Alessandro Lombardi, un enigmático líder mafioso en busca de redención. Atormentado por su pasado oscuro y el violento legado de la Cosa Nostra, se siente desgarrado entre dos mundos. Valentina Rossi, una talentosa fotógrafa con un espíritu libre, cruza su camino en una noche de invierno. Con una pasión insaciable por capturar la belleza del mundo a través de su lente, Valentina es la luz que Alessandro anhelaba en su mundo de sombras. Cuando sus mundos colisionan, se desata un torbellino de romance apasionado y suspenso vertiginoso. El amor prohibido florece entre los callejones sombríos y las plazas románticas de Nápoles, mientras Valentina se sumerge inadvertidamente en un mundo de lealtades peligrosas, traiciones y poderes oscuros.
Leer másEpílogoAños más tarde; Valentina y Alessandro, por fin lograron tener su familia propia y en paz. Eligieron un camino que los alejó de las sombras, construyendo un futuro fundado en el amor y la redención. Su casa en las afueras de la ciudad se convirtió en su refugio, lejos de las miradas y juicios de un pasado que intentaban dejar atrás. En esta hermosa villa rodeada de grandes viñedos, estaban lo suficientemente alejados de la ciudad para ser un lugar tranquilo y privado, y al mismo tiempo lo suficientemente cerca para que ella pudiera ir a su estudio de fotografía en el que le iba muy bien. La nonn
Finalmente, la anciana matriarca habló de nuevo. —Que sea como dices, Alessandro. Pero que esta paz sea mantenida con honor—, dijo. Las familias acordaron dejar atrás la violencia y trabajar juntas para el bienestar de Nápoles. Alessandro y Enzo, como los catalizadores de este cambio, fueron tratados con un nuevo respeto. Enzo se acercó a su amigo y colocó una mano en su hombro. —Lo logramos, hermano—, dijo con una sonrisa. Alessandro sonrió a su amigo, mientras mentalmente se decía —Por ahora— él conocía bien como eran las familias en Nápoles, y siempre las comparaban con un fósforo, que en cualquier momento podía encenderse. Solo regaba que esa paz, durara bastante antes de que algún otro loco quisiera ser el próximo Carlos Romano. —Ahora solo queda una cosa por hacer—respondió Alessandro, pensando en Valentina y en lo preocupada que debía estar. Con su corazón lleno de esperanza, fue a ver a Valentina. La encontró en un balcón, mirando a lo lejos. Ella estaba nerviosa, lo espera
Las calles de Nápoles eran un hervidero de actividad mientras las familias se preparaban para lo que parecía ser un enfrentamiento inevitable. Los negocios ilícitos que Carlo había tejido a través de la ciudad se habían entrelazado con la vida de tantos, y el poder que ejercía era palpable.Alessandro y Enzo, con un grupo de hombres leales, avanzaron hacia la casa de Carlo Romano. Las sombras bailaban en las paredes, reflejando la tensión que se acumulaba en el aire. El corazón de Alessandro latía con una mezcla de determinación y ansiedad; estaba decidido a poner fin a esto de una vez por todas.En el interior, en un despacho adornado con la pompa de un hombre que se consideraba a sí mismo intocable, Carlo Romano trazaba sus maquinaciones con una sonrisa maliciosa. No le temía a Alessandro; de hecho, anticipaba su llegada. Se sentía invulnerable, respaldado
Días después Valentina estaba más tranquila, porque su hermano había sido dado de alta. Alessandro no solo había puesto varios hombre para protegerla a ella, sino que también puso a varios hombres para la seguridad de Antonio. Y al llegar a casa de Alessandro para tener aquella conversación pendiente, se sorprendió cuando él se le adelantó y le dijo que después de lo que había pasado no podía perder un minuto dejando que Carlo siguiera tramando más cosas.—Haré lo que debo hacer para ponerte a salvo y mantener la paz.—Pero es peligroso—dijo ella asustada.—Es más peligro dejarlo creer que tiene el poder, amor. Hay que enfrentarlo y terminar con él.—Por favor, no más asesinatos.—Valentina, haré lo que tenga que hacer—di
