En la calle y dolida aún por lo que Joseph le había revelado, Lexy simuló una sonrisa para Esteban y una dulzura que no era muy propia de ella. Caminaron cogidos de las manos y sin intercambiar palabras por algunos minutos y la muchacha dejó que su novio la guiara por las avenidas principales de la enorme ciudad.—Pensé en que podíamos disfrutar de un café antes de mi cita con el dentista —dijo Esteban.—¿Dentista? —preguntó Lexy, muy confundida.—Sí, ya sabes, el plan de salud de mi padre —satirizó el muchacho y rodó los ojos ante la sorpresa de Lexy—. ¿Y cómo estuvo el trabajo? —curioseó.Su pregunta la paralizó e intentó no mostrar preocupación y dolor al pensar en esa fresca oficina que ocupaba desde hacía una semana.Suspiró y se liberó:—Bien, tranquilo. El Señor Storni se dedica a lo suyo y yo a lo mío —mintió y se sonrojó, pero el hombre no estaba mirándola, ni siquiera estaba escuchándola, así que pudo caminar en otra dirección y ocultar la verdad.Aunque su boca mintió su cu
En el interior del edificio en que la empresa Open Global tenía establecida sus oficinas, Joseph Storni se hallaba en un lio mental del que no era capaz de escapar. Ese día había llegado más temprano que de costumbre y solicitado a su asistente personal que le consiguiera un ramo de rosas para acceder al perdón de Lexy Bouvier; estaba al corriente de que la había lastimado y, si bien, no estaba seguro de que tenía que decir para acompañar a las hermosas rosas que tenía para ella, iba a jugárselas de todos modos.El hombre esperó con tranquilidad, sentado en su escritorio, contando los minutos para que la hora de ingreso llegara, pero por más que esperó, la joven nunca apareció y casi al mediodía el joven empresario perdió la cabeza y empezó a pensar lo peor.Como primera opción usó la tecnología para ponerse en contacto con ella y tras enviarle un correo electrónico cada media hora, correos que Lexy jamás respondió, aceptó que era hora de ir un poquito más lejos.La llamó a su número
Joseph condujo un par de manzanas en silencio, ignorando las preguntas de su hermana y se estacionó en una zona cercana, todo para pensar con mayor claridad en lo que el padre de la muchacha les había revelado.—No tiene sentido —musitó Joseph y se vio ahogado por la situación, por lo que intentó encontrar ayuda en su hermana—. Lexy no llegó hoy al trabajo y su padre dice que sí fue...—Joseph, Lexy es joven, tal vez estuvo de fiesta anoche y se quedó en la casa de alguien más...—No escuchaste que dijo que le escribió una nota. Lexy sí llegó a su casa anoche —unió pistas y golpeteó un par de veces el manubrio de su auto.Emma se rio y acotó: —¿Por qué demonios estás tan preocupado?—¡Porque se va a casar con un bastardo que la golpea! —gritó enrabiado y apretó el manubrio con rabia.Emma se quedó paralizada por su confesión. —¿Y cuál es la parte qué te molesta? ¿Qué se vaya a casar o qué su novio la golpee? —preguntó la astuta joven y lo miró intensamente para presionarlo.—Las dos
Emma se sentó en la parte trasera del vehículo y, cuando sus ojos se toparon con una maltratada Lexy, entendió las referencias anteriores de su hermano. Mantuvo la boca cerrada durante todo el viaje y respetó el silencio de sus acompañantes, mientras observó con ojo curioso el inusual comportamiento de Joseph.A la mitad del camino, Lexy cayó rendida con su cabeza sobre la ventana a su lado y Storni se detuvo en la mitad de la carretera para brindarle comodidad en el asiento y cubrir sus piernas con su chaqueta. En las curvas que envolvían la zona residencial en la que vivía, la adormecida mano de Lexy cayó por encima de la caja de cambios y Joseph la levantó con mucho cuidado para pegarla a su boca y dedicarle un pausado y suave beso antes de acomodarla encima de su regazo.Emma se quedó boquiabierta. Complicada de saber lo que su hermano atravesaba. Por un lado, estaba feliz de que hubiera encontrado a alguien a quien amar, pero, por otro lado, le preocupaba la situación de Lexy.—¿
