sobre el nuevo estilo de trabajo que adoptaban y, contratar chicas sin experiencia resultaba tan placentero como un buen filete sellado en sal y marinado en vino.Se lamió los labios al pensar en la carne asada y se levantó de un fuerte sacudón cuando una pequeñita chiquilla ingresó a su despacho personal.Cargaba un portafolio en una mano y un café en la otra; pisaba en terreno desconocido con mucha desconfianza y miraba a todos lados con sus enormes ojos verdosos. —Señor Storni, soy Lexy Antonieta Bouvier. Estoy
Lexy tomó el autobús y escuchó música durante su viaje, anhelado relajarse después de tan tensa tarde. Estaba aún avergonzada por lo sucedido en su entrevista, pero se consolaba al saber que al menos había conseguido el empleo. Joseph Storni le resultaba difícil de interpretar y tan profundo que, Lexy apostaba qué tendría uno que otro contratiempo durante su estadía en la empresa Open Global.Estaba ansiosa y muy inquieta; seguía pensando que Storni se había adelantado al contratarla y, aunque la actual secretaria del hombre le había explicado que el trabajo no era para nada complicado, ella podía sentir que la cosa era más oscura de lo que se la pintaban.Bajó del autobús dos manzanas antes de llegar a su destino y se quitó los audífonos para escuchar a sus pensamientos mientras caminaba a un ligero ritmo a casa."Necesitamos el dinero, Lexy, ya basta de vivir de tu pobre padre"."Es una buena paga y es fácil, no seas tan perezosa"."Sólo serán ocho meses, el tiempo vuela".No era u