Rachel Ward se había convertido en la obsesión de Ludwig Reeves. Desde el momento en que la vio, juró que aquella mujer iba a ser suya. La chica mojigata de mirada profunda y perturbadora, labios sensuales y rostro angelical; se convirtió en un reto que no estaba dispuesto a rechazar, aún y cuando, su inocencia y timidez fueran un gran obstáculo para un hombre tan perverso. Después de aquella noche, en la que tuvo una probada del fruto de la tentación, del olor a inocencia, del ángel caído del cielo; decidió ir tras ella y satisfacer sus deseos más oscuros y prohibidos, sin saber que, aquel reto, se convertiría en su perdición; en la manzana prohibida de su propio paraíso. Una chica inocente y angelical entrará en un mundo oscuro y lleno de depravación que cambiará toda su vida de la noche a la mañana. Su ingenuidad será el motivo de sus desgracias y la causa por la que dos hombres se obsesionarán con ella y estarán dispuestos a hacerlo todo para tenerla. Un enfrentamiento que provocará terribles consecuencias y en la que solo uno será el gran vencedor. Reeves, hará lo que sea para quitar de su camino a todo lo que se interponga en sus planes de hacerla suya. El destino de Rachel estará en las manos del hombre más oscuro y peligroso, uno capaz de llegar hasta las últimas instancias para obtener lo que quiere, un hombre al que todos llaman… Amo de la perversión. Reeves, está aquí y ahora la quiere a ella. Identificador 2108259036837 Fecha de registro agosto-2021 © Todos los Derechos Reservados
Leer másLadeo mi cabeza y estrecho mis ojos. ¿Qué es lo que busca? Sea lo que sea, estoy decidido a dárselo. No obstante, lo haré al ritmo que se me antoje. Su hermoso y perfectamente depilado coño engulle mis dedos como una constrictora. Mis pelotas se hinchan y mi polla se sacude emocionada. Necesito saborearla una vez más y no me detendré hasta que consiga su primer orgasmo, hasta que suplique con desespero que la folle duro. En el instante en que me arrodillo en el piso y pongo mi lengua sobre su clítoris, su cuerpo se arquea y gime con la respiración entrecortada. Muevo el par de dedos que aún mantengo en su interior, sin dejar de lamer y chupar hasta que sus músculos se tensan. Sonrío satisfecho. Esta es mi obra de arte.―¿Esto te gusta, cariño?Aparto la boca de su vagina por breves segundos para preguntarle, sin dejar de mover los dedos en su cavidad apretada. ¡Joder! Qué delicia.―¡Oh, por Dios!Jadea, desesperada. Qué mejor respuesta que esa.Deja de perder tiempo, Lud, y dame lo que
Por poco me atraganto con la saliva en cuanto veo a Rachel desnuda sobre la cama. Es una visión fantástica, sensual y excitante. Muy emocionante. Lleva puesto unos tacones de infarto y mi corbata anudada a su cuello. ¿Dónde está mi pequeña mojigata y quién diablos es esta mujer fatal? Una sonrisa pícara curva sus labios y b**e sus pestañas de manera provocativa, tentándome, seduciéndome y poniéndome a mil.―Hermosa corbata ―menciono con la voz ronca. Meto las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón, cruzo una pierna sobre la otra y apoyo mi espalda contra la puerta. Adopto una apariencia relajada, pero lo cierto es que estoy ardiendo como las brasas de una fogata, deseándola con todas las fuerzas de mi alma―. Se te ve mucho mejor a ti que a mí.Sonrío satisfecho, al examinarla de pies a cabeza. Se ve deslumbrante, caliente y sexy. Baja sus piernas de la cama, se sienta al borde y las separa de par en par. Trago grueso. La corbata atraviesa la separación de sus pechos y cae entre s
¿Cómo negarme a su propuesta? No hay nadie más con quien quiera estar. No contesto y, si no lo hago, es porque no puedo coordinar mi boca con mi cerebro. Mi lengua está paralizada. Mis ojos se mueven de sus ojos hasta sus labios. Cierro los ojos, elimino el espacio entre nosotros y lo beso.―Soy tuya, Lud ―susurro sobre su boca―. Nunca dejé de serlo.Gime y tira de mi cuerpo para pulverizar los pocos milímetros que existen entre nuestros cuerpos.―Mía ―con la misma posesión que alberga en sus palabras, me consume con sus besos como si no existiera una vida después de esta, como si el reloj hubiera agotado su tiempo y no existiera un mañana―. Me prometí a mí mismo, una y otra vez, que no te haría el amor en este maldito vehículo ―gimo cuando su lengua se hunde dentro de mi boca y su miembro roza mi entrada. Nos besamos con hambre, necesidad y desesperación, hasta que rompe el beso y continúa con su corto discurso―, pero no hay manera de que pueda sostener por más tiempo mi juramento. No
Me le quedo mirando, aturdida. ¿Cómo es posible? ¿Tanto me ama como para ser capaz de semejante locura? Me acaba de dejar completamente en shock. Hay una mezcla de sentimientos confusos agitándose en mi interior. Estoy sorprendida e incrédula, pero también maravillada y emocionada.―¿Lo hiciste por mí?Asiente en respuesta.―Cuando vi las escenas del video en el que esa… ―calla, repentinamente, para tratar de controlar la ira que lo invade―. Por desgracia, ese malnacido que se atrevió a hacerte daño está muerto, porque te juro por Dios que mi venganza contra él habría sido impecable ―escupe con odio―. No lo habría dejado morir hasta saciar mi sed de venganza en su contra. Apoyo una de mis manos en su mejilla.―Gracias.Me mira con incredulidad.―¿Escuchaste lo que acabo de confesarte?Respondo con un asentimiento.―Sí, lo hice ―beso sus los labios y sonrío con satisfacción―. Por eso agradezco que hayas arriesgado tu libertad para defenderme ―¿en qué me diferencio de él? Estaba decidid
