Cuando la hora de almuerzo llegó, Lexy llevaba un buen tiempo sin salir a comer afuera y los lujosos restaurantes nunca habían estado entre sus elecciones personales. Esteban nunca tenía dinero para invitarla a salir y siempre terminaba eligiendo comida rápida y la más económica, un menú que se ajustaba a su bolsillo.Lexy se sentó junto a Emma mientras Joseph intercambió un par de palabras en el exterior del restaurante y aprovechó de la privacidad para servirse vino y beber para calmar los nervios.—¿Y en dónde están? ¿Qué están haciendo? —preguntó muy ansiosa, mirando a todos lados.—Hablan sobre el tamaño de sus penes, de sus bolas peludas y quién dura más —burló Emma con juvenil voz y Lexy se impactó tanto que se ahogó con el vino que tenía en la boca.Se recompuso con prisa cuando vio a Storni caminando entre las mesas, con una sonrisa de oreja a oreja y, a su lado, un par de animados empresarios que parecían emocionados por alguna razón que Lexy desconocía.Se tensó en su asien
Regresaron a la oficina en silencio y, solo la presencia y alegre cháchara de Emma Storni los mantuvo en alerta. Lexy seguía sin mirarlo a la cara y Joseph comenzaba a creer que se había equivocado en llegar tan lejos.La jovencita le resultaba como un buen libro de cálculo avanzado, esos que tardaba meses en interpretar y, aunque moría por resolver todos sus problemas, aún tenía que conocer las fórmulas para lograr entrar entre sus páginas.Como era costumbre, Emma se coló en el departamento de finanzas y desapareció para hablar con los guapos chicos que allí trabajaban y les brindó privacidad para que pudieran conversar.—Señorita Bouvier, quería... —dijo Joseph cuando Lexy se escondió en el cuarto de baño que el lugar disponía—. Sí, no se preocupe, voy a esperar aquí afuera —continuó cuando la muchacha le cerró la puerta en la cara y lo dejó con la frase a la mitad—. Sí, voy a esperar aquí, tómese todo el tiempo que quiera.“Sí, voy a esperar aquí como un idiota baboso”. —Fastidió
La joven se quedó mirando la puerta por la que Anne Fave había desaparecido y, sin embargo, dudaba sobre lo que ocurriría en el interior de la privada oficina de Storni, no pudo contener un gritito de alegría que nació desde lo más profundo de su ser.Llevaba varios meses sin saber cómo saborear un buen beso y mucho tiempo sin ser parte de una caricia pasional. Llevaba mucho tiempo sin ser parte de nada y aquello la había dejado pegada al techo y con un revoltijo de tripas que no la iba a dejar comer en muchas horas.Vislumbró que se estaba comportando como una loca cuando una de sus compañeras la observó a través del cristal con una extraña mueca dibujada en la cara, y aterrizó para echarle una rápida miradita al reloj de su computadora.La mayoría de los trabajadores paseaba por los pasillos para sacar la vuelta en esa última media hora de jornada laboral, pero Lexy tenía pendientes desde el primer día y, decidida a no desaprovechar su tiempo, se sentó en la silla para acomodarse en
En la calle y dolida aún por lo que Joseph le había revelado, Lexy simuló una sonrisa para Esteban y una dulzura que no era muy propia de ella. Caminaron cogidos de las manos y sin intercambiar palabras por algunos minutos y la muchacha dejó que su novio la guiara por las avenidas principales de la enorme ciudad.—Pensé en que podíamos disfrutar de un café antes de mi cita con el dentista —dijo Esteban.—¿Dentista? —preguntó Lexy, muy confundida.—Sí, ya sabes, el plan de salud de mi padre —satirizó el muchacho y rodó los ojos ante la sorpresa de Lexy—. ¿Y cómo estuvo el trabajo? —curioseó.Su pregunta la paralizó e intentó no mostrar preocupación y dolor al pensar en esa fresca oficina que ocupaba desde hacía una semana.Suspiró y se liberó:—Bien, tranquilo. El Señor Storni se dedica a lo suyo y yo a lo mío —mintió y se sonrojó, pero el hombre no estaba mirándola, ni siquiera estaba escuchándola, así que pudo caminar en otra dirección y ocultar la verdad.Aunque su boca mintió su cu