Lexy dominó la cocina con su gracia para la misma y Joseph fue participe de cada movimiento de la chica. Intentó mantenerse lejos y con las manos quietas, memorizando los buenos consejos que Lexy le entregaba a la hora de condimentar o asar algunas presas de carne.No comieron pavo, pero sí un buen filete que Lexy preparó con verduras asadas y que llevó a la mesa junto a una gran copa de helado que ella misma había elegido desde la surtida nevera de Storni.Se comió el postre antes que la comida y, no obstante, Joseph la regañó en algunas oportunidades, ella desobedeció con gracia y diversión.Comió relajada y disfrutó de la charla que su jefe le ofreció, donde evitaron hablar de sus actuales problemas y se centraron en sus futuros y nuevas metas.Casi a las ocho de la noche y percibiendo lo cómoda que ella se sentía con la tranquilidad que Joseph le ofrecía, se atrevió a llamar a su abuela para pedirle ayuda en tan incómodo momento.La anciana se alegró de oír su voz, pero se preocupó
Algo poseía Lexy que lo ponía mal y no era capaz de describirlo, solo entendía que se trataba de un chispazo, algo diferente, algo que lo nublaba por completo y que no lo dejaba pensar con coherencia.Ese algo, ese sentimiento lo tenía allí, suplicando con la mirada e inventando ideas para conquistarla.“¿Desde cuándo queremos conquistar a una mujer?” —Planteó su conciencia y Joseph la ignoró para seguir admirando a Lexy en silencio.Se acercó a ella un poco más y, no obstante, las piernas no le dejaban de temblar, insistió, porque quería tocarla, anhelaba recorrer su delicada piel otra vez y fundirse en ella hasta olvidar todos sus problemas.
Se mantuvieron en el mismo juego por largos minutos, besándose, tocándose, reconociéndose bajo la oscuridad de la noche y poco a poco una cosa llevó a la otra. Joseph se alejó para buscar un preservativo y Lexy se vio imposibilitada de mantenerse quieta cuándo el hombre se levantó a su lado para encender la luz y acomodarse la protección con cuidado.La muchacha se sentó frente a él y lo miró con detalle. Joseph se quedó quieto, con el condón entre las manos.Intercaló miradas entre su masculino rostro y regresó a su erecto miembro, y así hasta que tuvo el valor de tocarlo con la punta de los dedos y quitarse las locas ganas que la consumían por sentirlo.Estaba duro, pero suave a su tacto y un tanto tibio. Enredó sus dedos alrededor de su miembro con un inútil temblor que la avergonzó y el hombre respondió con un gruñido que lo mostró excitado y satisfecho. Recorrió toda su longitud y terminó masajeando su glande. Sintió su humedad y la esparció con lentas caricias.Joseph le acarici
Lexy caminó detrás de Joseph, pues aún le costaba familiarizarse con los espacios de su hogar y, no obstante, no resultaba una mansión llena de lujos, la casa del hombre era dos o tres veces más grandes que su humilde morada.—Mi hermana y sus amigas se reúnen cada viernes para cotillear —explicó Joseph cuando se acercaron a la cocina y un sinfín de grititos y voces femeninas se oyeron a su alrededor—. No te molesta, ¿verdad?—¡¿A mí?! —cuestionó Lexy y se tocó el pecho con sorpresa.Nunca nadie la había pedido su opinión, ni siquiera para algo que no le incumbía.“¡Claro que no nos molesta! Somos la invitada de turno para este viernes, de seguro Emma y sus amigas están acostumbradas a ver desfiles de mujeres por la cocina de esta casa”. —Malogró su conciencia y Lexy negó con la cabeza para responderle a Joseph, quien la observó desde la puerta de la cocina.Los ojos le brillaron cuando se encontró con su oscura mirada y aunque aquello resultaba inusual para ella, pues tenía miedo de