¿Así que esa chica en el cementerio era ella? Lo había olvidado, pero ahora que me lo dice, comprendo la razón por la que sentí tanta curiosidad cuando la encontré frente a la tumba.―¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué esconderte de mí? ―me acerco a ella, tengo que saber la razón por la que quiso mantenerse oculta haciéndonos creer que estaba muerta―. ¿A qué se debe tu cambio de identidad?Con un movimiento brusco, aparta la mirada de sus dedos y me mira a los ojos.―Yo, yo…Se relame los labios con inquietud.―No más secretos entre nosotros, Rachel ―atrapo su rostro entre mis manos―. Dime, ¿por qué te mantuviste alejada de todos nosotros? ¿Por qué no buscaste nuestra ayuda? Inhala profundo. Puedo sentir el temblor de su cuerpo a través de mi piel.―La noche que fui a buscarte para pedirte ayuda… ―hace una pausa. Se nota que los recuerdos de aquel terrible suceso aún la siguen abrumando―. Ella me dijo que tú estabas allí, que le habías ordenado que me echaras y me dijera que no signi
La observo desde la distancia, mientras el médico retira los puntos de sutura de su herida. Es tan hermosa, la mujer más bella sobre esta tierra. Tanto tiempo negándome a amar y a ser feliz. Inhalo profundo. Desde que ella apareció en mi vida, no quiero otra cosa que entregarle mi alma y mi corazón. Sonrío con disimulo. Sí, por mucho que me niegue a creerlo, tengo un corazón del lado izquierdo de mi pecho. Uno que no deja de latir con todas sus fuerzas desde que ella le devolvió la vida. Abandono mis pensamientos en cuanto escucho la voz del doctor.―Bien, señorita Ward, su evolución ha sido más que satisfactoria ―le indica el médico al levantarse de la silla y desechar sus guantes en el cesto de la basura―, ya no será necesario que regrese a una nueva consulta.Rachel gira su cara y fija su mirada en la mía. Joder. Allí está de nuevo mi maldito corazón golpeando contra mi caja torácica con la misma intensidad del tañer de las campanas. Sonríe de una manera que hace que mi pulso se pre
Quince días despuésDesde la noche en que, inesperadamente, le confesé que lo amaba, las cosas entre nosotros han mejorado de una manera sorprendente. Lud se ha portado muy atento, considerado y amoroso, tanto que, mis dudas acerca de sus sentimientos, han estado desapareciendo a pasos agigantados. Comienzo a confiar en él, a pesar de las secuelas que todavía permanecen de nuestro doloroso pasado. Durante estas últimas dos semanas nos hemos dado tiempo para conversar sobre temas simples y comunes e intentamos convivir como una pareja normal. Por supuesto, sin todo lo comprende y abarca aquella oración. Convenimos la misma noche en que nos declaramos nuestro amor, que ambos dormiríamos en habitaciones diferentes. Tomarnos las cosas con calma hasta que estuviéramos seguro del paso que queríamos dar a continuación. La propuesta me tomó por sorpresa, sobre todo, porque fue él quien la hizo, como una muestra de sus verdaderas intenciones. Aún recuerdo sus palabras exactas…―Creo que lo más
Percibo el latir mi corazón cuando es ella misma la que me besa, pero, sobre todo, por las palabras que acaba de decir. Está feliz de estar aquí conmigo y eso es lo que importa por ahora.―Es hora de darte un baño, cariño ―beso su cuello luego de romper el beso―. Te ves agotada y se acerca la hora de tus medicamentos.Asiente con un movimiento de cabeza. Intenta quitarse la bata que lleva puesta, pero no puede hacerlo.―Déjame ayudarte con eso.Por fortuna, no se resiste, está tan cansada que sus ojos apenas pueden permanecer abiertos. Suelta un bostezo y se deja caer sobre el colchón. ―Necesito dormir, Lud ―se acurruca en una pequeña bola de carne, después de que, a duras penas, logro deshacerme de su ropa―. Puedo bañarme después, juro que me quedaré dormida en la bañera si no recupero un par de horas de sueño.Sonrío agradecido por esta nueva oportunidad que me ha dado la vida. Está en mi casa, en mi habitación, en mi cama. Es mía.―Por supuesto, cielo ―cojo la sábana, cubro su pre
Me vuelvo a sentir como en casa. La aparición de Victoria renueva mis esperanzas de vida y los viejos recuerdos de aquella chica ingenua y confiada cuyo único sueño era ser feliz y amada. Quizás ya no tenga la oportunidad de hacer realidad mis deseos, pero he vuelto a recuperar a una de las personas más importantes de mi vida y eso es más que suficiente. Después de berrear como chiquillas y prometer que nunca más volveremos a separarnos, Victoria rompe el abrazo.―Cuando Robert me dijo que estabas viva, casi muero de la impresión ―me cuenta Vicky, con una sonrisa en su boca―. En ese momento pensé que se trataba de un chiste de mal gusto y estuve a punto de asesinarlo ―su voz se torna temblorosa―. Pero en el momento en que me di cuenta de que hablaba en serio, grité, lloré y salté como una desatada, porque por primera vez, después de tanto tiempo, mi felicidad estaba completa.Esta vez soy yo la que toma sus manos entre las mías.―Lamento que me haya tomado tanto tiempo en volver ―vuelv