Alessandro no se limitó a las medidas externas; también buscó fortalecer el vínculo con Valentina desde dentro. En sus encuentros, le hablaba sobre sus planes y estrategias, compartiendo cada detalle que pudiera afectar su seguridad. Quería que ella estuviera al tanto y se sintiera involucrada en la protección de ambos.Valentina, aunque inicialmente reticente a la idea de vivir bajo la sombra de la seguridad, comenzó a comprender la seriedad de la amenaza. Se abrió a la idea de tener escoltas discretos, especialmente después de algunos incidentes menores que demostraron la persistencia de Carlo.Las noches se convirtieron en sesiones de planificación y estrategia. Alessandro y Valentina, a veces acompañados por Enzo, discutían las posibles amenazas y las contramedidas. Cada detalle se examinaba minuciosamente, y Alessandro se aseguraba de que Valentina se si
Una vez fuera, se encontraron con un Nápoles aún más sombrío, como si la ciudad sintiera lo que ellos sentían en ese momento. Las calles parecían estrecharse mientras corrían hacia el vehículo que habían estacionado cerca.— ¡Rápido! ¡Al auto!— gritó Enzo mientras se abría camino a tiros.Finalmente, se metieron en el coche y aceleraron. Las luces de Nápoles se desvanecieron en la distancia mientras dejaban atrás el puerto y el almacén.En el coche, Alessandro, todavía sosteniendo a Valentina en sus brazos, la miró. — ¿Estás bien?— preguntó con voz temblorosa.—Sí, gracias a ti—, respondió ella, agarrándose a él.Enzo, conduciendo, miró por el ret
Alessandro y su equipo se acercaban sigilosamente. El sonido apagado de sus pasos se mezclaba con el susurro del viento, creando una sinfonía de peligro. A medida que se acercaban al almacén, Alessandro podía sentir la tensión en el aire, la presión de la venganza y la desesperación.Carlo, percibiendo algo, gritó órdenes a sus hombres. Los disparos comenzaron a resonar por todo el almacén y Valentina se agachó y trató de esconderse pero Carlo no lo permitió.Alessandro y Enzo avanzaron, cubriéndose entre ellos.— ¡Por aquí!— gritó Enzo, al ver una puerta parcialmente abierta.Entraron con cuidado, las sombras juga
La camioneta negra se internó en las oscuras callejuelas de Nápoles, llevándose consigo la luz de la vida de Alessandro. Mientras avanzaban hacia un destino desconocido, Valentina, con los ojos llenos de determinación y miedo, no dejaba de luchar. Cada pensamiento, cada suspiro, estaba dedicado a Alessandro y a la esperanza de que él vendría por ella.Alessandro por otro lado tuvo que volver a su casa ya que por mas que intentaron, no pudieron ubicar la camioneta. Ahora estaba en su casa de nuevo, organizando a todos sus hombres para que buscaran a valentina por cualquier lado.En ese momento, la puerta se abrió y un hombre de aspecto rudo pero leal, de mediana edad y cabello oscuro, entró. Era Enzo, el confidente más cercano de Alessandro y uno de los pocos en quienes realmente confiaba.— ¡Alessandro, acabo de enterarme! ¿Qué vamos
Cuando finalmente llegó a su apartamento,Valentina encontró a su hermano sentado en el sofá.Antonio se levantó inmediatamente al ver el rostro angustiado de Valentina. — ¿Qué pasó? — preguntó.Valentina se derrumbó en el sofá y comenzó a contarle todo lo que había sucedido esa noche. Antonio escuchó con atención y ofreció su hombro como apoyo. Mientras se encontraba todavía conmocionada por los acontecimientos en el club nocturno. Su hermano Antonio, preocupado por ella, había decidido quedarse en su apartamento a pasar la noche.—No creo que sea prudente seguir en la ciudad. ¿Por qué no le hablas a Alessandro y le dices que saldrás lejos de Nápoles por un tiempo, mientras se calman las cosas?—No quiero dejarlo