En el interior del edificio en que la empresa Open Global tenía establecida sus oficinas, Joseph Storni se hallaba en un lio mental del que no era capaz de escapar. Ese día había llegado más temprano que de costumbre y solicitado a su asistente personal que le consiguiera un ramo de rosas para acceder al perdón de Lexy Bouvier; estaba al corriente de que la había lastimado y, si bien, no estaba seguro de que tenía que decir para acompañar a las hermosas rosas que tenía para ella, iba a jugárselas de todos modos.El hombre esperó con tranquilidad, sentado en su escritorio, contando los minutos para que la hora de ingreso llegara, pero por más que esperó, la joven nunca apareció y casi al mediodía el joven empresario perdió la cabeza y empezó a pensar lo peor.Como primera opción usó la tecnología para ponerse en contacto con ella y tras enviarle un correo electrónico cada media hora, correos que Lexy jamás respondió, aceptó que era hora de ir un poquito más lejos.La llamó a su número
Joseph condujo un par de manzanas en silencio, ignorando las preguntas de su hermana y se estacionó en una zona cercana, todo para pensar con mayor claridad en lo que el padre de la muchacha les había revelado.—No tiene sentido —musitó Joseph y se vio ahogado por la situación, por lo que intentó encontrar ayuda en su hermana—. Lexy no llegó hoy al trabajo y su padre dice que sí fue...—Joseph, Lexy es joven, tal vez estuvo de fiesta anoche y se quedó en la casa de alguien más...—No escuchaste que dijo que le escribió una nota. Lexy sí llegó a su casa anoche —unió pistas y golpeteó un par de veces el manubrio de su auto.Emma se rio y acotó: —¿Por qué demonios estás tan preocupado?—¡Porque se va a casar con un bastardo que la golpea! —gritó enrabiado y apretó el manubrio con rabia.Emma se quedó paralizada por su confesión. —¿Y cuál es la parte qué te molesta? ¿Qué se vaya a casar o qué su novio la golpee? —preguntó la astuta joven y lo miró intensamente para presionarlo.—Las dos
Emma se sentó en la parte trasera del vehículo y, cuando sus ojos se toparon con una maltratada Lexy, entendió las referencias anteriores de su hermano. Mantuvo la boca cerrada durante todo el viaje y respetó el silencio de sus acompañantes, mientras observó con ojo curioso el inusual comportamiento de Joseph.A la mitad del camino, Lexy cayó rendida con su cabeza sobre la ventana a su lado y Storni se detuvo en la mitad de la carretera para brindarle comodidad en el asiento y cubrir sus piernas con su chaqueta. En las curvas que envolvían la zona residencial en la que vivía, la adormecida mano de Lexy cayó por encima de la caja de cambios y Joseph la levantó con mucho cuidado para pegarla a su boca y dedicarle un pausado y suave beso antes de acomodarla encima de su regazo.Emma se quedó boquiabierta. Complicada de saber lo que su hermano atravesaba. Por un lado, estaba feliz de que hubiera encontrado a alguien a quien amar, pero, por otro lado, le preocupaba la situación de Lexy.—¿
Lexy dominó la cocina con su gracia para la misma y Joseph fue participe de cada movimiento de la chica. Intentó mantenerse lejos y con las manos quietas, memorizando los buenos consejos que Lexy le entregaba a la hora de condimentar o asar algunas presas de carne.No comieron pavo, pero sí un buen filete que Lexy preparó con verduras asadas y que llevó a la mesa junto a una gran copa de helado que ella misma había elegido desde la surtida nevera de Storni.Se comió el postre antes que la comida y, no obstante, Joseph la regañó en algunas oportunidades, ella desobedeció con gracia y diversión.Comió relajada y disfrutó de la charla que su jefe le ofreció, donde evitaron hablar de sus actuales problemas y se centraron en sus futuros y nuevas metas.Casi a las ocho de la noche y percibiendo lo cómoda que ella se sentía con la tranquilidad que Joseph le ofrecía, se atrevió a llamar a su abuela para pedirle ayuda en tan incómodo momento.La anciana se alegró de oír su voz, pero se preocupó